Cuando, en 1985, Sting publicó "The dream of the blue turtles", su primer trabajo en solitario tras la disolución de The Police, mi primera reacción fue la de enviarle a su Newcastle natal una cabeza de caballo cocinada al estilo Corleone. Luego me di cuenta de que en la cabecera del disco ponía "Sting" y no "The Police", me quite la capucha de la intolerancia y pude disfrutar del que, a día de hoy considero uno de los mejores trabajos discográficos de los ochenta. Me resulta digno de alabanza que la maniobra de Sting fuera tan radical y que, en ningún momento, nadie pudiera llamarse a engaño. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de "Chinese democracy", el trabajo que, hace unos meses publicó Axl Rose ocultando su nombre bajo el de Guns n' Roses y que constituye uno de los despropósitos musicales más importantes de los últimos años.
De Guns n' Roses, la banda de rock nacida en Los Angeles a finales de los ochenta y que dinamitó el panorama musical de la época, pueden criticarse múltiples detalles: que su música no aportó gran cosa y se limitaba a beber del rock duro de los últimos setenta, que su vocalista y líder natural, Axl Rose, era un paleto racista y perturbado que había visto demasiados videos de Mick Jagger y Jim Morrison, que el greñudo y encopetado guitarrista, Slash, andaba siempre demasiado drogado y ausente como para arañar dos acordes medianamente afinados..... Criticar siempre es fácil y ellos allanaron mucho el terreno con su actitud desquiciada y extrema. Pero sobre la mesa hay un disco que es un clásico eterno del rock, a la altura de cualquiera que queramos elegir ("Appettite for destruction") y un buen puñado de canciones que cualquier banda de rock hubiera matado por tener en su repertorio. Pero nada queda en la actualidad de todo aquello que hizo de ellos una banda inimitable.
Por no quedar, no quedan ni siquiera sus miembros, que no han querido tener nada que ver con este bochornoso retorno a la escena musical por el que sólo Axl parecía apostar. Y teniendo en cuenta que, por mucho que pese al interesado, Guns n' Roses nunca fueron "la banda de Axl Rose", sino un delicado mecanismo de poleas que compensaba el gusto por lo extravagante de Axl con las influencias del punk , el rock sureño y el "rhythm and blues" que aportaban los demás miembros del grupo, es fácil entender que, con su ausencia, el desquiciado vocalista ha hecho lo que ha querido sin nadie que lo controle.
Baladas que grupitos como Evanescence firmarían con gusto ("This I love"), temas que calcan las estructuras de gente como Marilyn Manson o NIN ("Sorry" o "Shackler´s revenge"), influencias del pop de los setenta ("If the world" podria haberla interpretado Barry White hace una década) o fotocopias con toner bajo de temas propios como ese "Street of dreams" que podía haberse llamado "November rain. Part II" sin el menor sonrojo. Todo ello convive con escasos y difusos apuntes de calidad como "Chinese democracy" o "Riad n' the bedouins" desenfocados por completo, gracias a una inadecuada, descomunal e innecesaria producción millonaria. En "Chinese democracy", todo huele a prefabricado, a previsible, no hay espacio para la sorpresa ni para la ansiosa anticipación. Al grupo "se lo ve venir" en todo momento y cuando la música de una banda se hace obvia y predecible, es claro que no hay nada nuevo que añadir a lo ya dicho anteriormente.
En su época dorada, Guns n' Roses abarrotaban estadios por todo el mundo, vendían millones de copias de sus trabajos y se ganaban a pulso el sobrenombre de "The most dangerous band in the world" enfrentándose abiertamente a colosos del negocio musical como lla revista Kerrang o la todopoderosa MTV, a la que agradecían sus premios poniéndolos a parir en las galas de entrega de premios a las que acudían en lamentable estado de ebriedad. A día de hoy, Guns n' Roses son el juguete de un cuarentón con rastas que ha contratado a media docena de músicos expulsados de otras tantas bandas para dar rienda suelta a su inagotable ego a costa de destruir la herencia pasada. Está por supuesto en su derecho, pero, para la próxima vez, conmigo que no cuente.
SWEET CHILD O' MINE (GUNS N'ROSES, 1988)
De Guns n' Roses, la banda de rock nacida en Los Angeles a finales de los ochenta y que dinamitó el panorama musical de la época, pueden criticarse múltiples detalles: que su música no aportó gran cosa y se limitaba a beber del rock duro de los últimos setenta, que su vocalista y líder natural, Axl Rose, era un paleto racista y perturbado que había visto demasiados videos de Mick Jagger y Jim Morrison, que el greñudo y encopetado guitarrista, Slash, andaba siempre demasiado drogado y ausente como para arañar dos acordes medianamente afinados..... Criticar siempre es fácil y ellos allanaron mucho el terreno con su actitud desquiciada y extrema. Pero sobre la mesa hay un disco que es un clásico eterno del rock, a la altura de cualquiera que queramos elegir ("Appettite for destruction") y un buen puñado de canciones que cualquier banda de rock hubiera matado por tener en su repertorio. Pero nada queda en la actualidad de todo aquello que hizo de ellos una banda inimitable.
