miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cinco razones para ver "Charlie's farm"



1.- Es un slasher:Y esto, más que una razón es un advertencia. Si no tiene usted el menor interés por películas como "Halloween", "Viernes 13" o "Scream", no se acerque por "Charlie´s farm" o, si lo hace, no me venga luego con quejas. Desde que el mundo es mundo, en un slasher debe haber una única localización (por grande que sea), un número variable de personas reunidas en dicha ubicación y un misterioso asesino de expeditivos métodos empeñado en firmar el certificado de defunción de todos los anteriores en una sola noche. "Charlie's farm" no es una excepción en ninguno de esos aspectos y por eso mismo, cada uno de esos clichés supone una razón para verla para los que como un servidor, disfrutamos con este rudimentario, anquilosado pero irresistible tipo de películas. Además, hay que tener en cuenta que... 

2.- Tiene el mejor arranque del genero en los últimos años: En general, los slashers tienen dos tipos de secuencias iniciales: el primero tiene por objeto presentar en entorno en el que se desarrollará la acción (un barrio residencial, un camping junto al lago, etc, etc). El segundo sirve para darnos una pincelada de lo desquiciado que está el matarife de turno y el tipo de violencia que nos vamos a encontrar en la siguiente hora y media. "Charlie's farm" pertenece a este segundo estilo y hay que reconocer al australiano Chris Sun su habilidad para clavarnos a la butaca con una secuencia tensa, crudisima (atentos al uso del sonido. Brillantísimo) en la que apenas intuimos a Charlie pero sí nos permite determinar su arma favorita (luego hablaré de ella, pero no tiene desperdicio) y la característica más evidente de su aspecto (de nuevo el sonido, magistralmente utilizado). El ritmo luego decae sensiblemente, pero su último tercio nada tiene que envidiar a este meritorio arranque.

3.- Charlie vive en Australia: Como decía, la ubicación en este tipo de obras es fundamental. Por muy grande y luminoso que sea debe resultar inquietante, amenazador y lleno de peligros, pero haciendo bueno, en definitiva, aquéllo que decía Mylo Tindell de que algo puede estar a la vista y no por ello verse fácilmente. En el caso que nos ocupa, los incautos protagonistas de "Charlie´s Farm" deciden visitar una granja abandonada en mitad del desierto australiano donde, por lo que cuentan, habitó en su momento una familia de desquiciados con tendencia a merendar costillar de mochilero. El uso del espacio por parte de Chris Sun es brillante y aunque gran parte de la trama acontece a plena luz del día (amantes de la oscuridad y de las cuevas serpenteantes, no se preocupen, también tendrán oportunidad de pasarlo en grande) localizaciones como el río que atraviesa la propiedad o los herrumbosos silos y graneros que crecen como setas en el periplo de los futuros fiambres resultan sumamente inquietantes y uno se sorprende con las uñas clavadas en la palma de la mano en más de una ocasión.

Tranquilos, que Charlie tiene dulces para todos...

4.- Empatizas con Charlie: Es algo tradicional en este tipo de películas. Las victimas del carnicero de turno son tan estúpidas, generan tan poca simpatía en la platea, parecen tan empeñados en que les conviertan en carne picada que, casi siempre, hay aplausos cuando la rubia recachutada o el universitario musculoso reciben su ración de acero. En "Charlie's farm" esta principio general no solo se respeta sino que, podríamos decir, se eleva a su máximo esplendor. Y es que el nivel de dentera que producen los corderitos de Charlie es de matrícula de honor: toman, por supuesto decisiones inexplicables (atentos al encuentro de nuestro hombre con dos de los excursionistas en el río. Desternillante de puro inverosímil), se empeñan en asustar a sus compañeros ocultándose entre las sombras y siempre huyen en la dirección equivocada. Vamos, carne de cañon con el título ganado a pulso. Un último aviso para los amantes del género: no esperen encontrar hermosos efebos ni amazonas hormonadas en "Charlie's farm". El presupuesto daba lo que daba y nos tenemos que conformar con gente como Tara Reid o Sam Coward que tienen el mismo atractivo que un plato de nabos hervidos.

