La conocí hace ya cinco años y medio, en una fiesta de Nochevieja. Yo siempre le digo que me enamoré nada más verla y ella se pone flamenca y dice que no fue recíproco, que le costó entrar en el juego un poco más. Pero sé que miente. La conozco bien.
Vivimos un noviazgo corto, pero intenso y lo culminamos en poco más de ocho meses uniéndonos a través del rito hipotecario, el vínculo más resistente que ha creado el hombre. Este fuerte lazo, sin embargo, nos pareció poca cosa para el tesoro que teníamos entre manos y una noche de febrero en plena y solitaria Plaza de Oriente, en Madrid y frente al Palacio Real, sin un alma en cien metros a la redonda y bajo un frío inmisericorde le hice la pregunta que, desde siempre, estremece por igual a quien la hace y a quien la recibe. Entre el descontrolado castañeteo de dientes, creí escuchar un sí.
Como consecuencia de aquella respuesta , decidimos formalizar ese sí de tiritona y nos casamos en la que, para mí, sigue siendo la jornada más increible e inolvidable de toda mi vida. No consigo entender a los que abominan del día de su boda, tachándolo de vertiginoso, incómodo o espantosamente largo e interminable. Yo lo repetiría cada día. Me gustaría volver a sentir lo que sentí mientras me vestía para la ocasión. La llegada a la iglesia, los saludos, la franca alegría de todas las personas que compartieron con nosotros este día. Los nervios amables mientras esperaba su aparición, los cuchicheos que anunciaban su llegada, la repentina constatación de que la corbata quedaba más ajustada ahora que hacía un minuto, la impresión inenarrable que me produjo verla entrar en la iglesia, preciosa y radiante como nunca. No hay nada prescindible o que merezca ser borrado de ese día. Maldita sea la memoria que no me da para recordar todo lo que ocurrió en esas horas.
A veces me echa en cara con ese tono inalcanzable para los hombres (pero que las mujeres dominan a la perfección) y que se sitúa en precario equilibrio entre la broma y el aviso que, últimamente le dedico mucho tiempo a trajinar por este blog y que eso me quita tiempo para ella. Como lleva razón, hoy, que se cumplen tres años de aquel día inolvidable, me ha parecido el mejor momento para restablecer el equilibrio en su beneficio a través de esta entrada que, merecidamente le corresponde a esta increible mujer a la que quiero y con la que volvería a compartir mi vida. Tantas como me tocaran en suerte.
22 comentarios:
Si yo fuese ella, dejaría escapar una lágrima de emoción por la preciosa dedicatoria, te daría un fortísimo achuchón y me echaría a la calle para comprarte, amadísimo, un regalo lujoso y molón, y luego lo anterior, descorchada una botella de champán rosado bien frio, brindaría contigo por el resto de nuestras vidas y entonces pasaríamos un buen rato de furor y pasión, como cuando no había hipotecas y la vida nos pertenecía sólo a nosotros y no al banco.
Pero no soy ella, no te va a regalar nada molón, sigues dedicando mucho tiempo al blog y no te acuestes tarde que hay que trabajar para pagar la hipoteca de nuestras vidas.
Un fuerte, fortísimo, abrazo a los dos,
JM
Que se me han saltado las lágrimas, jopé, a estas horas de la mañana...
Jo, Tarquin, qué envidia. Muchas felicidades.
¡Compartimos algo más que franca alegría aquel día! Madrid, Julio, 5 de la tarde....Eso sí. Lo pasamos en grande.
Ante todo felicidades , y por supuesto es una dedicatoria muy bonita.
Un saludo
¡Enhorabuena!
Yo he vivido algo parecido, fue flechazo desde el primer momento y ya son 8 años. Lo de casarme no lo veo tan claro, por que para mi ya es mi marido.
Saludos
Gracias por vuestros comentarios, amigos.
Herman, Nonasushi os echaba de menos. Corro raudo a vuestros blogs.
Fink: Me intriga tu comentario. Creo entender que estabas allí aquel día. ¿Me darás una pista sobre tu identidad o te resguardarás en el anonimato?
Dios mio...que emotivo, casi lloro, a mi es que estas cosas me emocionan mucho. Sí señor una declaración de amor en toda en regla.
PD: por cierto felicidades por el blog, que siempre paso y nunca me he dignado a dejar huella de ello
Coincido contigo que el día de la boda es un dia increible y no comprendo la gente que lo sufre tanto. El recuerdo del día de nuestra boda está y estará en mi mente como uno de los más preciados. Cuando vienen los niños pasan a las primeras posiciones del ranking de recuerdos y emociones inexplicables, pero la boda siempre es el principio de todo lo que sucede después.
Muchas felicidades a los dos y que las dedicatorias a tu gran amor en este blog no sean para suplir el tiempo que no la dediques, podremos superar que tardes un poquito en meternos caña a los respondones.
Muchos más años de amor creciendo.
Gracias por los elogios, Lucy. Me alegro de que te hayas animado a dejar tu impronta. Espero que haya más. Bienvenida.
Brujaimana: Si los hijos superan esa sensación, habrá que experimentarlo, ¿no? Un día de estos espero poder meter una entrada sobre el tema en primera persona.
Si ya lo sabía yo, Tarkin. Eres un romántico incurable... aunque te guste hablar de malvados.
Desde luego que ella se merece este post tan lindo. Y los dos un FELIZ ANIVERSARIO bien grande.
Besos.
Tarquin, esto de subir una foto a mi perfil para que me veas es más difícil de lo que yo pensaba. Desito.
Con s. Desisto.
Mar: Gracias, maja. Sigo esperando tu blog. No desisto.
Fink: No desitas (o desistas). La curiosidad me está matando.
Me parece precioso tanto amor sincero y orgulloso. Parece imposible encontrar algo así
Gracias, Clara.
Veo que le das un descanso a tu blog. Espero que las circunstancias que motivan ese parón se solucionen rápidamente y vuelvas a escribir. Me encantan tus entradas.
Saludos.
Enhorabuena por ese aniversario, corroboro que fue un día especial, rodeados de bueno amigos, gracias por introducirla a "ella" a la pandi, espero que sigamos corriendo juntas muchos años, si me admite claro. Envidia me dan tus vacaciones desde costa Castellana.
Enhorabuena Tarquin.
A mi también se me han saltado las lágrimas, estas son para mi, esas pequeñas grandes cosas que hacen que el amor siga vivo.
Felicidades y que cumplais muchos más.
Annacrónica: Me alegro de que te hayas animado escribir. Veo que te has currado convenientemente el seudónimo. Aunque tú, de anacrónica, poco, poco.
Priscila: Gracias por tu comentario y bienvenida al blog. He dado una vuelta un poco apresurada por el tuyo y me gusta. Pronto te visitaré con más calma.
Felicidades Tarquin. Preciosa dedicatoria.
Gracias, Berti. Bienvenida.
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