Hace unos meses confesé en estas páginas ("Cada miércoles") mi insalubre adicción a la temporada 2008 del programa de Telecinco "Operación Triunfo". Dos fueron las razones que crearon tan extravagante vínculo.
La primera de ellas tenía forma de concursante y respondía al nombre de Virginia Maestro. Reservada, introvertida y dotada de un voz que gustará más o menos pero que, indudablemente, derrocha personalidad, tuvo que cargar toda la edición con la losa de no ser un "ruiseñor del andamio" sino una niña bien con tendencia al jazz y al blues y que actuaba poco para la galería. Justa ganadora del concurso, a pesar de todas las trabas que le fueron impuestas por no ser "clasificable" se ha convertido ahora en "Labuat" y bajo ese nombre ha firmado un disco homónimo que es a su vez, el mejor trabajo pop español que ha visto la luz en los últimos años. La segunda razón tenía forma de miembro del jurado y se hacía llamar Risto Mejide.
Risto es grosero, brutal, presuntuoso, provocador. Su apariencia física, con sus imposibles cazadoras de cuero, sus gafas malvas y la rapada testa brillando bajo los focos, son elementos que incitan a la violencia verbal y si me apuran hasta la física. Risto no respeta a nada y a nadie. En algún momento de su vida perdió la capacidad de tratar a los demás con tacto y cordialidad y aún no lo ha encontrado. Probablemente ni haya empezado a buscarlo. A Risto siempre le han perdido, en definitiva las formas. Lo llamativo, lo escandaloso lo que hacía mesarse los cabellos a los defensores de lo políticamente correcto, ha sido siempre el continente, el marco que rodea la pintura que dibujaba con sus latigazos verbales. Y es una pena que haya cargado las tintas en este aspecto, porque en el fondo, en el contenido real, es dificil quitarle la razón.
El prestigioso publicista catalán (no hay que olvidar que el muchacho ha sido director creativo de agencias de la talla de Bassat Ogilvy & Mather o Saatchi & Saatchi ) no ha hecho más que lanzar verdades como puños con cada veredicto escupido desde su cómoda poltrona actuando a la vez como juez y parte. Con cada directo al estómago del concursante ignorante de la desmesurada suerte que supone presentarse ante millones de espectadores cada semana sin tener que patear las discográficas con una triste maqueta bajo el brazo, Risto ha tejido su propia mortaja en un ejercicio de cinismo inigualable que ha concluido ayer con la expulsión del polémico personaje a tres galas de concluir la temporada y después de discutir con Jesús Vázquez por un "quítame allá ese orificio".
Con su salida del programa, Telecinco condena "Operación Triunfo" a morir (de aburrimiento) y acredita que, a pesar de los aires de renovación y pretendida modernidad que aparecen por doquier, a día de hoy es imposible presentar un mensaje novedoso en televisión, por muy brutal, descarnado o, posiblemenente, innecesario que sea. Aunque bien mirado, podría ser una estrategia preparatoria del desembarco de Christian Gálvez en la franquicia para próximas temporadas, con la reaparición estelar de Risto y sus "ristadas". Espero que sea por esto último, porque si la expulsión se ha producido por las cosas que Risto ha dicho en esta edición y en otras pasadas, es que estos tipos no saben con quién estaban tratando. Para bien y para mal.
La primera de ellas tenía forma de concursante y respondía al nombre de Virginia Maestro. Reservada, introvertida y dotada de un voz que gustará más o menos pero que, indudablemente, derrocha personalidad, tuvo que cargar toda la edición con la losa de no ser un "ruiseñor del andamio" sino una niña bien con tendencia al jazz y al blues y que actuaba poco para la galería. Justa ganadora del concurso, a pesar de todas las trabas que le fueron impuestas por no ser "clasificable" se ha convertido ahora en "Labuat" y bajo ese nombre ha firmado un disco homónimo que es a su vez, el mejor trabajo pop español que ha visto la luz en los últimos años. La segunda razón tenía forma de miembro del jurado y se hacía llamar Risto Mejide.
Risto es grosero, brutal, presuntuoso, provocador. Su apariencia física, con sus imposibles cazadoras de cuero, sus gafas malvas y la rapada testa brillando bajo los focos, son elementos que incitan a la violencia verbal y si me apuran hasta la física. Risto no respeta a nada y a nadie. En algún momento de su vida perdió la capacidad de tratar a los demás con tacto y cordialidad y aún no lo ha encontrado. Probablemente ni haya empezado a buscarlo. A Risto siempre le han perdido, en definitiva las formas. Lo llamativo, lo escandaloso lo que hacía mesarse los cabellos a los defensores de lo políticamente correcto, ha sido siempre el continente, el marco que rodea la pintura que dibujaba con sus latigazos verbales. Y es una pena que haya cargado las tintas en este aspecto, porque en el fondo, en el contenido real, es dificil quitarle la razón.
