miércoles, 24 de marzo de 2010

En otras palabras: Azid Phreak


Da hoy inicio por fin la sección de la que os hablaba la semana pasada y que, tras no pocas dudas, he decidido llamar "En otras palabras". A la fase final llegarón la mencionada y "Por boca de otros", pero tras cónclave especial del Clan Winot, acordamos por unanimidad decantarnos por obviar la referencia física, de difícil encaje en este mundo de bytes y megas en el que nos movemos.

Es, además un placer que la sección la inagure mi querido amigo Azid Phreak, tal vez el más veterano de los animadores de la escombrera, extraordinaria persona, fino analista de cuanto le rodea y enciclopedia viva del cine de ayer, hoy y pasado mañana como acredita su espléndido "Rincón de los niños perdidos" en el que dos hadas del calibre de Lucy Liu y Kampanilla cubren sus espaldas con encanto, con chispa y con un amor por el celuloide ciertamente contagioso. El día que este cántabro de oro, la hermosa Kampanilla y el Clan Winot tuvo la suerte de conocerse, una llamada de teléfono nos interrumpió brevemente. Tras unos minutos de conversación, el gran Azid tuvo uno de sus habituales momentos de gloria. "Disculpa", comunicó a su interlocutor, "pero te tengo que dejar. Estamos en Madrid..... conociendo a unos amigos". Genio y figura.


El síndrome Scrooge
Azid Phreak

Siempre he odiado la aparente superioridad y el total desprecio con el que un anciano sentencia frases del tipo:"Se está perdiendo la educación" o "Esto en mis tiempos no pasaba" ante un renacuajo que ha tropezado con él persiguiendo un balón. En un buen número de ocasiones estas regañinas, seguramente estén justificadas, pero hay otras que siempre he pensado obedecen a una especie de "demarcación de territorio" que el señor Scrooge de turno lanza al aire cual macho alfa.

La tristemente famosa Ley del Menor, que algún iluminado del que no quiero acordarme tuvo a mal conformar, está propiciando, en líneas generales, una nueva raza de espartanos sin miedo o respeto por nada. Aún así, un servidor sigue teniendo fe en todo aquel que, por muy menor que sea, anda sin cruzar la línea vital del resto. Es por ello que quiero, desde esta palestra que amablemente nos cede el bueno de Tarquin, romper una lanza a favor de, estoy seguro, un gran número de adolescentes que se salen del estereotipo lanzado por los más mayores. Y es más, quiero romper la lanza en la testaruda mollera de alguno de estos engreídos señorones.

¿Quien no ha sido adelantado, a una velocidad cercana a la absurda, por un señor talludito a lomos de su flamante Mercedes tras pegarse a la culera de nuestro fiel corcel y propinarnos una agradable y reconfortante ráfaga con sus luces largas? ¿No era esto cosa de ni-niñatos en BMW? Será cosa mía pero las veces que lo he recriminado por la ventanilla, encima he tenido que aguantar algún que otro gesto digno de algún presidente venezolano.

Las dos últimas veces que paseando he encontrado a alguien en apuros o pidiendo ayuda (una señora inconsciente en un caso y otra muy mayor que se había caído, en el otro) hemos sido gente joven los que hemos dado el paso de ayudar. En ambos casos, antes de nuestra intervención, pasó gente "adulta" y tras la miradilla de rigor siguió su paseo sin ningún tipo de remordimiento aparente (en el caso de la anciana, un individuo de unos 60 llegó a decirnos al pedirle que nos ayudara "que parecía sucia", cuando se trataba de una señora que había bajado a tirar la basura en bata y zapatillas).

¿A quién no se le ha colado alguien de avanzada edad en la cola del cine, en el supermercado, en un espectáculo....? Seguramente que a más de uno. Lo peor viene cuando, en ocasiones, decides que la edad no exime de ciertas obligaciones y recuerdas al señor de turno cómo se hacían las filas en el colegio. A día de hoy no he encontrado a nadie que haya reconocido su cara dura y no haya plantado cara con total desfachatez, llegando incluso a mentar la famosa frase de "se está perdiendo la educación" o calificativos poco agradables hacia las generaciones venideras, sin un sólo atisbo de rubor en las mejillas.

