miércoles, 12 de enero de 2011

Punto y final: Juan Manuel de Prada


Siempre he sentido por Juan Manuel de Prada y por su obra una intensa aversión. Lo de menos es, sin duda, el ámbito personal; del mismo modo que existen personas que, nada más verlas conectan rápidamente con nuestro afecto, hay otras, como podría ser el caso del escritor vasco que provocan un rechazo automático tan injustificado, pero al mismo tiempo tan indiscutible como lo pueda ser el vínculo amable que con otros creamos a similar velocidad.

En lo que a sus libros toca, la alergia que siento hacia ellos tiene su origen en la tediosa experiencia que supuso pasarme por la piedra su novela "La tempestad", un suplicio inenarrable que fue galardonado con el Premio Planeta a finales de los noventa. No dudo que la corona le proporcionara considerable beneficio, pero, para el que suscribe, esa obra vacía, emperifollada y redundante fue el canto de cisne de un romance literario que, por otra parte, nunca empezó.

Desde entonces, la verdad, le he perdido mucho la pista: sé que le robaron un portátil con un libro concluido del que nunca volvió a saberse (alguien debería haberle hablado de las copias de seguridad, esas grandes desconocidas), que publicó algún que otro ladrillo más y que parece haber encontrado la fuente de la vida (intelectual) en la radio, donde colabora como contertulio, modalidad "dequesehablaquemeopongo" y en la prensa escrita publicando artículos con bastante asiduidad y de los que huyo como de la lepra.

Sin embargo, los interminables noventa minutos que la bella señora Winot y el que suscribe se vieron obligados a soportar en la sala de espera del ginecólogo que traerá al mundo a la hermosa Alejandra Winot a primeros de abril han obrado el milagro. Si, antes de empezar a leer hubiera visto el nombre del autor tengo por seguro que esta entrada no existiría. Pero no fue así y no tengo más remedio que reconocer que, en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, suscribo hasta la última coma de cuanto el pasado domingo, el amigo de Prada publicó en el semanal de ABC. Extracto lo más relevante, pero no tiene desperdicio.

"Yo podría entender que se cerrasen las páginas de descargas de Internet si previamente nuestros gobernantes proclamasen con solemnidad: «Establecemos que toda forma de transmisión gratuita de la cultura debe considerarse delictiva; y que toda persona, física o jurídica, que contribuya a la misma será puesta a disposición judicial» (...) Lo que, en cambio, no puedo entender es que nuestros gobernantes pretendan cerrar las páginas de descargas de Internet y castigar a sus administradores mientras, por ejemplo, mantienen abiertas las bibliotecas públicas. (...) que se dedican a lo mismo, que es la transmisión gratuita de cultura (...)

Algún lector (...) me ha reprochado: «¿Le gustaría a usted que mañana un multimillonario filántropo se dedicara a imprimir sin ánimo de lucro sus libros, y los pusiera a disposición de cualquier hijo de vecino?». A lo que yo le he respondido: «¡Pero, hombre de Dios, si ese multimillonario filántropo ya existe! Se llama «red de bibliotecas públicas del Estado»; y tiene abiertas sucursales en todos los barrios de nuestras ciudades, en todos los pueblos que salpican nuestra malhadada piel de toro, y hasta en autobuses itinerantes que llegan a las aldeas más recónditas y despobladas, y en los andenes del metro». Es verdad que este multimillonario filántropo no «imprime sin ánimo de lucro» mis libros, para ponerlos a disposición de cualquier hijo de vecino; no, hace algo todavía más ruin y desvergonzado, que consiste en obligar al contribuyente a apoquinar dinero para comprar unos cuantos ejemplares de mi libro (...) que, repartidos por la «red de bibliotecas públicas del Estado», están a disposición de cualquier hijo de vecino para que los lea gratis. ¡Y este multimillonario, (...) resulta que es el mismo que pretende evitar a toda costa que en Internet la gente, montándoselo por su cuenta, haga lo mismo que él hace en su «red de bibliotecas públicas»!

Uno podría entender que se exigiera pagar una cantidad estipulada por descargar una canción o una película si en las bibliotecas se exigiera, a cada lector que toma prestado un libro, el abono de una compensación económica para el autor de ese libro, que por culpa de ese préstamo deja de vender un ejemplar. Pero si tan saludable requisito no se lo impone el Estado a las bibliotecas, ¿con qué derecho pretende imponérselo a los internautas? Y si no cierra las bibliotecas, ¿por qué pretende cerrar las páginas de descargas? (...) "

Juan Manuel de Prada- "Descargas"
XL Semanal ABC (09/01/2011)



12 comentarios:

María dijo...

