martes, 31 de diciembre de 2013

The Winot's Brat Pack New Year's Post (o algo parecido)

El Clan Winot al completo, es decir, la bella señora Winot, las dos herederas y el que suscribe les desea que en este año que se acerca, puedan ustedes atar todos los cabos sueltos que les queden pendientes, cuadren cada círculo que se propongan cuadrar, desprecien las ruedas de molino que les ofrezcan y lo cambien por lo que en ese momento les pida el cuerpo y, por encima de todo que sean felices. 

Y, si pueden vivir de lo que les gusta o en su defecto, dotan a lo que les da sustento de su toque personal hasta un punto tal que puedan llegar a divertirse con lo que hacen, el año 2014 será sin duda, el mejor de cuantos han vivido, solo superado por los que están por llegar. Aquí le dejo con Frank Sinatra y Dean Martin, dos que hicieron de lo anteriormente dicho su hoja de ruta vital y les funcionó de muerte.Y si no me creen, pulsen play y compruébenlo ustedes mismos. Lo dicho, feliz 2014, nos vemos en unos días y no olviden ser felices. Con lo poco que dura esta película, no hay tiempo que perder en tonterias.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sardinas

Dice Paco Mir en el folleto que entregan al espectador que acude a ver "Noises Off" o, en su paleta y desmerecedora traducción española, "¡Qué desastre de función!" que, probablemente, estemos ante la mejor comedia del mundo. Bueno, tal vez sea un poco exagerado y más ahora que Zapatero acaba de publicar un libro, pero, lo cierto es que la obra del dramaturgo británico Michael Fraynes que actualmente se representa en el Teatro Caser Calderón, de Madrid es un modo inmejorable de pasar dos horas con la sonrisa instalada en tu cara y, especialmente en el tercer acto, troncharse de la risa.

Antes de nada, avisar a los más intensos que en "¡Qué desastre de función!" no hay actores que se paseen desnudos mientras se masturban con un ejemplar de "Mein kampf" ni la escenografía desafía las leyes de la ubicuidad trascendente del nihilismo surrealista de la Europa del Este. No, amigos de la vanguardia y la punta de lanza, "¡Qué desastre de función!" es una obra de teatro de las de toda la vida, con escenografía trasnochada (el libreto lo exige), actores (vestidos) que interpretan, una historia que puede seguirse sin haber leído a Proust y unos diálogos brillantes y divertidos pero en los que no van a encontrar ni el sentido de la vida ni la esencia del arte. Aquí, la intención del autor es divertir al público con las desventuras de una compañía teatral a pocas horas del estreno de una clásica comedia de enredos. Nada más. Y nada menos. No les cuento más para no estropear las vueltas y revueltas del argumento, pero si les digo que las sardinas juegan un papel fundamental en el desarrollo del trama y que como ya dijeron hace años Martes y Trece, que sea lo mismo no significa que sea igual.

Al gran Josep Linuesa lo tienen ustedes a su izquierda. Actorazo.
El texto de Michael Frayers, que Paco Mir españoliza con algunas pinceladas autóctonas que acercan la historia al público patrio, es excelente, plagado de diálogos afilados y replicas mordaces que no impiden la presencia de abundantes gags (odio en anglicismo, pero aún no he encontrado un termino castellano que pueda sustituirlo) visuales (sobre todo en el segundo acto) e, incluso, el siempre bienvenido brochazo grueso al que, tratado con mesura, cuesta resistirse. La sorpresa que da forma al primer acto y la disparatada excentricidad del tercero hace que el del medio resulte un poco largo y algo flácido, pero, aún así, dispone de momentos ciertamente brillantes (la batalla de las flores, la botella viajera, un minuto, dos minutos, un minuto, jojojojojo... Al final, va a estar a la altura de sus hermanos.)

El reparto también está espléndido, desde Vanesa Romero que demuestra que además de ser una obra de arte de la naturaleza, también sabe interpretar, hasta Carmen Conesa ("Chicas de hoy en día".... qué tiempos)  impecable como la doliente Mrs. Clackett sin desmerecer por ello el buen hacer del veterano Pepín Tre ni el bienvenido histrionismo de Miquel Sitjar. Pero no me quedaría satisfecho si no destacara especialmente a Josep Linuesa que con su inestable, puntilloso y sangrante Philip Churchill me saco las mayores carcajadas.

Vanesa Romero..... sobran las palabras.
No sé si está prevista una gira de la obra por el resto de nuestra piel de toro, pero si "¡Qué desastre de función!"aparca cerca de su casa, no lo duden y háganse con una butaca, mejor hoy que mañana. Si no es así, si no tienen la oportunidad de verla en el sitio para el que fue creada, es decir, interpretada en un escenario, siempre les queda la opción de hacerse con la excelente versión cinematográifca que, con un reparto de campanillas (Michael Caine, Carol Burnett y Christopher Reeve.... casi nada) dirigiera con mucho acierto Peter Bogdanovich en 1992. Y, si ni aún así logran verla, si ni el teatro ni el cine les permite acceder a este desquiciado y divertidísimo espectáculo, no sufran, no se flagelen ni se despeñen en el abismo de la incertidumbre, muevan el bigote. Como pone Frayn en boca de uno de sus personajes, no hay nada que un buen plato de sardinas no pueda solucionar.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Straussiado

Posiblemente por haber pisado hace poco las calles que lo vieron nacer (coming soon, "Volando voy: Munich"), en las últimas semanas no dejo de escuchar la música de Richard Strauss (1864-1949) . Algo debió de adherirse a mis zapatos aquel fin de semana festivo y cervecero del pasado mes de octubre y desde entonces, ando paseandome de nuevo, tras una prolongada ausencia, por sus composiciones, tan frías y mecánicas para unos como cálidas y deslumbrantes lo son para otros.

Yo tuve la suerte de entrar a través de las "Vier letzte Lieder", sus cuatro últimas canciones para soprano y orquesta, compuestas por el maestro con la muerte ya rondándolo y no pude tener mejor pórtico para introducirme en su música: son obras de una belleza tan incomparable que resulta casi imposible resistirse a su encanto. De hecho, la tercera de ellas, "Beim schlafengehen", con texto de Herman Hesse, es, probablemente, una de las melodía más hermosa jamas creada por el hombre. Compruébenlo ustedes mismos y escuchen la versión de Kiri Te Kanawa que aquí les dejo. Solo les digo que hasta el maestro Solti, que dirige la orquesta se tiene que secar las lágrimas durante la ovación final.





En su libro "El mundo de ayer" (una obra maestra, no se lo pierdan), Stefan Zweig comenta el periodo en el que colaboró con Strauss escribiendo el libreto de su ópera "La mujer silenciosa" y recoge allí un comentario del compositor en el que reconoce que no se le ocurren melodías largas, "como a Mozart", pero que, sin embargo, "se desenvuelve bien con temas cortos a los que, eso si, invierte, parafrasea y saca todo su jugo". No estoy del todo de acuerdo, pero es cierto que su música parece ir a ninguna parte y a todas a la vez. Y, quizás por esa razón, sus composiciones resulten tan visuales (fue un maestro de los poemas sinfónicos) y tan sugerentes (hace poco leí que la música de Strauss casi podía "olerse"). Si no, que se lo digan a Kubrick o Lynch que han usado la música del maestro como emblemáticas escenas de clásicos de la categoría de "2001" o "Corazón salvaje", respectivamente o prueben a escuchar "Till Eulenspiegel" (aquí les dejo una buena opción, aunque hay muchas, es una de sus obras más populares) y comprobarán lo fácil que es "seguir" la historia del pillo germano.