Y por último, en el apartado de aires de grandeza, comento una situación que acaeció este pasado 19 de Marzo en las fiestas de mi localidad. Nos encontrábamos cuatro parejas (de entre 30 y 40 años) disfrutando de un trozo de empanada y unas cervezas en plena calle, cuando una señora de avanzada edad se nos acercó y comenzó a hablarnos sobre la guerra, el aborto, la Iglesia y lo mal que iban las cosas con el Gobierno actual. Escuchamos a la señora con paciencia e intentando ser amables, pero a los 15 minutos aquello se volvió un monólogo reivindicativo digno del mismísimo William Wallace. No había opción a réplica. Fue entonces cuando alguno de mis acompañantes, disimuladamente, comenzó a alejarse, algo que no gustó a la señora. Esta, lejos de darse cuenta de que el sermón se estaba quedando sin feligreses porque la conversación no era tal, comenzó a decir que claro, la estábamos haciendo poco caso porque la juventud está descarriada, que no teníamos pinta de ser católicos y qué íbamos nosotros a saber de la vida. Reconozco que estuve a un palmo de contestarla con la educación de la que comenzó a hacer gala ella, pero en su lugar, tras 40 minutos de clase magistral, opté por un cómodo (y también educado) "si, si, si, lo que usted diga" acompañado de una despedida y unos buenos deseos. Ella se alejó muy digna, confiada de que había dado una lección a unos pobres chavales que no sabían nada de la vida.

Son casos como estos los que me convencen día a día de que la educación no es cuestión de edades y que una persona de edad avanzada, por mucho respeto que merezca, que lo merece, no tiene siempre el buen hacer que se le presupone y un jovenzuelo en chándal puede resultar todo un Gentleman a su lado.

Ciertamente me parece preocupante que existan valores como los de los denominados "ni-ni", pero me parece igualmente preocupante que una buena parte de nuestros mayores, los supuestos educadores, hagan gala de la misma mala baba y soberbia que supuestamente despiden sus sucesores. Desgraciadamente creo que la solución no está cerca (los ni-nis serán los Scrooge del mañana) y no se siquiera si la habrá. Únicamente espero que, cuando llegue el momento, todas estas palabras que dejo hoy aquí, resuenen en mi cabeza cada vez que un infante estampe su jovialidad contra mi cansada experiencia.

10 comentarios:

Azid Phreak dijo...

Mil gracias por tu palabras Tarquin. Sabes que el sentimiento es mutuo. Me ha hecho gracia recordar la famosa llamada, pues mi interlocutor se quedó un poco perplejo con la frase de "conociendo a unos amigos". Repetiremos y esta vez será un "visitando a unos amigos". Prometo avisar.

Una vez más: Mil gracias, un abrazo y póngame a los pies de sus damas.

Tarquin Winot dijo...

Los Winot al completo estaremos esperando la visita al más puro estilo Mister Marshall, Azid.

Respecto al texto (excelente, como era de suponer) me aterra pensar que pueda llegar a convertirme en uno de sus ancianos vociferantes y maniqueos que observan a la juventud con un desprecio insondable. Lo digo porque según me hago mayor compruebo en mis carnes algunos apuntes de un creciente paternalismo que me hace pensar en más ocasiones de las que pudiera pensar hace unos años que "ellos" no son como éramos "nosotros". ¿Es grave doctor?

Sach dijo...

Parece que por ley la edad, en razón directamente proporcional, les exime de cualquier obligación pasada.
Si a eso le sumamos que en igual proporción van perdiendo la verguenza por lo que dicen, hacen o a quién pueda molestar tenemos, por desgracia, la radiografía de la sociedad terceraedil española.

Anoche mismo tuve que aguantar una llamada telefónica de mi nuevo, y en camino a la vejez, vecino (el cual lleva 3 días viviendo en el edificio) para avisarme de que "parece que haya 200 personas en vuestra casa" y "algunos mañana tienen que trabajar"
Conste que yo me apeo de la cama a las 7:30 cuando el susodicho entra a trabajar a las 15:00 horas y en mi casa no habían más que 9 personas cenando.

María dijo...

Muy bueno el artículo. De hecho, ayer me acordé de él cuando tuve dos situaciones que me enervaron.

