miércoles, 30 de septiembre de 2015

La burra y el trigo

Les aseguro que la foto que ilustra esta entrada no ha sido tomada ni en Figueras, ni en Barcelona, ni en Sant Feliu de Guíxols ni en Gaba. No, aunque les cueste creerlo, la instantánea fue realizada, este mismo fin de semana por un servidor en el jardín de una pequeña iglesia en pleno centro de Copenhague. A la mencionada capital danesa (por cierto, muy recomendable. Ya les contaré con más detalle en otro momento) puso rumbo el Clan Winot al completo el pasado viernes para escapar de la plaga de saturación que sufrimos desde hace meses con motivo de las elecciones autonómicas catalanas. Como pueden comprobar el esfuerzo ha resultado inútil.

Por razones que no vienen ahora al caso, el tema catalán afecta muy seriamente mi devenir diario. De hecho, si Cataluña se independizara, mi vida sufriría un terremoto de intensidad considerable que, por supuesto, deseo mantener a distancia. Por esta razón, siempre me he posicionado en contra de que la secesión se lleve a cabo y, finalmente, los catalanes se desgajen de España. Pero les confieso que lo mantengo única y exclusivamente por esa razón, lo que no deja de tener un punto de tristeza muy significativo. Lo cierto es que estoy de este tema hasta donde  amargan los pepinos y la única razón que puedo esgrimir para desear la concordia nacional es pura y simplemente, mi propio bienestar. Decía el periodista David Gistau hace ya algunos años que el tema de Cataluña es similar al de aquellas novias que se pasaban los años amenazado con dejarte: al final, lo que uno desea en estos casos es que cierre la puerta por fuera y te deje en paz.

En Cataluña hay una creciente ola de apoyo a la independencia. Creo que es indiscutible y amarrarse al hecho,de que no se ha llegado al 50% de los votos para hablar de fracaso en las pasadas elecciones me parece de un papanatismo casi insultante. Por mucho menos Alfonso XIII hizo el petate y se largó para alegría de los republicanos hace casi 100 años. Pero también es cierto que si con lo fácil que se lo han puesto esta vez, los nacionalistas no han logrado una victoria arrasadora, un verdadero puñetazo en la mesa, una vuvuzela XXL, veo muy complicado que puedan lograrlo en un futuro próximo.

El insólito despliegue de medios utilizados por los partidos independentistas para vender la idea de la secesión como necesidad casi fisiológica se ha conjugado con una lamentable estrategia política por parte del gobierno central (en realidad, si se pone uno a pensarlo, las elecciones catalanas las ha ganado el PP: de no haber sido por Mariano y sus palmeros, muchos no habrían terminado dando su voto al zoo nacionalista de Mas y Junqueras). Además, la izquierda ha estado demasiado concentrada en las elecciones generales como para prestar el menor interés por la situación de los catalanes y así les ha lucido el pelo. A pesar de todo ello, a pesar de darse todas las circunstancias para formar una tormenta perfecta, la cosa ha quedado un poco flácida, como a medio hacer.

Ahora con todos los partidos jugando al Teto para conseguir encajar los votos que permitan continuar el proceso secesionista (cosa enormemente complicada cuando dentro de tu "bloque" conviven socialdemócratas, comunistas, republicanos, anarquistas y demás fauna política) los catalanes se enfrenta a su primera foto fija de lo que puede ser un futuro independiente y el resto de España, desgraciadamente se queda lamentándose de que, nuevamente un 3% (¿qué tendrá este porcentaje que siempre termina asociado a CIU y a sus dirigentes?) no haya permitido poner un punto final muy diferente a este cuento y que, de nuevo, la burra tenga que volver al trigo para seguir arando en un campo que linda el barbecho.