Strauss también sabía dirigir. Muy completo el hombre
Consagrado como estaba en el momento de la llegada de los nazis al poder, Strauss, en parte para que lo dejaran en paz y poder así dedicarse a su trabajo, en parte para proteger a su familia y amigos (judíos, muchos de ellos, como el propio Stefan Zweig) y, en parte, justo es decirlo, para no ver perjudicado su prestigio y, por tanto, su elevado nivel de vida, jugó un poco a reír las gracias a los alegres muchachos de Hitler: aceptó galardones, premios y puestos y mantuvo una enervante pasividad que, sinceramente, no le llevó a ser el tipo más popular del barrio judío. Al final, también termino a tortas con la Gestapo y acabo huyendo a Suiza, con el prestigio artístico más o menos intacto, el perdón de muchos de los que no entendieron sus tibiezas con los nazis (Zweig se lo concede en el libro antes mencionado ¿Les he dicho ya que es una obra maestra? ¿Sí? Uy, pues perdonen ustedes) y con tiempo para regalarnos todavía obras tan hermosas como las mencionadas "Vier letzte Lieder" este concierto para oboe con cuyo segundo y estremecedor movimiento cierro la prolija descripción de mi "straussamiento" no sin recomendarles fervientemente que se atrevan también a "straussiarse"sin prisa ni brújula en el bosque musical de este genio, posiblemente el último que ha dejado su firma en el mundo de las partituras.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Cinco razones para no ver "Man of steel"

1.- Es aburridisima: Parece imposible aburrir con una película protagonizada por hombres y mujeres enfundados en mallas o armaduras que luchan contra el mal - así lo han demostrado obras tan redondas como "Iron Man", "Los Vengadores" o "El caballero oscuro"- pero el enésimo reinicio de Superman lo consigue con holgura y se convierte en un suplicio en toda regla. ¿Por que necesitan  David S. Goyer y Christopher Nolan- de resaca, sin duda, la mañana que perpetraron el guión- casi una hora para que el muchachote de Krypton nos enseñe sus calzones rojos? ¿Qué razón hay para que el primer puñetazo decente se intercambie a los noventa minutos? No comento las emperifolladas e innecesarias diatribas dialécticas entre Clark y su padre humano (Kevin Costner, lo mejor de la película) porque solo de recordarlas me entran ganas de ver el "Daredevil" de Ben Affleck.  

2.- La pareja protagonista no tiene sangre en las venas: Dada la química incontestable que hubo entre Christopher Reeve y Margot Kidder en las películas sobre el personaje rodadas en los ochenta, encontrar una pareja que pudiera hacerles sombra era un tarea titánica. Yo me contentaba con poco, teniendo en cuenta dicho precedente,pero, lo cierto es que entre Henry interpretarnoseperoojoaestecuerpo Cavill y Amy nosecomohellegadoaestedesproposito Adams hay menos chispa que entre Inestrillas y Ada Colau. Su historia de amor no se sostiene, sus diálogos parecen recitativos de una opera de cuarta regional y la presunta complicidad entre ambos (ojo a la primera despedida antes de los trompazos. Para enmarcar) exige un esfuerzo de imaginación al que ni Julio Verne estaría capacitado a recitar. El resto del casting es también para echarse a llorar, pero lo de estos dos es casi delictivo.

3.- La dirige Zack Snyder: Para quien "Amanecer de los muertos" es una obra maestra resulta muy duro tener que escribir que su director, que aquí repite, es uno de los elementos más perjudiciales para "Man of  steel" pero lo cierto es que en su plomizo metraje, hay menos de media docena de momentos en los que uno puede apreciar el estilo y el buen hacer del director norteamericano. La contención y el manejo magistral de los tiempos que eran su marca personal quedan aquí sepultados por un ansia formal que intenta ocultar con una profundidad hueca e inocua la falta de ideas y la confusión que el, en otros tiempos, interesante Snyder parece haber sufrido con la acumulación de dólares que han puesto a su disposición los chicos de Warner. Lo que nos lleva a otro de los "logros" de la película que no es otra cosa que.......

4.- Lograr convertir lo espectacular en anodino: Cuando llegué a cien, me cansé de contar las veces que Jor-el o sus antagonistas destrozan el pavimento de las calles en las que se cruzan la cara. Por ahí anduvieron las veces en las que, como consecuencia de un derechazo en el mentón alguien atraviesa un edificio pulverizando todo a su paso. Lo poco gusta y lo mucho cansa, lo sabe hasta Messi. Sin embargo, los responsables de "Man of steel" no parecen darse cuenta y en lugar de rodar secuencias de acción frescas y variadas, con movimientos de cámara incluidos  como las que se marca, por poner un ejemplo, Joss Whedon en "Los Vengadores"- que hasta se atrevió con un plano secuencia en plena batalla de New York- filman la misma secuencia muchas veces y desde el mismo sitio. Y además, confundiendo ritmo con Parkinson: ni el mismísimo Eduardo Manostijeras sería capaz de cortar los secuencias en planos más pequeños.
 
5.- Se anuncian secuelas en el corto plazo: Mucho antes de alcanzar hace unos días los 660 millones de dolares de taquilla en el mundo, Warner ya anunció secuela para el despropósito de Zack Snyder. Incluso se ha llegado a oír con mucha fuerza que la secuela podría suponer una reactivación de la franquicia de Batman- con Ben Affleck interpretando al hombre murciélago. Ahí lo dejo-  al incluir en la misma a las dos cabezas más visibles de DC Comics. Esta es quizás la razón de más peso de las cinco que les menciono: si no quieren sufrir una saga interminable ni volver a padecer la desinterpretación de Henry Cavill (atención al momento All-Bran en el que Superman intenta detener una máquina que revierte la gravedad. Grandioso), si no quieren comprobar nuevamente como el director de "300" asesina su prestigio o quieren ahorrarse nuevas apariciones de Russell Crowe en plan "vengo del futuro a traerte Lejía Neutrex" o, por terminar, si no están dispuestos a tragarse mas patochadas metasupramaxifilosóficas como las que uno padece en "Man of steel", háganme caso, no pierdan el tiempo padeciendo este suplicio y pónganse otra vez el Blu-ray de "Los Vengadores" o el de "El caballero Oscuro". Todos saldremos ganando.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Mundo Haydn

- ¡Vaya! Dándole al teclado de nuevo... Y solo ha pasado una semana desde la última entrada en lugar del mes/meses de rigor. ¿A qué se debe, cariño? ¿Llamo al médico? ¿Te bajo la medicación?
 
- Ja, ja y ja. Es usted muy graciosa, señora Winot. Ya sabes que en esta nueva temporada del ladrillo, escribo cuando el cuerpo me lo pide. Ya tuve suficientes ataduras el año pasado y, por el momento, voy a llevar esto así. El único rigor que vas a ver por aquí, es el rigor mortis como sigas por este camino.

- Aterrada me dejas con tus amenazas de pacotilla. Anda, calla y cuéntame de qué vas a escribir: ¿el apoteósico final de "Breaking Bad"? ¿Lo bien que lo pasaste y el infierno que yo padecí viendo "Pacific rim"? ¿Nuestro periplo por el Oktoberfest muniqués? Por cierto, esa música que tienes puesta, ¿qué es?

- Luego te cuento. Pues no, no voy a hablar de nada eso. Hoy me apetece hablar de Haydn y, más concretamente de .....

- ¡¡Hombre, Haydn!! Asustada me tenías. Desde ayer no me hablabas del muchacho. Empezaba a temer que se hubiera muerto.... ¡¡Anda, si es verdad que está muerto!! ¡¡Y hace más de doscientos años!! ¿No había un tema un poco más actual? ¿De este siglo, al menos? Eres un caso perdido, muchacho.

- Veo que has desayunado hoy sosa cáustica, mi querida esposa. Dos reveses más como éste y no me renuevan el seguro dental. 

