
martes, 31 de julio de 2007
Un Quijote chicharrero

miércoles, 25 de julio de 2007
Alopecia galopante

martes, 24 de julio de 2007
Un milagro musical (al alcance de todos)

miércoles, 18 de julio de 2007
Un milagro musical

El pasado sábado tuve la inmensa suerte de poder asistir al estreno en Madrid de la ópera de Puccini, "Madama Butterfly", en la que se narra la sobrecogedora historia de desamor entre Cio- Cio- San, una joven e ingenua geisha y el bala perdida de Pinkerton, un "yankee vagabundo" que recorre el mundo rompiendo corazones en cada puerto por el que pasa a la espera de encontrar "una buena esposa americana". Si bien ya son varias las representaciones operísticas que un servidor lleva en la mochila, debo confesar que es el primer estreno al que asisto y sentía una especial inquietud ante lo que podía pasar, ya que los más habituados a estos acontecimientos mantienen que no hay representación como la del día del estreno. Para bien y para mal. O es la mejor de todas o la falta de rodaje y los nervios provocan un naufragio sin isla desierta a mano. Si a eso le sumas que esta obra es una de las piedras angulares de mi repertorio operístico particular, casi una partitura sagrada, es fácil entender el porqué de mi inquietud.
La marejada fue disminuyendo nada más entrar en el recinto y comprobar que, la tan alabada puesta en escena de Mario Gas era, efectivamente, impresionante. El escenario representa un plató cinematográfico de los años treinta con docenas de carpinteros, iluminadores, operadores de cámara, técnicos de sonido y fauna variada recorriéndolo de arriba abajo para pulir los detalles antes de que el director ordene "acción" y, de manera simultanea al comienzo de la ópera, dé inicio el rodaje de.......¡¡Madama Butterfly!! Y es que, efectivamente, las cámaras que recorren el escenario ruedan durante la representación y lo transmiten a las pantallas donde normalmente se emite lo que ocurre en el escenario, pero en un entrañable blanco y negro y con efectos de fundido a negro y movimientos laterales de cámara auténticamente cinematográficos. Esta curiosa apuesta permite también acceder a multitud de primeros planos de los cantantes, gracias a los cuales es posible apreciar como nunca el aspecto interpretativo de sus actuaciones.
Si la puesta en escena es brillante, en el plano musical, la presentación del tenor Plácido Domingo como director de orquesta en el Teatro Real ha resultado espléndida. En general, el paso del escenario al foso no suele ser un camino de rosas y son muchos los cantantes que han dado en hueso y han sido machacados por público y crítica en sus escarceos con la batuta. En este caso y a la espera de lo que digan las cabezas pensantes del mundo musical, a mí, me parece que nuestro internacional Plácido da una verdadera lección y transmite una inmensa fuerza en todas las escenas (especialmente en las más intensas, donde aflora su tendencia al histrionismo). Los actores responden con decisión y la orquesta suena conjuntada y poderosa. Sinceramente, una grata sorpresa.
Dejo para el final a los actores porque, sobre todo de uno de ellos hay mucho que decir. Todos están soberbios en el apartado interpretativo. Y cuando tienes una cámara en la cara que transmite a una pantalla el menor de tus gestos mientras castigas tu garganta, eso es aún más meritorio. En el apartado vocal, la mayor parte del reparto está más que correcto, excepción hecha de Carl Tanner que interpretó al rufián de Pinkerton y que anduvo escaso de fuerzas y poco generoso en sus presuntos momentos de lucimiento, lo que le hizo acreedor de un humillante y bochornoso abucheo en su turno de saludos. ¿Cuándo aprenderán estos repugnantes alborotadores de guante blanco que se camuflan en la masa para vomitar sus frustraciones que hay otros modos de manifestar tu desacuerdo con la actuación de un artista y que no implican su humillación a golpe de rebuzno? . Ya lo dijo Beethoven, "nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo". Si no te ha gustado, no aplaudas. Y punto.
Párrafo aparte merece el verdadero milagro de esta representación, la soprano chilena Cristina Gallardo Domâs, que debutó hace diecisiete años con el papel de Cio-Cio-San y que, a día de hoy, es, literalmente, Cio-Cio-San. Nunca había visto semejante exhibición interpretativa y vocal en un escenario. No sólo su voz es espléndida, medida, poderosa, exhibicionista cuando procede sino que su interpretación de la ingenua adolescente es, sencillamente, memorable. Cuando Cristina Gallardo interpreta la conocida "Un bel di bedremo" consigue que la recibas como si, efectivamente, fuera la primera vez que la escuchas. El emotivo y difícil dueto de amor del primer acto lo salva con una intensidad tal, que el pobre Pinkerton, más parece escucharla que cantar con ella. El uso de los primeros planos en las pantallas del teatro, además permiten acceder al inacabable repertorio de gestos y miradas de la chilena que en algunos momentos puramente expresivos, sin canto por su parte (el interludio del segundo al tercer acto, el momento del repudio familiar justo antes del mencionado duo de amor) resultan sobrecogedores en las expertas manos de esta artista arrebatadora.
Desgraciadamente, Cristina Gallardo ha anunciado que ésta es la última vez que interpretará el personaje que le ha dado fama internacional. Una pena, la verdad, pero un estímulo más para no perderse este espectáculo irrepetible.
martes, 10 de julio de 2007
Merecidamente

