miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuchillos atómicos


En casa hemos decidido dejar de utilizar cuchillos. Reconocemos su utilidad y la facilidad con la que ciertas tareas que serían desquiciantes se convierten en sencillas gracias a su intervención. Provoca cierto vértigo pensar en cómo vamos ahora a pelar la fruta, cortar los filetes o rebanar el pan, pero, la decisión está tomada y no hay marcha atrás en este proceso.

Quiero dejar claro que siempre hemos sido conscientes del peligro que supone su uso. A pesar de su incuestionable utilidad y del impagable servicio que sus filosas hojas nos han proporcionado a lo largo de nuestra vida, no hay duda de que de no mediar una máxima concentración y unas estrictas medidas de seguridad, es muy posible que el filo amigo termine traspasando la blanda carne de quien lo empuña.

Cada incidente, cada error de cálculo, nos ha llevado a analizar con el mayor detalle las circunstancias que han rodeado cada caso concreto y fijar los parámetros para que no vuelva a suceder, perfeccionado simultaneamente los protocolos de actuación. Así, hemos pasado de utilizarlos con las manos desnudas a implantar el uso obligatorio de guantes de malla metálica . La placa que recubre el cajón donde se guardan normalmente tiene ahora un cierre de seguridad adicional y desde hace unos meses, fundas de plástico reforzado recubren sus hojas, evitando así los cortes accidentales que la limpieza de sus mangos puede provocar.

Pero hace unos días, el pasado 11 de marzo, para ser exactos, los acontecimientos han demostrado la ineficiencia de estas medidas y todos los planes de acción se han convertido en comida para perros: la mesa donde cortaba el bizcocho para el desayuno, una mesa de roble macizo que lleva en mi familia varias generaciones cedió por alguna extraña razón, partiéndose en dos y provocando, además de un profundo corte sanguinolento, un cataclismo de proporciones faraónicas en el que todo cuanto había sobre la mesa quedo reducido a escombros.

Sé que es muy posible que nada de esto vuelva a ocurrir o que, probablemente, la mesa hubiera quebrado en cualquier otro momento y por cualquier otra circunstancia. Pero el golpe ha sido duro, devastador; tardaremos mucho tiempo en recomponer el cenagal que el incidente ha provocado, pero es preciso encontrar algo o alguien a quien culpar, un argumento para no admitir que todo lo que esta sujeto es susceptible de derrumbarse y que, por definición, vivimos en precario, a expensas de una espantosa casualidad que nos mande a todos a la tumba. Sayonara.

8 comentarios:

Míchel dijo...

¡Cuidado! Dicen por ahí que la ironía no está hecha para internet.
Un saludo.

moncabanas dijo...

¡Magistral, Mr.Winot, volvamos a la edad de piedra en aras de la seguridad!

Tarquin Winot dijo...

En estos tiempos tan correctísimos que vivimos, Michel, yo creo que la ironía no está bien vista en ningún canal de comunicación. Hagamos campaña a su favor, que se lo merece.

Cada día tengo más claro que la "seguridad" es el nuevo becerro de oro, Monca. Gracias por el adjetivo, que me ha hecho hincharme como un globo.

Anónimo dijo...

Puag!!! Es lo que pienso sobre como ha tratado ud. este tema.
Qué fácil es hablar cuando la gente muere en la otra parte del mundo.

Bakarne dijo...

Por cierto, el anterior post no era de anónimo sino de Bakarne.
(Fe de erratas)

Tarquin Winot dijo...

Pues la verdad, Bakarne, es que si interpretas el texto como una burla o un menosprecio a la tragedia que viven en Japón y no como un reproche al integrismo antinuclear que ha generado el terremoto, va a tener razón Michel cuando dice que la ironía no es para Internet.

Bakarne dijo...

Debo reconocer que no estoy demasiado orgulloso de la respuesta que di. Últimamante me muevo por impulsos y en ese momento fue eso lo que me vino a la mente y así lo vomité.
Vamos a ver, la ironía está bien pero creo que ironizar en la situación actual de Japón me parece una frivolidad innecesaria.
Respecto a la energía nuclear no tengo muy claro mi tendencia. Como químico y profesor algo se del tema, aunque muy poco. Sólo dos o tres conceptos teóricos que poca luz pueden dar al tema. Lo que sí sé es que los residuos radiactivos que se generan están muchos (cientos incluso miles) generando radiactividad. Pero a mi lo que más miedo me da es la desinformación. De toda la vida se han escondido los desastres nucleares. (Los rusos no dijeron nada de Chernovil hasta que no fue obvio). Las fugas mínimas del primer día en Japón han dado paso a un desastre que ya se puede catalogar como el 2º más grave en el mundo nuclear. Personalmente no me creo nada de lo que dicen, ni en este desastre ni en nigún otro. Porque en cualquier otro desastre sólo tenemos que llorar a los muertos del momento pero en un desastre nuclear los muertos del momento pueden ser incluso los que menos sean llorados.
Y perdón por meterme en su blog como un elefante en una cacharrería.

Tarquin Winot dijo...

Usted puede meterse en mi blog como le plazca, amigo Bakarne, que para algo es usted uno de sus comentaristas más agudos y persistentes.

Insisto en que la entrada ataca a quienes aprovechan la tragedia para fulminar una energía que, con sus peligros, es potente, barata y razonablemente segura. En ningún momento se toma a pitorreo la catástrofe que allí se vive.

Dice hoy Sánchez Dragó que cerrar nucleares por la situación generada en el país nipón es como dejar de construir rascacielos por si los tumba Bin Laden. Creo que ambos intentamos decir lo mismo: uno con cuchillos y otro con edificios.