- Pero si es que es verdad: las sinfonías de Haydn para empezar las mañanas, los cuartetos para el almuerzo, los tríos para la merienda y los oratorios para las cenas. Además, si no recuerdo mal, ya le has dedicado al chico varias entradas en el ladrillo y si hubiera que hacer un ranking de popularidad no sé si estarían entre las 300 primeras. Oye, esto que está sonando es una maravilla, ¿de quién es?

- Poco me importa que no lea la entrada ni el Tato. Haydn es el Dios Padre de la Música y es mi obligación hacer que su legado se filtre a cada rincón del planeta. Morirse sin haber escuchado "La creación" o el cuarteto "Aurora" es haber vivido en vano. Para vivir con esas carencias, mejor acabar con todo.

- Luego soy yo la intransigente. Mira, yo no te niego que su música sea la octava maravilla...

- La primera, cariño, la primera..

- Bueno, pues la primera barandilla... ¡Ay, entre esta melodía envolvente que me tienes puesta y tus paridas, ya no sé lo que digo... Pues eso, seguro que es la primera maravilla del mundo, no lo niego, pero ya sabes que lo poco gusta y lo mucho cansa. Dosifícate, cariño, dosifícate y habla de otra cosa. Y, sobre todo, dime de una maldita vez que es esta música que suena que tengo un nudo en el estómago y la piel como la de Caponata una tarde de invierno.

- El segundo movimiento de la Sonata para piano número 59 de Franz Joseph Haydn, pero ahora mismo la quito. Ya sabes que lo poco gusta y lo mucho cansa, que hay que dosificarse...

- No muevas un músculo, sube el volumen y cierra la boca.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Volando voy: Sicilia (2ª parte)


Como ya comenté hace un par de semanas en la primera entrega del periplo siciliano que difrutó el clan este verano, Sicilia es un "greatest hits". Casi en cada esquina se oculta un paisaje natural abrumador, unas ruinas que rezuman historia o una playa coqueta en la que reposar del sol y de las caminatas con una de las mil variedades de helados (a las pruebas gráficas adjuntas me remito) que consumen los aborígenes del lugar como si los fueran a prohibir. Visitar Sicilia es asumir que, de un modo u otro, uno debe volver, para continuar la inacabable tarea de recorrerla y deleitarse con cada una de sus maravillas. De todas las cosas que uno debe asumir en la vida, sin duda, ésta no es de las peores.

Y una de sus maravillas, por supuesto, es el monumental volcán Etna que domina la isla desde sus más de 3.000 metros de altura y que es parada obligada en cualquier viaje a Sicilia que se precie.

¿Se lo imaginan echando lava como si no hubiera un mañana?
Nunca había visitado un paisaje de esta índole (con las Islas Canarias al alcance de la mano, como quien dice. En fin) y, tal vez por eso, la excursión al volcán más animado de Europa (desde que ha empezado el siglo XXI, casi cada año, ha entrado en erupción, liándola parda en varias ocasiones.) me impacto profundamente. Se respira una calma tensa en sus arrasadas, aunque densamente pobladas, laderas y cuando uno sube en el teléferico (es caro a morir, pero merece la pena el desembolso) y contempla esas enormes extensiones huérfanas de vegetación y, si me apuran, de vida (insoportables mosquitos aparte), todavía respira tranquilo de pillar al gigante dormido y no ver en primera fila como derrama su ira calcinando todo a su paso. Si andan con fuerzas y les gusta subir por resbaladizas pendientes de más de noventa grados es posible acceder a algunos cráteres menores que aparecen espolvoreados por sus laderas. Yo casi muero en el intento, pero merece la pena.

¿Ven ese punto amarillo en el fondo del cráter? Servidor.
Otro momento que no deben perderse si visitan esta zona de Sicilia es la ineludible escapada a las Islas Eolias, un archipiélago volcánico al nordeste y que cuenta entre otros alicientes con las famosas erupciones nocturnas del volcán Stromboli en la isla homónima. Nos fue imposible encajar la agenda para asistir a este espectáculo natural, pero a cambio pudimos descubrir Vulcano y sus muy recomendables playas de arena negra. A pesar de ser una de las islas más grandes del archipiélago está escasamente poblada, de modo que uno llega a su embarcadero y parece llegar al set de rodaje de un capítulo de "Perdidos". Creanme si les digo que bañarse en sus aguas cristalinas mientras uno contempla los vapores que emanan sin pausa del volcan que da nombre a la isla es una experiencia como pocas. Para los amantes de embadurnarse de potingues, es imprescindible acercarse al Porto di Levante y chapotear en el barro que, la gente del lugar, califica de milagroso para las articulaciones. Dada mi excelente forma física y el envidiable estado de mis extremidades, unido al repelús que me dan este tipo de cosas, decliné cortésmente la oferta, pero dicho queda.

Embarcadero de Vulcano. ¿Donde está Benjamin Linus?
También nos dio tiempo a visitar Catania y Siracusa, con su famosa Oreja de Dionisio y su espectacular parque arqueológico, pero ambas ciudades las visitamos bajo un calor tan sofocante y a tal velocidad que mis recuerdos se nublan. No dejen de visitarlas, especialmente Siracusa, pero háganlo sin prisa, en un día nublado o, al menos, con algo que les proteja del inclemente Astro Rey. Y por supuesto, sean tan turistas como yo y no olviden cumplir con la tradición de probar desde cualquier punto la inverosimil acústica de la Oreja de Dionisios. Se van a quedar como la cueva: de piedra.

Oreja de Dionisio. Prohibido confesarse.

Y dejo para el final, lo que, sin duda, ha sido el principal hallazgo de este viaje y que no es otra cosa que la maravillosa Taormina. La ciudad está situada en los alto de una cadena montañosa a la que solo se puede acceder por vertigionoso teleférico o jugándose la vida caracoleando por su ladera en una estrecha carretera atestada de sicilianos suicidas. Desde que se la intuye majestuosa, con la bucólica Isola Bella a sus pies,  hasta que se contempla el Etna desde su teatro griego, que corona el punto más alto de la ciudad, uno recorre sus escarpadas callejuelas sin salir de su asombro, embrujado por el encanto de sus iglesias, la animación de sus plazas abarrotadas de músicos y bailarines y sus espectaculares vistas. Por cierto, ¿ven como soy un tipo con suerte? El teatro de Taormina es centro operístico indiscutible de Sicilia. Pues bien, ¿a que no saben qué opera estaban ensayando en el teatro cuando lo visité? Sólo les digo que, como comenté al inicio de la primera parte de esta entrega de "Volando voy", es una de mis operas favoritas de todos los tiempos. ¿Tengo que decir que ese día compré un décimo de lotería?

"Cavalleria Rusticana" en Sicilia... ¿alguien da más?
No les voy a marear más con la conexión siciliana. Solo les digo que en pocos sitios es más fácil contentar a todos los miembros de un clan vacacional: tienen playa y montaña, cultura y esparcimiento, fenómenos naturales y fenómenos artísticos. Además come uno de maravilla por muy buen precio y el vino, sin ser excelente, entra fácil y relaja. La gente es atenta y divertida y si pueden sobrevivir a su infernal modo de conducir, tienen, a su vuelta, material para un par de entradas en sus bitácoras. No me dirán que no merece la pena la inversión.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Volando voy: Sicilia (1ª Parte)

Mi abuela perfecta siempre fue Sofía Petrillo y ya es legendaria mi pasión casi enfermiza por la trilogía de "El padrino" y por "Léolo". Si a eso le añadimos que una de mis óperas favoritas es "Cavalleria rusticana" y que no hay manera más delicioso de tomar unos spaghetti que "alla norma", creo que coincidirán conmigo en que visitar Sicilia era una simple cuestión de tiempo. De modo que tras un mes de julio apocalíptico (pocos peores, creanme) y como uno está en una edad en la que este tema del tiempo empieza a ser relevante, el Clan Winot al completo (herederas incluidas) partió, el pasado mes de agosto rumbo a la isla italiana para comprobar si Sicilia es esa tierra de maravillas que los libros, la música y el cine tan enconadamente se han empeñado en mostrar. Desde ya mismo les digo que el experimento ha sido un éxito y que todo lo bueno que se puede decir de la isla es poco. De hecho, me temo que habrá que dividir el relato de mi periplo siciliano en un par de entradas para que tan delicioso bocado no resulte indigesto.

