
Por razones que no vienen al caso, he mantenido y mantengo estrechas relaciones con Barcelona. He paseado a menudo por sus calles y he comido en sus restaurantes. Me he bañado en su playa , comprado en sus comercios y he tenido la oportunidad de visitar algunos recomendables locales donde tomarse una copa con los amigos y pasar un buen rato. Tan cómodo me siento en la Ciudad Condal que si, desgraciadamente, el Clan Winot tuviera que abandonar la capital del reino, su barco pondría, sin duda, rumbo a la ciudad que alberga la Sagrada Familia.
Y, a pesar de lo que pueden dar a entender los medios de comunicación, en estos años, no he sufrido rechazo por ser de Madrid ni por hablar en castellano. Tampoco me han dado con la puerta en las narices al comprobar que no entiendo una palabra de catalán ni han querido darme las llaves de la ciudad por ser enfermizamente adicto al fuet y otros manjares de la gastronomía catalana. Obviamente me he topado con cretinos diplomados, maleducados compulsivos y tuercebotas de pelaje diverso, pero ni en mayor ni en menor medida que la de los que han podido cruzarse en mi camino en Valencia, Bilbao o Salamanca.
No soy el único que parece inmune a esa fiebre antiespañola que, a juzgar por lo que se oye en algunas emisoras de radio y se lee en algunos periódicos, hierve en odio a los habitantes de la ciudad que vio nacer, entre otros a Eduardo Mendoza o al hoy fallecido Juan Antonio Samaranch. El gran Angel "Verbal" Kint, enciclópedico conocedor de la vida y milagros de Superman, lector voraz y erudito cinematográfico parece tener la misma opinión sobre el tema. Ángel, que capitanea con incontestable maestría "El mundo de Ángel" por los mares del cine y la literatura desde hace ya varios años ha elegido tan espinoso asunto para participar en esta sección del ladrillo y dudo que a alguién deje indiferente el enfoque escogido por su autor. Que lo disfruten y no olviden visitarle los que no tengan aún la suerte de conocer sus textos. Me lo van a agradecer.
Estaba hace un año yo por Sevilla, conociendo familia política, cuando alguien me pregunta por mi trabajo y al finalizar mi explicación me dice "¿oye y allí en Cataluña os dejan hablar español? La pregunta me desconcierta un poco, primero porque no me la esperaba y segundo por la naturaleza de la misma.
Y es que aunque algunos quieran ver lo contrario, ni todos los catalanes somos independentistas (ni siquiera nacionalistas), ni tacaños, ni odiamos a los madrileños...pero sin embargo esa es la imagen que se ha instaurado entre muchísimas personas que han sucumbido a la doctrina rancia y españolista del Partido Popular y todos sus secuaces y por el otro a la torpeza de los políticos catalanes, siempre dispuestos a poner la mano para pedir o a la ambigüedad de su definición como parte del Estado Español. Desde su estancia en el Gobierno y especialmente en la segunda legislatura, aquella en la que no necesitaron a CIU para gobernar con mayoría, el Partido Popular y sus cabezas pensantes decidieron que algo habría que hacer con los nacionalistas catalanes y vascos.
El tema del País Vasco lo voy a dejar aparte primero por su complejidad y segundo por mi desconocimiento del contexto. Al grito de "España se rompe", como si en la península tuvieramos una falla de San Andrés, culpabilizaron a los nacionalismos de dicha ruptura y empezaron su habitual política del miedo, una táctica efectiva y que acaba calando en un porcentaje de la población muy elevado, que normalmente se identifica con el estrato cultural más bajo, aunque realmente no es cierto, pues acaba calando en muchos más estratos sociales. El Partido Popular inició una campaña anclada en el españolismo más rancio, basado en ver "quién la tiene más grande" (la bandera) y en el "catalanufos de mierda", "pujol enano habla castellano"...estrategia que siguen utilizando desde la oposición con los argumentos del Estatut, que quizás no se hayan leido siquiera ya que muchos parece que se quedaron en el primer capítulo en el que se definía Catalunya como país, o estado, o entidad, etc. Todo ello convenientemente transmitido por sus voceros habituales, por sus medios afines, por la voz de su amo, por medios que olvidaron la objetividad y se convirtieron en panfletos sin sentido de la ética perdiodística, olvidándose de informar. Algo que por otro lado todos los gobiernos sempre han tenido, incluyendo el actual.
A pesar de mis pocas simpatías hacia el PP, no puedo ponerme la venda en los ojos y no ver más allá, porque desde Cataluña se tiene mucha parte de culpa y los políticos catalanes con su torpeza han conseguido generar esa imagen estereotipada de la que hablaba al principio de este post (independentistas, tacaños...) propia de chistes de los morancos. Como diría el poeta y cantante "nos sobran los motivos". Podríamos empezar a lo grande, hablando de un corto de miras que se fue a la frontera a negociar con una banda terrorista para que no se cometieran atentados en Cataluña, algo que hizo que al saberse no se generara mucha simpatía hacia nosotros.
