martes, 22 de diciembre de 2009

Aventura navideña


En general y salvo contadas ocasiones, no suelo dar cobertura en el ladrillo a momentos o situaciones que acontecen en mi vida. Tiendo más a comentar opiniones, impresiones y preferencias que hechos mondos y lirondos. Sin embargo, un curioso acontecimiento que me ocurrió hace unos días encaja tan ajustadamente con ideas y comentarios vinculados a dos de las últimas entradas publicadas, que no me resisto a compartirla.

Hace unos días, la bella señora Winot, la heredera y servidor decidimos huir de las apreturas y estrecheces que vive el centro de Madrid. El autobús que cogimos, en linea con el estado natural de la ciudad (y al que hace unos días me referí en "Aquí no hay quien viva (en diciembre") rebosaba de fugitivos como nosotros que se alejaban horrorizados de las pistolas de pompas de jabón y los gorros de ciervo decapitado que tan de moda están este año. Si a eso le sumamos un carrito infantil, bufandas, gorros y abrigos voluminosos, es obvio decir que "comodidad" no era el término que más cuadraba con nuestro estado.

Milagrosamente logramos llegar a nuestra parada y, apenas puesto el pie en la acera me di cuenta de que el teléfono móvil que llevaba había desaparecido. La señora Winot demostrando que no solo ve las aventuras de Jack Bauer en "24" sino que, además, las comprende, se lanzó hacia el conductor y al grito de "cierre las puertas, que lleva un ladrón en el autobús", dejó apresado al anónimo delincuente, llamó a la policía y marcó mi numero para detectar la ubicación del mismo y del sustrayente. El respingo dado por una pasajera, nos puso sobre la pista de una sudamericana cuarentona a la que hicimos bajar del autobús para proceder a su registro. Antes de bajar, mi teléfono ya había sido transferido a otro conpinche que se escabulló disimuladamente mientras abríamos las puertas.

De no ser por un señor que nos avisó de este hecho, el mochuelo hubiera volado a su olivo y de mi teléfono nunca más se hubiera sabido. Pero hubo suerte y pude pararlo en un semáforo. Por alguna razón al tipo lo pillé con el pie cambiado y fue anunciarle la visita de la policía y aparecer mi móvil en su mano como por arte de magia. "Toma y déjame", me dijo. Quizás lo suyo hubiera sido hacerle caso y dejarlo marchar. Yo había recuperado lo mío y tenía todo el día para disfrutarlo con mis chicas sin meterme en ningún lío. Pero aquel tipo me había robado y no era descabellado pensar que no fuera su primera vez ni, por supuesto la última. Hoy era mi teléfono, pero, ¿mañana?

El caso es que le amarré de un brazo , le dije que no iba a irse de rositas y que tendría que dar explicaciones a la policía. Se zafó con un soberano empujón y se dio a la fuga., pero, a pesar de mi mejorable estado físico, encontré fuerzas para lanzarme en su persecución. No hubiera aguantado mucho la carrera y de no ser por un caballero cincuentón que se soltó del brazo de su mujer y se plantó como un coloso en la trayectoria del fugitivo, es muy posible que todo hubiera terminado con un sofoco inútil y un ladrón suelto más. Pero no fue así y haciendo gala de aquello que reclamaba en "Punto y final: Andrew Anthony" hace un par de semanas el anónimo caballero decidió romper esa pasividad de grupo tan dañina para la sociedad y entre uno y otro conseguimos dar caza al ratero y custodiarlo hasta que, unos minutos después apareció la policía.

Es cierto que, una vez detenido, la burocracia jurásico-policial a punto estuvo de hacerme recular y pensar que bien podría haber dejado huir al corredor de fondo y así no haber pasado el resto del día en una comisaría esperando la tramitación del atestado. También es cierto que, ahora se da la paradoja de que si no acudo como testigo en marzo al juicio al que, sin duda, el tipo no se presentará, me pueden introducir rectalmente una multa por un importe que triplica el valor del teléfono. Pero tampoco me cabe duda de que volvería a hacerlo y de que yo también me hubiera plantado en la trayectoria del chorizo sin dudar un instante y hubiera colaborado en su captura para alejarlo, siquiera unas horas de las calles. Eso, compensa todo el esfuerzo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Premio Amante Literario


La periodista, cocinera y curiosa Megsevilla (Meg en su acepción blogosférica), que regenta un pozo de sabiduría culinaria oculto bajo el discreto nombre de "El fogón de Meg" me ha concedido recientemente el premio "Amante literario". En este enlace está la prueba de que no utilizo esta excusa para llenar espacio ("Premios").

Limitándome a seguir las reglas del premio (y obviando, en consecuencia, todo el juego que da el nombre del premio) debo, en primer lugar, incluir en la entrada el logotipo del galardón. No otra cosa es lo que adorna la cabecera de la presente entrega del ladrillo.

En segundo lugar, hay que dejar constancia del agradecimiento que el premiado muestra ante su seleccionadora, lo que, por supuesto, hago con mi querida Meg no solo por cumplir con las reglas del juego sino, sobre todo, porque la chistera que adorna mi testa no está ahí por casualidad sino porque uno es, por encima de todo, un caballero. Nuevamente, un millón de gracias por acordarte de la escombrera.

La tercera pata de la mesa es, sin duda, la más espinosa y obliga a quien recibe el galardón a definir qué es la lectura. El tema es complicado y puede dar pie a una catarata de tópicos de difícil digestión. Meg ha logrado evitarlo en su entrada, pero yo no estoy seguro de conseguirlo. Ante la duda, prefiero remitirme a un tercero y citar un proverbio hindú que, en mi opinión, no puede ser más claro: "un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”

Por último, el prolijo articulado del premio me autoriza a entregar el premio a otras bitácoras a mi elección con el ofrecimiento de que continúen, si así lo consideran oportuno la cadena o "meme" que con esta entrada prolongo un poco más en el tiempo y el espacio. Los seleccionados son los siguientes:

- "Las horas del lobo", del corrosivo y descacharrante Vargtimen. Impagable. una pena que sea del Barcelona hasta el tuétano.