5.- Charlie mola: En los últimos tiempos, la tierra de los canguros parece empeñada en robarle a Corea del Sur el título de pais con mayor densidad de lunáticos por metro cuadrado del globo terraqueo. Hasta hoy, mi chiflado favorito de aquellas tierras era el encantador Mick Taylor de la saga de "Wolf Creeck", pero tras ver "Charlie´s farm", no puedo por menos que entregarme al innegable encanto de esta versión transgénica de Rob Zombie al que da vida (iba a decir interpretar, pero se me antoja excesivo) el mastodóntico Nathan Jones que con sus más de dos metros de altura y casi 160 kilos de peso compone una bestia parda cuya sola presencia ya aterra. Tiene además un extraño sentido del humor, le gusta saltar sobre los coches que aplastan a las personas, dispone de una especie de cuchillo-hacha- lanza- ballesta- mondadientes sumamente útil y a pesar de que habla poco, es imposible resistirse a su eterna mueca de niño juguetón. A mí, desde luego, me ha ganado y, teniendo en cuenta el final abierto de la obra y que la cinta ha sido un éxito respetable en Australia, no creo que tardemos mucho en volver a ver a Charlie en acción. Allí estaré para verlo, pero lejos, siempre lejos, que nunca se sabe. 

sábado, 14 de noviembre de 2015

Punto y final: Andrew Anthony (2ª parte)

Hace ya algunos años y por motivos bien distintos hablé aquí de "El desencanto" el libro del periodista británico Andrew Anthony. Con el subtítulo "El despertar de un izquierdista de toda la vida", Anthony narraba su evolución moral, política y ética desde los escombros del 11-S hasta la actualidad y cómo, desde ese momento, muchas, por no decir todas sus ideas habían sufrido un vuelco radical desde la progresía más escorada a la izquierda en la que siempre militó, hasta un pragmatismo liberal que le hizo revisar todos y cada uno de los pilares de un pensamiento que, según sus propias palabras, siempre llevó consigo "como la cartera o las llaves". 

Es un gran libro, implacable con lo que combate, crítico con lo que defiende y de una coherencia inverosímil en estos tiempos de paños tibios y solemnes discursos de indeterminable oquedad. Es una obra que consulto con notoria periodicidad y que me gusta recomendar habitualmente. En sus páginas siempre hay algún argumento poderoso para combatir el veneno de lo políticamente correcto, tan leve y tan sutil, pero tan letal que uno no se da cuenta de que lo han tumbado hasta que se revienta la cabeza contra el suelo. En este sentido, "El desencanto" es un bienvenido hachazo en el espinazo de los grandes mensajes de concordia mundial, un frenazo seco en todas las carreras hacia nuestra propia perdición.

Como en tantas ocasiones, hoy he vuelto a repasarlo tras la matanza que tuvo lugar ayer en Paris y, por supuesto, he hallado una base argumental sólida que exponer frente a los que, como siempre, trasladarán la culpa de esta carnicería inexplicable a los bombardeos en Siria, la opresión de Oriente, el capitalismo, las multinacionales y que se empeñan en no ver que agua y aceite no combinan, que dos no hablan cuando uno no quiere y que no son los cuerpos los que golpean las balas ni las gargantas las que se estrellan deliberadamente contra los cuchillos que las cortan hasta la traquea.


"No tienen derecho a llamarse luchadores por la libertad del tercer Mundo. (...) En el mejor de los casos son inadaptados, descarriados, manipulados por ideólogos astutos. Esa gente se jacta de que ama la muerte, lo cual es otra forma de decir que los asustan la vida, la libertad, la elección, la responsabilidad, la modernidad, la realidad. La muerte significa acabar con todos estos desafíos. Es la aniquilación que todo lo iguala. Hace falta un cierto coraje demente para matarse, el tipo de coraje que viene de la intoxicación química o espiritual. Pero hace falta mucho más coraje para vivir, para luchar, para lograr una meta. El islamismo en su apelación a la sumisión moral y al sacrificio del intelecto, no solo representa un medio para aquellos que carecen de esa determinación, sino que positivamente incita a abandonar la voluntad de tenerla. Para este fin ha encontrado fácil acomodo en Occidente. Las sociedades liberales, culpabilizadoras y complacientes, les piden poco(...) y como era de esperar también les ofrecen muy poco. Afganistán e Iraq, cualesquiera que sean los respectivos méritos de las campañas militares sólo son excusas, seudoagravios para ocultar el vacío moral de un culto a la muerte. No hay razón para no decirlo claramente, incluso si uno desea que las tropas se retiran de Afganistán y de Irak mañana y abandona los demócratas a su maldita suerte".

miércoles, 4 de noviembre de 2015

El regalo perfecto

"New light through old windows" el disco de nuevas versiones de sus propios temas publicado en 1988 por Chris Rea fue el primer CD que compré en mi vida. Apenas conocía un par de temas del cantante británico, pero me llamaba mucho la atención ese planteamiento de remodelar tu propio trabajo previo hasta convertirlo en algo nuevo. En ese sentido la imagen conceptual de que la nueva luz atravesara viejas ventanas me resultaba fascinante y, desde entonces, se ha convertido en lo que a expresiones artísticas se reifere, en una de mis varas de medir predilectas , si no en la que más: innovar, por supuesto, retorcer las estructuras y renovar el armario, por descontado. Pero sin que se pierda en ningun momento de vista todo aquello que, historicamente, ha servido de base a lo que uno presenta ante su público.

