Lo que tengo que decirte es breve y probablemente anecdótico. No quiero importunarte en estos momentos. Seguramente, estarás reposando tras la intensa semana que llevas arrastrando tras tu acto de rebeldía en el Congreso. Desde tu debate con Gallardón, fotografía en mano y tu rechazo al escaño que tus votantes te asignaron en las elecciones municipales de hace unos meses, nunca habías estado tan en boca de todos. En fin, que me voy por peteneras y, al final, me voy a quedar sin decir lo que quiero decir.
Me encantan las corbatas. Por razones de trabajo, las uso desde que tenía veinticinco años y puedo decir que dispongo de una muy respetable colección de ellas. Nunca he sido un vanguardista en mi forma de vestir. Pero si en algo me he permitido alguna salida de tono (ligera, la verdad, nada grave) ha sido en las corbatas. Me gustan de colores vivos, con filigranas, con topos, lisas y con dibujo, de lana, de seda, estrechas, gruesas. Además, dentro de mi escasa habilidad con las manos, puedo presumir de saber hacer todo tipo de nudos (Windsor, cruzado, doble). En resumen, y por no hacer muy largo el tema, que seguro que andas liado, debo reconocer que me gustan las corbatas.
Nunca he entendido, por tanto, su mala fama. En realidad, una corbata no es mas que un trozo de tela que, incomprensiblemente, una vez, alguien se anudo alrededor del cuello (algún suicida frustrado, tal vez) y creo escuela. Sin embargo, por llevar una, te pueden acusar de imperialista, capitalista, alienado, facha y, desde tu actuación del miércoles, enemigo del medio ambiente y no descarto que terminen acusándonos de ser siervos de George Bush o detonantes del deshielo del Ártico. Los sindicalistas evitan el contacto con ellas y cuando los políticos pretenden acercarse al ciudadano las abandonan a su suerte y reniegan de su presencia. Francamente, me parece mucha tela y disculpa el chiste fácil.
Si lo que se pretende es controlar el uso compulsivo del aire acondicionado en el país en general y en el Congreso en particular, me parecen mucho más útiles otros medios que condenen a las sufridas y vistosas corbatas al ostracismo. A bote pronto se me ocurre, por ejemplo, la instalación de baldes de agua en el suelo de los escaños para refrescar los pies, la obligatoriedad de las bermudas, la sustitución de las camisas de manga largas por amplias y coloridas guayaberas venezolanas, la instauración del abanico toledano como medio oficial de ventilación respetuosa con el medio ambiente o los zapatos de rejilla con plantilla transpirable. Otra cosa es que lo que se pretenda sea desviar la atención del público desde lo principal (bochornosa comparecencia de tu presidente, tibios apoyos mediáticos y datos económicos que provocan la congelación de las sonrisas) hasta lo anecdótico y pueril, corbata mediante.
Por eso, Miguel, y para no crear confusión acerca de tus intenciones (porque hay gente para todo, qué te voy a contar) te emplazo a que busques otro modo de luchar por un titular socorrido o, en su caso, por el medio ambiente. Eso sí, deja siempre la corbata en el bolsillo de la chaqueta. Nunca se sabe si algún día la necesitarás para hacerte un torniquete en el brazo que te seccione el sablazo de la luz, la gasolina o la hipoteca. Si no la llevas y pierdes la extremidad, no podrás ponérte corbata posteriormente. Aunque el tiempo acompañe.
Un cálido saludo,
T.W.
12 comentarios:
Sebastián menos hacer algo digno e interesante, es capaz de todo tipo de boberías. un abrazo.
Tan gilipollas me parece Sebastián, ese hombre tan implicado con Madrid, como la corbata como prenda de vestir. En general, el hecho de ir trajeado permanentemente para currar en una oficina. Todavía si es cara al público...
Odio las corbatas tanto como los pijamas,o más!!
Ese artilugio debió inventarlo como represalia alguna victoriana agraviada por su apretado corsé,la muy retorcida...
¡Solo de oírla mentar el cuello se me estira para zafarse de la atadura,es un tic irrefrenable...!
Magnífico blog
Al clan Natillas se la menea abundantemente la corbata del Sr. Sebastián y discrepamos sobre la conveniencia de malgastar el talento del autor del blog en tamaña nimiedad como la presente.
Que conste.
Clan Natillas, reunidos en Pleno.
Ya tuve mis palabras para este caballerete hace unos meses (http://enladrillovisto.blogspot.com/2007/06/treinta-segundos-por-minuto.html), pero es que levas toda la razón, Fernando. Este tipo es un filón.
La verdad, Otis, es que como complemento es un incordio (siempre colgando, empapándose de tomate o suicidándose contra la mesa), pero, qué quieres que te cuente, limeño. A mí, me pone.
Un acierto lo del corsé, Monca. Lo touyo con la corbata y el pijama, me pasa con el paraguas. Prefiero empaparme a cargar con un cosolador de varillas gigante.
Gracias, Marco Marlon. Y bienvenido. O mucho me equivoco o es la primera vez que apareces por aquí. Que no sea la última.
No se queden el la superficie, mi estimado Clan. Lean entre lineas y verán que el tema no es el atuendo del señor ministro.
Pues yo comparto su opinión Tarquin (tanto en lo que a corbatas se refiere como lo que entre lineas cuenta)
Al poco de empezar a trabajar, recien licenciado y con 22 añitos, ante una reunión importante le pregunté a mi jefe: ¿Debo llevar corbata? A lo que este respondió:
- Sach, un traje sin corbata es como un Rey son corona
Así que desde entonces...
Además, gracias a ella puedo presumir de algo que muchos otros no pueden ¡SE HACER UN DOBLE WINDSOR! Venga, confesadlo, no os gustan las corbatas porque no sabéis hacerle el nudo, eh??
¡¡¡Los paraguas son otra invención del demonio!!!
¿¡Doble windsor!? Me rindo ante la evidencia, Sach. Es mi gran asignatura corbatera y la horma de mi zapato. Ya me explicarás el sistema.
No sólo son diabólicos esencialmente, Monca, sino que, también, son diabólicamente fáciles de extraviar y de ser olvidados en cualquier parte. Un incorio, vamos.
¿Ya ha ocurrido el Magno Evento? ¿La Esperada Llegada?
Se va a sincronizar con la de mi mejor amiga, ¡qué diver!
Sebastián es un pobre infelíz, como han dicho los demás. Muy buenos los posts, como siempre. Saludos!
Si todo va como debe, el día D será el 25 de julio. ¡¡Se me va a hacer eterno!! Daré buena cuenta del evento, no lo dudes, princesa.
Pues sí, maestro Budokan. El chico es un filón inacabable de estupideces. En fin.
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