
martes, 25 de septiembre de 2007
Alquimia

viernes, 21 de septiembre de 2007
El juicio del siglo

Toda la historia es, por supuesto, un despropósito ilimitado que únicamente puede producirse en un país como los Estados Unidos, donde, efectivamente y como ya se sabía antes de que Morgan de los Alpes montara este circo, puede caer una demanda contra cualquiera y por cualquier motivo. En Estados Unidos, existe un abogado por cada 300 personas y la demanda indiscriminada es, junto al béisbol, el deporte nacional. Desde las multinacionales hasta el vecino de enfrente. Todos pueden, de repente, encontrarse frente a un tribunal por realizar determinadas prácticas sexuales en su propia casa o por servir el café demasiado caliente. Y muchas, hasta las más absurdas como ésta, son tramitadas e, incluso, en ocasiones, triunfan, haciendo bueno aquel dicho en virtud del cual cuanto mayor es el número de abogados menor es la importancia de la justicia.
Sin embargo, sería injusto no reconocer al senador que la idea que plantea es, cuanto menos, interesante. Suponiendo que exista y que no sea, como dice Feuerbach, una creación del hombre a su imagen y semejanza, si fuera posible llevar a Dios a juicio, ¿sería declarado inocente? Indudablemente y de manera prevía, debería acreditarse que ha realizado actos delictivos, bien de manera directa, bien mediante inducción, pero, en mi opinión y únicamente echando un vistazo a la mitología bíblica o a hechos históricos pretéritos y actuales, eso, no sería problema. Pueden contarse por millones los hombres y mujeres que han muerto por su acto directo, en su nombre o a manos de quienes lo ostentan. El escritor británico C.S. Lewis, católico fervoroso, llegó a escribir que, "por sus actos, Dios puede pasar por "un sádico del cosmos que nos golpea en la única vida que conocemos hasta grados inimaginables. ". Hijos, parientes, civilizaciones enteras arrasadas por un quítame allá ese becerro de oro o esa media luna. Sin dudar ni un minuto y sin apelación posible.
Si dejamos a un lado el dolor y el sufrimiento físico y nos centramos en el espiritual y subjetivo, Dios tampoco sale muy bien parado. Y no sólo por ese conformismo vital basado en el más allá que ha sido predicado desde siempre, dando lugar a un efecto placebo cuya base argumental es un castillo de naipes, sino al destierro al que ha condenado a la razón con ese curioso invento de la fe. Apoyándose en ella, es posible aceptar todo y en consecuencia, es estéril quejarse. Y no sólo porque lo ocurrido es irreversible sino porque, además, no tienes la capacidad de acercarte siquiera a comprenderlo. Dicen que los caminos del Señor son inescrutables y, por consiguiente, incomprensibles por nosotros, pero somos precisamente nosotros los que deambulamos por ellos. No estaría de más el saber por donde vamos.
Desde mi punto de vista, no son, en consecuencia, pocos los hechos que podrían imputársele y no me parece que ese hipotético juicio fuera a ser un camino de rosas para Él. Son demasiadas cosas, demasiadas injusticias y golpes de efectos vacíos de contenido los cometidos desde el principio de los tiempos. Sin duda, éste sí que sería el juicio del siglo y no el de O.J. Simpson. Lo malo es que al igual que ocurrió en el de este último, al final y a pesar de las pruebas en su contra, lo salvarían sus abogados. Como llevan siglos haciendo.
domingo, 16 de septiembre de 2007
Imaginemos

jueves, 13 de septiembre de 2007
Otom al ata oít im

Algo similar ocurre en ocasiones con los directores de algunas películas: te venden como "manifestación artística de carácter cinemátografico" lo que no es más que basura putrefacta. Sin ir más lejos, "Irreversible", lo que el director argentino Gaspar Noé filmó en Francia en 2002 y que yo he tenido la desdicha de ver hace unos días es un claro ejemplo de esta afirmación. En muy pocas ocasiones he podido encontrar algo tan estúpido, pedante, amanerado, repulsivo, amoral e imbécil en una pantalla de cine como lo que se muestra en esta nauseabunda sucesión de imágenes.
Voy a intentar explicarme. "Mi tío ata la moto" es una frase simple y estúpida. Y lo sigue siendo aunque la escribamos al reves, en mayúsculas o cambiando anarquicamente el orden de las letras. De donde no hay, nada puede salir por mucho que se quiera intentarlo. Al argumento de esta sucesión esquizofrénica de imágenes no puede dársele mayor profundidad que a las aventuras de mi tío con su moto: una joven (Monica Belluci) es violada en una calle de París a la salida de una fiesta y su novio (Vincent Casell) junto a la antigua pareja de aquélla (Albert Dupontel) intentan localizar al culpable y vengarse. Punto.
En "Irreversible" todo es un horror bíblico. Desde sus aparatosos títulos de crédito hasta la insoportablemente babosa y relamida secuencia final. Las carencias artísticas y técnicas del amigo de Perogrullo son insondables. Todo está espantosamente planificado (la primera secuencia en el hotel, con movimientos de cámara copiados del "Caiga quien Caiga" es antológica), mal iluminado (cortesía del propio Noé), horriblemente interpretado (sobre todo Cassel, histérico, sobreactuado, incluso cuando no tiene el menor motivo para estar nervioso o enfadado) con unos diálogos ampulosos, llenos de pretensiones y con menos enjundia que los de Gloria Fuertes en una tarde de resaca (indescriptibles la payasadas que se dicen unos a otros en la soporífera e innecesaria secuencia en el metro entre los tres protagonistas).
Noé, a pesar de pretender impactar en todo momento con sus idioteces de cuarta regional, siempre opta por lo fácil a pesar de sus aires de cineasta rompedor e iconoclasta. En su película, siempre parece tener dos caminos y ante la senda de la sugerencia, requiebra con mucho artificio y se lanza a caballo desbocado por la senda de lo gráfico. Obviando la elegancia de la elipsis, Noé lo muestra todo y sin ahorrar detalles. La secuencia de la violación o el momento en el club nocturno son de una crudeza sin igual, pero su efecto es como el de los huevos podridos en la nevera. Al abrirla, el olor te envuelve y la arcada asoma. Cuando se cierra, el aroma puede durar unos segundos, pero se olvida enseguida. Como le pasa a este pésima y presuntuosa pélicula sin el menor atractivo. Quedan advertidos.
sábado, 8 de septiembre de 2007
Ni sexo ni violencia

jueves, 6 de septiembre de 2007
Nessun dorma
