Tras la espantosa experiencia que supuso asistir a la representación de la ópera "El viaje a Simorgh", el bodrio sin paliativos que programó el Teatro Real hace unas semanas y de la que ya di buena cuenta aquí, vuelve a Madrid la música de verdad con el estreno de "Il trovatore", de Giuseppe Verdi.
Amantes de la música concreta, enemigos de la armonía, detractores de las tonalidades y la melodía, cantamañanas en general, nada de lo que presenta esta obra, podrá interesaros. Aquí no hay música fluida, ni del aire ni demás zarandajas. Aquí lo que hay es lo que el Diccionario de la RAE define como música, a saber, "melodía, ritmo y armonía combinados". Casi nada.
Por situar un poco a los que no conozcan esta obra, decir únicamente que es uno de los folletines más intensos y enrevesados que existen en el repertorio operísitico internacional. "Il trovatore" se situa en España a principios del siglo XV y narra los continuos enfrentamientos entre dos hermanos que no saben que lo son por el amor de una mujer que no consigue hacer entender a uno de los pretendientes que antes se encierra en un convento que acabar con él. Pertenece a lo que se denomina la "trilogía popular" del compositor italiano junto con "Rigoletto" y "La traviata" y constituye una piedra de toque perfecta para dar los primeros pasos en este apasionante mundillo de la ópera, gracias sobre todo a su maravillosa y popular música. Algunas piezas, como el coro que inicia la escena segunda del primer acto o el sobrecogedor y exigente "Di quella pira", con un do de pecho final que tumba de espaldas, son auténticos hitos de la música de todos los tiempos.
El montaje que presenta el Teatro Real, que hubiera supuesto el debut en España del magnífico pero imprevisible tenor Roberto Alagna de no habérse puesto misteriosa y sospechosamente enfermo en visperas del estreno (no es la primera espantada que da el muchacho. Hace poco se marchó en medio de una representación de "Aida" al escuchar los silbidos del público y el sustituto tuvo que salir...¡en vaqueros y camiseta!!) es escrupulosamente respetuoso con el libreto y con la época en la que Verdi situa la acción, lo que nos ahorra el suplicio de ver a los cantantes vestidos de astronautas o manifestándose su amor por medio de felaciones o sodomías varias, lo que ya es de agradecer visto lo visto, ultimamente.
En la representación a la que asistí, los intérpretes cumplieron vocalmente a las mil maravillas, especialmente Michele Capalbo, que interpreta a la deseada Leonora y que tuvo momentos de un poderío extraordinario. No obstante, la labor interpretativa flaqueó sensiblemente: apenas se movían, gesticulaban como en las películas mudas y, a veces, daba la sensación de que ninguno sabía si reir o llorar. En mi caso, además, el personaje de Manrico, el trovador (uno de los pretendientes, digamos que el bueno de la película) lo interpretó un tal Francesco Hong que no sólo es coreano, lo que ya choca en la España del siglo XV sino que además no levantaba un metro y medio del suelo frente a su amada Leonora que superaba ampliamente el metro setenta. En realidad, todo esto es accesorio cuando una orquesta intensa y vigorosa interpreta momentos como "Stride la vampa", "In braccio al mio rival", "D'amor sul'ali rosee"o la ya mencionada "Di quella pira" en la que el maño coreano se ganó una de las ovaciones más grandes de la noche.
Esto es ópera, esto es música, esto es arte. Y lo es desde hace mas de 100 años. Lo que quiera que sea "El viaje a Simorgh", sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es que ni es ópera, ni es música ni, por supuesto, es arte. Y en cien años, no habrá humano que sepa quién fue Jose María Sanchez Verdú. Lo que, en el fondo, es una suerte para nuestros sucesores.
7 comentarios:
Si te emocionas con Puccini, amigo mío, ten por seguro que no perteneces al sector de los cantamañanas.
Bajo ese epígrafe, incluyo gente como el amigo Verdú, al que hago referencia al final de la entrada.
Gente que confunde el ruido con las melodías, los zumbidos con la armonía,el escándalo facilón con la sugerencia transgresora, en definitiva, los que visten de "opera contemporanea" una basura como "El viaje a Simorgh" sin que se les caiga la cara de verguenza y demostrando así que ni son contemporaneos ni saben qué es una ópera.
Si te gustan esas dos obras que mencionas y no la conoces, no tardes en hacerte con "Tosca", también de Puccini. Un milagro insuperado todavía.
¿Qué fue del Tarquin que escuchaba a Pearl Jam, Nirvana, Stone Temple Pilots, Smashing Pumpkins...? ¿Sigue vivo en algún remoto lugar de ese cerebro ultraoperístico? Y eso que, por vergüenza ajena, no te recuerdo tu adoración por el nenaza de Sting...
Y se te ha olvidado mi adorado Bryan Ferry, que por cierto, acaba de sacar un album de versiones de Bob Dylan que no está nada mal.
Stone Temple Pilots, Redd Kross....¡que tiempos! Buenos codazos en los morros nos hemos llevado a casa en conciertos de esta gente, ¿eh, Otis?
Sólo diré
Intermezzo de Cavalleria Rusticana, eh, Tarquin?
JM
Siempre has tenido buen gusto con la música, Jotaeme. Ya sabes que esa pieza es una de mis debilidades.
Te echaba en falta. Veo que retornas con energias renovadas. No nos abandones así, tan repentinamente.
Saludos en el final de las vacaciones.
Aunque ya ha pasado mucho tiempo desde la última crítica, nunca es tarde para ennoblecer el mundo del arte.
Insisto:
Estoy con Tarquin: lo que Verdú dice llamar "música" no es otra cosa que basura. Este inmaduro chavalete que comienza ya a ajarse, tiene acusadas y demostradas carencias musicales de base: ¡pues claro que no sabe combinar ritmo, melodía y armonía,es algo demasiado complejo para él y por eso hace lo que hace!.
Ahora bien, hemos de reconocer que NO toda la culpa es suya: su invento sonoro "pedoflauteado" (que el nombra con eufemismos del tipo "Arquitectura del silencio"), ha logrado engañar a aquellos que gestionan oficialmente el mundo de la cultura con nuestros dineros., que es todavía más grave.
¿Cómo podríamos hacerle ver que el silencio no tiene arquitectura, que no somos tontos?...
Resignación.
Menos mal, como bien dice Tarquin, que dentro de 100 años (yo auguro todavía menos, unos 10) nadie sabrá de él. De hecho, fuera de los sectores rancios de la música clásica, nadie le conoce. Mucho menos, o nada, en otros ámbitos musicales que seguro Verdú odia a muerte.
Gracias sinceramente (como azid phreak) a quienes hablan de manera tan llana, abierta y desprejuiciada de música, sea ésta ópera u otros géneros musicales de tanto valor y significado como lo son rock, el jazz, el bolero, las músicas de culturas no occidentales, el tango, la rumba,...yo qué sé!
Bueno, lo dicho, miremos el futuro con optimismo, no nos callemos ante lo que consideremos una estafa y ¡¡ que viva la buena música!!
Saludos veraniegos
Glo
Parece que el batacazo de los simorghs ha sido lo suficientemente fuerte y el Teatro Real ha dejado de programar experimentos de esta calaña. La temporada que viene está llena de buena música. ¡Disfrútala y no tardes tanto en aparecer por aquí.
Saludos
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