- "Insensatos en MoriaCity", regentado por un inagotable androide de lectura llamado Marguis y cuya biblioteca hace palidecer a la de Alejandría.

- "Ivan Reguera", feudo inexpugnable del homónimo blogero e indispensable lectura diaria. Ideal para recargar las pilas y aferrar el día por el cuello para que no se escape vivo.

- "La cinta de Moebius", tremendo bazar a cargo de Möbius en el que todo (cine, música, literatura...) es posible.

- "De gusanos y lombrices", donde tiene lugar el desarrollo de "El salitre de las botas de Pockollock" la epopeya histórica narrada por el incombustible Mr. Lombreeze.


lunes, 7 de diciembre de 2009

Aquí no hay quien viva (en diciembre)


Vivo muy cerca del centro de Madrid tan cerca que, parafraseando a Groucho Marx, si estuviéramos más próximos, terminaríamos dándonos las espalda. Casi todo lo que me gusta, habita en el centro. Por eso, poder llegar caminando a cualquier cine, museo o restaurante es un lujo tan intenso que pago con gusto el peaje que suponen los atascos, el ruido y el evidente aumento de la densidad de población que existe en sus calles si lo comparamos con todo lo que se aloja fuera de esas lindes.

Vivir en el centro no es obviamente, una experiencia de gusto para todos los paladares. Pero tampoco lo es el pasar tus días en uno de esos barrios que se desarrollan a la sombra del núcleo urbano y que, a pesar de disponer de zonas comunes o estar implantados junto a faraónicos centros comerciales, a día de hoy son escenarios perfectos para el rodaje de los exteriores de "Soy leyenda II". Aunque cuando lo digo, hay personas que me contemplan como si acabara de comunicar mi pasión por la carne humana, prefiero vivir en sesenta metros cuadrados junto a la Puerta del Sol que en un piso de doscientos metros a quince kilómetros de Madrid.

Dicho esto, no obstante, hay veces, la verdad, que a uno le entran ganas de coger la recortada y avanzar por el centro de la ciudad despanzurrando viandantes hasta el pueblo más aislado de la sierra más recóndita de la provincia y aislarse de todo y, sobre todo, de todos. De todos los que aprovechan estas fechas para tomar el centro de la ciudad y convertirla en un lodazal por el que es imposible deambular sin un campo de fuerza protector.

Diciembre es una prueba de fuego para aquellos que, como yo, disfrutan de la razonable superpoblación del centro. Desplazarse por las calles que circundan Sol o Preciados exige un trabajo previo de zapador experimentado que permita evitar las hordas de energúmenos que adornan sus testas con apestosas pelucas afro, cuernos de alce o, la novedad de este año, cabezas de ciervo apeluchadas que incitan a la violencia más extrema. Ensimismados en el fulgor de la iluminación municipal navideña, el rebaño anda disperso y es perfectamente posible terminar con un matasuegras alojado en el fondo de la garganta mientras intentas que el desgraciado que fuma su cigarrito como si anduviera por un valle deshabitado no logre carbonizar a la heredera que, desde su carrito, nos observa con severa censura. No es posible trazar una linea recta. Moverse implica disponer de ubicuidad para no terminar arrasado por avanzadillas de jubilados aletargados, japoneses que bloquean las calles fotografiando todo cuanto queda encuadrado en el objetivo de sus cámaras, y pandas de adolescentes que se comunican en un extraño lenguaje de risotadas, empujones y, esporádicamente, palabras (incluso bisílabas, en ocasiones) que convierten una vuelta a la manzana en un capitulo del "Ulises".

Ayer por la tarde, tomé la equivocada decisión, de pasear mi palmito y el de la heredera por el Mercado de San Miguel, uno de los lugares más concurridos de este concurrido casco urbano. Cuando, oprimido entre bandejas con vino, bolsas de pan y platos de langostinos, me planteaba muy seriamente utilizar el carrito de la heredera como arma arrojadiza, me topé de frente con el actor Fernando Tejero que, a juzgar por su expresión se estaba planteando utilizar con similares intenciones una bolsa que cargaba en la mano derecha. Estuve a punto de soltarle que no andara con esa cara de mala leche, que él ya había vivido en sitios donde no se podía vivir y había sobrevivido, pero, respiré hondo y me mordí los morros. Le pedí paso para la heredera, me lo concedió, le di las gracias y volví a mi casa, mientras pensaba que el bendito siete de enero está a la vuelta de la esquina. Amen.

sábado, 28 de noviembre de 2009

"Solo" de cámara


Los planos secuencia son al cine lo que los "solos" instrumentales a la música: exhibiciones de virtuosismo por parte del intérprete (el director de turno, en el caso cinematográfico) que si bien, suelen ser gratuitos e innecesarios para el mejor desarrollo de la historia, gozan de enorme estima y agradecimiento por parte del público, el cual suele recibir este tipo de secuencias con gran satisfacción y entusiasmo, hipnotizado por el principio del "más dificil todavia" que suele presidir estos momentos antológicos.

Planos secuencias se han rodado muchos en la historia del cine. Orson Welles, con el impecable arranque de "Sed de mal" al que ya hice referencia hace unos meses aquí o Alfred Hitchcock , en ese plano secuencia de hora y media que es "La soga" son dos de los maestros que deslumbraron la platea con este virtuoso recurso que hoy en día produce diarreas en los amantes de los montajes anfetamínicos que proliferan en las películas de los últimos años. Afortunadamente, hay excepciones y en este mismo escenario cinematográficos de montajes a ritmo de tecno, resplandecen con mayor o menor fortuna, artesanos que dominan esta técnica con frescura y que son capaces de lograr que los amantes de este recurso cinematográfico podamos pasar unos minutos (muchos, en ocasiones) con la boca abierta y expectantes por ver hasta donde ha sido el director capaz de llegar. Los siguientes son algunos ejemplos.


