domingo, 29 de abril de 2007

Chocolate democrático


Quizás debido a que existe una especie de unanimidad nacional en el convencimiento de que la opinión manifestada en las urnas cada cuatro años aproximadamente, no impide que los elegidos hagan lo que les salga de las narices y traicionen sin mediar preaviso a quienes les encargaron la gestión de sus intereses, vengo notando que, como ocurre con el sexo, la gente ha encontrado un sustitutivo, lo que podríamos llamar el chocolate democrático: los SMS.

De un tiempo a esta parte, nos piden opinión sobre todo y para todo. Todo lo que nos cuestionan es, por supuesto, inútil, prescindible, subordinado o, simplemente imbécil. Pero es tal la apatía del personal, tan firme la certeza de que únicamente en este tipo de cosas podemos realmente inflluir que empuñamos nuestro teléfono móvil a modo de papeleta y la vamos repartiendo por los centenares de urnas mediáticas que andan repartidas por nuestra excesiva sociedad de la información. Da exactamente igual si lo que hay que decidir es el nombre del próximo artista que arruinará su carrera compitiendo en Eurovisión o el nombre de la muchacha que tras un año a base de ensalada de rábanos se pasará otro paseándose con una tiara en la cabeza y luciendo su banda de mujer más guapa de España para después extraviarse en el olvido. Lo importante es votar, hacernos oír. Que quede claro que contamos.

Yo, la verdad es que lo entiendo. Este tipo de votaciones mantiene numerosas ventajas frente a las que, podríamos llamar (y juro que lo digo sin sarcasmo) "serias". Para empezar, puedes votar cuantas veces quieras. ¿Que te apetece mandar doce millones de mensajes para que alguno de los pavos de Operación Triunfo siga haciendo gorgoritos en la academia? Perfecto, nadie te lo impide.

Tampoco existe una edad mínima. Aquí todos pueden opinar. Más democrático imposible. Como los niños tienen móvil antes que sonajero, ya desde su tierna infancia pueden participar en el día a día de nuestro país. No me vale el argumento de que son pequeños y no entienden lo que se les pregunta. A los adultos también les preguntan y, por los resultados obtenidos tampoco debemos entender muy bien lo que nos dijeron.

Por último, hay un hecho incuestionable y es que lo que sale, y perdón por la perogrullada, sale. Es decir, si ese ente informe que es "el público" (a imagen y semejanza de ese otro ente informe que es "el pueblo") haciendo uso de su poder democrático decide que deben emitirse las imágenes de Fulanito de Tal mientras se pone de farlopa hasta las cachas, existe la certeza absoluta de que el mencionado Fulanito de Tal puede darse por jodido y que "el público" (en el que, por lo que parece, Fulanito no cuenta) podrá ver su deseo satisfecho. No pasa lo mismo con las otras. Con las votaciones "serias" (insisto, lo digo sin sarcasmo) te puedes encontrar con que el partido al que has votado, hace, palabra por palabra, lo contrario de lo que te ha prometido. Y como ya no pasean por la calle con cascos de obrero ni suben al metro como hacían durante la campaña electoral, no les puedes pedir explicaciones de porqué hacen esto y no aquello, que, no por casualidad fue lo que te motivó a votarlos. Por tanto, sólo te quedan dos opciones: aguantarte y esperarles en la próxima o, ponerte belicoso y convocar una concentración de protesta. A golpe de SMS, claro.

