Sobre el escritor japonés Haruki Murakami se ha dicho casi de todo. Genial, pretencioso, vacuo, brillante, poético, apasionante, mágico, pedante, aburrido, pomposo, profundo, oscuro. Me provoca cierta pereza acercarme a este tipo de autores que polarizan tanto las opiniones. Con la enorme cantidad de libros por leer que, casi con toda seguridad sé que van a encantarme, adentrarme en territorio inexplorado no deja de ser un ejercicio algo masoquista. Eso explica que desde que mi querida Mar (¡qué ojo tienes con los libros, maja!) me regalara su obra "Kafka en la orilla" hasta que decidiera empezarlo hace unas semanas haya transcurrido más de un año. Concluida la lectura de sus casi seiscientas páginas puedo decir que estoy de acuerdo con lo que dicen de Murakami. Con todo.
No es tarea facil explicar el argumento de "Kafla en la orilla". Por un lado, tenemos a Kafka Tamura, un adolescente marcado por el abandono de su madre y por una tétrica profecía que huye del hogar paterno para encontrar su lugar en el mundo. Ese lugar, al menos inicialmente, resulta ser una biblioteca privada en la ciudad de Takamatsu . Por otra parte, Murakami nos presenta al desconcertante Señor Nakata, un anciano con enormes carencias intelectuales provocadas por un extraño incidente durante su adolescencia pero que tiene la habilidad de comunicarse con los gatos. Razones que no vienen al caso impulsan al estrafalario caballero a iniciar la búsqueda de la misteriosa "piedra de la entrada", para lo que contará con la ayuda de Hosimo, un joven camionero que abandona todo para acompañar al anciano en su aventura. Ambas historias corren paralelas, sin apenas tocarse pero, al mismo tiempo, sin que sea posible separar una de otra.
En algún sitio se ha escrito con acierto que "Kafka en la orilla" es una obra que introduce a Don Quijote y su fiel escudero en el mundo de "El guardián entre el centeno". Así, mientras en la solemne y metafórica historia del fugitivo Kafka Tamura, atrapado en una adolescencia que se le queda pequeña, se atisban rasgos del desarraigado personaje que creara Salinger hace décadas, no es difícil distinguir efluvios de las desquiciadas campañas que imaginara Cervantes para el caballero de la triste figura y su escudero en la divertida y mucho más ligera trama que afecta al anciano Nakata y su fiel Oshino.
La obra es una veleta sometida al ánimo del escritor japones que tan pronto introduce elementos de ciencia ficción (el "accidente"que sufre Nakata en su infancia) como desgrana meditaciones filosóficas sobre Bergson o Hegel. Las oscuras metáforas llenas de poesía , como las que afectan al personaje de la Señora Saeki y su relación con Kafka, conviven sin demasiadas dificultades con momentos que podrían encuadrarse sin problema en una novela de Lovercraft (el encuentro entre Nakata y el "coleccionista" de gatos). A todo ello se le unen además, múltiples referencias musicales (la importancia del llamado "trío del Archiduque", de Beethoven es capital en el libro), cinematográficas y otros elementos inclasificables que convierten "Kafka en la orilla" en una verdadera odisea que pone a prueba al lector en todo momento, haciéndolo dudar de si lo mejor es mandar el libro a paseo o disfrutar de la escritura innegablemente atractiva de Murakami.
En "Kafka en la orilla", el encantador abuelete que adorna los carteles de todos los restaurantes de la cadena norteamericana de Kentucky Fried Chicken, se convierte en un proxeneta de extrañas bellezas que practican felaciones mientras desentrañan paradojas filosóficas y el popular Johnny Walker que inmortalizan las etiquetas del whisky homónimo es en el mundo ideado de Murakami un escultor obsesionado con el mito de Edipo que, en sus ratos libres decapita y destripa gatos. Por cierto que, rizando el rizo, estos felinos, presentes a lo largo de toda la obra disponen en la mayoría de las ocasiones de la capacidad de conversar entre ellos y con algunos humanos, dando lugar a algunos de los mejores momentos de la novela. Si alguna vez "Kafka en la orilla" disfrutara (o padeciera, nunca se sabe) de una adaptación cinematográfica, el elegido para llevarla a cabo, sin duda debería ser David Lynch, cuyo universo, sin duda, guarda no pocos vínculos con el de Murakami.