El prestigioso publicista catalán (no hay que olvidar que el muchacho ha sido director creativo de agencias de la talla de Bassat Ogilvy & Mather o Saatchi & Saatchi ) no ha hecho más que lanzar verdades como puños con cada veredicto escupido desde su cómoda poltrona actuando a la vez como juez y parte. Con cada directo al estómago del concursante ignorante de la desmesurada suerte que supone presentarse ante millones de espectadores cada semana sin tener que patear las discográficas con una triste maqueta bajo el brazo, Risto ha tejido su propia mortaja en un ejercicio de cinismo inigualable que ha concluido ayer con la expulsión del polémico personaje a tres galas de concluir la temporada y después de discutir con Jesús Vázquez por un "quítame allá ese orificio".
Con su salida del programa, Telecinco condena "Operación Triunfo" a morir (de aburrimiento) y acredita que, a pesar de los aires de renovación y pretendida modernidad que aparecen por doquier, a día de hoy es imposible presentar un mensaje novedoso en televisión, por muy brutal, descarnado o, posiblemenente, innecesario que sea. Aunque bien mirado, podría ser una estrategia preparatoria del desembarco de Christian Gálvez en la franquicia para próximas temporadas, con la reaparición estelar de Risto y sus "ristadas". Espero que sea por esto último, porque si la expulsión se ha producido por las cosas que Risto ha dicho en esta edición y en otras pasadas, es que estos tipos no saben con quién estaban tratando. Para bien y para mal.
7 comentarios:
Un personaje polémico, sin duda.
Hace siglos que no veo OT, pero reconozco que en más de una ocasión me he acercado a la tele cuando era él quien hablaba porque, gustara o no su estilo (crudo e hiriente), ponía los puntos sobre las íes a más de un niñato con ínfulas. Nunca le faltó razón, aunque las formas también importan.
A ver dónde reaparece.
Un beso, Tarquin.
¿Lo han echado? JOpé, no me entero de nada. ¿Qué dijo el muy bruto? ¿Y porqué no echan a Jesusito que es con diferencia el peor presentador del universo? Antipático, maleducado y encima se le notaba mil que no le molaba Virginia: Jesús: c.e.c.
Por cierto, más gordo es lo de Elías y el remedio para la homosexualidad, y telecinco seguro que recupera vídeos del personajillo.
También puede que sea una maniobra de marketing como cuenta mi buena amiga Ironcita http://ironcita.blogspot.com/2009/07/sobre-la-expulsion-de-risto-mejide.html
Saludos.
PD. Nunca me ha interesado OT (cada vez menos) y Risto siempre me ha caído como una patada en el cielo la boca, personajes como él son los que me quitan las ganas de ver la TV.
No sigo OT pero si APM? (la más recomendable y desternillante macedonia catódica en TV3) y por tanto sigo regularmente las polémicas entre los jilgueros enjaulados y el gran inquisidor.La última que comentas acerca de los orificios de los académicos de tres al cuarto me pareció premeditadamente amplificada por el metrosexual presentador, tomándola como afrenta por su orientación sexual (como si los heterosexuales los tuviéramos sellados a cal y canto),en fin: que tengo la sospecha que se trata de otra estratagema viral, corroborando además que en este país somos de gatillo fácil a la hora de llamarnos a agravio.
En el mismo sketch mientras uno habla de boquetes el otro lo manda a la mierda,yo particularmente entre el cinismo y el insulto siempre preferiré lo primero porque los improperios carecen siempre de argumentos y la desfachatez puede llevar el zurrón lleno.
Veo a Risto como digno sucesor de los clásicos cínicos,salvando las distancias.Estoy seguro que Diógenes, que entraba en el ágora repartiendo codazos, estaría encantado con él.
¿Pero quién es este señor?¿Sigue operación disgusto? joe yo creí que eso se había terminado ya...
Qué nooo homme que algo sé, vivo lejos pero me entero un poco. No me interesa nada ni este programa ni Telecirco. La chica que nombras intenté escuchar algo y me quedé dormida.
Na, para gusto los colores.
Saludos
No ha tardado mucho el chico en abandonar el paro, Faría. Ya hablan acerca de un programa en la misma cadena con el horterísima nombre de "Palabra de Risto". Otro beso para ti, guapetona.
Antes, me gustaba, Cosmic, pero desde que se le ha roto definitivamente el depósito del aceite y anda de de "gay concienciado" por la vida, me obtura un poco.
Lo de "maniobra de marketing", Antonio cobra más fuerza cada día. Creo que Ironcita lleva toda la razón.
"Yo particularmente entre el cinismo y el insulto siempre preferiré lo primero porque los improperios carecen siempre de argumentos y la desfachatez puede llevar el zurrón lleno" ¿No tendrás un marco a mano para esta frase, Monca? Inapelable.
¿Te quedaste dormida con mi amiga Labuat, Nona? Sin duda, la elección de los singles la ha realizado su peor enemigo,pero el disco me parece excelente. Como bien dices, para gustos.....
No he visto OT desde hace mucho tiempo. Pero las pocas veces que, por zappiung, me he quedado unos minutos en este programa, he comprobado la baja calidad del mismo, los triunfitos ya son menos que eso. No tienen calidad de voz como ocurrió en la primera edición. Y creo que un personaje siniestro y bocazas como el Risto hace falta en estos concursos. No todo debe ser caramelo y limon. Hay acíbar y hiel en la vida. Pero ellos no lo saben y se esconden en su ambición de ser triunfos internacionales en el mañana. La ambición es buena, pero el reslismo también. Y los Pepitos Grillos nunca vienen mal...
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