
A pesar de que los estoicos ya hablaron de ello, debemos agradecer al filósofo alemán Friedrich Nietzsche el acuñamiento del llamado "eterno retorno", entendido como un concepto temporal en el que los acontecimientos se desarrollan según reglas de causalidad de manera que el fin de un hecho cualquiera marca inexorablemente el principio de otro que, a su vez genera un tercero en una sucesión cuyo fin vendrá marcado por el reinicio del ciclo. A la vista de lo narrado en su última película, la muy interesante "Triangle", el británico Christopher Smith, que ya destacó hace un par de años con la descacharrante "Severance" debe ser un asiduo lector del autor de "Así habló Zaratrustra".
Una tranquila travesía marítima se convierte en una trampa mortal para los tripulantes de un pequeño velero como consecuencia del desencadenamiento de una furiosa tormenta que casi logra hacer zozobrar la embarcación. Cuando todo parece perdido para los supervivientes, un enorme transatlántico aparece en el horizonte como inesperado salvavidas, si bien, una vez a bordo, los naúfragos comprueban que el buque está vacío o, al menos, sus tripulantes no se dejan ver. La agobiante sensación de estar siendo observados, se vuelve aun más angustiosa cuando Jess, una de las supervivientes (Melissa George) comienza a tener la aterradora sensación de que todos han estado ya antes ahí.
Smith, que también ha escrito el guión de "Triangle" toma elementos de "El resplandor", "Memento" y "Ghost ship" entre otros, para diseñar una pesadilla que no parece abrir caminos nuevos en el trillado tema del buque fantasma hasta que a los veinte minutos de proyección la película parece terminar de la manera más previsible posible. El espectador tarda solo unos segundos en comprobar que, en realidad, la historia acaba de empezar ¿O tal vez estamos asistiendo a un recuerdo, a un enorme "déjà vu" de los protagonistas? ¿Puede ser que, tal y como sospecha Jess, todos han recorrido ya antes los lúgubres e inquietantes pasillos del barco? ¿Tal vez ni siquiera están allí ahora y yacen muertos en el fondo del mar? Sólo en los últimos minutos todo encajará terroríficamente en un final desasosegante y crudo como pocos.
Esa continuada sensación de inestabilidad, como si nosotros mismos anduviésemos meciéndonos inseguros con los protagonistas en la cubierta del barco, es el gran acierto de Smith como guionista y, al mismo tiempo, su gran defecto: no es posible andar siempre tambaleándose sin caer al suelo alguna vez. Me van a permitir que servidor no entre más en el tema para no despanzurrar las sorpresas ocultas en el libreto. Como realizador, el británico se mantiene a la altura de su palabra y logra crear una atmósfera onírica y retorcida que sumerge al espectador en un juego de espejos y guiños, inquietante y barroco. Con un ojo puesto en Kubrick y otro en Peckinpah, sin por ello huir del efectismo que tanto reclama el público en los últimos años, Smith convierte el avejentado transatlántico donde se desarrolla la trama de "Triangle" es un paraje inhóspito lleno de pasillos que parecen girar sobre si mismos y retorcerse hasta acabar en el punto de partida y cuya asfixiante atmósfera no parece liberarse ni siquiera cuando las peripecias de los protagonistas se producen en el exterior del buque.
Del reparto, poco hay que decir ya que los personajes son apenas sombras trazadas con cuatro lineas básicas. Cumplen sin duda con su sencillo papel de comparsas de la bellísima Melissa George, reina absoluta de la función, pero apenas están esbozados y se limitan a deambular por los pasillos del buque y a esperar el desarrollo de los acontecimientos. Tal vez por esa falta de oponentes de peso, la interpretación de la actriz australiana resulta sumamente convincente y es fácil empatizar con su angustiosa y retorcida pesadilla en ultramar. Por si la bella señora Winot está a la escucha no diré que, además, es todo un placer visual contemplar a la australiana en pantalla.