Antes de nada, tengan en cuenta que nos encontramos ante la cuarta isla de Europa por dimensiones, puesto que ocupa gracias a sus casi 26.000 kilómetros cuadrados de superficie. Por tanto, cuando les digo que he visitado Sicilia, lo que realmente debería decir es que he visitado el extremo sudoriental de una isla llamada Sicilia. De modo que, desde ya mismo les voy anunciando que no he podido pisar las calles de Palermo ni las de Corleone y me he quedado con las ganas de tomar el sol en las hermosas calas de Cefalú. Sicilia es un pozo sin fondo de belleza, cultura y ocio y creánme cuando les digo que sería necesario un mes entero, herederas no incluidas, para poder volver a España diciendo que se ha visitado la isla sin faltar a la verdad.

A falta de Cefalú, bueno es Vulcano
No obstante lo anterior, que quede claro que con cuatro criaturas de corta edad a bordo, ni Phileas Fogg hubiera podido lograr un mayor aprovechamiento del tiempo. Hemos disfrutado de la maravillosa gastronomía siciliana como si fueran a prohibir su consumo y, por supuesto, hemos regado dichos manjares con recios vinos de la tierra y con la frescura y el delicioso sabor de las primorosas cervezas de Birra Moretti que caían fusiladas en perpetuo auto-reverse cortesía del implacable sol siciliano. Por supuesto, los helados se han convertido en elemento indispensable de nuestra dieta diaria y hubiera sido para llevarnos a un concierto de Duncan Dhu si no hubiéramos aprovechado la estancia en Sicilia para atiborrarnos de cremosos capuchinos modalidad XXL.

Aquí la Birra Moretti.... aquí unos amigos.
 Hemos languidecido en playas de todo pelaje: de arena dorada, empedradas de cantos rodados y carbonizadas por azufre volcánico. Hemos comprobado que conducir por las carreteras sicilianas es un acto de fe y que llegar a tu destino depende más de los buenos augurios y del viento de poniente que de las incomprensibles, contradictorias y odiosas señalizaciones que tachonan en estado de ruina sus arcenes. También, al hilo de esto, nos hemos devanado los sesos intentando encontrar respuesta a la pregunta de cómo es posible que aún queden vivas más de cinco millones de personas en la isla, teniendo en cuenta el horror que supone la conducción esquizoide y homicida de la que hacen gala los aborígenes del lugar. Aún no hemos logrado obtener una respuesta.

La conducción precaria se mama desde la autoescuela en Sicilia.

Y, por supuesto, por encima de todo, hemos visitado espectaculares paisajes naturales como las Islas Eolias o el Etna, maravillas arquitectónicas como las que atesoran Catania o Siracusa y, por supuesto, hemos disfrutado del esplendor y el encanto incombustible de la bella Taormina. Pero de todo esto, y de mucho más, no se vayan a creer, les hablaré en la segunda parte de esta apasionante saga épico-culinaria-cultural que les emplazo a leeer en unos días. Permanezcan atentos al ladrillo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

M.A.T.E.O. (que te veo): Lost

En tanto en cuanto termino de perfilar una nueva entrega de "Volando voy" para comentarles el viaje a Sicilia que el Clan al completo ha llevado a cabo este verano, inaguramos la séptima temporada del ladrillo con una nueva sección cuya única intención es divertirme y divertirles- no necesariamente en ese orden- rememorando monumentos televisivos que, por una u otra razón se me han quedado grabados en la mente como si del protagonista de "Dream on" se tratara.  

Momentos Antológicos Televisivos Escrupulosamente escOgidos (no había otra forma de encajar el rompecabezas, qué le vamos a hacer) o, en su mucho más comercial y reconocible acrónimo de M.A.T.E.O. nace con las mínimas pretensiones literarias y un evidente deseo de tratar con ligereza un tema aún más ligero como es el de la televisión y lo que desde ella nos cuentan. Respecto a la coletilla de la sección, como podrán imaginar, ha sido imposible no caer en la emboscada del chiste fácil. Mis disculpas, pero ya les he avisado que todo esto no va a ir muy en serio y el tema de la sección me lo dejó a huevo.

Y el M.A.T.E.O. con el que arrancamos es el contenido en los minutos iniciales del primer capítulo de la segunda temporada de la celebérrima"Lost", sin la menor duda, uno de los WTF!! más logrados de la historia de la televisión. A mí, personalmente, la serie, terminó por desquiciarme y veía los capítulos sólo por la esperanza de ver morir uno por uno y entre horribles dolores a cada uno de los protagonistas de este interminable desbarre catódico que se alargó durante seis e innecesarias temporadas para culminar en un esperpento que todavía da que hablar. Pero una cosa no quita a la otra y el arranque de aquella segunda temporada fue sencillamente deslumbrante.

Pongámonos en antecedentes por si hay algún ser vivo que haya permanecido congelado y aislado en cemento durante la última década: "Lost" narra las desventuras de un grupo de personas en una isla aparentemente deshabitada tras sobrevivir a un accidente aéreo. La isla de marras resulta ser un lugar de lo más inquietante, con una densidad de población que rivaliza con Tokyo y con más misterios por metro cuadrado que pisos vacíos en la costa mediterranea. El enigma más inquietante de esta primera temporada (cada una tuvo el suyo, la mayoría de los cuales terminaron por no resolver) resultaba ser una escotilla oculta en un claro de la selva y que no se abría ni a tiros. En el último capítulo de su primera temporada, los protagonistas lograban abrirla finalmente a petardazo limpio, dejando al descubierto un pozo de profundidad insondable. El capítulo y la temporada concluía con la cámara deslizándose por la recién descubierta oquedad mientras los intrépidos losties se abismaban en ese agujero sin fondo sin pillar una de lo que estaba pasando. 

Es, sin ninguna duda, uno de los cliffhangers más grandes de la historia de la televisión y los que, por entonces vivíamos por y para la serie, los meses que separaron la primera y la segunda entrega fueron un martirio en toda regla. Cuando el primer capítulo de la nueva temporada estuvo en mi poder y vi lo que pueden contemplar en el vídeo que acompaña esta entrada, supe que algún día existiría esta sección y que estos pocos minutos de genialidad desatada la inagurarían. Que lo disfruten.


lunes, 15 de julio de 2013

Superior


Antes de empezar, un aviso: en esta entrada me voy a dedicar a destripar el número 700 de Amazing Spiderman (Asombroso Spiderman nº 81 de la edición española), de modo que, si aún no lo has leído, corre a tu tienda más cercana y hazte con él, porque este comic ¡¡HAY QUE LEERLO!! y no perderse uno de los mejores giros argumentales que se han producido en la colección principal de nuestro lanzarredes favorito desde que naciera hace algo más de cincuenta años. Y para un personaje de semejante edad, ya es decir bastante.

Vaya por delante que, por lo que he podido leer por ahí debo de ser el único en el planeta al que le ha gustado la salida de pata de banco del gran Dan Slott: en la red se rifan su cabeza, piden su salida inmediata de la colección (olvidando que el guionista californiano no solo puso punto final a aquel despropósito que fue "Brand New Day" y que con él, Spiderman ha vivido una etapa gloriosa, espectacular, llena de humor. Un blockbuster deslumbrante planificada al detalle) y alguno incluso le ha amenazado con enviar a Gomez de Liaño a pedirle cuentas por el atrevimiento que ha mostrado el muchacho para con el personaje que creara Stan Lee allá por 1962.

