Aunque todavía hay países en los que tirar la basura es una alternativa al lanzamiento con honda, en sociedades como la nuestra, esta, aparentemente, sencilla actividad es un proceso largo, duro y difícil. Recuerdo que cuando me tocaba tirar la basura en casa de mis padres, era posible bajar las escaleras, atravesar el portal, abrir la puerta a la calle, llegar al cubo, depositar la bolsa y volver en menos de un minuto. Ahora no. Ahora puede pasar un buen rato hasta que consigues decidir en cuál de los varios cubos disponibles es preciso abandonar tus residuos sin que Al Gore venga a comerte la oreja y hacerte responsable del fundido de plomos del planeta.
Cartón, papel, restos orgánicos..... cada cosa tiene su sitio y lugar prefijado, perfectamente separado, compartimentado y etiquetado. Sin embargo, no hay sitio para cada cosa. A veces, surgen dudas. ¿Dónde tiramos una revista con las pastas de plástico y páginas unidas con grapas? ¿Y las botellas de cristal con sus etiquetas de papel y tapones de plástico? ¿Y las basuras humanas? Pongamos por caso a un verdadero ejemplo de basura humana como Jaime Peñafiel. ¿Dónde lo meteríamos?
En principio, parece lógico pensar que debería ser lanzado al cubo de los residuos orgánicos, ya que al parecer es un ser vivo que Granada tuvo la desdicha de ver nacer hace más de setenta y cinco años. Desde hace ya mucho tiempo, pasea su apaletada figura por toda revista, plató de televisión o emisora de radio que decide cargarse su mayor o menor prestigio y contratarlo para que suelte su repugnante papilla de memeces a la que condimenta con un buen puñado de inusitada prepotencia, maldad y sectarismo como es difícil encontrar. Lo peor no es que se arrogue la facultad de juzgar a todo aquel que se le cruza en el camino y no le ríe las gracias sino la presuntuosidad con la que lo hace. Los demás participantes en los circos mediáticos del corazón parecen reconocer en cierto modo su propia mediocridad y recitan su guión a grandes voces y haciendo el payaso de mala manera. El tipejo este, por el contrario, se repantinga en el sillón, se atusa el pañuelo y mientras se abanica con sus trasnochadas gafas de concha, destripa pausadamente al personaje que corresponda con unos aires de superioridad verdaderamente repugnantes, como si, en el fondo, estuviera allí, llenándose los bolsillos con vidas ajenas, por nuestro propio bien.
Pero a pesar de lo anterior, este personajillo no sólo tiene componentes orgánicos, sino que en su interior también se acumula el papel, el cartón e, incluso, el plástico. Y no me refiero a su rancio y desfasado aspecto de vividor de tercera o a sus presuntos retoques plásticos (cada uno envejece con la dignidad que le parece oportuna) sino a las centenares de acartonadas ideas y opiniones despreciables que se pudren en su interior. Afortunadamente, la mayor parte de sus valoraciones caen en saco roto y se convierten en papel mojado apenas salen de su boca o se imprimen en las revistas en las que colabora. De no ser así, si sus comentarios no fueran de todo punto intranscendentes y carentes de peso específico, este tipejo ya estaría en la cárcel o procesado. Porque las barbaridades que ha dicho este señor sobre la Familia Real en general y sobre Letizia Ortiz en particular son una colección de injurias y ofensas como es difícil encontrar. Por mucho menos, hace poco, han secuestrado una edición entera de "El jueves" y han llevado a los tribunales a media plantilla de la revista. Sólo si se consideran sus palabras como los desvaríos de un resentido insignificante es comprensible que no ande con un elegante traje de presidiario desde hace unos años.
No parece por tanto que ni gente como Peñafiel ni las botellas con etiquetas de papel tengan claro donde terminar. No se me ocurre nada para las botellas, pero si tengo una idea para este señor y para gente de similar ralea: un tipo especial de cubo de basura, uno estrecho y negro. Estrecho como sus mentes desoladas y negro, negrísimo, para estar a tono con su lóbrego y tenebroso interior. Y en el fondo del mar, si es posible.
4 comentarios:
Y con una buena losa encima del cubo. Una grande , lisa y pesada. Y si queda sitio en el cubo meteria a algunos guionistas, presentadores y ejecutivos de television de verano (y alguno de invierno tambien). Ministros y politicos de la ilustre oposicion, por vagueria general y no solucionar nada excepto sus propias vacaciones independientemente de si gobiernan o no. Periodistas de noticias de forma (casi) general, que en el mejor de los casos amarillean las noticias dandoles un tono de crispacion contagiosa que me pone de tan mala uva que me hace preguntarme porque narices pierdo el tiempo des-informandome en vez de hacer algo mas util con mi tiempo libre, como arrancarme los ojos... En fin, la lista es extensa, pero si continuo el cubo se llenara solo con mi post..
A veces creo que determinadas personas han muerto, confundiendo un deseo personal con la realidad. Hace un año, más o menos, me llevé un gran susto al ver a Peñafiel en la tele, porque estaba convencido de que este ser despreciable había pasado a mejor (bueno, espero que, en su caso, peor) vida. No puedo escucharle un minuto sin sentir unos irrefrenables deseos de desollarlo vivo. ¿Es consciente el Rey de que, si, a la usanza de alguno de sus ilustres antepasados, contratara a un par de sicarios para exterminar a Peñafiel, todos miraríamos para otro lado?
Estoy de acuerdo contigo, el Peñafiel no merece ni ser reciclado.
Saludos.
El mundillo de la prensa rosa es, tal vez, el que más consigue sacarme de quicio. Escuchar a toda esa panda de mediocres, aduladores y reciclados me produce verdadero dolor. Lo peor no son los programas. Lo peor son las audiencias que dan alas a este tipo de basura que vive de las migajas que les venden los más listos y de las tripas que sacan a los más cándidos o imbéciles.
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