viernes, 6 de julio de 2007
No apto para diabéticos

Atacan de improviso y, generalmente, sin avisar. Salen de los bares, por las ventanillas abiertas de los coches, por debajo de las puertas de las casas de nuestros vecinos y, a veces, en la tuya propia, donde menos podrías esperar. Como no andes rápido de reflejos y te alejes de su zona de influencia son perfectamente capaces de arruinarte el día.Son, en mi opinión, las canciones más pastosas, cursis y edulcoradas que el hombre ha tenido la desgracia de escuchar. Si padeces de diabetes, no deberías seguir leyendo y, por supuesto, si rondan tu barrio, mantente en tus aguas territoriales.
EBONY AND IVORY
El indiscutible número uno. Es difícil resultar más desagradable en menos de tiempo. No hay tiempo para la esperanza. Comienza y a los diez segundos, tienes el azúcar por las nubes. Que dos pesos pesados de la música como Stevie Wonder y Paul Mc Cartney compusieran tamaña aberración aún no tiene explicación. Y no me refiero solo a la bochornosa letra llena de cursiladas que sólo puede cantarse con una sonrisa de imbécil en la cara y moviendo la cabeza de izquierda a derecha, sino a esa melodía que se adhiere al cuerpo y que te deja toda la mente empapada en melaza. Tan mala es la repulsiva cancioncilla que pocas series de televisión no la han parodiado sin compasión alguna. Nunca suficiente, cuando se trata de una patochada como ésta en la que entre otras lindezas se incluyen frasecitas como "Ébano y marfil, viven juntos en perfecta armonía. Codo con codo en mi piano. Oh, Señor, ¿por qué no podemos?". Imposible ser más cursi y pasteloso.
MORE THAN WORDS
Como veían que sus temas rockeros eran motivo de chufla entre el sector más duro de la audiencia y tampoco conseguían concetar con el sector más comercial y pop por ser demasiado "macarras" para sus dulces orejitas, a los figurines de la banda Extreme (de la que ya no se acuerda ni la madre que los parió) decidieron comerse el mercado con está almibarada y repulsiva balada que, ya desde su primer acorde (fruto de un profundo estudio del curso CEAC para guitarra) avisa de lo que se avecina. Ojito con la letra del estribillo: "Más que palabras, es todo lo que necesité que me mostraras. Entonces no tendrías que decir que me amas. Porque yo ya lo sabría". No, yo tampoco tengo ni la más remota idea de lo que está hablando este hombre, pero juro que es literalmente lo que dice en la canción original. El video tampoco tiene desperdicio con el espantajo del cantante y el guitarrista sentados en sendas banquetas al estilo "club de la comedia" mientras dan esos horribles y descafeinados agudos de coro celestial. Afortunadamente, el grupo apenas duró un par de años y no tengo ni la más remota idea de por donde andan estos tipos.
SABOR DE AMOR
Es pensar que los autores de "Sin aliento", "Espuelas" o "El club del alcohol" son, también, los perpetradores de este horror veraniego y siento las irrefenables ganas de lanzar a la escombrera la disografía completa de Javier Ojeda y su panda. Si el sabor del amor es el de las naranjas en agosto o el de las uvas en abril, prefiero odiar de por vida. Siguiendo la tónica de todas estas espantosas canciones, el tema fue un éxito sin precedentes y todavía encuentro personas (cada vez menos gracias a mi labor de exterminio sistemático) que la definen como "la mejor canción de Danza Invisible". No, amigos, no sólo es la peor, sino que, este tema marcó su imparable declive y nada volvió a ser lo mismo. Nunca les perdonaré el infernal verano que me dieron con esta empalgosa menestra de sabores y rimas como melón con mejillón o sal con mar. Imperdonable para esta, por otra parte, estupenda banda.
IT MUST HAVE BEEN LOVE
Los miembros de Roxette todavía no se explican qué llevó a los productores de "Pretty Woman" a incluir en la banda sonora de semejante taquillazo un truño de tal calado. Lo cierto es que les vino de muerte y, durante unos años vivieron del cuento a costa de nuestra salud auditiva. Aparecía la hombruna cantante y el fumado del guitarrista, sonaba ese previsible medio tiempo típico de las baladitas de los noventa que tantas urticarias fue capaz de provocar en aquella época. Como en España, el grupo tuvo tan desmesurado éxito, fue editado un disco de canciones en castellano que, por supuesto, incluía este inmenso despropósito y que se rebautizó como "No sé si es amor". Cuesta creelo, pero en castellano es todavía peor. Mucho peor.
ANGIE
Sí, amigos. Sus majestades los Rolling Stones son grandes. Quizás los más grandes, pero, no por ello, van a dejar de meter el cuezo en alguna ocasión. A pesar de su condición de clásico, "Angie" es una tortura auditiva de primera magnitud. Me resulta inconcebible que, por ejemplo, "Wild horses" no sea la "balada oficial" de la banda y, por el contrario lo sea esta pastosa cancioncilla del "Goat´s head soup". La tendencia al falsete de Jagger en los temas lentos, en esta ocasion alcanza cotas nunca separadas. Todo es cursi, pesado, previsible y aburrido en este tema, lo que es imperdonable para los creadores de algunas de las mejores canciones de la historia. Si, por casualidad, la escucho en la radio, lo que, misteriosamente, ocurre a menudo, tengo que llegar a tierra firme rápidamente y poner en el reproductor "Ruby Tuesday", "Waiting on a friend" o la mencionada "Wild horses". Mano de santo. De verdad.
domingo, 1 de julio de 2007
Super Ratón y el calentamiento global