Comparto tu opinión sobre De Prada. Me leí La tempestad en el colegio con 15 años (más o menos) y lleva 12 años en la biblioteca de mi habitación recogiendo polvo.
Ahora bien, aunque no me gusta mucho, tengo que reconocer que tiene razón en lo que dice el artículo. De hecho
últimamente todas las leyes prohibicionistas del gobierno me las estoy pasando por la piedra:
- La Ley Antitabaco me la paso por la piedra porque me parece muy hipócrita que el Estado venda el tabaco, de licencias de apertura de estancos y me prohíba fumar.Que prohíba el olor a sobaco y a pies que desprenden los guarros que no se duchan.
- La Ley de feos me lo paso por la piedra porque yo no tengo la culpa de que la ministra de sanidad sea más fea que picio.
- La Ley Sinde me la paso por la piedra por los motivos que ha expuesto Juan Manuel de Prada. Y porque el cine y muchas series españolas actuales son muy malas. Prefiero un dolor de muelas antes que tragármelas.
Fdo: María descargándose series de internet y fumándose un cigarro.
Hala, a denunciarme por fumar, por llamar fea a Leire Pajín y por descargar series.

Pepe Cahiers dijo...

Sin que sirva de precedente, tiene más razón que un santo y eso que ultimamente desvariaba bastante desde que es colaborador de Intereconomia.

Anónimo dijo...

Sr. Winot, sabía que compartíamos mas cosas, pero no una común aversión por este "corneta del Apocalipsis". Pero he de decirle que el artículo del susodicho me merece el mismo rechazo, por manipulador. El Estado, que somos todos, -sea el Ministerio de Cultura, sean las Comunidades Autónomas, sean los ayuntamientos) efectivamente con parte del dinero de los impuestos, incluidos los de los usuarios de las bibliotecas, compran (no roban) libros a las editoriales para distribuir en sus bibliotecas publicas con el objetivo de que cualquier persona, aunque no tenga medios económicos, pueda acceder a la cultura libresca. Y de ese dinero que paga, las editoriales también le pagan sus correspondientes derechos a los autores. Para muchas editoriales esa compra es, en ocasiones, la que le compensa la edición de un libro (si el tal Prada tuviera que vivir con los que yo le compro...). Porque si defendemos que los usuarios de una biblioteca pública deben pagar por el préstamo de libros... (¿pagaría igual el hijo del director de un banco que el del conserje de ese banco; la hija de un cirujano plástico que la de un obrero de la construcción...? ¿por qué non pagar por ir al ginecólogo, o transitar por las carreteras (no digo autopistas), o por la luz de las farolas. Los que defienden esa opción lo que pretenden es cargarse el "estado de Bienestar" y que impere la ley de la selva, es decir, de la del más rico, y los pobres que se fastidien. Y que conste que yo no pirateo, ni descargo música, ni películas, ni series, que, si puedo, me las compro.
Beethoven

yorick dijo...

Si uno quiere un libro y ya han pasado unos meses es probable que no lo encuentre en ninguna librería de su ciudad, y no me refiero a libros raros o sólo para iniciados, cualquier libro que esté en el escaparate core al cabo de muy poco tiempo el peligro de desaparecer. Si quiero leer a un clásico o incluso un autor de hace diez o cinco años solamente lo voy a encontrar en la biblioteca, por tanto no estoy de acuerdo con el señor Prada. Habría que establecer primero si es verdad que las bibliotecas perjudican las ventas de los ejemplares y qué repercusión tienen en el cobro de derechos por parte de los autores. La red de bibliotecas públicas es un derecho básico que garantiza el acceso de todo el que quiera a la cultura.
No creo que las pocas bibliotecas en comparación con los millones de habitantes posibles compradores de libros tengan más que una ínfima incidencia en lo que cobran ciertos plumíferos.
Yo suelo leer al señor Prada, y lo hago a pesar de su artículo xenófobo publicado en ABC el 13 de febrero de 2010.

Mister Lombreeze dijo...