Sí, he sido yo. ¿Me ves preocupado?
¿Y qué es eso que ha hecho Dan Slott con el personaje estrella de Marvel? Pues básicamente matarlo. O más concretamente, matar a Peter Parker, quien ha permanecido tras la máscara del lanzarredes- con permiso de Ben Reilly- desde su inicio. Hombre, atrevidillo el hombre si me lo parece, más aún teniendo en cuenta que el 50 Aniversario del personaje ha sido ayer, como quien dice. Y por si fuera poco, la muerte de Peter se ha producido de la peor manera posible, sufriendo la derrota definitiva a manos del Doctor Octopus, con quien el trepamuros llevaba zurrándose desde el número 3 de la colección. Definitivamente, Slott tiene algo de kamikaze en sus genes.

Y digo de la peor manera posible porque la derrota no le ha caído a puñetazos- que también- sino porque Peter ha muerto sabiendo que a ojos del mundo y de sus conocidos, él sigue vivo y coleando- con perdón, Mary Jane-  y es el Doctor Octopus el que ha terminado en la morgue. ¿Que cómo ha sido eso posible? Muy sencillo, una argucia del viejo Doc Ock- machacado físicamente por los palizones provocados por Spidey en los últimos sopotocientos enfrentamientos, pero con el cerebro en forma- que con un quítame allá ese Octobot ha transferido su mente a la de Peter, confinando la de éste en su malogrado cuerpo. Comparten recuerdos (Peter los de Ock, Boda con Tía May incluida. Momento cumbre del AS 698), pero las mentes de cada uno han cambiado de mano, en un trilerismo argumental apoteósico. Como es de imaginar, teniendo en cuenta las ganas que le tenía, en cuanto Doc se vio vestido de azulgrana y con tales poderes, pasó lo que tenía que pasar, es decir, esto:

¡¡Puff, como perro con dos colas me he quedado!!

Como resultado de todo esto- que lleva fraguándose desde el número 600 de la colección y que detonó en el 698 para estallar en el 700- la mítica cabecera arácnida Amazing Spderman desaparece en tan redondo número (no tendría sentido continuar llamándose así con Peter bajo tierra) y aparece en los quioscos Superior Spiderman- en España, a partir de julio, por cierto- con el amigo Ock enfundado en las mallas del lanzarredes y empeñado en demostrar que puede ser muy "superior" a su eterno enemigo en cualquier aspecto de su vida. Una jugada maestra que permite seguir disfrutando de los secundarios habituales de la colección con el añadido de saber si los posos de nobleza que permanecen en el cerebro de Peter- perdón, de Otto Octavius- si el mítico "un gran poder conlleva una  gran responsabilidad" y si el "efecto "Thunderbolts" (más información, aquí ) logran reformar al ególatra  desquiciado de Dock Ock y convertirlo, esta vez sí en un Spiderman Superior. Yo, sinceramente, me muero por saberlo.

miércoles, 19 de junio de 2013

Desde el nido

Aunque llevaba ya casi un año inscrito, no he quedado atrapado en la red social Twitter hasta hace unas semanas, momento en el que como Ananías hizo con Saulo, el pajarillo me ha impuesto las manos (las alas en este caso) y he visto la luz que durante meses me había sido negada y que me había llevado a abominar de esta popular aplicación.

Las redes sociales y yo no nos llevábamos bien. Me encantaría ponerme estupendo y decir que no me gustan porque aislan al ser humano y pervierten las formas de comunicación más clásicas en beneficio de una falsa realidad integrada por individuos por quienes no moveríamos un dedo de cruzarnos con ellos en la vida real. Quedaría fenomenal, no lo discuto, pero, sin dejar de darle una parte de razón, la principal razón por la que deambulo poco por las redes sociales es que me resultan mortalmente aburridas.

Facebook, por ejemplo, me ha parecido siempre la personificación de Onan. Allí todo el mundo parece querer restregar a los demás lo bien que les va en la vida, con que saludable dieta pasan los fines de semana y como se quieren sus amigos y ellos en una vorágine de vida social que marea solo de pensarlo. Instagram, por su parte, es un símbolo claro de que el homo sapiens ha recorrido el camino que descubrió en 1997 Giovanni Sartori y está ya felizmente reconvertido en homo videns. Aquí el texto importa poco o nada. De hecho, me jugaría la bolsa escrotal a que si uno mentara a la madre de quien publica la foto, el aludido pasaría el comentario por alto, pero no por seguir las enseñanzas de Amon Göth sino, fundamentalmente, por que las palabras han pasado por sus ojos con capa de invisibilidad. Y por ultimo, Twitter....... ¡Ay, Twitter!

Twitter, de primeras, para un servidor, era un bardal descontrolado sencillamente ininteligible. Entre las limitaciones que imponen sus 140 caracteres- más si, como es mi caso, padeces incontinencia verbal-  y el laberinto de arrobas y almohadillas que recorren el nido, era prácticamente imposible enterarse de lo que decía la gente y costaba un considerable esfuerzo entenderse y, lo que es peor, hacerse entender. Uno se deja llevar y, cuando se quiere dar cuenta sigue a un millón de personas que le invaden la pantalla de inicio con un aquellarre verbal al que es imposible sobrevivir. Por tanto y como uno ya está mayor abandoné el nido. Es lo normal y no descarto que mucha gente lo haga.

El mundo está tuiteado, quién lo desentuiteará........

Pero hagan un esfuerzo, no tengan prisa. Tómense su tiempo para pasar de un mensaje a otro. Tengan en cuenta que se envían más de diecisiete millones de mensajes diarios en todo el mundo, va a ser imposible leerlos todos, nacen muertos, sepultados por sus hermanos en un parto interminable que aumenta cada día. De modo que no corra, en estos tiempos, el idem es muy relativo. Si hay un enlace a otra página, pinchen sobre él, no lo pasen de largo. A lo peor es una parida, un chiste malo o una diatriba del sicótico de Hermann Tertsch, pero, hay tantas opciones. Y tantas buenas- hace poco he descubierto así la impresionante obra del hiperrealista Pedro Campos o el torrente sonoro de Queens of the Sone Age- que merece la pena probar.

Controlen adecuadamente a quien siguen. Aquí se lleva mucho el "quid pro quo", el teto virtual por así decir, "si me sigues te sigo. Si no, ya sabes por donde te puedes ir yendo". Es importante sembrar en Twitter, sobre todo al principio, cuando uno se encuentra como Superman en la Fortaleza de la Soledad, pero, llegado un punto, los arboles pueden impedirte ver el bosque y perder por el camino algo grande.

No se enganchen únicamente a las personas que admiran o que les caen bien. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo- todavía me relamo pensando en una conversación musical que tuve hace poco con mi admirado J.M.de Matteis- pero merece la pena meterse en aguas pantanosas y acercarse a otro tipo de gente. Sean malos, no olviden seguir también a quienes detesten, personajes a los que siempre han tenido ganas de poner un bozal y nunca han podido. En Twitter es posible y, además, desde el nido, desde la cercania, se ve mejor la profundidad de su estupidez y lo paupérrimo de sus argumentaciones, cuando se ven cercados (lo de algunos políticos es para enmarcar, una vez se seca uno las lágrimas).