EL JUEGO DE HOLLYWOOD, DE ROBERT ALTMAN (1991): El director de "M.A.S.H" y "El largo adios" resucitó en 1991 tras una gris etapa con este corrosivo retrato de Hollywood cuyo guión, obra de Michael Tolkin, permite lucirse a un Tim Robbins desatado en la piel de un implacable ejecutivo cuya labor es descartar guiones y que sufre en sus carnes las luchas de poder en el estudio y las iras de los despechados escritores que han visto rechazadas sus obras sin contemplaciones. La película, cínica, cruel y sin rastro de moraleja políticamente correcta, fue curiosamente, objeto de toda suerte de alabanzas y atesoró premios y nominaciones variadas para su sexagenario director, que no dudó un segundo en dar inicio a la película con un virtuoso plano de más de ocho minutos que no solo sirve para introducir a los principales personajes sino, sobre todo, para describir el ambiente acartonado, falso y servil que se vive en un gran estudio en el que los grandes jerifaltes desgranan sus absurdos comentarios a cuanto subordinado queda a su alcance y los guionistas se arrastran para conseguir un breve comentario admirativo del ejecutivo de turno. Impagable (Ver escena)

HIJOS DE LOS HOMBRES, DE ALFONSO CUARON (2006): La novela de P.D.James, convenientemente adaptada por el propio Cuaron es una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos años. Hasta el hierático Clive Owen (¿para cuando un cambio de rictus, compañero?) mantiene el tipo y evita quedar sepultado bajo el talento de, entre otros, Michael Caine o Julianne Moore, en este deprimente retrato de nuestro futuro inmediato en el que la última mujer embarazada de la Tierra se convierte en blanco y objeto de protección de facciones encontradas en un planeta yermo y dominado por la violencia. Titánico esfuerzo de su director por no pasar desapercibido, "Hijos de los hombres" dispone de dos planos secuencia que pueden calificarse, sencillamente, como portentosos. El primero tiene lugar en el interior de un coche en marcha y no detallo los hechos que acontecen en el mismo por no destripar una de las sorpresas del argumento. El segundo se produce durante una escaramuza militar en una ciudad devastada por las bombas y quita la respiración por su crudeza y su maestría técnica, hciendo preguntarse al espectador si está asistiendo a una película o, si, simplemente, la secuencia fue filmada durante una guerra real. (Ver escena)

SENTENCIA DE MUERTE, DE JAMES WAN (2007): El artífice de "Saw" homenajea las películas de los setenta en las que Charles Bronson reventaba a escopetazos a todos los maleantes de la ciudad en esta violentísima y entretenida nadería en la que Kevin Bacon despanzurra criminales a manos llenas para vengar el asesinato de su hijo mayor a manos de una panda de delincuentes juveniles. La cinta no es más que una excusa para mostrar tiroteos a mansalva y un vehículo para demostrar que Bacon sigue siendo una de las presencias más perturbadoras que existen en una pantalla. Pero, a mitad de metraje, asistimos a una adrenalítica persecución con un tramo rodado en plano secuencia en la que perseguido y perseguidores juegan al gato y al raton en las entrañas de un aparcamiento y que es, sencillamente deslumbrante. La pelea entre Bacon y uno de los delincuentes dentro de un vehículo aparcado pone el espectacular colofón a una de las mejores secuencias de acción de los últimos años que incluyo completa. (Ver escena)

EXPIACIÓN, DE JOE WRIGHT (2007):
Siempre he tenido debilidad por esta impecable adaptación del libro homínimo del británico Ian McEwan. Privada injustamente de un merecido Oscar a la mejor película de aquel año a costa de la cojitranca "No es país para viejos" de los hermanos Cohen, la historia de "Expiación", vertebradada sobre las funestas consecuencias que una mentira desencadena sobre una pareja de amantes durante la Segunda Guerra Mundial, es un verdadero catálogo de registros de su director, Joe Wright. Muy diestro a la hora de sacar el jugo a sus actores (Keira Knightley y James McAvoy nunca han estado mejor), Wright se descubre además como un director valiente y habilidoso, dejando para el recuerdo un deslumbrante y desolador plano secuencia que recorre la playa de Dunquerke durante el desarrollo de la operación Dinamo, en la que miles de soldados franceses y britanicos huyeron a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Todo ello bajo las notas de la solemne y sobrecogedora partitura de Dario Marianelli, esta sí, merecidamente premiada como la mejor del año 2007. (Ver escena)

EL SECRETO DE SUS OJOS, DE JUAN JOSE CAMPANELLA (2009): La cámara se situa cientos de metros por encima del estadio de un equipo de futbol argentino. Poco a poco, la cámara se acerca al estadio, entra de lleno en el campo y recorre las gradas hasta encontrar el rostro de Ricardo Darin. A estas alturas, el espectador lleva un rato con la boca abierta ante la exhibición del director de "El hijo de la novia" y no es consciente de que el plano, apenas ha empezado a desarrollarse y aun quedan varios minutos electrizantes en los que la cámara sube y baja escaleras, se eleva por encima de una muchedumbre febril y pasea majestuosa por los laberínticos pasillos del estadio. Es tal vez el momento más impresionante de una cinta plagada de instantes para el recuerdo, una obra sin fisuras que mezcla con justa medida, el thriller, político, la historia de amor, el relato costumbrista, el humor y la sensiblidad. Sin duda, la mejor película del año. (Ver secuencia)

martes, 17 de noviembre de 2009

Punto y final: Andrew Anthony


Uno de los debates más intensos y apasionados que han tenido lugar en el ladrillo se produjo hace ya varios meses y tuvo como detonante la entrada "El que calla y observa", dedicada a la agresión llevada a cabo por un tuercebotas desnutrido en el metro de Barcelona que fue captada por las cámaras de seguridad del vagón, convirtiéndose en combustible informativo durante varios días. En la mencionada entrada, además de condenar el comportamiento del bípedo descerebrado, se criticaba con severidad el de quienes compartían el vagón con víctima y agresor, permaneciendo ajenos a todo cuanto ocurría a pocos metros de sus asientos en un descomunal ejercicio de cobardía y falta de civismo.

