Por si no tenía bastante con las películas, las series, los libros y la música, los videojuegos acaban de entrar en el ladrillo como un elefante en una cacharrería.
No voy a decir ahora que siempre he estado al margen de este tema y que mientras mis compañeros de generación despanzurraban alienigenas en el "Quake" yo estudiaba las partituras de Haydn en busca de una nota mal colocada. No, no, servidor se ha pasado sus buenas horas frente a la pantalla del ordenador tropezando una y mil veces con el último nivel del "Doom II" intentando inútilmente acabar el juego y se ha acostado en ocasiones con los nervios de punta tras dedicar horas destinadas inicialmente al sueño a pasear por "Silent Hill". Sí, los videojuegos ya formaban parte de mií hace tiempo. Lo que ocurre es que cualquier parecido entre los programas a los que yo dedicaba mis horas hace un par de décadas y los que se hacen hoy en día han resultado ser pura coincidencia.
Gracias a la Playstation 3 que la bella señora Winot decidió regalarme a principios de año, he podido tener acceso a espectáculos visuales de la categoría de "Assasin's Creed" o el inconmensurable "Uncharted II", que me lleva por la calle de la amargura desde hace un mes con su divertida, apasionante y terriblemente adictiva trama heredera de las aventuras del Doctor Jones. Para alguien que detuvo su trayectoria en el sector con "Max Payne", contemplar ahora en la pantalla de un televisor los apabullantes esqueletos gráficos de juegos como los mencionados anteriormente le hace imaginar lo que debió de pensar Moisés cuando le fue presentada la Tierra Prometida.
No es que los juegos de hace unos años no fueran adictivos. No, ese siempre ha sido el eslabón más fuerte de esta cadena. Lo que ocurre es que ahora, el concepto está más cerca que nunca del lenguaje cinematográfico y si a una trama interesante y con gancho le añades una calidad visual de esa categoría, es todo un reto pulsar la tecla adecuada para el bienestar familiar cuando en la pantalla aparece la crítica pregunta que inquiere si es, de verdad, tu deseo abandonar el juego. Tan poderoso es su efecto "agujero negro" que, tras una sesión de tres horas a los mandos de la consola, derivada del sopor de la heredera, no he tenido más remedio que imponerme un toque de queda frente a la pantalla. De ahí a envolver el mando en un cilicio hay un paso.
De modo que aquí estoy, como un malabarista callejero, intentando manejar simultaneamente las nunca suficientes atenciones que merecen la heredera y la bella Señora Winot, mis nuevas obligaciones laborales, mi retorno a la lectura intensiva (ventajas de poder viajar en transporte público hasta tu puesto de trabajo), el disfrute de la última temporada de "24" (Jack, tendrás tu homenaje. No lo dudes) y mi viaje por el universo musical de Patti Smith con las electrizantes aventuras de Nathan Drake que surgen de las tripas de mi consola sin que me resulte fácil separarme de la pantalla de mi televisor. Eramos pocos......
No voy a decir ahora que siempre he estado al margen de este tema y que mientras mis compañeros de generación despanzurraban alienigenas en el "Quake" yo estudiaba las partituras de Haydn en busca de una nota mal colocada. No, no, servidor se ha pasado sus buenas horas frente a la pantalla del ordenador tropezando una y mil veces con el último nivel del "Doom II" intentando inútilmente acabar el juego y se ha acostado en ocasiones con los nervios de punta tras dedicar horas destinadas inicialmente al sueño a pasear por "Silent Hill". Sí, los videojuegos ya formaban parte de mií hace tiempo. Lo que ocurre es que cualquier parecido entre los programas a los que yo dedicaba mis horas hace un par de décadas y los que se hacen hoy en día han resultado ser pura coincidencia.
Gracias a la Playstation 3 que la bella señora Winot decidió regalarme a principios de año, he podido tener acceso a espectáculos visuales de la categoría de "Assasin's Creed" o el inconmensurable "Uncharted II", que me lleva por la calle de la amargura desde hace un mes con su divertida, apasionante y terriblemente adictiva trama heredera de las aventuras del Doctor Jones. Para alguien que detuvo su trayectoria en el sector con "Max Payne", contemplar ahora en la pantalla de un televisor los apabullantes esqueletos gráficos de juegos como los mencionados anteriormente le hace imaginar lo que debió de pensar Moisés cuando le fue presentada la Tierra Prometida.