Tras acabar los títulos de crédito, el espectador permanece ante la pantalla con una extraña sensación de desconcierto en la que del mismo modo que si navegáramos en el tenebroso barco de la película es enormemente complicado determinar si "Triangle" es una escandalosa tomadura de pelo o, por el contrario, estamos ante uno de los artefactos más perturbadores e inteligentes que ha dado el cine de terror de los últimos años. Allá cada uno. Yo, personalmente, lo tengo claro.
Una tranquila travesía marítima se convierte en una trampa mortal para los tripulantes de un pequeño velero como consecuencia del desencadenamiento de una furiosa tormenta que casi logra hacer zozobrar la embarcación. Cuando todo parece perdido para los supervivientes, un enorme transatlántico aparece en el horizonte como inesperado salvavidas, si bien, una vez a bordo, los naúfragos comprueban que el buque está vacío o, al menos, sus tripulantes no se dejan ver. La agobiante sensación de estar siendo observados, se vuelve aun más angustiosa cuando Jess, una de las supervivientes (Melissa George) comienza a tener la aterradora sensación de que todos han estado ya antes ahí.
Smith, que también ha escrito el guión de "Triangle" toma elementos de "El resplandor", "Memento" y "Ghost ship" entre otros, para diseñar una pesadilla que no parece abrir caminos nuevos en el trillado tema del buque fantasma hasta que a los veinte minutos de proyección la película parece terminar de la manera más previsible posible. El espectador tarda solo unos segundos en comprobar que, en realidad, la historia acaba de empezar ¿O tal vez estamos asistiendo a un recuerdo, a un enorme "déjà vu" de los protagonistas? ¿Puede ser que, tal y como sospecha Jess, todos han recorrido ya antes los lúgubres e inquietantes pasillos del barco? ¿Tal vez ni siquiera están allí ahora y yacen muertos en el fondo del mar? Sólo en los últimos minutos todo encajará terroríficamente en un final desasosegante y crudo como pocos.
Esa continuada sensación de inestabilidad, como si nosotros mismos anduviésemos meciéndonos inseguros con los protagonistas en la cubierta del barco, es el gran acierto de Smith como guionista y, al mismo tiempo, su gran defecto: no es posible andar siempre tambaleándose sin caer al suelo alguna vez. Me van a permitir que servidor no entre más en el tema para no despanzurrar las sorpresas ocultas en el libreto. Como realizador, el británico se mantiene a la altura de su palabra y logra crear una atmósfera onírica y retorcida que sumerge al espectador en un juego de espejos y guiños, inquietante y barroco. Con un ojo puesto en Kubrick y otro en Peckinpah, sin por ello huir del efectismo que tanto reclama el público en los últimos años, Smith convierte el avejentado transatlántico donde se desarrolla la trama de "Triangle" es un paraje inhóspito lleno de pasillos que parecen girar sobre si mismos y retorcerse hasta acabar en el punto de partida y cuya asfixiante atmósfera no parece liberarse ni siquiera cuando las peripecias de los protagonistas se producen en el exterior del buque.
Del reparto, poco hay que decir ya que los personajes son apenas sombras trazadas con cuatro lineas básicas. Cumplen sin duda con su sencillo papel de comparsas de la bellísima Melissa George, reina absoluta de la función, pero apenas están esbozados y se limitan a deambular por los pasillos del buque y a esperar el desarrollo de los acontecimientos. Tal vez por esa falta de oponentes de peso, la interpretación de la actriz australiana resulta sumamente convincente y es fácil empatizar con su angustiosa y retorcida pesadilla en ultramar. Por si la bella señora Winot está a la escucha no diré que, además, es todo un placer visual contemplar a la australiana en pantalla.
Tras acabar los títulos de crédito, el espectador permanece ante la pantalla con una extraña sensación de desconcierto en la que del mismo modo que si navegáramos en el tenebroso barco de la película es enormemente complicado determinar si "Triangle" es una escandalosa tomadura de pelo o, por el contrario, estamos ante uno de los artefactos más perturbadores e inteligentes que ha dado el cine de terror de los últimos años. Allá cada uno. Yo, personalmente, lo tengo claro.