Hubo quienes opinaron que la propia seguridad es prioritaria en situaciones de similar corte y hubo otros que manteníamos la imposibilidad de permanecer al margen cuando hechos como los ocurridos entonces se producían en nuestro entorno más cercano. Hubo quien apeló al espíritu heróico y quien apoyó firmemente aquello de que un cobarde es un tipo con el instinto de conservación intacto. Como suele ocurrir con aquellos debates verdaderamente intensos, ningún grupo gano adeptos entre las filas contrarias.

El debate no ha perdido, desgraciadamente, actualidad y, día sí, día también los medios de comunicación vuelven a procurarnos datos que nos confirman que hechos como aquel que generó la entrada, lejos de diluirse, se tiñen de una pátina de normalidad que amenaza con volverlos invisibles y a quienes convivimos con ellos, en mudos y ciegos espectadores, amodorrados en la condescendencia.

Como considero que esa apatía social es una de las mayores lacras que sufre nuestra confortable existencia, no me resisto a volver a sacar el tema. Y para ello, utilizo la radiografía más exacta que he leído sobre el asunto en cuestión, cortesía del periodista británico Andrew Anthony, que en su muy recomendable obra "The fallout: How a guilty liberal lost his innocence" ("El desencanto. El despertar de un izquierdista de toda la vida" Ed. Planeta. 2009) desmenuza éste y otros asuntos de actualidad con un tino y un sentido común al que es difícil no rendirse. Una obra especialmente dedicada a aquéllos que, como un servidor, nacieron a la política por la izquierda y, a fuerza de sectarismo y demagogia, han terminado escorándose más allá del centro con la desagradable sensación de haber perdido lastimosamente el tiempo.


"Aunque la no intervención pueda evitar lesiones físicas al ciudadano, también tiene un efecto sicológico. El ciudadano acepta su impotencia y eso no suele ser una experiencia alentadora. La violencia consentida tiene un efecto invisible pero aplastante sobre el ánimo del individio y de la comunidad en general. Y dejar que la policía responda a cualquier amenaza (...) convierte el espacio público en un campo de batalla entre los elementos antisociales y criminales y la ley, en el cual, los primeros gozan de las ventajas de ser más y de utilizar el efecto sorpresa. Efectivamente, cede las calles a los violentos, porque sin una disuasión colectiva fuerte, los violentos se vuelven más confiados, más intimidadores y más violentos. Finalmente, la pasividad del grupo hace que el contrato social de una comunidad sea algo irrisorio."


sábado, 14 de noviembre de 2009

Sangre en la nieve


Una prolongada exposición a las novelas de Agatha Christie durante el lejano verano de hace quince años (ocho novelas en menos de tres semanas) me inoculó una consistente aversión hacia las historias con detectives aficionados o venerable inspectores con olfato sobredimensionado para descubrir al culpable, según el caso. Por ello, nunca le presté mucha atención a las novelas del sueco Henning Mankell, dedicadas a glosar las proezas deductivas del inspector Kurt Wallander, pero, mucho me temo que no tendré más remedio que darle una oportunidad y acercarme al personaje, una vez que he comprobado las (abundantes y estimulantes) cualidades literarias de Mankell a través de "El chino", su penúltima obra y mi primer acercamiento al mundo del sexagenario escritor sueco.

La historia arranca con el brutal asesinato de todos los ancianos de un pequeño pueblo perdido en las montañas suecas. Birgitta Roslin, antigua simpatizante comunista, mujer con grave crisis de identidad y juez en decadencia profesional, encuentra el rastro de un familiar entre los nombres de las víctimas publicados en los periódicos e inicia una investigación paralela a la policial que le lleva recuperar el aliento rebelde de su juventud y a enredarse en una oscura trama de venganza y odio cuyos orígenes se pierden en la China del siglo XIX pero cuyas consecuencias explotan en la actualidad y en escenarios tan dispares como Estados Unidos, Gran Bretaña, China y Zimbawe.

Aunque el fallecido Stieg Larsson con su trilogía "Millenium" es quien ha dado la puntilla a esa imagen generalizada de Suecia, como país de bellezas rubias, civilizadas costumbres y bienestar general, Mankell lleva años preparando el terreno a través de la exposición más gráfica de las interioridades de su país, homogeneizándolo con quienes lo rodean y en el que al igual que en los demás, la diversidad es la única regla.

En este sentido, Mankell utiliza la (absorbente) trama criminal de "El chino", para ajustar las cuentas con aquellos rebeldes de los sesenta y setenta que hoy en día, languidecen en sus despachos, incapaces de lograr encontrar esa llama que alumbró sus primeros y combativos pasos en la política, la justicia y el compromiso social. La obra ahonda en esos sentimientos de fracaso y aburguesamiento que rodean a aquellos que, como Roslin, tanto han apostado por una idea o un concepto vital para descubrir que, en realidad, ni poseen el carácter suficiente para consumar el ideario asumido más por inercia que por convencimiento, ni merece la pena hacerlo tras comprobar que el mito no es en realidad más que un globo pinchado que se pierde en el aire.

Pero "El chino" no es un retrato generacional ni un catálogo de idealismo político. "El chino" es, sobre todo, una trama policíaca deslumbrante que Mankell maneja con ritmo y habilidad y a la que, incluso se permite dotar de un aura de fantasía y política ficción apuntando la existencia de un plan a gran escala cuyo objetivo es renovar los principios fundadores del colonialismo. Excentricidades aparte, la maestría con la que el escritor sueco construye la investigación de la abnegada juez Roslin es asombrosa y crea una continua sensación de anticipación que logra en muchas ocasiones que el lector pierda el ángulo correcto y, pese a disponer de más información que la protagonista, comparta con Roslin el asombro que generan sus descubrimientos. Además, los saltos geográficos de la trama permiten a Mankell escribir varias novelas en una, tornándose frío y oscuro en su Suecia natal, ardiente y peligroso en los valles africanos y sencillamente escalofriante en la laberíntica y letal China de nuestros días. El descubrimiento del origen de una cinta roja hallada en el lugar del crimen, la escena en el hotel con la cámara de vídeo y el trepidante epílogo en Londres son sólo tres de las múltiples pruebas del virtuosismo narrativo de Mankell.

