jueves, 29 de noviembre de 2018

El penúltimo paso

Buenas noches a todos menos a los cándidos. A esos, a los que aún se asombran y codean incrédulos a quien tengan al lado cada vez que aparece una nueva grabación o informe comprometedor de los que hierven hasta la superficie a través de los medios de comunicación, aquellos que son calentados directamente desde lo más insondable del estado, las empresas o las familias, a esos, como decía, a esos, ni agua.

Esta noche vengo a hablarles brevemente de "Corrupción policial", la última novela de Don Winslow, un escritor norteamericano que se encuentra a varios miles de kilómetros de esos ingenuos a los que antes hacía referencia y que desde hace varios años parece embarcado en una cruzada para arrancar las vendas de sus ojos a los más miopes para que puedan contemplar lo que ocurre a su alrededor a través de la palabra.

Winslow es un viejo conocido del ladrillo. Allá por 2010 entró en mi biblioteca a través de esa tromba devastadora que es "El poder del perro" (pueden leer los merecidos elogios que la dirigí entonces pinchando aquí) y desde entonces han pasado por mis manos varias obras más que sólo puedo calificar de excelentes y muy recomendables. En todas ellas, un grupo (llámese FBI, NYPD, o DEA) intenta acabar con otro (llámese traficantes de drogas, pandilleros juveniles, mafiosos retirados o soldados de fortuna) y viceversa. Son guerras sucias y sangrientas que tapizan el tablero de juego con tripas y casquillos vacios y en las que el camino a tomar no depende tanto de las leyes que nos rodean, la ética o la moral, como del (mucho, ingente, desmesurado, monumental) dinero y los favores que uno debe o de los que es acreedor. No les reviento sorpresa alguna si les digo que "Corrupción policial" lleva esta reflexión a su más alejado extremo.

Damas y caballeros, les presento a Denny Malone, el rey de Manhattan Norte, el policía más condecorado de la ciudad que nunca duerme, el piloto de la Unidad Especial que mantiene el orden en las zonas más conflictivas y peligrosas de la Gran Manzana. Pero Winslow nos lo muestra en las primeras páginas, en poder de los federales, esposado y esperando turno para ser interrogado por innumerables casos de corrupción así como por algún que otro asesinato. ¿Qué nos hemos perdido? ¿Qué razón hay para que el yerno ideal se haya convertido en el tipo al que el Coronel Jessep querría tener cerca cuando se echa una cabezadita? Malone se va a encargar de decírnoslo en un largo rebobinado a través del cual, Winslow aprovecha para meternos por la puerta de atrás de todas las instituciones sociales que se nos ocurran y ponernos en bandeja la putrefacción que se oculta bajo la piel lustrosa de una ciudad de papel couché donde los alcaldes ceden a los empresarios, éstos a los traficantes y aquéllos a los policías que, a su vez deben claudicar de sus principios para contentar a los jueces, éstos a los abogados y aquéllos a los pandilleros en un vórtice infinito de innumerables combinaciones al que da pavor asomarse.

Yo creo que un buen aplauso, me merezco, ¿no creen?

"¿Cómo se cruzan las lineas?", pregunta Malone en un momento dado. La respuesta aterra: "Paso a paso". La tesis que maneja el libro es por tanto, que la corrupción rara vez explota. Funciona de forma más parecida a la de una infección, un virus que poco a poco se apodera de todo y de todos. Nadie está a salvo. Se empieza por mirar hacia otro lado y se acaba haciendo fortuna sobre sacos de heroína y cuerpos acribillados. Entrar en esa espiral es, por consiguiente, tremendamente fácil. Por el contrario, salir de ese laberinto, dar el último paso que permita salir del círculo es una meta casi inalcanzable. Hacerlo sin marca alguna parece una misión que rechazaría el mismísimo Ethan Hunt.

Si es la primera vez que oyen el nombre de este caballero, no lo duden, corran a por "El poder del perro". Si, por el contrario, pertenecen ustedes al cada vez más amplio grupo de admiradores de su obra y aún no se han lanzado de cabeza a por "Corupción Policial", no pierdan ni un minuto más, háganse con un ejemplar y empiecen a pasar páginas. Es cierto que tarda un poco en arrancar y la falta de un personaje al que uno pueda mirar sin sentir por el un considerable desprecio bajan la nota del sobresaliente al notable alto, pero los que amamos la buena literatura policíaca en general y a Don Winslow en particular no vamos a salir desencantados. Eso se lo puedo asegurar. También les digo que los que ya lo conocen no van a encontrar nada nuevo en el libro, pero, ese déjá vu en el caso de nuestro amigo americano supone una dosis asegurada de personajes en permanente claroscuro, diálogos de hierro y escenas de acción monumentalmente estructuradas. Me veo capaz de soportarlo las veces que haga falta.