En 1983, tardé más de una semana en averiguar que el tema que reventaba los altavoces durante los títulos finales de "Christine"- por aquel entonces no tenia la costumbre de quedarme en la sala hasta ver el nombre del que enfría el botijo en el rodaje- era el "Bad to the bone" de George Thorogood and The Destroyers. Tarareos infames en tiendas de discos, consultas a los compañeros de sesión- en mi adolescencia, cuando íbamos al cine, íbamos por docenas- , audiencias informativas con mis mayores.... En definitiva, una paliza monumental cuyo único y desinteresado objeto era dar a conocer a los autores de semejante delicia musical y predicar su palabra por el mundo- al menos por el más cercano- con devoción de converso, lo que, dicho sea de paso, también requería de un tiempo y un esfuerzo muy considerable.
Hoy, lo que son las cosas y como cambian en un pestañeo, he tardado menos de cinco minutos en averiguar que la maravillosa canción que vertebra el segundo capítulo de esa serie desquiciada y pastillera llamada "Black mirror" es "Anyone Who Knows What Love Is (Will Understand)" y que quien envuelve con sus cálidas y sedosas cuerdas vocales al oyente es la cantante norteamericana Irma Thomas, de cuyas muchas virtudes voy a ponerles hoy al día y, además, a tono con los tiempos que vivimos, mejorando en mucho la marca que alcancé entonces polinizando a mis semejantes con los guitarreos incendiarios de George y sus amigos destructivos.
Y lo primero que debo reconocer es que, hasta hoy, no tenía la menor idea de quien era Irma Thomas y me atrevería a decir, incluso, que nunca había escuchado una canción suya hasta que "Anyone..." tomo al asalto mis oídos.Al parecer, ese aire de invitado de piedra, de mujer en la sombra, de eterna secundaria, en definitiva, es uno de los rasgos que más definen a la hoy septuagenaria intérprete norteamericana a la hora de colocarla en la historia de la música.
La información que existe sobre ella en la red es escasa (apenas un millón y medio de referencias en Google, la mayor parte con enlaces a sus temas) y tremendamente fragmentada (breves reseñas de sus discos, entrevistas jurásicas que se copian el contenido mutuamente, semblanzas telegráficas...). Sus canciones, excelentes la mayoría, gozan de una difusión escasa y su popularidad no admite comparación con los grandes temas del soul y del blues que cualquiera canturrea en sus tiempos muertos. De hecho, su propio nombre artístico, "The soul queen of New Orleans", tiene un aire provinciano y local que tumba de espaldas, además de encasillar a una cantante que, destacando como lo hace en el género de la que es "reina", muestra sus mejores galas cuando rasga su garganta cantando "If I Had Any Sense I'd Go Back Home", "Early in the morning" y otros monumentos al blues de los que Irma Thomas extrae hasta el tuétano.
En cierto modo, lo que ocurre con Irma Thomas podría explicarse con una analogía cinematográfica. "Deliverance", la excelente película de John Boorman rodada en 1972, tuvo la mala fortuna de acudir a la entrega de los Oscar en compañía de "La huella", "Cabaret" y "El Padrino". Como es de imaginar, los responsables de la cinta se volvieron a sus mansiones sin una triste estatuilla que colocar, pero, no conviene olvidar que a Burt Reynolds y Ned Beatty les toco bailar con tres de las mejores películas que se hayan rodado jamás. Muy probablemente, en otro contexto temporal, el cuento hubiera tenido un final muy distinto.
En el caso de Irma Thomas pasa algo parecido. Aunque te muevas en el soul y el blues como pez en el agua, aunque tus cuerdas vocales se derritan cantando "Time is on my side" o aunque en tu repertorio existan temas tan redondos como "He's my guy", "Ruler of my heart" o ese generador de energía positiva que es "Moments to remember", poco puedes hacer cuando el destino te la juega y te hace contemporanea de Aretha Franklin, Etta James y Dionne Warwick. Uno es más o menos guapo según el canon de belleza de los que te rodean y a la bella Irma le toco bailar con las tres Venus de la música negra norteamericana. Con semejante muralla alrededor no es difícil entender las razones que explican su inmerecido ostracismo.