Tal vez sea la devoción del converso, el fogonazo que acompaña todo disparo, pero creo que Twitter es mucho más que "otra red social". Su dinamismo, su inmediatez, sus peculiaridades formales y la ausencia de candados y fosos, convierten el nido en una fuente inagotable de información que se nutre de su propia cercanía para llegar a todos y desde todas partes. El riesgo está en que el nido se convierta en un gallinero, en un tumulto, un caos, pero, eso, como casi todo en Twitter, depende de cada uno, lo que es muy tranquilizador, sinceramente.

miércoles, 5 de junio de 2013

Volando voy: Burdeos

Gracias a la infinita generosidad de los abuelos del clan, que acogieron a las herederas en su nido durante el último fin de semana, la bella señora Winot y el que suscribe, en inmejorable compañía (Monsieur Lewis y Monsieur Caro, ambos del brazo de sus deslumbrantes esposas. Casi nada) han pasado unos días de merecido descanso en la vecina Francia y, por ser más precisos, en la localidad de Burdeos. Un paraíso vinícola y cultural cuyo único pero es el estar habitado por esa especie semihumana, terriblemente estirada y de natural antipatía que es la de los franceses. Queda específicamente excluido de esta saturada, aunque irrebatible definición, el gran Jean Baptiste, que tan grato y divertido servicio nos prestó en uno de los inmejorables restaurantes de la ciudad y que, como era de suponer, no era francés al cien por cien.
Será mi francofobia, pero, ¿esto no les recuerda a la alerta biológica?
Desde un punto de vista cultural, la ciudad, una de las más importantes del país, es un vergel arquitectónico deslumbrante. La Basílica de San Miguel, la plaza del Parlamento, el Gran Teatro de Burdeos- colosal, de quedarse con la boca abierta- y, por supuesto, la resplandeciente y monumental Catedral de San Andrés son tal vez los ejemplares más llamativos, pero toda la ciudad desborda una elegancia que te lleva a ir con la vista dirigida al cielo y, en consecuencia, a tropezar con algún francés, con el elevado riesgo de contagio que eso lleva aparejado. Si, además, como fue nuestro caso, el Girondis de Burdeos gana nosequé trofeo futbolísitico, el riesgo alcanza nivel de epidemia.
La foto no es mía, ya quisiera. Mi arte no está a su altura. Gran teatro de Burdeos


Pero cuando uno ha superado los cuarenta y apenas dispone de 48 horas para desconectar antes de reenganchares en la rutina, la pregunta que, de verdad, determina si una ciudad merece la pena ser visitada o no es por supuesto, la que incide en la calidad de su gastronomía. Excepcionalmente, dado que Burdeos es capital de una de las zonas vinícolas más importantes del mundo la pregunta debe ampliarse para conocer si los cacareados vinos de la región merecen los sonoros elogios que reciben- no hay que olvidar que los franceses son especialistas en elogiar lo suyo, sea o no merecedor de los mismos. Por mucho que me duela, tratándose del país vecino, en ambos casos, la respuesta es sí: Burdeos, amigos, es La Meca de la gente del buen comer y el mejor beber. Y sorprendentemente, todo ello a muy buen precio.

Gracias a los contactos de Madoiselle Caro, tuvimos la fortuna de encontrar ubicación en los tres restaurantes más reconocidos de Burdeos: La Tupina, La Brasserie Bordelaise y Le Café du Port, tres monumentos gastronómicos de enjundia donde tumbamos no pocas botellas de vino y donde nos deleitamos con unas viandas maravillosamente presentadas, sabrosas y, ojo al dato, suficientes para alimentar a una compañía de la Legión en plenas maniobras. "Pobre Tarquin, sin duda debió tener que ampliar hipoteca para pagar la cuenta", se preguntarán consternados "Y si encima las raciones eran perceptibles a simple vista, ya no te quiero ni contar... Y con vino. Y mucho. Está condenado" Eso pensaba yo, sinceramente. De haber tomado estos platos en un restaurante normalito de Madrid, la comanda nos hubiera dejado los hígados fuera y la cartera rumbo al asilo. Pero, sin entrar en detalles, las cuentas de este fin de semana sin-pri-var-nos-de-na-da no han superado los cuarenta euros por cabeza en cada uno de estos locales sumamente recomendables. No es barato, por supuesto, pero no me negarán que, tomando los precios de Madrid y teniendo en cuenta la legendaria cicatería y sobreprecio de todo lo gabacho, es algo muuuuuuy razonable.

Si están buscando una escapada cercana (45 minutos de avión desde Madrid), culturalmente interesante (no se pierdan el Teatro, de verdad, merece la pena), y gastronómicamente imbatible (si hay que quedarse con uno, no se vayan sin pisar el Café du Porto, a orillas del caudaloso, anchísimo y sumamente sucio río Garona que divide la ciudad), si les gusta el buen vino a buen precio (hemos probado muchísimos y es difícil destacar uno, pero si lo encuentran, prueben el Chateau Floreal Laguens) y están dispuestos a controlar las ganas de estamparle un mazo en los morros a cuanto gabacho fatuo, petulante y agrio se cruce en su camino (son legión, se lo puedo asegurar), no lo duden Burdeos es el lugar que estaban buscando.

lunes, 20 de mayo de 2013

Jazz me vale: The Dave Brubeck Quartet

Tras el varapalo que supuso mi aproximación al mundo del bajista Jaco Pastorius (demasiado pronto para acercarme a su puerta, por lo que me han comentado mis asesores) mi entusiasmo por el jazz aumenta su intensidad con la genialidad que exuda "Time out", el disco que en 1959 lanzara al mercado el pianista Brubeck con Paul Desmond, Joe Morello y Eugene Wright completando el cuarteto.

Si "Kind of blue", de Miles Davis, del que hablé aquí hace unos meses, es el mejor disco de Jazz de la historia casi sin controversia doctrinal, "Time out" es, sin duda también, el mejor disco para empezar a escuchar Jazz. Puede parecer lo mismo, pero, sin duda, no lo es.

Mientras que la genialidad de Miles Davis entra a través de la piel, en extensos desarrollos instrumentales improvisados sobre unas bases muy marcadas, la música de Brubeck es mucho más directa, no requiere de largas exposiciones y hace de los cambios de ritmo- incluso dentro del mismo tema- su seña de identidad más pronunciada. Quien odia el Jazz y carece de paciencia, escuchará "A kind of blue" y seguirá odiando el Jazz. Si se decanta para empezar el camino con "Time out", es muy posible que se le gane para la causa.

Además, la escucha del álbum de Brubeck es perfectamente compatible con cualquier estado de animo, cosa que no ocurre con el melancólico disco de Miles Davis, que, en según que circunstancias, puede caer como una losa sobre el oyente. Por el contrario, la descomunal mezcla de ritmos y compases de "Time out" entra con suma facilidad y sus guiños al vals, la música étnica o el swing, unidos a las maravillosas melodías creadas para la ocasión, convierten su escucha en un plato sumamente apetecible en cualquier circunstancia.

Los siete temas incluidos en el álbum son portentosos y aguantan el tipo frente a sus compañeros de surco. "Blue Rondo a la turk" con su ritmo étnico acelerado y sus estructuras clásicas es un primer plato suculento que contrasta con la lánguida y hermosa "Strange Meadow Lark". La melancolía dura poco y, en seguida empieza el celebérrimo "Take five", un clásico entre los clásicos, una canción de las que marcan época y que curiosamente, es la única del disco que no compuso Brubeck sino el saxofonista Paul Desmond. Les dejo una maravillosa versión en directo un poco más abajo.

Apenas recuperado de la impresión los aires de optimismo y energía positiva se intensifican con "Three to get ready" y, sobre todo, la maravillosa "Kathy's Waltz" que lleva alojada en mi cabeza desde hace semanas y no parece querer mudarse- también se la dejo al final de la entrada. El disco se acaba, pero aún queda "Everybody's jumpin'"- que, a pesar del nombre es sosegada y donde el piano de Dave Brucket se luce con entusiasmo- y la coda final con "Pick up sticks", que pone un brillante colofón a un álbum como pocos: intenso, hermoso, melódico y con cuatro virtuosos dando lo mejor de si. Si estaban esperando una oportunidad para entrar en el Jazz, háganlo de la mano de The Dave Brubeck Quartet y "Time out". Verán que el camino no es tan complicado como parecía.

