
Uno topa casi a diario con ese tipo de personas vociferantes y maleducadas que adoptan modales que harían enrojecer a un vikingo cuando algo no encaja en lo que consideran su sitio. Ostentan sus argumentaciones como si fueran lanzas, gritan, gesticulan y en el apogeo de su arrebatato hunden sus palabras y sus gestos despectivos en el sufrido interlocutor sin importarles vínculo, edad o condición. Como es de imaginar, quién esté en posesión de la verdad en ese momento carece para ellos de importancia alguna.
Tras la tormenta, y como si volvieran de un sueño al que han sido ajenos en gran parte, arrían las velas de sus barcos y se dirigen a puerto con la parsimonia que genera la tranquilidad de espíritu sin pararse siquiera a comprobar el estado de quienes han sido engullidos por su furia . Es entonces, cuando se les pide explicaciones a estas personas por lo modos y maneras en las que han llevado la conversación y se les afea su conducta, cuando aparece el chivo expiatorio de todos los males. "Discúlpame, es que yo soy así, tengo mucho carácter".
Que uno sea de una determinada manera no es defensa suficiente para disculpar los malos modos, el trato despreciativo ni las actitudes violentas. De poco le vale a quien ha padecido estas tormentas saber que quien ha inflingido el trato es de una manera de ser o de otra muy distinta. Visto lo visto, es evidente que no puede ser de otro modo. Si uno es "como es" y eso le lleva a comportarse como un cavernícola tiene dos opciones: cambiar y entender que como decía la canción, una palabra más rotunda que otra no te otorga un gramo de verdad o asumir las consecuencia de sus actos. Porque resulta que este tipo de gente, especialista en salar las heridas luego es muy sentida y cuando se les echa en cara que uno ha visto vídeos de Hitler expresando sus ideas con maneras casi idénticas, se ofenden y acusan a quienes les echan en cara sus modales de neanderthal primigenio de tener poco aguante o carecer de voluntad para entenderlos. El tedioso asunto de la paja y la viga que tanto juego da en el refranero español encaja aquí como un guante
Apoyarse en algo tan difícil de construir como el carácter para no reconocer que, sencillamente, se carece de temple, no se es diestro en el control de las riendas con las que uno dirige el genio o, por no complicar mas el asunto, se dispone de mala leche suficiente como para mantener Intereconomía en antena durante todo un año fiscal, debería estar tipificado como delito. Y la gente que se escuda en ello para actuar como un lunático, que salga de su error y se dé cuenta de que su problema no es cuantitativo, sino, por supuesto, cualitativo. Lo demás son ganas de no llamar a las cosas por su nombre ni valorarlas en su medida.
Tras la tormenta, y como si volvieran de un sueño al que han sido ajenos en gran parte, arrían las velas de sus barcos y se dirigen a puerto con la parsimonia que genera la tranquilidad de espíritu sin pararse siquiera a comprobar el estado de quienes han sido engullidos por su furia . Es entonces, cuando se les pide explicaciones a estas personas por lo modos y maneras en las que han llevado la conversación y se les afea su conducta, cuando aparece el chivo expiatorio de todos los males. "Discúlpame, es que yo soy así, tengo mucho carácter".
Que uno sea de una determinada manera no es defensa suficiente para disculpar los malos modos, el trato despreciativo ni las actitudes violentas. De poco le vale a quien ha padecido estas tormentas saber que quien ha inflingido el trato es de una manera de ser o de otra muy distinta. Visto lo visto, es evidente que no puede ser de otro modo. Si uno es "como es" y eso le lleva a comportarse como un cavernícola tiene dos opciones: cambiar y entender que como decía la canción, una palabra más rotunda que otra no te otorga un gramo de verdad o asumir las consecuencia de sus actos. Porque resulta que este tipo de gente, especialista en salar las heridas luego es muy sentida y cuando se les echa en cara que uno ha visto vídeos de Hitler expresando sus ideas con maneras casi idénticas, se ofenden y acusan a quienes les echan en cara sus modales de neanderthal primigenio de tener poco aguante o carecer de voluntad para entenderlos. El tedioso asunto de la paja y la viga que tanto juego da en el refranero español encaja aquí como un guante
Apoyarse en algo tan difícil de construir como el carácter para no reconocer que, sencillamente, se carece de temple, no se es diestro en el control de las riendas con las que uno dirige el genio o, por no complicar mas el asunto, se dispone de mala leche suficiente como para mantener Intereconomía en antena durante todo un año fiscal, debería estar tipificado como delito. Y la gente que se escuda en ello para actuar como un lunático, que salga de su error y se dé cuenta de que su problema no es cuantitativo, sino, por supuesto, cualitativo. Lo demás son ganas de no llamar a las cosas por su nombre ni valorarlas en su medida.