miércoles, 7 de diciembre de 2011

En otras palabras: Beethoven

 La sección "En otras palabras" nació en marzo del año pasado ("Invitación formal") con la idea de presentar un espacio en el que los habituales comentaristas del ladrillo tuvieran la oportunidad de colocarse al otro lado del espejo a través de un texto, artículo ,entrada, post o como quiera uno llamar a lo que nutre las bitácoras de todo el mundo. Por aquel entonces, la mayor parte de quienes seguían habitualmente el blog administraban páginas ligadas directa o indirectamente al cine, de modo que, otro de los requisitos que pedía era que la temática se alejara de la que los participantes trataban en sus reino.

Pero las nuevas incorporaciones fueron ampliando el espectro y finalmente, resultó indiferente el tema a tratar ya que la mayor parte de las nuevas incorporaciones no pertenecían a un segmento concreto.Gracias a esta sección del ladrillo  pudimos descubrir facetas desconocidas de autores de la calidad de Azid Phreak, Angel, Ramón Cinemadreamer, Mister Lombreeze o Mike Lee que enriquecieron estás páginas con sus excelentes aportaciones.

Retomo hoy la sección y, simultaneamente formulo nuevamente la invitación a cuantos me regaláis vuestra presencia en la escombrera de ladrillo para colaborar en la misma a través de vuestro textos. A quien le apetezca, disponga de tiempo suficiente o no tenga suficiente con lo que escribe en el propio, puede mandar su texto a clanwinot@hotmail.com y más pronto o más tarde, tendrá la oportunidad de verlo publicado y unir su nombre a los ilustres predecesores referidos anteriormente.

Y, para empezar, tenemos la suerte de contar con una perla cortesía del gran Beethoven a quien me une un reciente, pero muy sólido lazo que se asienta, por una de esas carambolas del destino, no solo en la empatía y en los gustos comunes- las ideas políticas no, como hemos comprobado recientemente- sino en un muy curioso vínculo familiar desconocido hasta hace apenas un año y del que hablaré largo y tendido tan pronto encuentre el tiempo suficiente para dedicarle el mimo que se merece tan rocambolesca historia. Disfrútenlo porque merece la pena.



BEETHOVEN Y LA SRA. W.

Hace ya un tiempo, en una publicación de mi ciudad, publiqué (en gallego) un artículo bajo el título arriba indicado. Acogiéndome a la generosidad del Sr. Winot, que me ofrece su tribuna, retomo ahora, con algún comentario nuevo, lo que entonces escribí.

Me hacía eco, en aquel texto, que en un suplemento dominical había podido leer una entrevista con una tal Sra. Westwood, "excéntrica diseñadora de moda" (así la calificaba el periodista), de visita en el domicilio londinense de otra señora, gallega de nación, conocida como "lady F". Pero no es de esta última, muy prudente en sus intervenciones, de la que entonces nos ocupamos, sino de la primera.

Se nos decía en aquella entrevista que la Sra. W., antigua maestra, luego musa del punk y en ese momento diseñadora, había convivido con uno de los líderes del grupo punk británico Sex Pistols, que conformaron, entre otros, el vocalista Jhonny Rotten, el bajista Sid Vicious, que moriría pocos años después, víctima de una sobredosis, o Malcom McLaren, el compañero de la Sra. W. La canción más famosa de este grupo, recordarán, fue "Good Save the Queen" (la versión moderna del himno británico), en la que hacían una sátira de la reina británica, Isabel II. Pero resulta (sería consecuencia del paso de los años, o que no hay nada como que te den un título de dame) que, en la entrevista, la Sra. W. se declaraba gran admiradora de la susodicha monarca.

Supongo que nadie ignora que el punk fue aquel estilo que se caracterizaba por una llamativa imagen física y atrevida indumentaria (cortes de pelo con cresta, imperdibles y otros elementos punzantes clavados en las carnes, camisetas y pantalones rotos, adornos de cadenas, etc), y tocar una música que, en la mayor parte de los casos, consistía en perpetrar un par de acordes de guitarra y, gracias a la maravilla de la distorsión, producir mucho, mucho ruido (probablemente porque, cuanto más ruido, menos se aprecian los fallos). Pero, siendo justos, también formaron parte de este movimiento grupos, como The Clash, que realizarían discos de verdadera calidad.

