1.- Es difícil encontrar una película tan larga que se haga tan corta: Ciento cincuenta minutos (segundo más o menos) que se pasan en un pestañeo es el tiempo que utiliza el realizador coreano Kim-Ji-woon para dar forma a "I saw the devil", una batalla a muerte entre Kyung-chul, un inhumano asesino, y Soo-hyun el prometido de una de sus víctimas. No hay respiro. La mecha se enciende en la nieve y explota en una perdida carretera por la que alguien avanza sin poder contener el llanto. Entre ambos momentos, se desarrolla una montaña rusa con una media hora final sólo apta para espectadores sin problemas cardiovasculares.
2.- La temática vengativa, que tiene un perverso, pero innegable encanto: El ajuste de cuentas debe ser deporte nacional en Corea, contándose por docenas las cintas que llegan desde el país asiático con la ley del Talión como hilo conductor. "I saw the devil" es la cumbre absoluta de este cine extremo y retorcido con el ojo por ojo como ingrediente fundamental. Tras asistir a las atroces imágenes y los enfermizos giros de guión de la cinta de Kim-Ji-woon y a la luz de otras películas nacidas en idénticas latitudes que han pasado por mis retinas, me inquieta profundamente la estabilidad mental de los cineastas que de allí surgen.
3.- Choi Min-sik vuelve a demostrar que es uno de los grandes: Tras su extraordinaria interpretación en "Old boy", el actor coreano riza el rizo con su composición de Kyung-chul, uno de los personajes más odiosos, perversos y despreciables que el cine moderno ha tenido el arrojo de mostrar en una pantalla de cine. De un estúpido paleto amante de los objetos contundentes a un sicópata superdotado, de provocar una nausea matizada por los acontecimientos que lo mandan al hospital, a sanguinaria bestia por la que es imposible sentir compasión alguna. La intensidad interpretativa del actor coreano es tan enorme (atención a la secuencia en el invernadero) que, a su lado, el resto del reparto queda en sombras, incluida su némesis a quien da vida un hierático Lee Byung-hun en su tercera colaboración con el director coreano tras "El bueno, el malo y el raro" y la muy recomendable "Bittersweet life".
4.- Las secuencias de acción son de lo mejor de los últimos años: Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, no creo desvelar misterio alguno si adelanto que en "I saw the devil" hay acción a raudales. De hecho, a pesar de su interesante discurso moral (¿debe un hombre convertirse en un monstruo para dar caza a otro monstruo?) los diálogos son escasos y salvo un par de excepciones (la última conversación entre los contendientes y la secuencia en la cabaña entre Kyung-chul y un grupo de amigos), poco enjundiosos. Entre medias, el director coreano da una magistral sobre como rodar peleas, persecuciones y tiroteos sin necesidad de utilizar ángulos imposibles, música ensordecedora o planos de un segundo. Gente como Marc Foster, Jon Favreau o Sam Raimi deberían ver un par de veces la ya mencionada pelea en el invernadero o la secuencia en la clínica donde Kyung-chul se recupera de sus heridas, antes de volver a ponerse detrás de una cámara.
5.- No es apta para todos los públicos: Hay gente para todo. Y que algunas de las salvajadas más impactantes que un servidor ha contemplado en una pantalla tengan lugar en esta cinta, sin duda, puede ser una buena razón para algunos para acercarse a esta película. Secuencias como la que acontece en el interior de un taxi (asombrosa la capacidad de Kim-Ji-woon para convertir el interior del vehículo en una olla a presión) o el encuentro en el hospital entre Soo-hyun y uno de los despreciables amigotes de Kyung-chul son de las que hielan la sangre. Al mostrar algunas de ellas fuera de campo (estremecedor el uso del sonido en las secuencias que se desarrollan en la guarida de Kyung-chul) y otras con todo lujo de detalles, el espectador se ve imposibilitado para despegarse de un buen cojín al que agarrarse, incapaz de saber si lo que viene a continuación es una elegante elipsis o un aterrador primer plano.