viernes, 27 de abril de 2007

Desde la ignorancia

Vaya por delante que no tengo hijos, de modo, que es muy posible que esa falta de experiencia me haga incurrir en errores injustificables y convencimientos viciados, pero, no puedo explicarme la noticia de la que se ha venido hablando esta semana sobre los padres de una adolescente asturiana que han solicitado al Principado que se haga cargo de su tutela. Al parecer la niña, con trece primaveras a sus espaldas, es un punto filipino que desaparece de casa cuando la entran ganas, roba sin medida todo cuanto se le pone por delante, reparte guantadas a familiares y amigos y atesora ya unas cuantas denuncias por amenazas, agresión y robo. Esta misma mañana, la he visto en la televisión, escupiendo y llamando "hijo de puta" al periodista que la tomaba una foto con una agresividad devastadora. Vamos, una mala bestia como pocas.
Sus padres, desesperados, y tras un último año en el que, al parecer, la muchacha ha perdido el norte definitivamente, han optado por solicitar que la pieza sea internada durante seis meses en un centro educativo de los Servicios Sociales para intentar enderezar su rumbo en la vida. Viendo el percal, el ayuntamiento ha dado la callada por respuesta y, durante un mes, se ha dedicado a marear la perdiz y a extraviar el expediente por los laberintos administrativos confiando en aburrir a los solicitantes.¡Craso error! En una pirueta inesperada, los padres han acudido a los medios de comunicación y, ahora, hasta la alcadesa media en el conflicto.
Sin ser ningún especialista en la materia, dudo mucho que esta cría fuera un modelo de virtudes hasta una mañana en la que, inesperadamente, endosara dos bofetadas a su madre a modo de buenos días. Una niña que con trece años roba a sus compañeros de colegio o se marcha de casa cuando se le pone en las narices, con dos abriles ha debido de arrancar los juguetes de las manos de sus amigas a mordiscos y con cinco ha debido manifestar su fobia a las verduras estampando el plato de la comida contra la pared. Seguro que con siete arrasaba todo a su paso si sus padres la decían que no podía levantarse de la mesa hasta que terminara de comer y, con diez, directamente, abofetea a sus padres por que no la deja vivir su vida. Algo así se ve venir y lo que debe ser imposible a estas alturas es enderezar trece años de mala gestión.
Y es que, aunque esta niña sea agresiva, rebelde y puñetera hasta extremos inauditos, no me es posible imaginar que dos adultos y un entorno familiar que presumo normal no hayan sido capaces de reconducir siquiera hasta la urbanidad más básica a una niña de dos, de cinco o de siete años. Esos padres, bien por dejadez, por pereza o, quién sabe, quizás pensando que estaban haciendo lo correcto, han debido consentir actitudes y comportamientos que no deberían haber pasado de una línea muy marcada que es la del respeto. Los niños son depredadores de la debilidad y, en cuanto la detectan, nada les detiene. Siempre saben quiénes se doblan a sus deseos y quiénes no. Si no se pone coto a eso, si un hijo averigua que, de un modo u otro, siempre se sale con la suya, esos padres están acabados.
Después de varios años de dejarse devorar por su hija, ahora, le quieren pasar la patata caliente a otro y como si se tratara de un maquina averiada, buscan a alguien que se la repare, que le cambie las piezas que están mal y se la devuelvan con un lazo. Para eso, piden que encierren a su hija durante seis meses en un reformatorio, como si seis meses en manos expertas fueran a borrar trece años de un plumazo. Y, además, por si fuera poco movilizan a los medios de comunicación para, de esta manera, presionar al Principado sin darse cuenta de que, con todo este circo, lo más probable es que los problemas de esta niña no hagan sino arraigarse al ser presentada como la mala de esta película.
Si consiguen que un centro de asistencia social se quede con la niña, no estaría de más que, mientras, a sus padres también les dieran unos cuantos cursillos. Por si sale recuperada.

domingo, 22 de abril de 2007

La aguja en el pajar


Desempolvando mis discos de Roy Orbison, en uno de esos ejercicios de nostalgia que los que hemos superado holgadamente la treintena realizamos cada vez más a menudo, he vuelto a descubrir las maravillas ocultas en las canciones de este músico genial y desgraciado, poseedor de una de las voces más emocionantes de la historia del rock y autor de un buen puñado de canciones memorables. Es una pena que un hombre tan superdotado para la música tuviera tan mala pata y que nos abandonara tan pronto.

