Estaba el otro día rodeado de gente. Puede que en una reunión. Puede que en la calle esperando a que el semáforo cambiara a verde. No importa. Lo que importa es lo que sentí al estar así. Invisibilidad. Ni yo era nadie para aquellas personas ni ellas lo eran para mí. Caminamos y nos movemos entre una marea de gente sin ser conscientes de lo irrelevante que resulta nuestra existencia para el mundo. Fue en ese momento cuando empecé a darle vueltas al coco, cosa mala según dicen, y a pensar en las personas.
Los seres humanos somos egoístas e hipócritas. Casi siempre nos movemos en beneficio propio. Por mucho que nos engañemos, es así. Si vamos a una entrevista de trabajo en que competimos con un conocido rezamos por que nos den el puesto a nosotros, por mucho que le deseemos suerte al compañero. Cuando nos ofrecemos a acompañar a una chica a casa y accede, siempre deseamos que una vez allí nos invite a entrar en su piso. Cuando colaboramos con alguna ONG o similar pensando ayudar a los pobres desfavorecidos, en realidad lo hacemos por sentirnos mejor con nosotros mismos.
Lo peor del tema es que no nos detenemos a pensar en que nada de lo que hacemos en nuestro beneficio será recordado. ¿Quién recordará dentro de 70 años que alguien logró sacar la nota más alta de cuantas se han sacado en un examen, da igual la materia o el grado, salvo el individuo que lo ha conseguido y sus allegados? Seguramente nadie, a no ser que ese hombre consiga algo más allá de un puesto de trabajo bien remunerado, que consiga algo beneficioso para todos, ya sea un descubrimiento científico, una cura contra el cáncer o una obra artística de gran relevancia. Tal vez habría que ir un poco menos lejos, que consiguiera realizar una acción que signifique algo para una pequeña minoría sin imaginar, si quiera, que lo ha logrado.
En nuestra Historia tenemos ejemplo de comportamiento, personas que ofrecieron más de lo que recibieron mediante actos que ayudaron a otra gente a salir adelante, sin llegar a conocer lo que habían conseguido y el grado de importancia que tenían para dichas personas. En los libros de Historia podemos encontrarnos con unos cuantos, pero a mi me interesan los que no aparecen en ellos y circulan junto a nosotros a todas horas, pasando desapercibidos. Puede ser un bombero, un escritor, un taxista, un científico, un camarero, un abogado, un artista o un profesor. No importa. Lo que importa es que gracias a un acto de esas personas otros muchos pueden afrontar la vida con otra actitud. No saldrán nunca en libros, ni serán recordados dentro de medio Siglo. Son invisibles.