Si apartamos al político catalán independentista, que podríamos facilmente identificar con ERC y al más españolista (PP), nos queda un político bastante ambiguo y que generalmente ha sido CIU, fuerza política actualemente algo debilitada, pero que siempre ha tenido por su número de escaños cierta capacidad de influencia en el gobierno español, cuando éste no ha gobernado en mayoría. Esta agrupación política siempre ha interpretado el papel de catalanista en cataluña y colaborador del Estado en España poniendo la mano para sacar rentas y jugando a la nada sutil amenaza de no apoyar votaciones sin obtener beneficio a cambio con lo que el tópico "la pela es la pela", que ya tendríamos que ir cambiando por "El centim es el centim" se ha hecho patente repetidas veces. Pero por otro lado nunca han olvidado su condición nacionalista y el coqueteo con el indepentismo ha sido otra de las constantes.
Aquí también tenemos medios voceros, voces de su amo que juegan a contentar a todas las partes, disfrutando de ello. Se les da voz a todos, pero siempre intentando que la que más se oiga sea el del discurso separatista, casi siempre marcado por un tono victimista, con referencias ridículas a "cavernas españolistas" a estados opresores, dándole voz siempre a personas con representación social y siempre de medios relevantes más allá de la política como la cultura o el deporte que se han convertido a sí mismos en esperpentos. Podríamos citar a Joel Joan, Joan Laporta o Carod Rovira, como personas convertidas en caricaturas y que se han convertido en blancos fáciles y que sin quererlo ridiculizan las ideas que representan y que por ende, repercute en todos los catalanes, seamos o no nacionalistas. Y no hablaré ya de la gran preocupación por la prohibición de los toros que tienen hoy en día los políticos catalanes, tema mucho más importante que el paro en Cataluña, la educación o la sanidad...
Resumiendo: en Cataluña nos encontramos en la tesitura de tener un fuerte aparato político-mediático que presiona con una teoría conspiratoria y basada en la estrategia del miedo y por otra a un grave problema interno del mismo carácter que el anterior pero basado en el victimismo histórico. Para acabar decir que soy consciente que afortunadamente hay un amplio sector de la población española que no se creen aquello que les intentan inculcar y que no tienen la imagen estereotipada y tópica del catalán porque son tan inteligentes que no se dejan influenciar por teorías rancias y caducas.
P.D. al andaluz que me preguntó si en Cataluña nos dejaban hablar español le contesté "siempre que quiero".
Y, a pesar de lo que pueden dar a entender los medios de comunicación, en estos años, no he sufrido rechazo por ser de Madrid ni por hablar en castellano. Tampoco me han dado con la puerta en las narices al comprobar que no entiendo una palabra de catalán ni han querido darme las llaves de la ciudad por ser enfermizamente adicto al fuet y otros manjares de la gastronomía catalana. Obviamente me he topado con cretinos diplomados, maleducados compulsivos y tuercebotas de pelaje diverso, pero ni en mayor ni en menor medida que la de los que han podido cruzarse en mi camino en Valencia, Bilbao o Salamanca.
No soy el único que parece inmune a esa fiebre antiespañola que, a juzgar por lo que se oye en algunas emisoras de radio y se lee en algunos periódicos, hierve en odio a los habitantes de la ciudad que vio nacer, entre otros a Eduardo Mendoza o al hoy fallecido Juan Antonio Samaranch. El gran Angel "Verbal" Kint, enciclópedico conocedor de la vida y milagros de Superman, lector voraz y erudito cinematográfico parece tener la misma opinión sobre el tema. Ángel, que capitanea con incontestable maestría "El mundo de Ángel" por los mares del cine y la literatura desde hace ya varios años ha elegido tan espinoso asunto para participar en esta sección del ladrillo y dudo que a alguién deje indiferente el enfoque escogido por su autor. Que lo disfruten y no olviden visitarle los que no tengan aún la suerte de conocer sus textos. Me lo van a agradecer.
En Cataluña también hablamos castellano
Estaba hace un año yo por Sevilla, conociendo familia política, cuando alguien me pregunta por mi trabajo y al finalizar mi explicación me dice "¿oye y allí en Cataluña os dejan hablar español? La pregunta me desconcierta un poco, primero porque no me la esperaba y segundo por la naturaleza de la misma.
