De seguir al mismo ritmo este oscuro y tristón ejercicio que llevamos, para finales de año, de mi panteón de divinidades y admirados varios no va a quedar ni rastro y me voy a ver obligado a tener que colgarle un cartel de "en venta" muy similar al que se balancea desde hace meses en los balcones de miles de pisos de nuestro país: Benedetti, Vicente Ferrer, Bea Arthur, Michael Jackson . Por si no teníamos bastantes cadáveres ilustres hace apenas un par de días, el nonagenario Karl Malden también ha iniciado el camino hacia el más allá. Y apenas llevamos medio año.
Posiblemente como consecuencia de su extraordinario parecido con mi abuelo materno (estatura aparte) siempre sentí hacia este grandullón de estrafalaria nariz (fruto de los intensos y belicosos partidos de baloncesto que disputaba en su adolescencia) un aprecio y cariño especiales, a pesar de no caracterizarse por interpretar personajes especialmente afables y encantadores. Recuerdo que la primera vez que vi a Malden, fue dando la réplica como implacable y tenaz director de una penitenciaría a un extraordinario Burt Láncaster en esa maravilla que rodó John Frankenheime en 1962 y que lleva por nombre el de "El hombre de Alcatraz". Resultaba inquietante y temible, pero, a la vez, cándido y de buena madera, un hombre de una pieza, capaz de todo en según que circunstancias. Como mi abuelo.
Lo mejor de si mismo lo dio junto a otro genial narizotas, Elia Kazan, que lo enfrentó en dos ocasiones con esa bestia escénica que fue Marlon Brando y salió victorioso, bordando sus papeles en "Un tranvía llamado deseo" y "La conspiración del silencio". Tan intenso y creíble, tan sensible y elegante estuvo en la primera que la Academia no pudo sino rendirse a su categoría y entregarle un merecido premio por su creación del sufrido Mitch que antes de que plasmara Kazan en imágenes ya imaginara Tenesee Williams en su original teatral. Luego vendría "Baby Doll", "La conquista del Oeste", "Patton" y como ocurre con tantas estrellas, el olvido. La televisión lo recupero transitoriamente gracias a la serie "Las calles de San Francisco", que rodó a principios de los setenta y en los que "el narizotas", como lo llamaba mi abuela, andaba como pez en el agua en su papel de veterano detective y obstinado mentor de un novato oficial de policía con los rasgos barbilampiños de Michael Douglas.
Ayer en una viñeta que publicaba "El Mundo" se le veía a las puertas del cielo mientras era anunciado como "el actor de la nariz grande". "Es lo que tiene ser un secundario", suspiraba, "que, al final, nadie recuerda tu nombre". Puede ser, pero que no recuerden tu nombre no implica que no le recuerden a uno o que no le identifiquen sin sombra de duda entre un millón de personas. Ya quisieran muchos nombres disfrutar de eso. Karl Malden, sin duda, lo hizo. Y durante casi cien años, nada menos. Siendo así, ¿quién necesita realmente un nombre?.
7 comentarios:
A mi me recordaba a un tío mío que también falleció recientemente...un gran actor, un secundario de esos que siempre, siempre cumplen...curioso mundo el de los secundarios ¿verdad?
Desde mi punto de vista en las películas siempre son aquellos que dotan de realidad al film
Es curioso, el que les habla es alguien que de cine sabe lo justo, es decir, nada. Por eso los comentarios de cine de Mr. Winot los suelo obviar. Sin embargo, la muerte de este actor, del que efectivamente jamás supe su nombre, me incita a divagar sobre los genuinos secundarios. Y a veces siento que actores y actrices tan grandes sean recordados como grandes secundarios sólo porque alguien decidió en su momento que así debía ser. A mi este actor siempreme gustó. Creo que es un grande, alguien que te enseña que hasta para ser un secundario hay que ser un buen profesional. "La ley del silencio" me pareción genial y "Las calles de San Francisco" fue una serie que siempre me gustó.
Como dice "Verbal" Kint, curioso el mundo de los secundarios.
Sin ellos faltaría un escalón en la arquitectura del cine.
Por cierto, sigo sin acordarme del nombre del actor que nos ocupa. Una pena.
Buena reflexión final, curioso el papel fundamental de los secundarios, como se ha dicho en comentarios anteriores.
¡Saludos!
Otra gran perdida, esta vez del ramo cinematografico, aunque a los fans multidisciplinares llevamos un año malo, malo..
Es curioso cuando en un partido de futbol marca el delantero se va corriendo a celebrarlo y siempre me he dicho: "Donde ira el idiota este, en vez de ir a abrazar al que le ha dado el pase.."
Un poco es eso lo que pasa en el cine. La gente recuerda a Jack Nicholson, Julia Roberts, Al Pacino, Brad Pitt, o Leonardo DiCaprio, todos grandes actores pero la "chicha" de la pelicula esta en Gary Oldman, Gene Hackman, Steve Buscemi, Kevin Spacey, Marcia Gay Harden, Richard Jenkins, Marisa Tomei, Robert Duval, Jennifer Connelly, Cate Blanchett o Christopher Walken, por citar solo a algunos de los se empeñan en permanecer con vida.
Lamentablemente a todos no llega el fin, pero en el caso de Karl Malden disponemos de sus films para seguir disfrutandole.
Pd.- Mi abuelo era clavado a John Wayne, y de niño pensaba que eran la misma persona!
Completamente de acuerdo. Angel. Los principales son, obviamente, el plato fuerte del banquete, pero no tendrían tan buen sabor sin el concurso de los secundarios.
Karl Malden, mi querido Brujo. He revisado el texto por si con la emoción se me había escapado mentarlo y, aunque no sé si los tiros del comentario van por esos derroteros, he metido un par de modificaciones para que quede clara la identidad del homenajeado.
Bienvenido, Mike. Salvo error u omisión, creo que es la primera vez que dejas tu impronta. Espero que no sea la última.
El símil futbolístico creo que es perfecto, Profe. Todo un acierto.
Mi favorita: Patton. Perfecto amigo equilibrado del general. Peliculón.
Yo soy más del Mitch de "Un tranvía...", pero, sin duda, Reguera, en "Patton" se sale del marco.
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