Desmadejado, con aspecto de viejo prematuro y sin separarse un segundo de sus descomunales gafas oscuras, el hombre zarpaba en sus conciertos desde las bambalinas y una vez alcanzado el micrófono, allí anclaba y no había modo de moverlo ni medio metro. Mientras, animales escénicos de la talla de Jerry Lee Lewis o Elvis Presley arrasaban con sus incendiarios conciertos rebosantes de sexo y pianos en llamas. Se aburrió del rock físico y sudoroso que triunfaba por entonces y del que nos regalo algun que otro clásico como "Ooby Dooby" y en un giro genial que nunca le podremos agradecer bastante, empezó a crearse el Roy Orbison que hoy más conocemos. El de las baladas estremecedoras, el de los crescendos imposibles, el de los arreglos de cuerda que ajustaban como un guante a músicos y cantante. De esta época son temas como "Only the lonely""Crying" o la impresionante "Running Scared". Son unos años en los que todo le sale bien. Sale de gira con The Beatles, vende discos como rosquillas y saca a la luz el que será el mayor éxito de su carrera, el mítico "Pretty Woman".

Pero este hombre no nació para tener suerte. En el punto más alto de su carrera, su mujer Claudette, a la que adoraba, falleció en un terrible accidente de moto. Apenas empezaba a levantar cabeza cuando un incendio devastó su casa mientras estaba de gira y se llevó por delante a dos de sus tres hijos de ocho y diez años respectivamente. Durante bastante tiempo y por abrumadoramente obvias razones, su presencia se fue diluyendo en la actualidad musical hasta que un buen día y sin que existiera realmente una razón, se inició un lento pero firme proceso de recuperación de su figura en el que participaron artistas de todo tipo.

El primero que empezó a traerlo de nuevo a la actualidad fue el tarado de David Lynch que, en su alucinógena película "Terciopelo Azul" concibió toda una secuencia al ritmo de su canción "In dreams". De repente, gente como Tom Waits, Bono, Bruce Springsteen o Tom Petty hablan maravillas de sus canciones y se dedican a promocionar todo cuanto tiene que ver con él y con su arte. De hecho alrededor de su voz y su presencia es donde nace la semilla de de aquel efímero pero genial grupo que se sacó de la manga George Harrison y que se llamó "Travelling Wilburys" en el que se juntaron además del ex- Beatle, Tom Petty, Jeff Lyne, Bob Dylan y el propio Roy.

Estamos a finales de 1987 y, de nuevo, la vida vuelve a ofrecerle su mejor cara, la de la felicidad y el reconocimiento, la del éxito y la merecida admiración. Unos meses después de editar el primer disco de los Travelling Wilburys y cuando vive una segunda juventud plena y satisfactoria que le lleva a publicar "Mystery Girl" último y espectacular disco en estudio del genio, un ataque al corazón lo fulmina en minutos y muere en casa de su madre a los 52 años.

No queda constancia escrita de que durmiera alguna vez en un pajar, pero, de haberlo hecho, no me cabe duda alguna de que este hombre genial e incomparable se hubiera clavado la aguja oculta y solitaria.

miércoles, 18 de abril de 2007

Odio a Rizo


Hay odios justificados e universales. En general (aunque siempre hay excepciones), la gente detesta madrugar, los atascos, las obras, hacer cola.....en fin, lo habitual.

Madrugar es odioso por las ganas de suicidarte que te entran al escuchar el despertador. Si estás atrapado en un atasco, se te revoluciona el espíritu al ver que el que más y el que menos estaría encantado de emular a Michael Douglas en "Un día de furia". En las obras, el odio está justificado en que no te queda duda alguna de que el alcalde, aunque se deje tus impuestos en ello, jamás pisará esa M-30 agujereada, pisoteada y embarrada para siempre jamás. En las colas, el mal humor se genera porque tras seis horas de espera tienes la certeza de que te faltará el modelo CD599/25/2007 del Ministerio de Educación para la Ciudadanía con el sello de la DGAC (Dirección General para Administrados Cabreados) y la firma del Subsecretario de la Delegación del Gobierno en Ciudad Real. Y que, en consecuencia, tendrás que volver a madrugar, tragarte de nuevo obras y atascos y perder otras seis horas en la ventanilla.