Por ejemplo, hace un par de días, Al Gore ha aterrizado en las Islas Canarias en una nueva etapa de su campaña de concienciación internacional sobre los peligros del cambio climático. En los tres días que ha permanecido en nuestro país, ha pronunciado dos conferencias de 75 minutos cada una sobre el tema y se ha llevado por sus palabras la cantidad de 240.000 euros. Por cada una, claro. Y, por supuesto, con gastos pagados de alojamiento en suites de lujo, manutención y transporte para él y para todo su ejército de secretarios, asesores y publicistas.
Por lo que comentan en los foros especializados sobre ecología y medio ambiente que he podido ojear, sus iniciativas no pasan de ser un batiburrilo muy básico de información sesgada y catastrofismo mesiánico que, sin estar exento de cierta base (a nadie puede escapársele que la emisión de gases y el calentamiento del planeta en nada pueden beneficiarnos) carece de la investigación suficiente y de la profundidad necesaria como para ser otra cosa que un buen altavoz para las actividades científicas de los que, realmente, tienen algo que decir sobre este tema. Su labor, en este sentido, es la misma que la de los discos de Luis Cobos para la música clásica: simplificar lo grande para acercarlo al gran público e incentivar así una curiosidad que facilite el acceso a lo realmente importante. Lo que no deja de tener su mérito, por otra parte.
Pero, claro, estamos hablando de un hombre que era vicepresidente de los Estados Unidos cuando este país se negó a firmar el famoso Protocolo de Kyoto y que, poco después no tuvo reparo en ratificar el llamado Plan Colombia, en virtud del cual y con la sana intención de erradicar de este país los cultivos de coca, se promovía la fumigación aérea con herbicidas que no solo se llevaban por delante los cultivos de dicha droga (aunque al parecer con mucha menor eficacia de la prevista) sino todo lo que se encontraba a su paso, incluidos cultivos agrícolas tradicionales y la salud de los viandantes que circulaban en ese momento.En los últimos meses, este vitaminado y supermineralizado muchachote está recorriendo el planeta propagando su fundamentalismo carbónico y creando un escenario pre- apocalíptico que le está generando unos desmesurados e inmerecidos ingresos (que en el caso de su visita a nuestro país han sido financiados además, en parte, por el gobierno del cabildo insular) que, no solo no parecen importarle a nadie sino que, además le proporcionan unos muy discutibles méritos que lo han llevado a ganar el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación en este año 2007, dejando en el banquillo a entidades como Intermon con cincuenta años de experiencia en labores humanitarias por todo el mundo.
Fue una pena que este armario ropero no ganara las elecciones del año 2000 en los Estados Unidos. Ni mucho menos por que fuera a ser un buen presidente (nada parece indicarlo) sino porque su triunfo hubiera impedido la llegada al poder de ese borracho pendenciero que lleva las riendas del país más poderoso del mundo en la actualidad. Y además nos hubiéramos ahorrado casi un cuarto de millón de euros y ciento cincuenta minutos de parrafada soporífera. Lo dicho, una pena.