jueves, 26 de septiembre de 2013

Volando voy: Sicilia (1ª Parte)

Mi abuela perfecta siempre fue Sofía Petrillo y ya es legendaria mi pasión casi enfermiza por la trilogía de "El padrino" y por "Léolo". Si a eso le añadimos que una de mis óperas favoritas es "Cavalleria rusticana" y que no hay manera más delicioso de tomar unos spaghetti que "alla norma", creo que coincidirán conmigo en que visitar Sicilia era una simple cuestión de tiempo. De modo que tras un mes de julio apocalíptico (pocos peores, creanme) y como uno está en una edad en la que este tema del tiempo empieza a ser relevante, el Clan Winot al completo (herederas incluidas) partió, el pasado mes de agosto rumbo a la isla italiana para comprobar si Sicilia es esa tierra de maravillas que los libros, la música y el cine tan enconadamente se han empeñado en mostrar. Desde ya mismo les digo que el experimento ha sido un éxito y que todo lo bueno que se puede decir de la isla es poco. De hecho, me temo que habrá que dividir el relato de mi periplo siciliano en un par de entradas para que tan delicioso bocado no resulte indigesto.

Antes de nada, tengan en cuenta que nos encontramos ante la cuarta isla de Europa por dimensiones, puesto que ocupa gracias a sus casi 26.000 kilómetros cuadrados de superficie. Por tanto, cuando les digo que he visitado Sicilia, lo que realmente debería decir es que he visitado el extremo sudoriental de una isla llamada Sicilia. De modo que, desde ya mismo les voy anunciando que no he podido pisar las calles de Palermo ni las de Corleone y me he quedado con las ganas de tomar el sol en las hermosas calas de Cefalú. Sicilia es un pozo sin fondo de belleza, cultura y ocio y creánme cuando les digo que sería necesario un mes entero, herederas no incluidas, para poder volver a España diciendo que se ha visitado la isla sin faltar a la verdad.

A falta de Cefalú, bueno es Vulcano
No obstante lo anterior, que quede claro que con cuatro criaturas de corta edad a bordo, ni Phileas Fogg hubiera podido lograr un mayor aprovechamiento del tiempo. Hemos disfrutado de la maravillosa gastronomía siciliana como si fueran a prohibir su consumo y, por supuesto, hemos regado dichos manjares con recios vinos de la tierra y con la frescura y el delicioso sabor de las primorosas cervezas de Birra Moretti que caían fusiladas en perpetuo auto-reverse cortesía del implacable sol siciliano. Por supuesto, los helados se han convertido en elemento indispensable de nuestra dieta diaria y hubiera sido para llevarnos a un concierto de Duncan Dhu si no hubiéramos aprovechado la estancia en Sicilia para atiborrarnos de cremosos capuchinos modalidad XXL.

Aquí la Birra Moretti.... aquí unos amigos.
 Hemos languidecido en playas de todo pelaje: de arena dorada, empedradas de cantos rodados y carbonizadas por azufre volcánico. Hemos comprobado que conducir por las carreteras sicilianas es un acto de fe y que llegar a tu destino depende más de los buenos augurios y del viento de poniente que de las incomprensibles, contradictorias y odiosas señalizaciones que tachonan en estado de ruina sus arcenes. También, al hilo de esto, nos hemos devanado los sesos intentando encontrar respuesta a la pregunta de cómo es posible que aún queden vivas más de cinco millones de personas en la isla, teniendo en cuenta el horror que supone la conducción esquizoide y homicida de la que hacen gala los aborígenes del lugar. Aún no hemos logrado obtener una respuesta.

La conducción precaria se mama desde la autoescuela en Sicilia.

Y, por supuesto, por encima de todo, hemos visitado espectaculares paisajes naturales como las Islas Eolias o el Etna, maravillas arquitectónicas como las que atesoran Catania o Siracusa y, por supuesto, hemos disfrutado del esplendor y el encanto incombustible de la bella Taormina. Pero de todo esto, y de mucho más, no se vayan a creer, les hablaré en la segunda parte de esta apasionante saga épico-culinaria-cultural que les emplazo a leeer en unos días. Permanezcan atentos al ladrillo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

M.A.T.E.O. (que te veo): Lost

En tanto en cuanto termino de perfilar una nueva entrega de "Volando voy" para comentarles el viaje a Sicilia que el Clan al completo ha llevado a cabo este verano, inaguramos la séptima temporada del ladrillo con una nueva sección cuya única intención es divertirme y divertirles- no necesariamente en ese orden- rememorando monumentos televisivos que, por una u otra razón se me han quedado grabados en la mente como si del protagonista de "Dream on" se tratara.  

Momentos Antológicos Televisivos Escrupulosamente escOgidos (no había otra forma de encajar el rompecabezas, qué le vamos a hacer) o, en su mucho más comercial y reconocible acrónimo de M.A.T.E.O. nace con las mínimas pretensiones literarias y un evidente deseo de tratar con ligereza un tema aún más ligero como es el de la televisión y lo que desde ella nos cuentan. Respecto a la coletilla de la sección, como podrán imaginar, ha sido imposible no caer en la emboscada del chiste fácil. Mis disculpas, pero ya les he avisado que todo esto no va a ir muy en serio y el tema de la sección me lo dejó a huevo.

Y el M.A.T.E.O. con el que arrancamos es el contenido en los minutos iniciales del primer capítulo de la segunda temporada de la celebérrima"Lost", sin la menor duda, uno de los WTF!! más logrados de la historia de la televisión. A mí, personalmente, la serie, terminó por desquiciarme y veía los capítulos sólo por la esperanza de ver morir uno por uno y entre horribles dolores a cada uno de los protagonistas de este interminable desbarre catódico que se alargó durante seis e innecesarias temporadas para culminar en un esperpento que todavía da que hablar. Pero una cosa no quita a la otra y el arranque de aquella segunda temporada fue sencillamente deslumbrante.

Pongámonos en antecedentes por si hay algún ser vivo que haya permanecido congelado y aislado en cemento durante la última década: "Lost" narra las desventuras de un grupo de personas en una isla aparentemente deshabitada tras sobrevivir a un accidente aéreo. La isla de marras resulta ser un lugar de lo más inquietante, con una densidad de población que rivaliza con Tokyo y con más misterios por metro cuadrado que pisos vacíos en la costa mediterranea. El enigma más inquietante de esta primera temporada (cada una tuvo el suyo, la mayoría de los cuales terminaron por no resolver) resultaba ser una escotilla oculta en un claro de la selva y que no se abría ni a tiros. En el último capítulo de su primera temporada, los protagonistas lograban abrirla finalmente a petardazo limpio, dejando al descubierto un pozo de profundidad insondable. El capítulo y la temporada concluía con la cámara deslizándose por la recién descubierta oquedad mientras los intrépidos losties se abismaban en ese agujero sin fondo sin pillar una de lo que estaba pasando. 

Es, sin ninguna duda, uno de los cliffhangers más grandes de la historia de la televisión y los que, por entonces vivíamos por y para la serie, los meses que separaron la primera y la segunda entrega fueron un martirio en toda regla. Cuando el primer capítulo de la nueva temporada estuvo en mi poder y vi lo que pueden contemplar en el vídeo que acompaña esta entrada, supe que algún día existiría esta sección y que estos pocos minutos de genialidad desatada la inagurarían. Que lo disfruten.