jueves, 24 de mayo de 2007

Polos opuestos


En 1971, se estrenó la película norteamericana "Harold y Maude" de Hal Asby. Y menos mal que lo hizo en esas fechas; hoy en día, una película tan marciana y atrevida como ésta, sencillamente no hubiera podido rodarse. Pero entonces corrían otros tiempos y la mismísima Paramount puso el dinero para que se rodara esta cinta imprescindible que, tras varios intentos fallidos he podido localizar recientemente.

Harold es joven y adinerado. Vive con su madre en una enorme mansión y pasa la mayor parte de su tiempo asistiendo a entierros (a los que acude conduciendo su propio coche fúnebre) y escenificando los más variopintos sistemas de suicidio. Con semejantes aficiones, no es de extrañar que su madre (impagable Vivian Pickles) intente reconducir la vida de su hijo hacia otro tipo de diversiones más acordes con su edad y con su condición de ser vivo. Su primera medida es intentar encontrar a la mujer adecuada y para ello, concierta varias entrevistas con otras tantas jovencitas, a las que Harold somete a todo tipo de bromas macabras y sangrientas. Ni los sicólogos, ni los sacerdotes, ni los militares (tronchante el tío Víctor, oficial manco que fue "mano derecha del general Mc Arthur") logran sacar a Harold de su mundo, tan frío y triste como esa inmensa casa en la que vive y en la que nunca parece escucharse ruido alguno.

Maude, por su parte, es el polo opuesto. Octogenaria, vivaz, anarquista, creativa y excéntrica, su mundo es la otra cara de la moneda. Adora cantar y bailar, gusta de disfrutar de la vida con los cinco sentidos (incluido el del olfato, para el que inventa el increible odorífico que recrea el olor del roastbeef, el de los libros viejos y el de las granjas mejicanas...entre otros). Para Maude, no existen las leyes (imprescindible la secuencia en el puente con el policia motorizado), lo único importante es la vida, la naturaleza, comunicarse con ella en todos los niveles.

Que esta increible historia de amor resulte mil veces más creible que cualquiera de las que se ven en las comedias románticas que se estrenan ahora, es sólo uno de los méritos de esta espléndida película. Han pasado más de treinta años desde que se estrenó y, por supuesto, eso se nota en algunos mensajes un poco trasnochados, típicos de los setenta, pero es difícil encontrar hoy en día, películas tan vitales y atrevidas como ésta. Su negrísimo sentido del humor (memorable la secuencia del suicidio en la piscina), la magnífica fotografía, los actores (todos, sin excepción), la banda sonora de Cat Stevens, todo es redondo en esta pequeña joya. Merece la pena.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues le agradezco la recomendación, voy a ver si me la consigo en el Amazon, a mí es que el sentido del humor negro, me pone, oiga, me pone.

JM

Anónimo dijo...

Y, ¿qué me dices de esa mirada a cámara con esa sonrisa de Monalisa?, ¿eh?

Tarquin Winot dijo...

Impagable. Lo cierto es que esta película gana con el tiempo. Ahora mismo me estoy acordando de otro momento memorable como es la segunda entrevista con las candidatas a "novia oficial". Momento redondo.

Anónimo dijo...

Pues como siga usted recordando escenas, me ahorro la película, oiga.

JM