Me quedo, pues, como al principio, sin saber qué hacer. Si recomendar su lectura y disfrutar de la fascinación que produce su aire irreal y vagabundo, o, por el contrario, iniciar una cruzada para evitar que esta obra confusa y árida penetre en más hogares. Nakata me parece uno de los mejores personajes literarios de los últimos años, pero me desespera la pastosa elocuencia de Ôshima. En muchos momentos, estaba tentado de arrojar el libro al rincón más alejado de la casa, cansado de asistir a tormentas de sanguijuelas y bosques llenos de soldados imaginarios y, sin embargo, las casi setecientas páginas de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", otra de las obras de Murakami, guarda puesto de lectura desde hace un par de días. Al menos, al hombre hay que reconocerle que sabe evitar las aguas tibias y no provoca indiferencia, lo que ya es bastante, en mi opinión.
No es tarea facil explicar el argumento de "Kafla en la orilla". Por un lado, tenemos a Kafka Tamura, un adolescente marcado por el abandono de su madre y por una tétrica profecía que huye del hogar paterno para encontrar su lugar en el mundo. Ese lugar, al menos inicialmente, resulta ser una biblioteca privada en la ciudad de Takamatsu . Por otra parte, Murakami nos presenta al desconcertante Señor Nakata, un anciano con enormes carencias intelectuales provocadas por un extraño incidente durante su adolescencia pero que tiene la habilidad de comunicarse con los gatos. Razones que no vienen al caso impulsan al estrafalario caballero a iniciar la búsqueda de la misteriosa "piedra de la entrada", para lo que contará con la ayuda de Hosimo, un joven camionero que abandona todo para acompañar al anciano en su aventura. Ambas historias corren paralelas, sin apenas tocarse pero, al mismo tiempo, sin que sea posible separar una de otra.
En algún sitio se ha escrito con acierto que "Kafka en la orilla" es una obra que introduce a Don Quijote y su fiel escudero en el mundo de "El guardián entre el centeno". Así, mientras en la solemne y metafórica historia del fugitivo Kafka Tamura, atrapado en una adolescencia que se le queda pequeña, se atisban rasgos del desarraigado personaje que creara Salinger hace décadas, no es difícil distinguir efluvios de las desquiciadas campañas que imaginara Cervantes para el caballero de la triste figura y su escudero en la divertida y mucho más ligera trama que afecta al anciano Nakata y su fiel Oshino.
La obra es una veleta sometida al ánimo del escritor japones que tan pronto introduce elementos de ciencia ficción (el "accidente"que sufre Nakata en su infancia) como desgrana meditaciones filosóficas sobre Bergson o Hegel. Las oscuras metáforas llenas de poesía , como las que afectan al personaje de la Señora Saeki y su relación con Kafka, conviven sin demasiadas dificultades con momentos que podrían encuadrarse sin problema en una novela de Lovercraft (el encuentro entre Nakata y el "coleccionista" de gatos). A todo ello se le unen además, múltiples referencias musicales (la importancia del llamado "trío del Archiduque", de Beethoven es capital en el libro), cinematográficas y otros elementos inclasificables que convierten "Kafka en la orilla" en una verdadera odisea que pone a prueba al lector en todo momento, haciéndolo dudar de si lo mejor es mandar el libro a paseo o disfrutar de la escritura innegablemente atractiva de Murakami.
En "Kafka en la orilla", el encantador abuelete que adorna los carteles de todos los restaurantes de la cadena norteamericana de Kentucky Fried Chicken, se convierte en un proxeneta de extrañas bellezas que practican felaciones mientras desentrañan paradojas filosóficas y el popular Johnny Walker que inmortalizan las etiquetas del whisky homónimo es en el mundo ideado de Murakami un escultor obsesionado con el mito de Edipo que, en sus ratos libres decapita y destripa gatos. Por cierto que, rizando el rizo, estos felinos, presentes a lo largo de toda la obra disponen en la mayoría de las ocasiones de la capacidad de conversar entre ellos y con algunos humanos, dando lugar a algunos de los mejores momentos de la novela. Si alguna vez "Kafka en la orilla" disfrutara (o padeciera, nunca se sabe) de una adaptación cinematográfica, el elegido para llevarla a cabo, sin duda debería ser David Lynch, cuyo universo, sin duda, guarda no pocos vínculos con el de Murakami.