2.- La temática vengativa, que tiene un perverso, pero innegable encanto: El ajuste de cuentas debe ser deporte nacional en Corea, contándose por docenas las cintas que llegan desde el país asiático con la ley del Talión como hilo conductor. "I saw the devil" es la cumbre absoluta de este cine extremo y retorcido con el ojo por ojo como ingrediente fundamental. Tras asistir a las atroces imágenes y los enfermizos giros de guión de la cinta de Kim-Ji-woon y a la luz de otras películas nacidas en idénticas latitudes que han pasado por mis retinas, me inquieta profundamente la estabilidad mental de los cineastas que de allí surgen.
3.- Choi Min-sik vuelve a demostrar que es uno de los grandes: Tras su extraordinaria interpretación en "Old boy", el actor coreano riza el rizo con su composición de Kyung-chul, uno de los personajes más odiosos, perversos y despreciables que el cine moderno ha tenido el arrojo de mostrar en una pantalla de cine. De un estúpido paleto amante de los objetos contundentes a un sicópata superdotado, de provocar una nausea matizada por los acontecimientos que lo mandan al hospital, a sanguinaria bestia por la que es imposible sentir compasión alguna. La intensidad interpretativa del actor coreano es tan enorme (atención a la secuencia en el invernadero) que, a su lado, el resto del reparto queda en sombras, incluida su némesis a quien da vida un hierático Lee Byung-hun en su tercera colaboración con el director coreano tras "El bueno, el malo y el raro" y la muy recomendable "Bittersweet life".
4.- Las secuencias de acción son de lo mejor de los últimos años: Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, no creo desvelar misterio alguno si adelanto que en "I saw the devil" hay acción a raudales. De hecho, a pesar de su interesante discurso moral (¿debe un hombre convertirse en un monstruo para dar caza a otro monstruo?) los diálogos son escasos y salvo un par de excepciones (la última conversación entre los contendientes y la secuencia en la cabaña entre Kyung-chul y un grupo de amigos), poco enjundiosos. Entre medias, el director coreano da una magistral sobre como rodar peleas, persecuciones y tiroteos sin necesidad de utilizar ángulos imposibles, música ensordecedora o planos de un segundo. Gente como Marc Foster, Jon Favreau o Sam Raimi deberían ver un par de veces la ya mencionada pelea en el invernadero o la secuencia en la clínica donde Kyung-chul se recupera de sus heridas, antes de volver a ponerse detrás de una cámara.
5.- No es apta para todos los públicos: Hay gente para todo. Y que algunas de las salvajadas más impactantes que un servidor ha contemplado en una pantalla tengan lugar en esta cinta, sin duda, puede ser una buena razón para algunos para acercarse a esta película. Secuencias como la que acontece en el interior de un taxi (asombrosa la capacidad de Kim-Ji-woon para convertir el interior del vehículo en una olla a presión) o el encuentro en el hospital entre Soo-hyun y uno de los despreciables amigotes de Kyung-chul son de las que hielan la sangre. Al mostrar algunas de ellas fuera de campo (estremecedor el uso del sonido en las secuencias que se desarrollan en la guarida de Kyung-chul) y otras con todo lujo de detalles, el espectador se ve imposibilitado para despegarse de un buen cojín al que agarrarse, incapaz de saber si lo que viene a continuación es una elegante elipsis o un aterrador primer plano.
3 comentarios:
"El ajuste de cuentas debe ser deporta nacional en Corea" jajaja, desde luego!. Es una peli magnífica, una de mis mejores de 2010. A mí me inquieta más que esa inestabilidad mental de los coreanos no se contagie un poquito al cine de hollywood, que falta les hace. Es un poco gore, sí. Y desde luego me gusta más que Old boy.
Tal vez, Mr. Lombreeze, la historia de "Old Boy" sea más imaginativa y original (también más difícil de creer, todo sea dicho), pero estoy completamente de acuerdo en que,"I saw the devil" la supera con holgura.
El disfrute está asegurado, Azid. Espero con ansia los comentarios. Un abrazo, compañero.
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