En este sentido, "The gift", la película que hoy les recomiendo, sigue está máxima al pie de la letra y logra que una base argumental más sobada que la chepa de Doña Rogelia se convierta con mucha diferencia en la clara favorita a mejor thriller del año en el ranking personal del que esto escribe.

No les cuento mucho del argumento para que saboreen con parsimonia lo que la película les ofrece. Quédense con la idea básica de que en "The gift", encontramos a una pareja formada por Robyn (la bella Rebeca Hall) y Simon (Jason Bateman) que acaban de aterrizar en una nueva ciudad, con una nueva y espectacular vivienda y con la vista puesta en un nuevo y jugoso puesto de trabajo. Una tarde, coinciden con Gordon (Joel Edgerton, que además produce, escribe y dirige la película), un antiguo compañero de instituto de Simon que poco a poco y a través de unos inocentes regalos comienza a infiltrarse en sus vidas, perturbándola profundamente.

Gordon, amigo, tenemos que hablar...
 ¿Y con estos mimbres tan mustios, han construido su thriller favorito de 2015? AmigoWinot, usted chochea, pensarán algunos. Yo he visto, el trailer, dirán otros, y me basta con verlo para saber todo lo que va a pasar. No se fien, les respondería a todos ellos: si el magnífico libreto de Joel Edgerton tiene una virtud- tiene más, muchas en realidad- es que superpone las sorpresas y maneja el timón del relato de tal manera que, como he leido en Filmmafinity, el espectador es como un montón de arcilla, adoptando en cada momento, la perspectiva que el autor desea y, encantados de ser dirigidos a todas partes y a ninguna al mismo tiempo. En cada ocasión- y hay unas pocas, se lo aseguro- que la idea de "esto ya me lo sé" asalta al confiado espectador de "The Gift", Edgerton retoma un hilo que había quedado pendiente, una frase lanzada al aire un par de escenas atrás o una imagen previa aparentemente insignificante para cambiar el ritmo y colocar a la platea en una perspectiva completamente distinta. En este sentido, la dirección de "The Gift" es, sencillamente perfecta y no hay que olvidar que estamos ante el debut en el largometraje del fornido actor australiano.

Y en el plano interpretativo, el plato es igual de apetecible. Jason Bateman - poco santo de mi devoción, generalmente- está inmenso y su química con Rebecca Hall es manifiesta y evoluciona de forma muy brillante durante el metraje. Pero la estrella de la función es, sin duda el ubícuo Joel Edgerton (merecidísmo premio al mejor actor en el pasado Festival de Sitges por este trabajo) y que ya me deslumbró en la magnífica "Warrior" hace unos años (hablé de ella aquí, por si alguien quiere más información). En "The gift" Edgerton está simplemente perfecto en un papel sencillo sobre el idem pero que a golpe de sorpresa se convierte en una creación de las que permanecen (atención a la escena de la primera cena en casa de Robyn y Simon y, sobre todo la prodigiosa secuencia en el garaje con Jason Bateman, de lo mejorcito del año).

Hay unos pasajes bíblicos que quisera leerte...
 Antes mencionaba el trailer de "The Gift" y quiero insistirles en que lo vean. Es magnífico (se lo pongo un poco más abajo) y, a diferencia de lo que ocurre ultimamente, no solo no destripa la trama hasta sus más nimios detalles sino que incide en esta concepción demiurgica del espectador como masilla maelable de la que hablaba antes y crea una imágen de pelicula de sabado al mediodía que no le encaja ni con calzador a una cinta como de "The gift". Costó algo más de cinco millones de dolares y ya lleva recuadados más de 42 millones con la misma publicidad que la marca de  bragas de la Bruja Lola. Parece que, finalmente va a ser verdad eso de que hay vida inteligente al otro lado de la pantalla y leer entre lineas ya no es solo cosa de abogados.