- ¡Vaya! Dándole al teclado de nuevo... Y solo ha pasado una semana desde la última entrada en lugar del mes/meses de rigor. ¿A qué se debe, cariño? ¿Llamo al médico? ¿Te bajo la medicación?
- Ja, ja y ja. Es usted muy graciosa, señora Winot. Ya sabes que en esta nueva temporada del ladrillo, escribo cuando el cuerpo me lo pide. Ya tuve suficientes ataduras el año pasado y, por el momento, voy a llevar esto así. El único rigor que vas a ver por aquí, es el rigor mortis como sigas por este camino.
- Aterrada me dejas con tus amenazas de pacotilla. Anda, calla y cuéntame de qué vas a escribir: ¿el apoteósico final de "Breaking Bad"? ¿Lo bien que lo pasaste y el infierno que yo padecí viendo "Pacific rim"? ¿Nuestro periplo por el Oktoberfest muniqués? Por cierto, esa música que tienes puesta, ¿qué es?
- Luego te cuento. Pues no, no voy a hablar de nada eso. Hoy me apetece hablar de Haydn y, más concretamente de .....
- ¡¡Hombre, Haydn!! Asustada me tenías. Desde ayer no me hablabas del muchacho. Empezaba a temer que se hubiera muerto.... ¡¡Anda, si es verdad que está muerto!! ¡¡Y hace más de doscientos años!! ¿No había un tema un poco más actual? ¿De este siglo, al menos? Eres un caso perdido, muchacho.
- Veo que has desayunado hoy sosa cáustica, mi querida esposa. Dos reveses más como éste y no me renuevan el seguro dental.
- Pero si es que es verdad: las sinfonías de Haydn para empezar las mañanas, los cuartetos para el almuerzo, los tríos para la merienda y los oratorios para las cenas. Además, si no recuerdo mal, ya le has dedicado al chico varias entradas en el ladrillo y si hubiera que hacer un ranking de popularidad no sé si estarían entre las 300 primeras. Oye, esto que está sonando es una maravilla, ¿de quién es?
- Poco me importa que no lea la entrada ni el Tato. Haydn es el Dios Padre de la Música y es mi obligación hacer que su legado se filtre a cada rincón del planeta. Morirse sin haber escuchado "La creación" o el cuarteto "Aurora" es haber vivido en vano. Para vivir con esas carencias, mejor acabar con todo.
- Luego soy yo la intransigente. Mira, yo no te niego que su música sea la octava maravilla...
- La primera, cariño, la primera..
- Bueno, pues la primera barandilla... ¡Ay, entre esta melodía envolvente que me tienes puesta y tus paridas, ya no sé lo que digo... Pues eso, seguro que es la primera maravilla del mundo, no lo niego, pero ya sabes que lo poco gusta y lo mucho cansa. Dosifícate, cariño, dosifícate y habla de otra cosa. Y, sobre todo, dime de una maldita vez que es esta música que suena que tengo un nudo en el estómago y la piel como la de Caponata una tarde de invierno.
- El segundo movimiento de la Sonata para piano número 59 de Franz Joseph Haydn, pero ahora mismo la quito. Ya sabes que lo poco gusta y lo mucho cansa, que hay que dosificarse...
- No muevas un músculo, sube el volumen y cierra la boca.