Y yo suscribo tu post, casi punto por punto (no he leído ninguna novela de este señor) y también el artículo de Prada, un tipo que me cae fatal y me da mucha grima, pero, ostras!, qué lúcido se ha mostrado en este asunto.

Yo podría ententer que se endureciera la coas en el caso de los estrenos (cinematográficos, literarios, etc) a cambio de que se relajara con los clásicos. O sea, que la EGEDA no me retire del youtube un vídeo de 3 minutos de Bienvenido MrMarshall por temas de derechos de autor. Es que da risa. O pena.

Néstor dijo...

Es curioso, pero a mí me sucedió justo lo contrario que a ti; desde la primera vez que lo vi, supe de su inmensa grandeza, y como te imaginarás no gano nada con decirte esto. Puede incluso que tengas algún problema, pues no lo entiendo, o quizás lo tenga yo, pero me da igual.

Tarquin Winot dijo...

Muy belicosa te veo María. Aunque tras leer con 15 años el ladrillo de nuestro común amigo, la verdad es que no me extraña.

Con espacio propio, he podido comprobar ayer, Pepe. Casi nada, la plana de colaboradores de Inter "voz de alarma" economía.

Me temo que te has quedado con la anécdota, mi querido Beethoven. Me sorprende defender los argumentos del soplagaitas éste, pero yo creo que lo de "cobrar" por llevarse libros de una biblioteca es una hipérbole utilizada para resaltar la absurdidad de atacar las descargas desde Internet en las que, al igual que los ejemplares que se compran para las bibliotecas, siempre existen fuentes (y no solo una) que, previamente, han desembolsado su correspondiente precio.

Creo, Yorick, que tú mismo das con la clave del asunto: "La red de bibliotecas públicas es un derecho básico que garantiza el acceso de todo el que quiera a la cultura." No creo que otra sea la verdadera utilidad de las descargas de Internet y tampoco es otra la razón de que no sea justa su desaparición.

Como bien dices, Lombreeze, un tipo que cuelga un estreno sí esta incurriendo en delito al colar una cámara en un cine o al hacerse con una copia destinada a académicos que prohibe expresamente su distribución. A esos, cera de la buena.

Ya se sabe, Nestor, para gustos están lo colores. Como dijo Robert Smith sobre Jim Kerr, "él hace lo que hace, yo hago lo que hago, yo no haría lo que él hace....."

María dijo...

Pues no se si estoy últimamente muy belicosa, si es que estoy nerviosa por el examen que tengo el miércoles o es que a mí la casta de politicuchos del tres al cuarto ya me está tocando las narices. Pero esto de que me regulen por ley hasta la forma de respirar ya me parece recochineo.

Hoygan que no me han denunciado por fumar, llamar fea a la menestra de sanidad y por descargarme series y películas. Aprovechen la ocasión, son las rebajas de María, todo a precio de saldo. Tiramos la casa por la ventana.

moncabanas dijo...

Defina cultura y enfréntelo con entretenimiento y empezaremos a discutir que es susceptible de "compartir".
Lo suyo con este tipo tiene parangón con lo mío con Rodriguez Ibarra, quién me obligó a admitir, muy a mi pesar, que a un bocazas (en ocasiones) no ha de faltarle sentido común cuando afirmó que a los puentes de Calatrava (por poner un ejemplo) habría que poner taquilla por su visionado o arrancarse los ojos para no pagar.

Javier G. Pasamón dijo...

Pocos artículos que traten el tema de las descargas y de la famosa (e incoherente) ley Sinde son tan lúcidos y ciertos.

Aunque como escritor tampoco me apasiona, recuerdo las colaboraciones de Prada en "Qué grande es el cine" como unas de las mejores (le recuerdo en las pelis de Kurosawa y otras).

Saludos!!

María dijo...

Dejo aquí una carta abierta a Alejandro Sanz, un tipejo que dice ser cantante. Suscribo todo lo que dice el autor de dicha carta.
http://sonicando.com/?p=1925

Tarquin Winot dijo...

Todo tiene su peso, María. En cualquier caso, bienvenida sea esta desconocida faceta de tu perfil.

El mejor escribano hace un borrón, Monca. Entiendo que el estupido más profundo da en el clavo alguna vez sin por ello traicionar su naturaleza.

Por "Qué grande es el cine", Javier, también pululaba otro de mis innombrables, el señor Garci. Sobra decir que no me acercaba al programa sin traje de amianto.

Inatacable, María. Lectura obligada.