TAKE FIVE  



KATHY'S WALTZ


lunes, 13 de mayo de 2013

Corre que te pillo

Para los que nos gusta, el cine es como una matriuska: nos encantan las películas, por supuesto, pero la cosa no acaba ahí. Dentro de las películas, nos gustan especialmente las de uno o varios géneros concretos (terror, western, thriller) Y no nos detenemos ahí, sino que, profundizamos un poco y dentro de cada género somos capaces de pelar una capa más (terror gore, western crepuscular, thriller sicológico) e, incluso usar sus paises de origen para establecer subdivisiones aún más precisas (giallio, spaghetti western, polar). ¿Aún hay más? Pues sí, aún hay más, porque, ¿qué amante del cine no tiene sus escenas favoritas? ¿Quien no se sienta a ver una película de su género o subgénero favorito sin esperar con ansía la escena de cama, la pelea final, el tiroteo desquiciado o el momento kleenex?¿Nadie levanta la mano? ¿Nadie? Lo imaginaba.

Probablemente por oposición a mi muy poco envidiable forma física y a mi prudente forma de conducir los vehículos con ruedas (el estilo "conduciendo a Miss Daisy" que con mordaz ingenio se saco de la manga la bella señora Winot) son la persecuciones las escenas que más me emociona en las películas: lo mismo me da que sean en coche, en moto, en lancha motora o sobre las extremidades inferiores de los protagonistas. Recorriendo carreteras solitarias usando los coches como castañuealas o esquivando personas en palizas descomunales propias de Usain Bolt. Me vale todo con tal de ver montajes trepidantes (que no esquizofrénicos) saltos imposibles o cabriolas al filo del descabello. Y si acaban con reparto de soplamocos entre perseguidor y perseguido, mejor que mejor.

Persecuciones hay muchas. Cada día más. Casi tantas como películas de acción se ruedan, de modo que es difícil decantarse por unas u otras. No obstante, si tuviera que decantarme por mis diez favoritas- excluyendo la persecución por definición que es la incluida en "Bullit" y de la que ya hablé aquí al protagonizar su banda sonora una de las entregas de "La melodía escurridiza 2.0"- creo que serían, sin el menor orden ni concierto alguno, en riguroso orden de caída mental, las siguientes.


1.- AMSTERDAMNED (1988): Joyita a recuperar del holandés Dick Maas que además de disponer de una magnífica y desquiciada trama de asesinos submarinos, contiene en su interior varias espléndidas persecuciones por las calles  y canales de Amsterdam, incluyendo una en lancha motora, que es la que les presento aquí por si no la conocen, de las que no se olvidan.



2.- FRENCH CONNECTION (1971): Uno de los grandes clásicos del género. Creo que su director, William Friedkin es uno de los más sobrevalorado que hay en la historia del cine y detesto con toda mi alma ese insulto a la elipsis que es la risible "El exorcista". Sin embargo, hay que reconocerle que sabe como planificar y rodar una buena persecución. Si lo sabrá hacer, que es el único que saldrá dos veces en la lista, en un ejercicio de incoherencia flagrante por mi parte. No he logrado encontrar un vídeo que incluya el plano final en las escaleras, pero, lo demás, estremecedor instante con el carrito de bebe incluido, lo van a poder encontrar ustedes aquí, en su escombrera favorita.



3.- RONIN (1998): A punto he estado de incluir la que el mismo director, el gran John Frakenheimer rodara en 1987 para un olvidado aunque muy refrescante y recuperable thriller de nombre "Tiro Mortal". Sin embargo, vista hoy, reconozco que, a pesar de su sorpresivo desenlace con vomitona incluida, no aguanta la comparación con la que el realizador tras "El hombre de Alcatraz" incluyera en esta cinta con De Niro y Reno de la que poco recuerdo salvo el vértigo vivido en estos siete trepidantes minutos.  



4.- EL CASO BOURNE (2002): En cada entrega de esta fantástica saga hay, al menos un par de persecuciones, todas magníficamente rodadas y planificadas. Por consiguiente, tomar una decisión acerca de cual incluir aquí ha sido difícil. Por el cariño que le tengo al Mini y por ser la primera de la trilogía (sin la pétrea faz de Matt Dammon no hay Bourne. Lo siento, Jeremy, no es nada personal), me decanto por la rodada por Doug Liman, más clásica que las aportadas por Paul Greengrass en las posteriores entregas, pero también más sucia y directa.



5.- MATRIX RELOADED (2003) : Soy enemigo declarado de las pajas mentales que pueblan la tediosa, insoportablemente pretenciosa y aburridísima trilogía de los Hermanos Wachowski sobre Neo y sus colegas. Cierto es que sale Keanu Reeves y eso ya hubiera valido para desacreditarla, pero es que el resto, no le va a la zaga. No obstante, es imposible no quitarse el sombrero ante la deslumbrante persecución que se produce en la segunda y más salvable entrega de la saga y que ha encontrado acomodo en mi lista. El vídeo esta editado y la música también, pero es el único que he podido encontrar con la escena (casi) al completo.



6.- LA ISLA (2005): Sin la menor duda, el rey de las persecuciones cinematográficas del siglo XXI es Michael Bay. Normalmente, suele citarse como su obra maestra la rodada para "La roca". En parte por salirme del protocolo, en parte porque creo que es su mejor película y en parte por Scarlett Johansson y lo mona que luce en la cinta, me decanto por la espectacular carrera de obstáculos rodada para la ocasión por el muchachote angelino.



7.- VIVIR Y MORIR EN LOS ANGELES (1985): Como ya he dicho, no es mi directo favorito, pero hay que reconocerle su talento para las persecuciones y casi quince años después de la anteriormente comentada, Friedkin vuelve a dar en el clavo con un corre que te pillo por casi todos los barrios de Los Angeles que no da respiro en esta película a recuperar que no se comió un rosco en taquilla, pero que resiste fenomenalmente el paso del tiempo. Como puede comprobarse, William Petersen, antes de convertirse en Grissom ya derrochaba carisma a borbotones.


8.- CASINO ROYALE (2006): La reina de la fiesta. Los diez minutos más trepidantes que han pasado por mis ojos tienen lugar en el primer Bond de la era Craig. La que se produce a mitad de metraje en el Aeropuerto de Miami también es para ponerle un piso, pero,me rindo ante esta exótica muestra de talento, planificación y magia digital cortesía de Martin Campbell (¿para cuando una vuelta a la franquicia, Martin?). Maravillosa.

 


9.- EL RETORNO DEL JEDI (1983): Siempre odiaré a los malditos Ewoks y cierto es que, vista hoy, la secuencia canta a jurásico que echa de espaldas. Pero, por favor, estamos hablando de la persecución en el bosque, un hito en la infancia de cualquier nacido en los setenta que se precie, con los soldados imperiales motorizados más molones de toda la galaxia y las Vespas más tuneadas del planeta. Reconocedlo: había que incluirla.



10.- TERMINATOR 2 (1991): Como acostumbra, James Cameron revolucionó los efectos especiales en la segunda entrega de la saga con el licuado Robert Patrick complicando la existencia al cyborg más famoso de la historia del cine. Pero donde el megalómano realizador raya a mayor altura es en la descompensada batalla trailer/ ciclomotor que marca el primer encuentro entre Arnie y su némesis líquida. No ha habido forma de encontrarla completa, pero, como diría Bárcenas frente a un billete de quinientos euros.... algo es algo.



lunes, 15 de abril de 2013

Anton llama a su puerta

Tímido, con un gran complejo de inferioridad y privado por completo de genio y talento, además de ser un beato de primera categoría. Así, de primeras no parece, sin duda, el retrato del yerno ideal y, sinceramente, tendría mis reservas si las herederas me plantaran un novio con tal curriculum. Sin embargo, damas y caballeros, las apariencias engañan y tras tan deplorable tarjeta de visita, se esconde un sinfonista memorable, un artista de inigualable sensibilidad y uno de los músicos más grande de todos los tiempos. Con todos ustedes, el compositor austriaco Anton Bruckner (1824- 1896).

