miércoles, 20 de febrero de 2013

Jazz me vale: Miles Davis

En el mundo del rock y del pop y, si me apuran, en el de la música clásica, es difícil encontrar coincidencias a la hora de recomendar un disco de iniciación, un primer paso firme para adentrarse en el bosque. Me atrevería a decir que hay tantos primeros escalones como escaleras.

Curiosamente, en el mundo del jazz, no se da esa divergencia y, salvo contadísimas excepciones, todos los entendidos reman en la misma dirección a la hora de recomendar "A kind of blue", de Miles Davis como el punto alfa del que partir para adentrase en el género. Teniendo en cuenta que, por supuesto, la tan recomendada obra se encuentra incluida en mis Sagradas Escrituras (para los menos habituales, les recomiendo pasarse por aquí, para saber de qué estoy hablando), no les voy a descubrir un secreto si les confieso que esta ha sido mi primera asignatura en el doctorado jazzistico que he empezado a cursar este ejercicio.

Mi equipaje es magro a estas alturas del viaje, magrísimo, de hecho, hay un solo bocadillo en mi mochila. Sin embargo, creo que a pesar de mi inexperiencia o, tal vez, precisamente gracias a ella, no seré yo el que rompa la cadena y desde ya mismo, les puedo confirmar que es un disco perfecto para empezar en este mundo. De hecho, estoy, tras más de una docena de escuchas, en condiciones de decir que, "A kind of blue" tal vez sea uno de los mejores discos de todos los tiempos.

 

En diez horas, repartidas en dos sesiones (2 de marzo y 22 de abril de 1959) Bill Evans, John Coltrane, Julian Adderly, James Cobb, Win Kelly, Paul Chambers y, por supuesto, el propio Miles Davis, revolucionaron la historia de la música en general y del jazz en particular. En este sentido, me pierdo en los tecnicismos y no entiendo que quieren decir los entendidos cuando destacan que "el álbum estuvo basado en formas modales, que permitían amplias posibilidades de tránsito por escalas a partir de alguna nota predeterminada en lugar de la secuencia lineal de acordes que desarrollaba el jazz hasta entonces".Por lo que a mi respecta, sólo puedo decir que cada uno de los cinco temas que componen el álbum son memorables y que su escucha- reconozco que en inmejorables condiciones, sin herederas en casa, en penumbra, con los pies sobre la mesa y una copa de vino e ininterrumpidamente- ha supuesto para mi una epifanía en toda regla.

Me resulta inconcebible que con cuatro pinceladas anotadas en un papel y un par de indicaciones, el señor Davis y su increíble grupo de músicos fueran capaces de recrear sin perder su naturaleza el alma del flamenco en la racial "Flamenco Sketches" o que pudieran crear un ritmo tan hipnótico como el de "All blues" y aguantarlo durante casi doce minutos sin dejar de enriquecerlo. Parece increíble que la infinita tristeza que se desprende de "So what" sea una melodía tan perfecta que haya dado pie a versiones- algunas podríamos decir que perpetradas, más que interpretadas-  de todo tipo sin perder su magia y, cuesta creer que los polifónicos casi diez minutos de "Freddie Freeloader" se grabaran de un tirón y en una única toma de sonido. ¿Y que puedo decir de "Blue in green"? Pues sencillamente, que es una de los temas más estremecedores de la historia de la música, de una belleza casi dolorosa y que uno no sale indemne de su escucha.

Dicen que una emperifollada dama capitolina, inconsciente de con quien estaba hablando, pregunto a Miles Davis por las razones que le avalaban para acudir a una recepción dada por el presidente Ronald Reagan. "Bueno"- respondió- "he cambiado el rumbo de la música cinco o seis veces. Ahora, dígame: ¿qué ha hecho usted de importancia, aparte de ser blanca?". Sin duda, una de esas veces el gran Miles Davis lo consiguió con "A kind of blue".

2 comentarios:

Sr.ConBoina dijo...

Un disco muy bueno, sí señor. Y escucharlo como usted lo ha hecho, pues mejor que mejor. Mi humilde recomendación para su doctorado jazzístico: "The black saint & the sinner lady" de Charles Mingus.
Saludos

Tarquin Winot dijo...

Creo que en mi colección hay otro del señor Mingus, amigo Conboina, pero apunto, por supuesto, su recomendación. Ya le iré contando. Bienvenido al ladrillo, por cierto, espero verle a menudo por estos lares.