No es que los juegos de hace unos años no fueran adictivos. No, ese siempre ha sido el eslabón más fuerte de esta cadena. Lo que ocurre es que ahora, el concepto está más cerca que nunca del lenguaje cinematográfico y si a una trama interesante y con gancho le añades una calidad visual de esa categoría, es todo un reto pulsar la tecla adecuada para el bienestar familiar cuando en la pantalla aparece la crítica pregunta que inquiere si es, de verdad, tu deseo abandonar el juego. Tan poderoso es su efecto "agujero negro" que, tras una sesión de tres horas a los mandos de la consola, derivada del sopor de la heredera, no he tenido más remedio que imponerme un toque de queda frente a la pantalla. De ahí a envolver el mando en un cilicio hay un paso.
De modo que aquí estoy, como un malabarista callejero, intentando manejar simultaneamente las nunca suficientes atenciones que merecen la heredera y la bella Señora Winot, mis nuevas obligaciones laborales, mi retorno a la lectura intensiva (ventajas de poder viajar en transporte público hasta tu puesto de trabajo), el disfrute de la última temporada de "24" (Jack, tendrás tu homenaje. No lo dudes) y mi viaje por el universo musical de Patti Smith con las electrizantes aventuras de Nathan Drake que surgen de las tripas de mi consola sin que me resulte fácil separarme de la pantalla de mi televisor. Eramos pocos......
6 comentarios:
Muy buenas Mr. Winot. Un servidor también tiene esos cacharros modernos, Wii y PS3 y también gastaba mis ahorros en monedas de cinco duros en las máquinas de los recreativos donde nos juntábamos los amigo para pasar las horas. Y me pasa, creo, como a usted, que no suelo jugar con ellos pero como me enganche uno ya no puedo parar. Así que me voy a fiar plenamente de usted y le voy a pedir consejo. ¿Qué juego me podría recomendar? (Juegos de deportes y carreras de coches no, por favor)
Gracias, a sus pies.
No soy muy dada a los videojuegos. No me atraen nada los de acción. Servidora es más clásica: prefiero las tradicionales carreras de coches, el Tetris, Mario Bros y los típicos de preguntas.
Sí, me he quedado en la prehistoria. Pero a mucha honra. Todavía conservo por ahí mi Game Boy y la primera Play Station que sacaron con los juegos antes mendionados.
Sin duda alguna, Brujo, "Uncharted II". Pero ten cuidado, amigo mío. Su influjo es poderoso.
A mí, sin embargo, los únicos que me gustan, María, son los de acción. Concretamente los de coches, me aburren a morir.
YO tengo una play 3 que me autoregalé el año pasado y aunque no soy un gran jugador ni aficionado, no puedo negar que disfruto de mis partiditos al FIFA y que Uncharted tanto su primera como su segunda parte me han dado grandes dosis de entretenimiento.
Coincido con lo que comenta, el mercado de los videojuegos se acerca cada vez más al cinematográfico en unos cuantos aspectos. Por mi parte, quedé totalmente sorprendido con el Call of Duty, que combina acción con una trama espectacular y con el Halo, al que le sucede lo mismo.
¡Saludos!
Ahora mismo, Angel, ando bloqueado en una pantalla de la segunda parte de "Uncharted" en la que una especie de mono con cuernos me pone las pilas y no encuentro modo de acabar con él. Aburrido me tiene el tío.
Había oido hablar muy bien de "Call of duty", Mike. Me lo apunto para dar el relevo a Nathan Drake.
Has dado con otro de sus beneficios sociales, Azid: muchos jefes no andarían sobre las plantas de los pies de no descargar agresividad contra pequeños alienígenas o enemigos de la libertad. Apunto tu recomendación sobre el guardián de Gotham y así quitarme el mal sabor que me dejó el deplorable tomo situado en Barcelona de sus más recientes aventuras.
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