Y es que aunque algunos quieran ver lo contrario, ni todos los catalanes somos independentistas (ni siquiera nacionalistas), ni tacaños, ni odiamos a los madrileños...pero sin embargo esa es la imagen que se ha instaurado entre muchísimas personas que han sucumbido a la doctrina rancia y españolista del Partido Popular y todos sus secuaces y por el otro a la torpeza de los políticos catalanes, siempre dispuestos a poner la mano para pedir o a la ambigüedad de su definición como parte del Estado Español. Desde su estancia en el Gobierno y especialmente en la segunda legislatura, aquella en la que no necesitaron a CIU para gobernar con mayoría, el Partido Popular y sus cabezas pensantes decidieron que algo habría que hacer con los nacionalistas catalanes y vascos.
El tema del País Vasco lo voy a dejar aparte primero por su complejidad y segundo por mi desconocimiento del contexto. Al grito de "España se rompe", como si en la península tuvieramos una falla de San Andrés, culpabilizaron a los nacionalismos de dicha ruptura y empezaron su habitual política del miedo, una táctica efectiva y que acaba calando en un porcentaje de la población muy elevado, que normalmente se identifica con el estrato cultural más bajo, aunque realmente no es cierto, pues acaba calando en muchos más estratos sociales. El Partido Popular inició una campaña anclada en el españolismo más rancio, basado en ver "quién la tiene más grande" (la bandera) y en el "catalanufos de mierda", "pujol enano habla castellano"...estrategia que siguen utilizando desde la oposición con los argumentos del Estatut, que quizás no se hayan leido siquiera ya que muchos parece que se quedaron en el primer capítulo en el que se definía Catalunya como país, o estado, o entidad, etc. Todo ello convenientemente transmitido por sus voceros habituales, por sus medios afines, por la voz de su amo, por medios que olvidaron la objetividad y se convirtieron en panfletos sin sentido de la ética perdiodística, olvidándose de informar. Algo que por otro lado todos los gobiernos sempre han tenido, incluyendo el actual.
A pesar de mis pocas simpatías hacia el PP, no puedo ponerme la venda en los ojos y no ver más allá, porque desde Cataluña se tiene mucha parte de culpa y los políticos catalanes con su torpeza han conseguido generar esa imagen estereotipada de la que hablaba al principio de este post (independentistas, tacaños...) propia de chistes de los morancos. Como diría el poeta y cantante "nos sobran los motivos". Podríamos empezar a lo grande, hablando de un corto de miras que se fue a la frontera a negociar con una banda terrorista para que no se cometieran atentados en Cataluña, algo que hizo que al saberse no se generara mucha simpatía hacia nosotros.
Si apartamos al político catalán independentista, que podríamos facilmente identificar con ERC y al más españolista (PP), nos queda un político bastante ambiguo y que generalmente ha sido CIU, fuerza política actualemente algo debilitada, pero que siempre ha tenido por su número de escaños cierta capacidad de influencia en el gobierno español, cuando éste no ha gobernado en mayoría. Esta agrupación política siempre ha interpretado el papel de catalanista en cataluña y colaborador del Estado en España poniendo la mano para sacar rentas y jugando a la nada sutil amenaza de no apoyar votaciones sin obtener beneficio a cambio con lo que el tópico "la pela es la pela", que ya tendríamos que ir cambiando por "El centim es el centim" se ha hecho patente repetidas veces. Pero por otro lado nunca han olvidado su condición nacionalista y el coqueteo con el indepentismo ha sido otra de las constantes.
Aquí también tenemos medios voceros, voces de su amo que juegan a contentar a todas las partes, disfrutando de ello. Se les da voz a todos, pero siempre intentando que la que más se oiga sea el del discurso separatista, casi siempre marcado por un tono victimista, con referencias ridículas a "cavernas españolistas" a estados opresores, dándole voz siempre a personas con representación social y siempre de medios relevantes más allá de la política como la cultura o el deporte que se han convertido a sí mismos en esperpentos. Podríamos citar a Joel Joan, Joan Laporta o Carod Rovira, como personas convertidas en caricaturas y que se han convertido en blancos fáciles y que sin quererlo ridiculizan las ideas que representan y que por ende, repercute en todos los catalanes, seamos o no nacionalistas. Y no hablaré ya de la gran preocupación por la prohibición de los toros que tienen hoy en día los políticos catalanes, tema mucho más importante que el paro en Cataluña, la educación o la sanidad...
Resumiendo: en Cataluña nos encontramos en la tesitura de tener un fuerte aparato político-mediático que presiona con una teoría conspiratoria y basada en la estrategia del miedo y por otra a un grave problema interno del mismo carácter que el anterior pero basado en el victimismo histórico. Para acabar decir que soy consciente que afortunadamente hay un amplio sector de la población española que no se creen aquello que les intentan inculcar y que no tienen la imagen estereotipada y tópica del catalán porque son tan inteligentes que no se dejan influenciar por teorías rancias y caducas.
P.D. al andaluz que me preguntó si en Cataluña nos dejaban hablar español le contesté "siempre que quiero".