Tras esta primera toma de contacto, "Asesinos sin rostro", la primera de las novelas protagonizadas por el Inspector Wallander aguarda su turno para que pueda comprobar si los aciertos de Mankell pueden purgar el veneno que circula por mi organismo desde aquel verano de hace quince años. A la vista de lo presentado en "El chino", me temo que la recaída es inminente.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Diálogos Platoneros. Volumen I.


- Hola, señora, buenos días. Perdone que la moleste. Estaba buscando la consulta de la Doctora Elena Nito del Bosque, la endocrina que tiene consulta aquí, en el edificio. Me dijeron que era en esta planta, pero no veo ninguna placa en la puerta.

- ¡Uy, hijo! La doctora cerró la consulta hace ya un mes.

- ¿Un mes? Y eso, ¿por qué? Hace poco la visitó una amiga y me dijo que tenía la sala de espera como si regalaran jamones. ¿Enfermó o algo así?

- No, joven, no. Pero, ¿en que mundo vive? ¿No ha oido usted lo de la nueva dieta? Casi todos los endocrinos del país han tenido que cerrar sus consultas por culpa de los cereales.

- Pues sí que debo haber hibernado. ¿Los cereales, dice usted? ¿Qué es eso de los cereales? Todo eso me parece un poco raro. Oiga, no será esto un programa de cámara oculta, ¿verdad?

- ¿Cámara oculta? ¿Lleva usted una cámara oculta? ¿Oculta en dónde, caballero?

- ¿Ehhh? No.... oiga... en fin... olvide lo de la cámara. ¿Qué es esa historia de los cereales?

- El Plan 15 días Special K, joven, que está usted alelado. Sobrándole, como le sobran unos pocos muchos kilos, debería estar más al tanto de este tipo de cosas y dejarse de espiar a indefensas mujeres con cámara oculta.

- Sin faltar, señora y deje ya lo de la cámara que cualquiera que le oiga va a pensar lo que no es. Sigo sin pillar una del plan ese del que me habla.

- Le cuento, pero apague la cámara...

- Señora, por favor...

- Bueno, haga lo que quiera. El Plan 15 días Special K es un experimento científico, joven, científico de verdad, que garantiza que 7 de cada 10 personas que lo sigan, bajará sensiblemente de peso en un par de semanas..... y sin apenas esfuerzos. Lo patrocina una marca americana de cereales que se llama Kellogg's.

- ¿Siete de cada diez? No me diga, señora esto empieza a interesarme.

- Y a mí cada vez me importa menos lo de la cámara, joven. ¿Sabe que tiene usted muy buen cuerpo a pesar del sobrepeso? Si siguiera usted el Plan....

- No se anime, señora, no se anime. Cuéntemente más de esta historia.

- Pues mire. Por la mañana, se toma usted 30 gramos de cereales Special K, de la marca Kelloggs....

- ¿Solo 30 gramos? Ni que fuera venenoso. Por cierto, ¿no es esa la marca que patrocina el estudio? Creo que ya veo por donde van los tiros. Me recuerda a esos estudios que patrocina Durex en los que se demuestra que hacemos poco el amor.

- No sé qué es eso de Durex, pero lo de hacer el amor suena estimulante, muchachote.... Bueno, a lo que vamos.. Pues sí, como le decía, solo 30 gramos, pero no se preocupe, puede tomar 125 mililitros de leche desnatada, un zumito de naranja y un café. Por la noche, puede usted subir la dosis hasta los 60 gramos, tomar un poquito más de leche e, incluso, puede tomar un par de piezas de frutas o una ensalada. En cuanto a la comida......

- Más vale que sea contundente porque si no, a la hora de la cena podría comerme un borrico por las patas.

- Pues lo cierto es que no lo especifica. Simplemente requieren que el almuerzo sea equilibrado.

- ¿Equilibrado? ¿Qué significa eso?¿Misma cantidad de cordero a la menta que de cochinillo asado?

- Hijo, no sé, equilibrado, lo que todo el mundo entiende por equilibrado, no sea picajoso. Para ser tan guapo y varonil, gasta usted una suspicacia que.......

- Pues me va usted a perdonar, señora, porque la veo muy convencida de las bondades de esta historia, pero a mí, este temita del Plan 15 días me parece una payasada de primera. Comiendo alpiste, un poco de leche, fruta, ensalada..... Madre mía, me entran ganas de llorar sólo de pensarlo.
Así adelgaza cualquiera. Y si no comes más que el puñadito de cereales esos, seguro que no necesitas ni quince días. En una semana estás como un alambre. Muerto del asco, pero delgado. Lo que me extraña es que sólo lo logren siete de cada diez. Lo suyo es que, a menos que te vueles la cabeza con esa mierda de vida, lo consiga todo el mundo. Mira, a lo mejor, ahí están los tres que faltan para completar la decena, cortándose las venas el día catorce porque no aguantan un segundo más la tortura.

- Con gente tan conservadora y anclada en el pasado como usted, aún andaríamos a cuatro patas. Esto es el futuro, jovencito y le aseguro que funciona. Mire, mire como ha dejado este cuerpo serrano el Plan 15 días. ¿A que no parece el de una septuagenaria? ... Toque, toque, joven, toque y vea de lo que una es capaz de lograr con un poco de ejercicio y una dieta equilibrada. ¿Sigue grabando con su cámara, joven? Si quiere puede pasar y termino de convencerle de que se pase al Plan....... ¿Oiga? ¿Dónde va? No baje así las escaleras que se va usted a hacer daño. ¿Oiga? ¿Oiga?...........

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Wagnerizado


Me lo avisaron cuando empecé a escuchar ópera y arremetía con vehemencia contra la insufrible, espesa y desquiciante música creada por el alemán Richard Wagner. "Es mejor así, Tarquin", me tranquilizaba mi wagneriano cuñado y erudito melómano, Lewis " No sabes lo que te ahorras sin entrar en su música". "Wagner", continuaba " es una droga que una vez que te engancha, no te libera jamás. Actúa además despacio, se toma su tiempo y, tal vez, un día, por casualidad, decidas escuchar alguna de sus obras y se active el veneno inoculado años atrás. Y, créeme, una vez que lo haces tuyo, ya nada será igual". La verdad es que no le tome en serio.