Upsss, no, ésta es Agnes. Anton es el de arriba.
Que fue tímido nadie lo pone en duda. Sin duda llevar más de cinco generaciones labrando los campos del señor feudal de turno debe marcar los genes de una familia, por mucho que el padre del muchacho (primogénito de once hermanos, ahí es nada) iniciara el cambio de tendencia hacia la enseñanza. Menos claro queda el tema del complejo de inferioridad. Cierto es que dedicó los dos tercios de su vida a acumular títulos y diplomas en cuantas disciplinas se le pusieron a tiro y esa tendencia a parapetarse tras reconocimientos suele ser síntoma de una personalidad necesitada de admiración. Pero, creo que todo aquel que fabrica algo para el público, por definición, se tiene en un concepto lo suficientemente alto como para suponer que algo salido de los surcos de su cerebro puede interesar a alguien ajeno a uno mismo, por lo que, desde mi punto de vista, Bruckner tenía muy clara su valía como músico. Cierto es que Don Anton fue un poco "facilón" y permitió casi a cualquiera que metiera mano a sus partituras para lograr algún que otro "Me gusta" adicional, pero no creo que su lícito afán de llegar al público sin perder su esencia merezca tacharlo de inseguro o pusilánime.

Que carecía de talento y de genio también es algo que aún se dice por ahí. Que si era un simple copión, que si se limitó a traspasar el concepto musical de Wagner a la sinfonía (no es cierto, pero de haberlo sido no me parece fácil empresa para un tipo sin talento), que si su obra sinfónica no es sino una sola muy larga (que se repite más que las sardinas en aceite, vamos). Paparruchas, amigos. Como dijo Wagner, Bruckner es el único compositor que aporta algo a las sinfonías desde la revolución que supuso el paso de Beethoven por el mundo. De hecho, las colosales dimensiones de las obras brucknerianas- y no solo por el ejército de instrumentistas que precisan y su enorme longitud- llevan la forma sinfónica al límite de sus posibilidades. Más allá hay otras cosas, pero ya no son sinfonías.

Abadía de San Florían, donde Don Anton reposa.
Por último, que fue un beato, sinceramente lo ignoro. Devoto lo fue. Y mucho. No en vano, de una manera y de otra, su vida esta íntimamente ligada a la religión en general y a la mística divina en particular. Sin ir más lejos, el compositor descansa bajo el órgano de la Abadía de San Florian, donde tantas veces toco (era un virtuoso deslumbrante que, curiosamente, no dejo nada compuesto para su instrumento predilecto) y a la que estuvo vinculado toda su vida desde que ingresara como niño cantor con apenas trece años. Por otra parte, su obra incluye mucha música sacra (misas, varios motetes y, mi favorito, un Te Deum que quita el aliento) y no dudó un minuto en dedicar, así, sin más, su última sinfonía "al buen Dios". Esa devoción, esa mística exaltación religiosa que dirigió su vida se detecta en cada nota, en cada estructura melódica de sus partituras y no me extraña que algunos digan que escuchar a Bruckner es como pasear sin prisa por una enorme catedral, admirando los detalles y los juegos que las luces de las vidrieras practican sobre ellos. Sí, Bruckner fue un devoto. Y sus admiradores sólo podemos agradecérselo, ya que de no haber sido así, probablemente sus majestuosas estructuras musicales, no hubieran brillado del mismo modo.

Haganme caso y permitan que la música de este compositor genial entre poco a poco en sus vidas. Les garantizo que, si le dejan, sus vidas- musicales- no volverán a ser las mismas. Si quieren pueden empezar por aquí y ya me irán contando.

lunes, 1 de abril de 2013

Lo que el viento no pudo llevarse

En la última entrega de "La melodía escurridiza 2.0", dedicada a "Lo que el viento se llevó" comenté que la elección de esa partitura no había sido fruto de la casualidad y que, independientemente de lo adecuado de su colocación al final del concurso, con todo ya decidido, la música tenía algo de simbólico para el ladrillo. Anuncié que lo explicaría en unos días, pero hay que ser muy comprensivo para considerar un trimestre entero como "unos días". Es, por tanto, indiscutible que la anunciada explicación se ha tomado más tiempo del inicialmente debido, pero debo reconocer que este retraso ha sido muy positivo: cuando escribí aquella entrada, el ladrillo tenía los días contados y una fecha de caducidad muy concreta. Ahora, tres meses después, la entrada de despedida redactada entonces y de nombre "Sexta y última" va desapareciendo mientras escribo ésta.

Los que le damos a esto de las bitácoras virtuales sabemos que, como en casi todo, hay altibajos. Momentos en los que comprobar si una entrada tiene o no comentarios es lo primero que uno mira cuando se despierta por la mañana y momentos en los que el blog languidece y permanece con parálisis facial durante semanas. En ocasiones, los temas parecen emboscarte a diario para que los trates en la bitácora quitando incluso horas al sueño y otras veces uno parece un personaje de "Barton Fink". Todo esto ocurre. Y no sólo no es grave sino que incluso, me atrevería a decir que es saludable, porque el entusiasmo continuado deviene en hastío con más rapidez que la que es posible imaginar y no hay nada mejor que subir una cuesta para luego disfrutar de bajarla. Pueden faltar las entradas, pero nunca las ganas de hacerlas.

A finales del año pasado, el ladrillo era un muerto viviente. Creo que eso era un hecho evidente para cualquiera que lo siguiera, bien de forma habitual, bien como lector ocasional. No me apetecía escribir, pero tenía que hacerlo para cumplir con "La melodía escurridiza" que, como todos los buenos personajes hacen con los actores que los interpretan, encasilló al ladrillo en el concurso y con su estructura apenas dejó espacio para publicar algo que no fuera directa o indirectamente vinculado a ella. Y ese aire mecánico, de imposición vició todo lo que escribí en esos días. Lo peor que le puede pasar a un blog y éste no ha sido una excepción, es que se construya por obligación o, peor aun, por inercia, que las entradas aparezcan porque toca o porque no hay más remedio. Para eso, es mejor dejarlo y gastar el tiempo en otras cosas. Y eso es lo que decidí en los últimos días del año pasado.

La idea era aprovechar la entrega de premios del concurso para convocaros a la fiesta de despedida, pero entre unas cosas y otras no aproveché la ocasión y "Sexta y última" quedó como borrador mientras los temas sobre los que hablar, despejado el camino de pentagramas y enigmas, empezaron a asomarse a mi ventana y, servidor, libre de las obligaciones del concurso, comenzó a encontrar el camino en el teclado para cumplir con aquellos principios generales que se establecieron hace casi seis años en la entrada que abrió esta bitácora y que no son otros que los de escribir sobre lo que uno quiera, cuando quiera y como quiera, libremente, decidiendo en todo momento lo que es prioritario y lo que no.

Si comparamos este año con cualquiera de los anteriores, la cosecha esta siendo paupérrima- nueve entradas en tres meses- pero difícilmente podría encontrar textos más coherentes- que no mejores-  con la idea que alumbró el ladrillo que los escritos este año. Solo he castigado el teclado cuando me lo ha pedido en cuerpo y, tal vez, por eso, cada vez me apetece hacerlo más. Sinceramente, si el ladrillo no se ha derrumbado en este 2013, creo que ya va a ser difícil que lo haga en el futuro. Vivirá sus momentos buenos y sus momentos malos, pero vivirá. De eso y de que esta sexta temporada no será la última no me cabe la menor duda.