Por no quedar, no quedan ni siquiera sus miembros, que no han querido tener nada que ver con este bochornoso retorno a la escena musical por el que sólo Axl parecía apostar. Y teniendo en cuenta que, por mucho que pese al interesado, Guns n' Roses nunca fueron "la banda de Axl Rose", sino un delicado mecanismo de poleas que compensaba el gusto por lo extravagante de Axl con las influencias del punk , el rock sureño y el "rhythm and blues" que aportaban los demás miembros del grupo, es fácil entender que, con su ausencia, el desquiciado vocalista ha hecho lo que ha querido sin nadie que lo controle.
Baladas que grupitos como Evanescence firmarían con gusto ("This I love"), temas que calcan las estructuras de gente como Marilyn Manson o NIN ("Sorry" o "Shackler´s revenge"), influencias del pop de los setenta ("If the world" podria haberla interpretado Barry White hace una década) o fotocopias con toner bajo de temas propios como ese "Street of dreams" que podía haberse llamado "November rain. Part II" sin el menor sonrojo. Todo ello convive con escasos y difusos apuntes de calidad como "Chinese democracy" o "Riad n' the bedouins" desenfocados por completo, gracias a una inadecuada, descomunal e innecesaria producción millonaria. En "Chinese democracy", todo huele a prefabricado, a previsible, no hay espacio para la sorpresa ni para la ansiosa anticipación. Al grupo "se lo ve venir" en todo momento y cuando la música de una banda se hace obvia y predecible, es claro que no hay nada nuevo que añadir a lo ya dicho anteriormente.
En su época dorada, Guns n' Roses abarrotaban estadios por todo el mundo, vendían millones de copias de sus trabajos y se ganaban a pulso el sobrenombre de "The most dangerous band in the world" enfrentándose abiertamente a colosos del negocio musical como lla revista Kerrang o la todopoderosa MTV, a la que agradecían sus premios poniéndolos a parir en las galas de entrega de premios a las que acudían en lamentable estado de ebriedad. A día de hoy, Guns n' Roses son el juguete de un cuarentón con rastas que ha contratado a media docena de músicos expulsados de otras tantas bandas para dar rienda suelta a su inagotable ego a costa de destruir la herencia pasada. Está por supuesto en su derecho, pero, para la próxima vez, conmigo que no cuente.
SWEET CHILD O' MINE (GUNS N'ROSES, 1988)
CHINESE DEMOCRACY (GUNS ´N ROSES, 2008)
10 comentarios:
Para mi siempre han estado a la cola de las grandes formaciones rockeras.. No se exactamente porque.. tal vez sea ese halo rockpop que les veo en sus temas, pero como intentando esconderlo.. Solo tengo que compararlos con Rage Against The Machine.. No hay color, al menos para mi.
Pd. ¿Pero que coño se ha hecho en el pelo este tio? ¿Ese look es el nuevo look rockero del nuevo siglo? Solo le falta pintarse de coloritos el pelo y tenemos a Lucrecia.
Ay, a mi me ponían a parir entonces, luego me dieron igual y ahora me parto de risa. Slash era una especie de súper iluminado flipado del morir y cuando Martita Sánchez hizo un disco con él como productor, o guitarrista, o psicólogo o consejero, ni lo sé ni me importa: tocó fondo. Y mira, con todo el respeto para Martita Sánchez; pero es que era todo muy marciano.
Rage against the machine también eran grandes, pero su estilo era claramente otro. Lo de GNR era más básico, pero igual de efectivo para un servidor. Hace mucho que no se nada de Morello y compañía, ¿siguen en activo o andan haciendo el moñas como el pobre Chris Cornell?
La colaboración de Slash con Marta "nomesoportodetontaquesoy" Sánchez marcó un punto de inflexión en mi eduación musical, Cosmic. El más bajo, de hecho. Desde entonces, me creo cualquier cosa.
Chris Cornell: qué voz más desperdiciada.
Un excelente post musical...yo no soy muy fan de los guns aunque el sweet child...es mi melodía de móvil actualmente.
De Sting si soy más fan, tanto del de police como en solitario y su primer disco en solitario es una de mis discos de cabecera.
saludos
Su primer disco en solitario ya apuntaba maneras de "voydeduritoperomemolaelrollofm", pero sus últimas patochadas superan todas las marcas. Toda la razón, Cosmic: un desperdicio.
Con Sting y The Police tuvo un servidor una obsesión casi patológica, Angel. Con el tiempo, me fui curando y me abrí a otras cosas, pero fue monotema durante un largo periodo de mi vida.
Llámame garrula, pero a mi el tema del penúltimo Bond, que lo cantaba él (You know my name) me súperflipa, tiene una voz rota súper súper chula
Pues no sé qué conciertos habrás visto tu, pero yo a Slash le he visto arrancar más de dos, tres y muchos riffs y solos estupendos.
GnR eran grandiosos, y de su gloria ya no queda nada, pero hubo una época en que no tenían rival.
Y sí, Slash no tiene muy buen gusto para sus colaboraciones, no.
Saludos
De garrula, nada, Cosmic. Hasta hace muy poco, ese tema era el tono de mi móvil. Me parece un pedazo de canción.... para un pedazo de película, por otra parte.
Me refería a que Slash no era un reloj suizo y los nuevos guitarristas se marcan unos solos tan de laboratorio que echan para atrás. Completamente de acuerdo, Möbius, en su época no tenían rival.
Anotado queda, Eduardo. Mucha suerte
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