A las 15.45 fui a hacer unas fotocopias para un profesor (el cual me había pedido que las hiciera, favor que yo hice gustosamente). Uno de los conserjes me insinuó que yo le estaba mintiendo y que utilizaba la excusa de que era para un prodesor para hacer unas fotocopias gratis. Yo le contesté que era para el profesor, y que si no me creía, que subiera en 15 minutos y le pregunutara y que le había hecho ese favor porque venía directamente de su trabajo fuera de la universidad. Me miró con cara de desprecio.

La segunda fue esa misma tarde. Un profesor empezó a chulearse conmigo porque el post que había hecho de la Semana Santa no era de su agrado. Había pedido algo característico de la Semana Santa de alguna localidad de la provincia de Alicante (donde vivo) y algo de repostería de esta época. Se la hice tal cual lo pidió, pero empezó a humillarme delante de más gente cuando podría haberlo hecho en privado. Su actitud (creo) que le ha quitado la razón, y pienso hablar con la coordinadora de mi carrera para contarle lo sucedido. Porque yo no estoy yendo a una universidad en la que tengo que pagar una pasta para que me humillen y menosprecien públicamente.

sonia f dijo...

Súper de acuerdo, pero yo a la señora que te estropeó el momento empanada con cerveza le habría dicho cuatro cosillas

Azid Phreak dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Azid Phreak dijo...

Ante todo disculpen mi escasa educación por no haber replicado sus comentarios como es debido, pero a veces a uno, a pesar de trabajar con ella todos los días, la tecnología se le pone de uñas. Caminaré hasta Santiago escuchando la discografía de Camela en penitencia.

Muchas gracias de nuevo por la acogida a todo el clan Winot. La sensación paternalista que apuntas, amigo Tarquin, la hemos sufrido todos en alguna ocasión. Creo que es muy distinta a la que describo, que aparece constantemente cuando el que tenemos delante es infravalorado debido a su edad. Servidor, por ahí no pasa.

Es triste el que cuanto más mayor te hagas, menos te importe tu entorno, o al menos así lo veo yo. Es por ello, y siempre en mi opinión, que las obligaciones hacia nuestros vecinos de viaje deberían ser cada día mayores debido a nuestra creciente experiencia, frente a la (supuestamente) escasa de los que vienen por detras. Este corolario se rompe cuando veo chavales imberbes que acumulan más vida que todo un autobús del Inserso. Es por esto último que el respeto, sea de la edad que sea aquel que tengamos enfrente, debería ser el mismo, a priori, que el que profesamos a nuestros mayores. En cuanto a su recién estrenado vecino, estimado Sach, no seré yo quien me cambie por usted en la próxima (y seguro que esperpéntica, como todas) reunión de vecinos. A esos especímenes son a los que hay que seguir de cerca. Suerte.

Gracias por la parte que me toca María. La primera de las situaciones es, desgraciadamente, bastante común en el ámbito universitario. Un servidor la sufrió en varias ocasiones en sus tiempos mozos. La segunda es indignante tanto por el fondo (prepotencia) como por la forma (la -cobarde- humillación pública debería estar penada por ley). Siguiendo mi enfermiza curiosidad he recalado en el citado post de Semana Santa y he de decir que me ha parecido escueto y directo, dos de las cualidades de las que debe gozar una buena noticia. Ignoramos pues desde aquí, los barruntos de su adorable sensei. Ánimo, que los tontos de ese tipo disminuyen al dejar la universidad (o al menos los manejamos mejor).

Totalmente de acuerdo contigo Cosmic. Hay cosas que no deben dejarse pasar por alto (y menos si hay una suculenta empanada por el medio).

Un abrazo a todos!

Sach dijo...

Desde luego no le aconsejo cambiarme el puesto Azid, fui el primero en tomar posesión en todo el edificio y, en consecuencia, soy presidente de la comunidad.
Menuda me espera... hoy a empezado a tomar venganza y ha traido a sus esbirros montadores de cocinas a las 8:00 de la mañana!!

A este paso me da para hacer un serial en mi blog...

Azid Phreak dijo...

Exijo serial documentado en Incisos (blog que sigo con avidez) al más puro estilo "señor Cuesta". El pueblo necesita saber...

Tarquin Winot dijo...

Yo también me apunto al serial, Sach. Parece prometedor.