Es cierto que disfrutaba con la memorable obertura de "El holandés errante" y alcanzaba un éxtasis musical cuando el preludio del primer acto de "Lohengrin" sonaba en los altavoces. Pero cuando se trataba de los llamados "dramas musicales", cuando escuchaba "Parsifal", "Tristan e Isolda" o "Los maestros cantores de Nüremberg", con su melodía infinita, sin arias, sin duetos, con esos recitativos áridos y eternos, sepultados bajo la descomunal orquesta wagnerian, me resultaba, simplemente, imposible imaginar que algún día, las eternas partituras del temperamental y extremo compositor germano ocuparan lugar de honor en mi santuario musical privado. Pero la vida está llena de sorpresas, como todo el mundo sabe.

Ocurrió hace unos días tal y como lo anunció Lewis, años atrás. Una mañana tranquila. La heredera y la bella señora Winot paseando el palmito por la ciudad y "El oro del Rhin", la primera de las cuatro óperas que componen su celebérrima tetralogía "El anillo del Nibelungo" desenroscando los primeros acordes de la obra. De repente, sorpresa. Las notas no son apelmazadas y agotadoras, como lo parecieron años atrás. Por el contrario, se deslizan con suavidad, tejiendo una red de células musicales (de motivos conductores como se les conoce, a pesar de que Wagner jamas uso ese termino) que crean un mapa sonoro en el que los personajes, los sentimientos y los objetos, quedan vinculados a unas notas que como ocurre en la vida real mutan según las circunstancias en un ejercicio creativo sin precedentes. La escuche de un tirón. Las dos horas y media completas, libreto en mano y sin mover un músculo.

Después llegó "La Valkiria" con su arrebatada obertura y la celebérrima cavalgata que tanto ha desvirtuado el cine atronando en el último acto al que ponen punto y final los conmovedores "adioses de Wotan" que cuesta escuchar sin un nudo en la garganta. No pasó mucho tiempo hasta que tomara su puesto "Sigfrido", la historia del hombre nuevo que romperá las reglas milenarias para descubrir el amor y del que Hitler quiso apropiarse de modo infame en su perturbada cruzada aria, para llegar , finalmente, a "El ocaso de los dioses", el sobrecogedor punto y final de "El anillo", colofón de lujo para la que probablemente, sea la obra musical más ambiciosa de la historia y el intento más evidente de alcanzar la plenitud absoluta e inabarcable de la creación artística. Como escribió Thomas Mann a principios de los años treinta, "considerado como potencia artística, Wagner es algo casi inaudito, probablemente el mayor talento de la historia del arte". Y me lo creo, oiga.

LA WALKIRIA. ACTO I. PRELUDIO


miércoles, 28 de octubre de 2009

Algo pasa con Esther


La disputa acerca de la naturaleza esencialmente bondadosa o maligna del ser humano es tan antigua como estéril y obedece a esa terca insistencia que mantenemos en clasificar y unificar a todos bajo un mismo patrón, negando así la evidencia de que cada uno es como es y no existe un hilo mágico que a todos nos una y en el que todos podamos ser incluidos. Lo que sí creo es que, como dijo el poeta romano Juvenal hace una eternidad, nadie se hace perverso súbitamente. La maldad, como la clase, no se logra: se nace con ella. Una idea similar parece tener el cineasta catalán, Jaume Collet Serra que con su última película, "La huérfana" da una extraordinaria y muy recomendable vuelta de tuerca sobre este tema.

La dramática pérdida de su tercer hijo, lleva a al matrimonio formado por Kate (Vera Farmiga) y John Coleman ( Peter Sarsgaard) hasta un orfanato en el que traban casualmente contacto con Esther (Isabelle Fuhrman), huérfana de origen ruso, educada, amable y dotada de una especial habilidad para el dibujo que cautiva a la pareja de inmediato. Pocos días después, Esther es adoptada por los Coleman y entra a formar parte de la familia sin otros problemas de adaptación que los derivados de sus peculiares costumbres higiénicas y sus estrafalarios vestidos con muñequeras y cintas de tela negra que cuelga rodeando su cuello. Como todo buen amante del genero de suspense ya se ha imaginado, a estas alturas hay algo oscuro y perverso bajo esa dulce y amable fachada que Esther se preocupa por mantener intacta.

El guión, obra de David Johnson sobre un argumento del debutante Alex Mace, maneja no pocos tópicos vistos en películas como "De repente, un extraño", "El buen hijo" o, especialmente, "La mano que mece la cuna". Pero "La huérfana" es capaz de desligarse de los lugares comunes más manidos de estas obras y, sobre todo retorcer dolorosamente los sobrantes para coronarlos todos ellos con uno de los giros de guión más espectaculares e inimaginables que se recuerdan. Es cierto que la cinta avanza morosa durante su primera media hora y que el tramo final, aunque efectivo e inquietante, peca de convencional y reiterativo, pero, todo se perdona cuando entre ambas partes, se desarrollan noventa minutos que dejan, literalmente, sin aliento.

Y aquí es donde el director catalán, da la razón a quienes admiramos su sentido de la planificación y su dominio del ritmo en "La casa de cera", su fallido debut de hace unos años y del que lo único salvable era, precisamente, su labor tras las cámaras. En "La huérfana" Collet- Serra logra manejar una atmósfera de creciente irrealidad, enfermiza y retorcida que estalla súbitamente en momentos de tensión extraordinarios, como, la secuencia en el parque infantil entre Esther y una compañera de colegio o el momento en el que el coche de los Coleman se desliza carretera abajo con uno de sus hijos atrapado en el interior. El modo en el que el director catalán pone en imágenes el mencionado y asombroso giro argumental es, sencillamente, redondo.

