miércoles, 20 de agosto de 2008

Algunas certezas


En las tres semanas que acaban de cumplirse desde el nacimiento de la heredera, hay una serie de conceptos que se han convertido en dogma para el que suscribe. La primera es que el llanto de un niño no es sólo ensordecedor y multiforme, capaz de expresar todo un arco incomprensible de sensaciones, sino que poseen la particularidad de convertir a Job en un impulsivo visceral.

Tampoco hay espacio para la duda cuando de halagar a la madre se trata. Y no me refiero a la propia, auténtico titán capaz de crear un muchachote sano y bien alimentado como el que abajo fima, que colabora en su justa medida para nutrir las arterias productivas del país sin, por ello, haber necesitado libros sobre el sueño o el modo de masajear los genitales de sus descendientes, saca leches eléctricos, esterilizadores, humidificadores ionizados, cucos o sillas de paseo homologadas. No, me refiero a la que, además, es esposa de lujo y fuente inagotable de energía y buen humor, que pasea coqueta su remendada cesárea por toda la ciudad sin que sea posible recordar más de dos o tres ocasiones en las que las fuerzas hayan flaqueado momentaneamente y la marea de la nueva situación lograra hacerla tragar agua. Junto a ella, todo es posible.

Por último, también es incontestable que la llegada de la bella Patricia Winot absorbe casi todo el tiempo del Señor Winot, lo que, inevitablemente, repercute en la frecuencia con la que este blog es actualizado así como en la presencia de un servidor en mis habituales lugares de lectura y comentario que regentáis los que por aquí pasáis a verme. Me he planteado muy seriamente dejar el blog en "pausa", hasta un momento más propicio, pero sé que, nunca recuperaría el ritmo y, con toda seguridad, jamás volvería a iniciarlo. Pero lo cierto es que me gusta este mundo de los blogs en el que, como en tantos otros, mi querido amigo Otis me inició (culturales, se entiende) y, me apetece mucho que, dentro de algunos años, mi hija pueda adentrarse en estos textos y, a lo mejor, encontrar palabras o frases que la estimulen, la ayuden o, sencillamente, le den que pensar.

Además estáis los que por esta escombrera de ladrillos paseáis habitualmente. A la mayoría no os conozco en persona. Y, sin embargo, a veces, me sorprendo pensando en que estará haciendo Azid Phreak por su Cantabria natal o como me las apañaré para conocer a la Princesa el día que, finalmente, viaje a Valencia. Desde que inicié esta aventura hace ya unos cuantos meses, sois muchos quienes habéis pasado por aquí dejando vuestra impronta y es larga y jugosa la lista de lugares interesantes y de obligado conocimiento que gracias a vosotros he conocido.

Por ello, me he decidido a mantener el blog, si bien, mis largas peroratas sobre el sexo de los ángeles deberán convertirse obligatoriamente en breves apuntes sobre, eso sí, lo que se me pase por la mente. Incluso, si mis jurásicos conocimientos de informática los permiten, procuraré coordinar este cambio de orientación con una remodelación visual del blog, pero por ahora, voy a poner el chupete a la nena, que va a despertar al vecindario. Mañana ya veremos.

domingo, 3 de agosto de 2008

Damas y caballeros......Patricia Winot

Con unos inconcebibles cuatro kilos y medio y luciendo más de medio metro de altura apareció finalmente hace una semana la esperada Patricia Winot Flanching, única heredera del emporio blogosférico Winot & Flanching, Sociedad Ilimitada, belleza de alto calibre y, desde el momento en el que hizo acto de presencia, sol alrededor del que todo gira.

Su llegada ha sido, como diría nuestro presidente, un proceso largo, duro y difícil. Anunció su llegada con casi veinte horas de adelanto y en ese plazo, nos dio tiempo a ir y volver del hospital un par de veces, padecer a una comadrona que haría retroceder aterrorizado al mismo Hannibal Lecter y una espera de varias horas en la que la adorable Señora de Winot fue asaeteada por terribles contracciones (no hay nada peor que ver sufrir a la persona que amas y no poder hacer nada para evitarlo) y por las manos innobles y carentes de tacto de la comadrona Krueger.

Finalmente, apenas pasadas las nueve de la noche, una enfermera me trajo un paquetito rosa, lleno de pelo que chupaba con ansiedad cuanto quedaba a su alcance y que luchaba con sobrecogedora energía por abrir los ojos y echar un vistazo a lo que, hasta ese momento, era oscuridad, calor y bienestar y que, en un parpadeo, había cambiado por siempre jamás. Decir que ese momento se grabó a fuego en mi mente puede parecer una obviedad, pero no por ello deja de ser cierto.

Desde entonces hasta ahora, Patricia se ha encargado de demostrarnos que en el tema de la paternidad, todos partimos de cero y de poco valen cuantas experiencias previas tengamos. Al igual que ella ha llegado a un mundo que no comprende, tampoco nosotros pasamos a vivir en el mismo universo en el que nos desarrollábamos. La vida se voltea y el engranaje que la hace girar demuestra que sus posibilidades son infinitas y que lo habitual puede convierte en extraordinario de un día para otro.

Patricia es voraz. Y exigente. Reclama lo que necesita y, por ahora, además de alimento, cariño y ciudados, lo que más precisa es tiempo, dedicación. Minutos, horas, días. Cualquier segundo es bueno para descubrir algo nuevo que la tranquilice, que la sacie o que la haga feliz y no duda en pedirlo con fuerza y con constancia, de día y de noche. Pero es buena pagadora y cumple gentilmente con su parte del trato. Si vosotros pudierais ver las gestos, los mohines o las miradas con las que ella paga por este sacrificio, estoy seguro de que también aceptaríais gustosos el acuerdo.