Aunque pudiera parecerlo por la descripción que acabo de hacer, no tengo nada en contra del punk. Incluso puedo sentir cierta simpatía con su denuncia crítica de ciertos valores burgueses y reaccionarios, -expresada en muchas de las letras del cancionero punk-, aunque, personalmente, no me haya interesado su estética, como no me interesa, en general, el mundo de la moda. Lo que no me parece coherente, -más bien es patético- es que, luego de haber defendido ese ideal con mezcla de varios "ismos", se acabe, como le sucede a la Sra. W., totalmente integrada y deglutida por el sistema que antes criticaba y, además, queriéndonos hacer comulgar con ruedas de molino, vendiéndonos la idea de que, en el fondo, seguía (por lo menos en lo que respecta a la moda) defendiendo aquellos sueños rupturistas (aunque los referentes artísticos que citaba en la entrevista como inspiradores de su "moda" (por llamarle de alguna manera), son no solo burgueses, sino incluso los de la aristocracia más vacua del siglo XVIII, aquella que vivía en un lujo exagerado sustentado por la miseria de los trabajadores, -clase proletaria de la que, por cierto, decía proceder la Sra. W.-; lujo que representan muy bien las pinturas de Watteau y Fragonard, unos de los artistas de cámara en los que se inspiraba nuestra modista.

Después de este prolegómeno, se preguntarán ustedes a qué viene lo de “Beethoven y la Sra. W.” La explicación es la siguiente: en la citada entrevista, sentenciaba, nada más y nada menos, que era partidaria de borrar, de la historia de la cultura universal, a Beethoven. No decía que no le gustara Beethoven, no, -que sería perfectamente respetable-, sino que lo borraría porque, -afirmaba la Sra. W. toda convencida de su boutade-, el músico alemán "es kischt, terriblemente predecible, y su música me da miedo". Y continuaba: "es tan malo como los Beatles".

Supongo que saben que la traducción de kitsch sería "hortera". Es decir, según nuestra Atenea rediviva Beethoven sería un músico hortera, predecible (compositor, pues, de una música vulgar, sin ninguna originalidad), que además amedrenta (cuando menos, a las musas punk).

Tengo que confesar que soy un beethoveniano convicto y confeso, y que para mí es el músico más grande de la historia (el guardián del Templo de la Música, que dirían los esotéricos); un hombre dedicado al ideal de la libertad y la fraternidad (tan bien expresado en la Novena Sinfonía), un hombre íntegro. Un compositor cuya música es cualquier cosa menos predecible, porque se adelantó a su tiempo. Pero también amo la música de Bach, Haydn o Mozart, de Bartok y Shostakovich, de Satie y Schubert, de Brahms y Arvo Pärt, o Pink Floyd, Jimmy Hendrix, Bob Marley, Bob Dylan, Carlos Gardel, Silvio Rodríguez, Joy Division o U2..., es decir, la música en la que aprecio calidad; desde luego, también la de los Beatles. Lo que si tengo claro es que, salvo algunas excepciones, como ya cité, el punk no se caracterizó precisamente por su calidad musical (tampoco lo pretendía, creo). Sin embargo, no se me ocurriría decir que habría que borrarlos de la historia de la cultura; entre otras cosas, porque la historia no depende de nuestra opinión personal, sino de la de muchas generaciones a lo largo del tiempo. Todos sabemos que la fama puede ser efímera: hoy, por ejemplo, conocemos al violinista Kreutzer, muy célebre en su tiempo, gracias a que Beethoven le dedicó una sonata para violín y piano que el vanidoso virtuoso, sin embargo, no se dignó estrenar; pero de no ser por esa obra, nadie se acordaría de él. Y así han pasado con otros músicos, novelistas, pintores...

Será el tiempo, pues, quien decida si la música punk, o la diseñadora Sra. W., son dignos de figurar en la historia de la cultura o de sucumbir en el océano del olvido.

La única explicación que encuentro es que el oído de la Sra. W, después de tanto punk, quedase seriamente dañado.

4 comentarios:

Blue dijo...

Como no puedo intervenir escribiendo, me deleitaré leyendo textos como este.
Esta señora W. seguramente en su momento fue verdad. Ahora tiene que mantenerse a sí misma en el candelero, y eso seguramente solo es posible diciendo tonterías y convirtiéndose en un esperpento.
Lady F está en otra posición y puede ser prudente, pero también tiene su miga.
Saludos.

Tarquin Winot dijo...

No será que no te dejo espacio, Blue. Tus textos serían bienvenidos, no te quepa duda.

Blue dijo...

Gracias, muy amable. Decía eso porque yo no sé escribir más de tres freses seguidas coherentes, y eso no sin esfuerzo, ja, ja.
;-)

Anónimo dijo...

Beethoven es Dios. De hecho, mejor que Dios, que este sí que da miedo.
Otis