Pero existen otro tipo de odios que ni están justificados, ni son generales ni universales. Surgen de las tripas; ni de la razón ni del corazón. Bilis en estado puro. Esto es lo que, por ejemplo, me pasa con el odioso erizo Rizo, el protagonista de los anuncios televisivos de Génesis Seguros, empresa que, por lo que parece, no tiene mucho tino a la hora de elegir sus imágenes corporativas, ya que la anterior, el albarcazas de Snoopy, con su eterna cara de empanado también incitaba mucho a la violencia más gráfica y explícita.

Y es que existen cosas con las que no puedo. Por ejemplo, Espinete, el de Barrio Sésamo, caía bien porque era rosa, torpe, acomplejado y, probablemente, homosexual. No sabías bien si darle una colleja, reírle sus estupideces o animar a Don Pimpón a que le enseñara lo que significa la palabra sodomizar. Es decir, a pesar de ser un tipo algo patético, asumía su condición e intentaba pasar por la vida sin molestar a nadie.

Por el contrario, el maldito Rizo es un presuntuoso engolado que se vanagloria ante las cámaras de tener buen olfato y oído ante unas personas (nosotros) a las que no conoce de nada y sobre las que, por tanto, no tiene información alguna. Tampoco se corta a la hora de dar lecciones sobre la vida a una pobre tortuga, abrasándole la oreja con sus historias sobre viajes que, obviamente, el pobre animal nunca podrá vivir mientras se contonea con sus patitas de poliomelítico y luce su sombrerito mejicano. Si en ese momento, la tortuga se las hubiera apañado para salir de su caparazón, hundirle el sombrerito hasta los pies y lanzarlo carretera abajo para que se reventara contra algún arbol, ya tendría un nuevo guía espiritual.

Por si esto no fuera suficiente, el tío es retorcido en sus tendencias sexuales y, en un claro gesto de bestialismo inaceptable, intenta ligarse a una estúpida humana en un gimnasio, mientras suda la gota gorda en una cinta de correr. ¡Qué momento de felicidad aquél en el que, seguramente cegado por imágenes libidinosas, el jodido bicho da un traspiés y se despeña por la cinta con el pánico en sus ojos y el deseo sincero de que alguien hubiera colocado una trituradora de carne bajo la máquina, brillando en los míos! Desafortunadamente, nadie tuvo tan feliz idea y en la imagen siguiente, el odioso personaje aparece de nuevo, en perfecto estado de revista y levantando una mierda de pesa para regocijo de la antedicha estúpida.


Por culpa de este saco de púas, no esquivo a los erizos en las carreteras, quemo los videos de Espinete de mis sobrinos a la menor oportunidad y no puedo ver a un tipo con el pelo de punta sin sentir en mi interior la necesidad de raparlo al cero a tirones. Sí, es irracional, absurdo, injustificable, todo lo que tu quieras............ pero procura no cruzarte en mi camino, bicharraco asqueroso, en esta ciudad no hay sitio para los dos.



sábado, 14 de abril de 2007

Sonrisas y lágrimas


Más de un millón de ejemplares vendidos en España, veinticuatro ediciones, numero uno de ventas durante nosecuantos meses.......¿Dónde está el secreto de "La catedral del mar", la novela del abogado barcelonés Ildefonso Falcones?

Sin duda, no en la foto que le han sacado al autor para la portadilla interior del libro, con los brazos en un escorzo imposible, la mano izquierda reposando sin sentido alguno en el antebrazo derecho y con la otra mano sujetando una presunta pluma o posible bolígrafo (aunque podía ser perféctamente un test de embarazo o un termómetro). El cuerpo aparece absurdamente curvado en unos treinta grados a la izquierda, sin que podamos saber si es por una lesión de cadera o, sencillamente, que el fotógrafo se levanto creativo esa mañana. De cualquier modo, es gratuito y poco favorecedor. En su rostro se adivina cierta urgencia, parece estar pensando: ¿Podrías terminar tus fotos de una puñetera vez y dejarme seguir trabajando (o seguir tomándome la temperatura o empezar a buscar a mi hija para preguntarle un par de cosas), que llevas toda la mañana para una foto? Respecto a ese tristísmo fondo blanco (¿Dónde estan las estanterías colmadas de libros, los mapas, las cafeteras?), anodino, que no dice ni invita a nada me ahorro los comentarios.

