Como ya comenté hace un par de semanas en la primera entrega del periplo siciliano que difrutó el clan este verano, Sicilia es un
"greatest hits". Casi en cada esquina se oculta un paisaje natural abrumador, unas ruinas que rezuman historia o una playa coqueta en la que reposar del sol y de las caminatas con una de las mil variedades de helados (a las pruebas gráficas adjuntas me remito) que consumen los aborígenes del lugar como si los fueran a prohibir. Visitar Sicilia es asumir que, de un modo u otro, uno debe volver, para continuar la inacabable tarea de recorrerla y deleitarse con cada una de sus maravillas. De todas las cosas que uno debe asumir en la vida, sin duda, ésta no es de las peores.
Y una de sus maravillas, por supuesto, es el monumental volcán
Etna que domina la isla desde sus más de 3.000 metros de altura y que es parada obligada en cualquier viaje a Sicilia que se precie.
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¿Se lo imaginan echando lava como si no hubiera un mañana? |
Nunca había visitado un paisaje de esta índole (con las Islas Canarias al alcance de la mano, como quien dice. En fin) y, tal vez por eso, la excursión al volcán más animado de Europa (desde que ha empezado el siglo XXI, casi cada año, ha entrado en erupción, liándola parda en varias ocasiones.) me impacto profundamente. Se respira una calma tensa en sus arrasadas, aunque densamente pobladas, laderas y cuando uno sube en el teléferico (es caro a morir, pero merece la pena el desembolso) y contempla esas enormes extensiones huérfanas de vegetación y, si me apuran, de vida (insoportables mosquitos aparte), todavía respira tranquilo de pillar al gigante dormido y no ver en primera fila como derrama su ira calcinando todo a su paso. Si andan con fuerzas y les gusta subir por resbaladizas pendientes de más de noventa grados es posible acceder a algunos cráteres menores que aparecen espolvoreados por sus laderas. Yo casi muero en el intento, pero merece la pena.
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¿Ven ese punto amarillo en el fondo del cráter? Servidor. |
Otro momento que no deben perderse si visitan esta zona de Sicilia es la ineludible escapada a las
Islas Eolias, un archipiélago volcánico al nordeste y que cuenta entre otros alicientes con las famosas erupciones nocturnas del volcán Stromboli en la isla homónima. Nos fue imposible encajar la agenda para asistir a este espectáculo natural, pero a cambio pudimos descubrir
Vulcano y sus muy recomendables playas de arena negra. A pesar de ser una de las islas más grandes del archipiélago está escasamente poblada, de modo que uno llega a su embarcadero y parece llegar al set de rodaje de un capítulo de
"Perdidos". Creanme si les digo que bañarse en sus aguas cristalinas mientras uno contempla los vapores que emanan sin pausa del volcan que da nombre a la isla es una experiencia como pocas. Para los amantes de embadurnarse de potingues, es imprescindible acercarse al
Porto di Levante y chapotear en el barro que, la gente del lugar, califica de milagroso para las articulaciones. Dada mi excelente forma física y el envidiable estado de mis extremidades, unido al repelús que me dan este tipo de cosas, decliné cortésmente la oferta, pero dicho queda.
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Embarcadero de Vulcano. ¿Donde está Benjamin Linus? |
También nos dio tiempo a visitar
Catania y
Siracusa, con su famosa Oreja de Dionisio y su espectacular parque arqueológico, pero ambas ciudades las visitamos bajo un calor tan sofocante y a tal velocidad que mis recuerdos se nublan. No dejen de visitarlas, especialmente
Siracusa, pero háganlo sin prisa, en un día nublado o, al menos, con algo que les proteja del inclemente Astro Rey. Y por supuesto, sean tan turistas como yo y no olviden cumplir con la tradición de probar desde cualquier punto la inverosimil acústica de la Oreja de Dionisios. Se van a quedar como la cueva: de piedra.
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Oreja de Dionisio. Prohibido confesarse. |
Y dejo para el final, lo que, sin duda, ha sido el principal hallazgo de este viaje y que no es otra cosa que la maravillosa
Taormina. La ciudad está situada en los
alto de una cadena montañosa a la que solo se puede acceder por
vertigionoso teleférico o jugándose la vida caracoleando por su ladera
en una estrecha carretera atestada de sicilianos suicidas. Desde que se
la intuye majestuosa, con la bucólica
Isola Bella a sus pies, hasta que
se contempla el
Etna desde su teatro griego, que corona el punto más
alto de la ciudad, uno recorre sus escarpadas callejuelas sin salir de
su asombro, embrujado por el encanto de sus iglesias, la animación de
sus plazas abarrotadas de músicos y bailarines y sus espectaculares
vistas. Por cierto, ¿ven como soy un tipo con suerte? El teatro de
Taormina es centro operístico indiscutible de Sicilia. Pues bien, ¿a
que no saben qué opera estaban ensayando en el teatro cuando lo visité?
Sólo les digo que, como comenté al inicio de la primera parte de esta entrega de
"Volando voy", es una de mis operas
favoritas de todos los tiempos. ¿Tengo que decir que ese día compré un décimo de lotería?
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"Cavalleria Rusticana" en Sicilia... ¿alguien da más? |
No les voy a marear más con la conexión siciliana. Solo les digo que en pocos sitios es más fácil contentar a todos los miembros de un clan vacacional: tienen playa y montaña, cultura y esparcimiento, fenómenos naturales y fenómenos artísticos. Además come uno de maravilla por muy buen precio y el vino, sin ser excelente, entra fácil y relaja. La gente es atenta y divertida y si pueden sobrevivir a su infernal modo de conducir, tienen, a su vuelta, material para un par de entradas en sus bitácoras. No me dirán que no merece la pena la inversión.
2 comentarios:
Magnífica esta segunda entrega Tarquin. Después de leerla uno tiene la sensación de haber vivido el viaje como turista y, mejor aun, como protagonista de experiencias únicas, aquellas que se dan en muy pocos lugares.
Enhorabuena y saludos,
JdG
Me alegra que te haya gustado, Javier. Por circunstancias que no vienen al caso, voy a tener la posibilidad de viajar bastante a menudo, de modo que la sección no acaba aquí. Seguiremos informando.
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