Respecto a los actores, gana claramente la partida la espectacular Isabelle Fuhrman que con apenas 12 años, debuta en la pantalla, con una interpretación magistral, inconcebible en una niña de su edad, que tan pronto es capaz de irradiar una fragilidad conmovedora (ver el primer encuentro con John, quien se convertirá en su padrastro) como convertirse en una bestia abominable sin el menor rasgo de humanidad (la secuencia en el puente helado o la desquiciante escena en el hospital en el tramo final de la cinta). La bella y excelente Vera Farmiga da correcta réplica al torbellino generado por la joven actriz y el pobre Peter Sarsgaard, como es costumbre, pasea su aburrida inexpresividad por las dos horas largas de metraje, completamente devorado por las féminas de la función.

Queda, pues, claro que "La huérfana" es un producto artesanal, excepcionalmente bien rodado, con excelentes interpretaciones y con una sorpresa en su interior a la altura de las mejores. También queda claro que la historia maneja situaciones ya vistas en otras películas y que no sale de los derroteros más clásicos del cine de suspense y terror de mediados de los noventa, sin aportar demasiadas novedades ni huir de los lugares comunes. ¿Una copia? Como decía Brian de Palma cuando le acusaban de plagiar el cine de Hitchcock, hasta para copiar hay que tener talento. Y a Jaume Collet- Serra, le sobra.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Ojos de cordera















La relación entre jefe y subordinado es, por naturaleza, artificial y descompensada. A pesar del interés que pueda existir (o no) por una o ambas partes en teñir de amistosos los vínculos de poder, la amenaza latente de que los galones de uno devuelvan al otro a su posición subordinada crean un precario equilibrio en este tipo de relaciones que tienden a deshilacharse al menor contratiempo.

En este sentido, no tengo la menor idea del tipo de relación que mantiene el presidente del gobierno con su vicepresidenta económica, Elena Salgado, pero de lo que sí estoy convencido es que después de la encerrona que le montó su jefe ayer en el Congreso, colocándola de primer violín en la defensa de los Presupuestos Generales del Estado, a la señora ministra se le habrán quitado las ganas de, siquiera, tomar el mismo ascensor que el presidente. Soltarla ayer en un hemiciclo incandescente a defender unos presupuestos que el mismo Julio Verne calificaría de fantasiosos, sin más defensa que un manojillo de papeles y tres consignas mal digeridas roza la crueldad y no sé si, incluso, debiera tipificarse como delito en legislaturas venideras.

Ver a la ministra aferrarse a sus folios, con los ojillos chicos y visiblemente nerviosa , balbuceando insensateces mientras le caían las tortas (y los fríos e incontestables hechos) de izquierda y derecha, ha sido uno de los momentos políticos más deprimentes de los últimos años. Y su jefe, mientras tanto, desde la barrera, con la sonrisa puesta y en pleno salto mortal hacia atrás, insólitamente ausente en una de las intervenciones parlamentarias más importantes del año. Prefiero no pensar en la que se hubiera montado si Rajoy hubiera enviado a Montoro a replicar a Zapatero de haber sido éste el ponente en el debate.

Con todo y con eso, lo que es quizás peor es que, en realidad, Elena Salgado tuvo suerte de caer en las tiernas manos de un gallego más proclive al sopapo educativo que a la dentellada inmisericorde. De haber sido el hipermineralizado y vitaminado Aznar el encargado de replicar a la ministra, no hubieran quedado de ésta ni los huesos. El que no se consuela es porque no quiere, como dicen por ahí.

sábado, 17 de octubre de 2009

Tiki-taka

Me gustan las personas que intentan dotar de originalidad a las cosas cotidianas. Todo puede llevarse a cabo "como siempre" o "de una manera especial". En el primer caso, estamos ante una apuesta segura, un caballo ganador sobre el que, sin duda, no cabrá la polémica. En el segundo, el riesgo asumido al cambiar las normas generará, con toda seguridad, un debate que polarizará las opiniones. Indudablemente, el comentarista deportivo de la cadena televisiva La Sexta, Andrés Montes pertenecía a este segundo grupo.

Como suele pasar con aquéllos que rompen las normas, por muy tangencial y poco relevante que sea el segmento al que esas normas se aplican, Montes generó desde el principio no pocas suspicacias. Su aspecto estrafalario, sus gafas imposibles, sus trajes cromáticamente incompatibles o esas pajaritas anacrónicas y cegadoras resultaban toda una provocación en un mundo de comentaristas deportivos con chaquetas de excelentes telas y corbatas combinadas con mimo y detalle. A mí, personalmente, me resultaba un tanto cargante mientras aparecía en pantalla con su calva y perfectamente circular cabeza brillando bajo los focos de cualquier estadio o pabellón deportivo.

Pero cuando su imagen desaparecía y sólo quedaba su voz, no podía dejar de imaginármelo, con una copa en la mano, en el salón de su casa, comentando con sus amigos las imágenes emitidas a través de la televisión, con los pies sobre la mesa. Sólo así podía disfrutarse de sus retransmisiones cojitrantas, plagadas de erratas, diálogos surrealistas y expresiones que ya son historia de la televisión como "Wilma, ábreme la puerta", "la vida puede ser maravillosa" o ese "tiki taka, Salinas" que tanto hizo por su popularidad y que, incluso, si no recuerdo mal, le valió un contrato, imagino que jugoso con El Corte Inglés.

Con el tiempo, empezó a agradarme incluso cuando, antes de los partidos, desbarraba con los que le acompañaban en la cabina de comentaristas. Los espectadores percibían la existencia de una química, un buen ambiente y una camaradería castrense entre Montes, Epi, Iturriaga o Salinas que predisponía al entusiasmo y permitía afrontar el partido correspondiente con la clara sensación de que efectivamente, la vida (deportiva) podría ser maravillosa. Y algo seguramente, tuvo que ver esa actitud, porque las cosas que los equipos españoles de fútbol y baloncesto han hecho en los años en los que Montes retransmitía sus encuentros no tienen precedentes.