Me quedo, pues, como al principio, sin saber qué hacer. Si recomendar su lectura y disfrutar de la fascinación que produce su aire irreal y vagabundo, o, por el contrario, iniciar una cruzada para evitar que esta obra confusa y árida penetre en más hogares. Nakata me parece uno de los mejores personajes literarios de los últimos años, pero me desespera la pastosa elocuencia de Ôshima. En muchos momentos, estaba tentado de arrojar el libro al rincón más alejado de la casa, cansado de asistir a tormentas de sanguijuelas y bosques llenos de soldados imaginarios y, sin embargo, las casi setecientas páginas de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", otra de las obras de Murakami, guarda puesto de lectura desde hace un par de días. Al menos, al hombre hay que reconocerle que sabe evitar las aguas tibias y no provoca indiferencia, lo que ya es bastante, en mi opinión.
9 comentarios:
Me alegra que se haya introducido en el mundo Murakami y curiosamente lo haga con el mismo libro con el que me inicié yo...A mi particularmente me fascina este hombre y su referencia a Lynch es algo en lo que coincidimos...Hace un par de semanas me acabé "Crónica del pajaro..." y he de decir que es el que menos me ha gustado, que no quiere decir que no me gustara. Me falta por leer "La caza del carnero salvaje" y actualmente estoy leyendo "De qué hablo cuando hablo de correr" último libro del autor editado en España y que es una reflexión que hace este autor sobre como el correr ha afectado a su obra. Murakami es un apasionado del ejercicio físico y ha participado en bastantes maratones.
Sin duda es un personaje extraordinario...difícil escoger uno de sus libros aunque "Sputnik mi amor" me parece tan arrebatadora y tan absorbente que podría decir que es mi libro favorito de Murakami, pero luego me acuerdo de "Tokio blues" y...
Disfrútelo
Llevo un tiempo con la intención de acercarme a este autor, que tanto da que hablar estos días.
¿Alguna sugerencia sobre por dónde empezar?
¡Saludos!
Te voy a hacer caso, Angel y voy a relegar "Crónica"un par de puestos en beneficio de "Sputnik". Te veo muy informado sobre el japonés y tienes tendencia a acertar.
Es una experiencia muy peculiar leer a este hombre, Mike. Creo que merece la pena. Te remito al comentario de Angel para decidir por dónde empezar.
Tengo una amiga que es fanática de la cultura japonesa. Tiene comics, series y muñecas de allí. ¿Se lo podría recomendar? Más que nada por curiosidad.
Para María, Yo creo que a ti amiga le gustará si tiene esa pasión por el japón, aunque hay que decir que Murakami es menos valorado en su país que fuera de él...aquello de que nadie es profeta en su tierra.
Mike y a quién quiera leerlo, "Tokio Blues", "Sputnik mi amor" (este mi favorito) y "Al sur de la Frontera, al oeste del Sol" son una trilogía (no relacionada entre si) de libros muy interesantes por los que empezar y además se leen un un suspiro y una buena manera de empezar en el mundo Murakami.
Más extraños son "After dark" un libro extraño y diferente o "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas" un libro de ciencia ficción que recuerda a Matrix, aunque escrito muchos años antes de la película, con lo cual podríamos ver un referente oculto que usaron/copiaron los famosos hermanos.
Ale disfrutenlo
Yo diría que sí, María. En cualquier caso, tal vez sería mejor hacer caso a Angel y empezar por otras obras menos inclasificables.
Apunto el itinerario, Angel. Ahora estoy con algo más "ñogero", pero epero en breve volver a Murakami.
Alberto Q.
http://traslaspuertas.wordpress.com
Me adentré en Murakami tras leer el muy reputado "TOKIO BLUES". Me gustó. Así que decidí dar una oportunidad a otra de sus novelas y elegí KAFKA EN LA ORILLA. Me encantó en muchas de sus fases pero me descolocó bastante en otras. Aún así, LA RECOMIENDO 100%. Se lee de forma amena y se aprenden cosas.
Dejé a Murakami un tiempo pero le recuperaré con otras obras.
Saludos, Tarquin
Mi camino va a ser el mismo, Alberto, pero alterando el orden de los factores: definitivamente, sigo con "Tokyo".
Éste no lo he leído, pero tuve dos experiencias seguidas de japoneses que escribían sobre gente deprimida porque nosequién se había suicidado y la verdad es que les he cogido un poquito de horror.
Acabo de volver de sufrir tres días de aislamiento aeroportuario por culpa del volcán, Tarq!!!!
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