
Si por algo pasará a la historia el año pasado en lo que a libros se refiere será por la consolidación en su pedestal de Emmanuel Carrère, a cuya obra (sólo me falta
"El Reino" que aguarda turno) he dedicado no pocas horas del finado ejercicio 2015 y que se atrinchera en el puesto número uno en mi lista de escritores favoritos.Pero no solo de autores dolientes y geniales vive el hombre de la chistera. En este recién clausurado año han pasado por mis ojos un buen número de comics (si me animo haré la lista en unos días. Si no, que quede claro que a la vista de lo leído este año, el puesto de Carrère en lo que a comics se refiere lo tiene en nuda propiedad en irlandés Garth Ennis, que con
"The Boys",
"Battlefields" y
"Equipo Rojo" deja claro que lo de
"Predicador" no fue casualidad) y un respetable puñado de libros de todo pelaje (ventajas de usar el transporte público, que alguna debía de tener) de entre los que les destaco, en riguroso orden de caída, los diez siguientes.
Espero que alguno les interese. Si alguno lo logra, acuda a su librería más cercana y cómprelo, por favor, deje el e-book para los hipsters y pélese los dedos pasando páginas de papel, aunque sea reciclado y no olvide que el mejor e-book es el que no se compra.
- Las leyes de la frontera, de Javier Cercas: También ha caído "El impostor", del mismo autor, pero me decanto por esta apabullante muestra de genio de este hombre cuya habilidad para crear personajes "que respiran" no tiene parangón ni dentro ni fuera de nuestras fronteras. Tere, El Gafitas y el Zarco conforman uno de los triángulos amoroso- amistoso- criminal más perfectos de nuestra literatura.
- Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson: Más de 600 páginas que despiertan el amor a la ciencia hasta en la mente más cerrada para el tema como puede ser la de un servidor. Desde la formación del universo hasta los orígenes del hombre contado con todo el humor, la prolijidad y el gusto por el detalle del mejor divulgador científico que hay sobre la faz de la tierra. Un libro para tener siempre a mano si uno ve factible ser riguroso sin aburrir a las ovejas.
- Postales desde la tumba, de Emir Suljavic: Preparen cuerpo y mente para una experiencia literaria tan brutal como desasosegante. La masacre de Sbrenica contada desde dentro, sin esquinamientos ni maniqueos prejuicios. Atención al penúltimo capitulo "La caída", que no lo van a olvidar. Hechos puros y duros que conforman un libro maravilloso de muy lenta digestión y que acecha en la mente muchos meses después de leído.
- Bajo el signo de Marte, de Fritz Zorn: Reflexiones de un enfermo de cáncer criado en una familia alemana sin carencia material alguna y que nada en un absoluto vacío de sentimientos. Un canto a la vida y a luchar por lo que uno desea aunque se sepa perdedor desde el primer momento. La radiografía furiosa de una sociedad de consumo que se viste con las telas de la vanidad para no ver lo que le rodea. La gran frase del año pone colofón a esta obra tan brillante como demoledora: "Me declaro en estado de guerra total".
- Flashman y el gran juego, de George McDonald Fraser: Los más veteranos ya conocen mi predilección por el gran Harry Flashman, a quien ya dedique hace años una entrada en el ladrillo (
"El ogro verde del ejercito británico"). Este año ha sido el turno del noveno volumen de sus aventuras, ambientado en el motín de los cipayos de 1857. Como siempre, aventuras, fornicio, bajezas morales y magistrales de historia de la mano del malandrín más encantador de la literatura inglesa. No se lo pierdan.
- Sumisión, de Michelle Houllebecq: Nueva entrega del franchute más desquiciado del firmamento literario. En esta ocasión es el Islam el que cae bajo el microscopio de partículas elementales del amigo Houllebecq en un ejercicio de política ficción magistral en el que aquí y allá aparecen las habituales- y geniales- reflexiones sociológicas del autor. Ha causado bastante controversia su final extrañamente poético pero quien vea aquí un canto a favor del Islam creo que debería graduarse la vista.
- El olvido que seremos, de Hector Abad Faciolince: Palabras mayores, amigos. El retrato que el escritor colombiano realiza de su padre, Abad Gómez que fue asesinado en 1987 por sus continuos desafíos a las autoridades (políticas, militares y universitarias) y por su implacable labor social (gracias a su labor, el agua corriente llegó a Medellín) es desgarrador. Literalmente, te cambia la vida, te plantea dudas acerca de tu forma de actuar y te demuestra que en esta vida lo difícil es permanecer, porque pasar, pasamos todos.
- Así empieza lo malo, de Javier Marías: Le han caído las críticas más severas de su carrera pero debo reconocer que no ha sido mi caso. Me interesa la historia de ese director tuerto y su esposa, me atrapa el triángulo que forman junto al narrador y me asombra el giro final marca de la casa. Las mismas filias y fobias que siempre, el gusto por las perífrasis inabarcables que recorre la obra del autor y la sombre inmensa de "Tu rostro mañana" que todo lo cubre y que hace imposible usar correctamente la vara de medir.
- La suerte de Jim, de Kingsley Amis: El padre de Martin Amis era, al parecer, escritor y, antes de morir en 1995 había dejado un legado literario más que respetable en el que se incluía esta divertida sátira universitaria con regustillo amargo que invita más a la sonrisa cómplice que a la carcajada y que gana con el tiempo, como las grandes obras.
- Hombres buenos, de Arturo Pérez Reverte: Los
libros de este hombre no me entran. Prefiero la inmediatez de sus
artículos a las buenas ideas mal desarrolladas de sus novelas. Sin
embargo, en esta ocasión, tengo que quitarme el sombrero e incluir entre los mejor del año este relato aventurero con La Enciclopedia ilustrada como Mcguffin y que entremezcla pasado y presente con incuestionable buen gusto y base histórica. Carne de celuloide, se lo digo yo.