No, sin duda, la foto del autor no es el secreto principal de la novela. Los logros de "La catedral del mar" se concentran en otros aspectos.

Para empezar, la historia es un inmenso folletín medieval que recorre más de 60 años del siglo XIV. En ella, se narra la vida de Arnau Estanyol, hijo de un payés al que a las veinte páginas ya le han robado sus tierras, violado a su mujer, humillado y golpeado sin que todavía hayas podido quedarte siquiera con su nombre (Bernat, por cierto). Para evitar que la historia se convierta en un catalogo de desgracias, el habilidoso Ildefonso nos traslada a Barcelona y aprovecha para amortizar los libros sobre Barcelona que ha debido comprar para escribir la novela y dedica un buen número de páginas a darnos una plomiza descripción de la ciudad y sus gentes: las juderías, las casas de los nobles.......y por supuesto el lugar donde 55 años después estará la catedral a la que se refiere el título de la obra, Santa María de la Mar y que en ese momento inicia su construcción.

Desde ese momento y, en paralelo, a la edificación de la iglesia, asisitimos al desarrollo de Arnau y los que le rodean, en una acumulación vertiginosa de peripecias. Así, en los 60 años que se incluyen en la novela, Arnau, convertido en "bastaix" carga con piedras imposibles por toda Barcelona para colaborar en la construcción de la iglesia, se salva de la peste, se arruina y se enriquece con la misma facilidad que otros nos quitamos o ponemos los zapatos, reparte cuchilladas a diestro y siniestro en un par de guerras, se gana el favor del rey, lo pierde, rechaza el solito a todo el ejército de Castilla, es golpeado, seducido, traicionado, amado y odiado por un sinfin de hombres y mujeres........aburrirse no se aburre el amigo Arnau.

Toda esta amalgama de historias está narrada con ritmo y cierto estilo, uniéndo más que bien unas historias con otras y haciendo aparecer y desaparecer con habilidad a todos y cada uno de los personajes para el lícito fin de sorprender y llamar la atención del lector. En ese sentido, la labor del autor es meritoria y en cada palabra y cada frase se aprecia un esfuerzo por que todo cuadre, sea históricamente irreprochable (De hecho, incluye un curioso apéndice al final del libro en el que recoge de manera detallada las licencias que ha adoptado en la obra) y, además resulte entretenido. Y, de verdad que lo consigue. Sí que es cierto que la historia tarda unas 100 páginas en arrancar de verdad y tiene un final, bastante flojo y lacrimógeno, pero, dejando a un lado estos detalles, el libro puede acabarse en tres o cuatro sentadas y no terminar con la sensación de que has perdido el tiempo.

Otra cosa es que los enemigos de Arnau sean malos hasta la caricatura y que sus amigos sean tan nobles y trabajadores que den un poquito de grima. El libro es maniqueo hasta la nausea. Todos los nobles son unos vagos de órdago, que solo piensan en calzarse a las doncellas, arruinar la vida de sus vasallos y conspirar para pasar el rato. Por su parte, los honorables "bastaixos" se pasan la vida cargando piedras como molinos con el cuello lleno de yagas sangrantes y, no por eso, dejan de mostrar unas sonrisas de museo.
Tampoco ha sido llamado el amigo Ildefonso por los caminos de la metáfora arriesgada o del símil ocurrente. En "La catedral del mar", las lagrimas "ruedan por las mejillas", los hijos "cogen cariñosamente el brazo de sus padres", las sonrisas "dejan al descubierto blancas dentaduras", los nobles "visten sus mejores galas" y los personajes enfadados "braman". Me juego algo a que a Juan Manuel de Prada no le ha gustado el libro.
Seguro que mucha gente pasará por delante de las montañas de ejemplares de la obra que se renuevan cada semana en las principales librerías del país y lo despreciarán sin más por vender más de un millón de unidades. No sería justo. Ildefonso Falcones no es Proust, ni lo pretende (De hecho, yo, personalmente, se lo agradezco), pero es un artesano habil, limitado en sus recursos, pero honesto, que escribe con el sano y reinvindicable objetivo de entretener, sin más......pero también sin menos. Nadie empezó a leer con "La montaña mágica" y si gracias a las aventuras de Arnau Estanyol alguien entra en el mundo de los libros, pues bienvenida sea "La catedral del mar II".

lunes, 9 de abril de 2007

Una llamada de auxilio


Hace unos días, paseando por Madrid, encontré el siguiente cartel pegado en el cristal de una cafetería: "Se necesita camarero/a. Con o sin experiencia".

