La elaboración de "Tu rostro mañana"estuvo a punto de secar el pozo de las ideas de su autor, el escritor madrileño Javier Marías. Las casi 1.600 intensas y magistrales páginas distribuidas en tres
volúmenes y siete partes que, no obstante lo anterior, se podrían leer
de un tirón si la espalda diera más de si, supusieron un esfuerzo tan titánico que el propio Marías llegó a declarar en más de una ocasión que no se sentía con fuerzas suficientes para escribir otra cosa que no fuera una simple propina tras tan colosal banquete literario
Así lo reconoció en muchas entrevistas concedidas tras la publicación del último volumen de la trilogía, "Veneno, sombra y adiós" en 2007 y así lo fuimos asumiendo quienes le admiramos tras comprobar que el tiempo pasaba y nada nuevo aparecía en las librerías, excepción hecha de algún que otro recopilatorio de sus hazañas como columnista en El País.
Así lo reconoció en muchas entrevistas concedidas tras la publicación del último volumen de la trilogía, "Veneno, sombra y adiós" en 2007 y así lo fuimos asumiendo quienes le admiramos tras comprobar que el tiempo pasaba y nada nuevo aparecía en las librerías, excepción hecha de algún que otro recopilatorio de sus hazañas como columnista en El País.
Pero por algo este hombre, por quien servidor siente una legendaria reverencia y una rendida admiración es la mente literaria más brillante de cuantas existen en la actualidad y, el año pasado, el escritor madrileño entregó al público "Los enamoramientos", su nueva novela y una prueba más de que su ingenio y su maestría aún andan alejados del fondo del vaso.
En este sentido, "Los enamoramientos" no supone un paso adelante en las cotas marcadas por sus obras precedentes- sencillamente, es imposible mejorar lo ya alcanzado- por lo que quienes odien sus circunloquios verbales o sus enredaderas de palabras que no parecen tener sentido hasta que la última de ellas se posa en el lector y todo cobra vida propia, tienen en "Los enamoramientos" un suplicio en toda regla. Por el contrario, quienes disfrutamos deambulando por sus inmensos y bellísimos laberintos lingüísticos, los que nos sentimos completamente a merced de sus maremotos sentimentales y de sus caústicas peroratas humorísticas, en definitiva, quienes desde hace años recibimos cada nueva obra del escritor madrileño como una cantimplora llena en pleno desierto, esos, estamos de enhorabuena.
De nuevo, como en tantas ocasiones en la obra de Marías, un hecho luctuoso (en este caso, la violenta muerte de un empresario de éxito a manos de un mendigo desquiciado) es el punto de arranque de la trama, con aroma policíaco, en esta ocasión, que, si bien respira sola y de manera coherente a través de un encadenado de enamoramientos no correspondidos, no es sino una excusa para hilvanar reflexiones sobre la dependencia que crea el amor, la muerte y los vacios que genera, la culpa y el modo en el que el tiempo la difumina y, por encima de todo, el estado de enamoramiento y la zozobra absoluta que lleva aparejado.
No faltan los momentos humorísitcos tan del agrado del escritor madrileño, como la divertidísima conversación entre María Dolz, el narrador (una mujer, por primera vez en la obra de Marías. Simplemente curioso, nada aporta en realidad a la trama y nada diferencia al personaje de sus predecesores masculinos) y un escritor empeñado en documentarse sobre drogas duras. Tampoco faltan las conversaciones mastodónticas- la práctica totalidad del ùltimo tercio de la novela lo ocupa una "distendida" charla entre María y su amor no correspondido- que, más exactamente podrían definirse como concursos de monólogos y en las que Marías desata toda su maestría verbal. Y, por supuesto, el lector encontrara, como en todas sus obras, referencias literarias que actúan como contrapunto de la trama (Balzac en esta ocasión) y, en muchos momentos, como columna vertebral del pensamiento de uno o varios personajes.
De nuevo, como en tantas ocasiones en la obra de Marías, un hecho luctuoso (en este caso, la violenta muerte de un empresario de éxito a manos de un mendigo desquiciado) es el punto de arranque de la trama, con aroma policíaco, en esta ocasión, que, si bien respira sola y de manera coherente a través de un encadenado de enamoramientos no correspondidos, no es sino una excusa para hilvanar reflexiones sobre la dependencia que crea el amor, la muerte y los vacios que genera, la culpa y el modo en el que el tiempo la difumina y, por encima de todo, el estado de enamoramiento y la zozobra absoluta que lleva aparejado.
No faltan los momentos humorísitcos tan del agrado del escritor madrileño, como la divertidísima conversación entre María Dolz, el narrador (una mujer, por primera vez en la obra de Marías. Simplemente curioso, nada aporta en realidad a la trama y nada diferencia al personaje de sus predecesores masculinos) y un escritor empeñado en documentarse sobre drogas duras. Tampoco faltan las conversaciones mastodónticas- la práctica totalidad del ùltimo tercio de la novela lo ocupa una "distendida" charla entre María y su amor no correspondido- que, más exactamente podrían definirse como concursos de monólogos y en las que Marías desata toda su maestría verbal. Y, por supuesto, el lector encontrara, como en todas sus obras, referencias literarias que actúan como contrapunto de la trama (Balzac en esta ocasión) y, en muchos momentos, como columna vertebral del pensamiento de uno o varios personajes.
"Los enamoramientos" no alcanza el nivel de perfección de "Tu rostro mañana"- probablemente el rey de Redonda nunca llegue a superar ese umbral. Probablemente pasará mucho tiempo hasta que alguien lo haga- pero no desentona lo más mínimo en un catálogo que incluye maravillas como "Mañana en la batalla piensa en mi" o "Corazón tan blanco".Si este es el concepto de propina que tiene Javier Marías, a los camareros de las cafeterías de su barrio les deben temblar las canillas de emoción cada vez que le vean entrar por la puerta.
5 comentarios:
Precisamente el último libro que me he leído, apenas lo acabé una semana. Siempre he considerado el mejor prosista español de la actualidad, no así el mejor novelista. Para mí: ese título es para Reverte. Marías es el Faulkner español.
Discrepo en la elección del mejor novelista, Alex, pero me resulta muy interesante la distinción que haces.
A mi la verdad es que no me gusta mucho este autor, aunque esta no la he leído.
Se lo regalé y lo leyó la sra. Beethoven hace unos meses y le gustó, aunque le costó algún trabajo. Lo tengo pendiente.
Por cierto, el pasado domingo estuvimos los cuatro del clan en su tierra, en una excursión para ver la exposición del Hermitage en el Prado. No le llamé porque el tiempo era muy justo (llegamos a las 12 procedentes del frío polar de Segovia y regresamos al noroeste a las 16.30, huyendo del frío casi polar de la villa del oso y el madroño.
Beethoven.
No es una mala opción para empezar a investigar en su mundo, pero si ya lo has hecho y lo que has visto no te ha gustado, Cinemagnific, ahórratelo.
Les perdono por la celeridad de la visita, señores de Beethoven, pero sólo por eso :-DDD. En cualquier caso, no estábamos en Madrid, de modo que, tablas. Un abrazo para todo el clan.
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