Gracias a su mencionada aparición en la banda sonora de "Black mirror", parece existir un ligero repunte de su popularidad, pero, en cualquier caso, me da que, a estas alturas de su vida, a la gran Irma este asunto le trae sin cuidado: con más de setenta años a sus espaldas, la mujer parece feliz apareciendo cada año en el Festival de Jazz de New Orleans, cuidando a los clientes de su club "The lion's den" y abandonando esporádicamente su Louisiana natal para, de tarde en tarde, publicar algún disco, como "Simply grand", el excelente acústico que grabó en 2008 y que es su última y muy recomendable obra. Pero, en fin, aunque en nada la ayude a recuperar su puesto en la historia de la música, por mi que no quede y vaya esta entrada en su honor. Si con ella puedo ayudar a que algunos descubran a esta maravillosa cantante o resucitarla en su memoria, me doy por satisfecho.
Y lo primero que debo reconocer es que, hasta hoy, no tenía la menor idea de quien era Irma Thomas y me atrevería a decir, incluso, que nunca había escuchado una canción suya hasta que "Anyone..." tomo al asalto mis oídos.Al parecer, ese aire de invitado de piedra, de mujer en la sombra, de eterna secundaria, en definitiva, es uno de los rasgos que más definen a la hoy septuagenaria intérprete norteamericana a la hora de colocarla en la historia de la música.
La información que existe sobre ella en la red es escasa (apenas un millón y medio de referencias en Google, la mayor parte con enlaces a sus temas) y tremendamente fragmentada (breves reseñas de sus discos, entrevistas jurásicas que se copian el contenido mutuamente, semblanzas telegráficas...). Sus canciones, excelentes la mayoría, gozan de una difusión escasa y su popularidad no admite comparación con los grandes temas del soul y del blues que cualquiera canturrea en sus tiempos muertos. De hecho, su propio nombre artístico, "The soul queen of New Orleans", tiene un aire provinciano y local que tumba de espaldas, además de encasillar a una cantante que, destacando como lo hace en el género de la que es "reina", muestra sus mejores galas cuando rasga su garganta cantando "If I Had Any Sense I'd Go Back Home", "Early in the morning" y otros monumentos al blues de los que Irma Thomas extrae hasta el tuétano.
En cierto modo, lo que ocurre con Irma Thomas podría explicarse con una analogía cinematográfica. "Deliverance", la excelente película de John Boorman rodada en 1972, tuvo la mala fortuna de acudir a la entrega de los Oscar en compañía de "La huella", "Cabaret" y "El Padrino". Como es de imaginar, los responsables de la cinta se volvieron a sus mansiones sin una triste estatuilla que colocar, pero, no conviene olvidar que a Burt Reynolds y Ned Beatty les toco bailar con tres de las mejores películas que se hayan rodado jamás. Muy probablemente, en otro contexto temporal, el cuento hubiera tenido un final muy distinto.
En el caso de Irma Thomas pasa algo parecido. Aunque te muevas en el soul y el blues como pez en el agua, aunque tus cuerdas vocales se derritan cantando "Time is on my side" o aunque en tu repertorio existan temas tan redondos como "He's my guy", "Ruler of my heart" o ese generador de energía positiva que es "Moments to remember", poco puedes hacer cuando el destino te la juega y te hace contemporanea de Aretha Franklin, Etta James y Dionne Warwick. Uno es más o menos guapo según el canon de belleza de los que te rodean y a la bella Irma le toco bailar con las tres Venus de la música negra norteamericana. Con semejante muralla alrededor no es difícil entender las razones que explican su inmerecido ostracismo.
Gracias a su mencionada aparición en la banda sonora de "Black mirror", parece existir un ligero repunte de su popularidad, pero, en cualquier caso, me da que, a estas alturas de su vida, a la gran Irma este asunto le trae sin cuidado: con más de setenta años a sus espaldas, la mujer parece feliz apareciendo cada año en el Festival de Jazz de New Orleans, cuidando a los clientes de su club "The lion's den" y abandonando esporádicamente su Louisiana natal para, de tarde en tarde, publicar algún disco, como "Simply grand", el excelente acústico que grabó en 2008 y que es su última y muy recomendable obra. Pero, en fin, aunque en nada la ayude a recuperar su puesto en la historia de la música, por mi que no quede y vaya esta entrada en su honor. Si con ella puedo ayudar a que algunos descubran a esta maravillosa cantante o resucitarla en su memoria, me doy por satisfecho.
2 comentarios:
A mí me pasó lo mismo con George Thorogood. Años después me compré una buena parte de su discografía...
La canción la conocía (aunque no recordaba como se llamaba ella), es una preciosidad, la canción, digo.
Pues yo ni la canción ni la artista, maestro Zentolos. Eso sí, ha sido escucharla y he caido rendido a sus pies.
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