Viendo el interior del local, uno de esos bares estrechos, traslúcidos, con encimeras negras espolvoreadas de blanco y vitrinas de cristal en general vacías, que suelen agonizar en las calles de mi ciudad, no pude dejar de sentir una punzada de tristeza ante el hombre que, tras el mostrador, pasaba las hojas del periódico con la lentitud con la que, para él, debían pasar las horas en ese solitario y gris lugar.

Seguro que, unas horas después, el bar estaría a rebosar de gente tomando el menú del día, el aperitivo o el café de después de comer. Y, sin duda, el camarero (o el dueño. No pregunté al solitario lector su condición) se vio obligado a colgar ese anuncio por no poder dar a basto con el exceso de trabajo que genera el negocio. Por eso, le es igual que sea hombre o mujer, joven o mayor, con o sin experiencia......necesita ayuda y la necesita ahora, ya que, si no, ese negocio se le va a ir de los manos y morirá de exito. Seguro que el cartel lo colgó por eso.

Sin embargo, mientras veía entrar y salir gente del Rodilla que está pared con pared y observaba las obras para el nuevo Vip's que estaban a punto de abrir enfrente, no podía dejar de pensar que ese cartel era un mensaje en una botella, una llamada de auxilio, una paloma mensajera, una señal de humo, un por favor, un nunca imaginé, un no puedo, un quién sabe, un no es posible. Un quizás.

Como el tiempo apremiaba, me quedé sin averiguar cuál de las dos percepciones fue la buena.

Pero el café me supo riquísimo.

sábado, 7 de abril de 2007

Las cosas claras


En uno de los más memorables números de ese gran cómico que fue Benny Hill, un periodista (Henry Mc Gee) entrevista a un director de cine (el propio Benny Hill) y tras alabar los múltiples aciertos de la cinta que acaba de estrenar, le hace saber con gran pompa y artificio que, sin duda, lo mejor de la película es ese momento en el que la historia, hasta el momento rodada en color, pasa a ser en blanco y negro, como símbolo del cambio en el ánimo del protagonista. Un indiferente Benny Hill le agradece su opinión, pero reconoce sin inmutarse que, sencillamente, se les acabó la película en color y, mintras traían más se vio obligado a rodar en blanco y negro,


Recientemente, he leido un artículo sobre el plomizo y sobrevalorado Ingmar Bergman en el que resolvía uno de los puntos más oscuros de su sombría y pedante película "El séptimo sello"; aquél del final en el que La Muerte se lleva a los personajes en su último viaje. Toneladas de papel han sido gastadas en intentar interpretar el simbolismo que existe en la ausencia de uno de ellos en ese plano a contraluz sobre el monte. Ese gran misterio, ese simbolismo sin parangón en la historia del cine, lo resolvió el director sueco de un plumazo: el actor no pudo llegar a tiempo y tuvo que rodar la escena con lo que tenía en ese momento. "Nunca imaginé que alguién se diera cuenta de este detalle".

En las instrucciones de un juego de ordenador que compré hace años se puede leer la siguiente frase: "El argumento de este juego es muy sencillo: mata a todos los alienígenas que encuentres en el nivel y pasa al siguiente".

El que, sin duda, es uno de los mejores anuncios de la televisión presentaba a un señor regordete y poco agraciado que con una Visa en la mano decía que todo lo que acababamos de ver en los anuncios que lo precedían y todo lo que veríamos a continuación en los siguientes se podían adquirir con esto que tenía en la mano.

Así me gustan las cosas y así será este blog: sencillo, claro, directo, sin florituras ni adornos. ¿Las cosas?..........claras, por favor.