Por eso mismo, me entristeció que, hace unas semanas, tras lograr la selección española de baloncesto el Campeonato de Europa celebrado en Polonia, Montes anunciara en directo que se marchaba de La Sexta para empezar una nueva etapa en su carrera. Las malas lenguas dicen que los directivos de la cadena empezaban a cansarse de su verbo vertiginoso y descompensado. Las buenas, por su parte, dicen que Andrés quería un poco de "tiki taka", un cambio que le permitiera seguir igual. Pero, desgraciadamente, nunca lo sabremos, ya que esta noche, en su piso de Madrid, su vida (maravillosa, por supuesto) ha tocado fin de una manera seca e inesperada cuyas circunstancias aún no están claras. En realidad, poco importan.

Dicen que la importancia de las personas se calibra por el espacio que dejan libre cuando se van y lo que se tarda en volver a llenarlo.Si es así, la empresa de colmar el hueco que deja Andrés Montes en el mundo del periodismo deportivo va a exigir un esfuerzo a la altura de muy pocos. Suerte al que la emprenda. A ti, Andrés, y te lo dice una persona a la que el deporte y su práctica toca muy de refilón, gracias por todo y buen viaje.

domingo, 11 de octubre de 2009

Tambores de golpe


Hay escritores en cuyas obras pueden rastrearse con facilidad restos de sangre, polvo y sudor; textos en los que se aprecia con claridad el titánico esfuerzo de su autor por hacer que cada palabra encaje al milímetro dentro de cada párrafo; obras construidas sobre un sustrato de incontables borradores y correcciones que, finalmente dan como resultado las palabras exactas para cada momento.

Hay otros autores, por el contrario, cuyos textos parecen fluir sin obstáculo hacia el lector, con una cadencia natural y ligera que parecen no haber necesitado de esfuerzo alguno; obras que, habiendo precisado sin sombra de duda de los mismos andamiajes y tareas que las otras, dan la sensación de haber sido escritos casi del tirón, sin apenas estrategia. El extremeño Javier Cercas es un claro ejemplo de este tipo de escritores y su última obra, la extraordinaria "Anatomía de un instante", toda una declaración de principios literarios al respecto.

Es difícil clasificar "Anatomía de un instante" en un género literario concreto. Es, por supuesto, un libro de historia, centrado en uno de los hechos más oscuros de nuestra democracia, el golpe de estado del 23 de febrero, sus fuentes, sus hechos, sus conjeturas y sus consecuencias. Pero también y así lo cuenta Cercas en el prólogo, estamos ante una novela, una novela policíaca que introduce, tangencialmente, elementos de "Los tres mosqueteros" y los sumerge en una maraña de hechos (el trabajo de investigación del extremeño es prolijo y cuidado al mínimo detalle) que gira fundamentalmente en torno a aquéllos que permanecieron en pie mientras las balas se incrustaban en el techo del Congreso aquella tarde de 1981 (Adolfo Suarez, Santiago Carrillo y el general Manuel Gutiérrez Mellado) y sus némesis golpistas (el general Armada, el teniente coronel Tejero y el general Milans del Bosch).

Utilizando como hilo conductor de la trama las conocidas imágenes captadas de manera clandestina por un temerario cámara de televisión aquella tarde (más de media hora, a pesar de que, habitualmente, emitan apenas unos segundos) "Anatomía de un instante" parte de la destrucción de un mito y la constatación de un hecho infame: por un lado, la imagen cómoda y deseable de que la madurez democrática de un pueblo supo plantar cara a los golpistas y devolverlos a los cuarteles de donde nunca debieron salir y, por otro, la existencia de un caldo de cultivo alimentado por unos y otros (la "placenta del golpe", como la define Cercas) que convertían el golpe de estado en un hecho a la espera del tiempo adecuado. Parafraseando a García Márquez, la crónica de un golpe anunciado.

Para el escritor extremeño, poco dice de un país y de su madurez democrática el hecho indiscutible de que aquella noche pasara a la historia como "la noche de los transistores", con la inmensa mayoría de la población recluída en sus viviendas atisbando por las ventanas a la espera de los tanques. El golpe fracasó en parte por la casualidad y en parte por la actitud de algunos implicados como Tejero, el Rey o los amotinados en la División Acorazada Brunete, pero es injusto, por muy deseable que fuera, considerar que el pueblo español detuvo el golpe por "madurez democrática".

Y es que si algo queda claro en la obra de Cercas es que, en los meses previos al golpe de estado, nadie, ni siquiera la misma Casa Real, dejó de conspirar para sacar de la presidencia del gobierno a Suarez, aquel que "supo hacer lo más difícil (desmontar el franquismo e instaurar la democracia) y fracasó en lo más sencillo (administrar el nuevo régimen)". La prensa, de uno y otro signo, la plana mayor de lo sprincipales partidos políticos del momento, incluidos sus propios compañeros de la UCD, los empresarios, los militares y, por supuesto, los servicios secretos. Todos ellos, "consciente o inconscientemente" añadiendo su "granito de arena a la gran montaña de la consiración".

Ya en su excelente "Soldados de Salamina", Cercas acreditó con holgura esa prosa fluida a la que he hecho referencia anteriormente. Sin embargo, creo que esa maestría es, aún, más meritoria en "Anatomía de un instante", ya que subsiste y se expande incluso dentro de las encorsetadas normas de los libros de historia. Decir que la obra puede devorarse de una sentada es, tal vez, exagerado (son más de 430 páginas con innumerables notas a pie de página) e, incluso, contraproducente ( la multiplicidad de puntos de vista y la existencia de continuos "ecos" en la obra merecen cualquier cosa menos una lectura apresurada), pero es difícil librarse de las redes en las que la prosa de Javier Cercas sumerge al lector y no permanecer con la boca abierta pasando una página detrás de otra, mientras ante nuestros ojos desfilan con asombrosa fluidez las respuestas (algunas, certezas indiscutibles, otras, hipótesis firmemente argumentadas) sobre el único golpe de estado retransmitido en directo por televisión que, cómo no, tuvo lugar en nuestro país una tarde de hace más de 25 años, cuando todavía mucho quedaba por hacer y, de lo hecho, algunos (muchos más de los que pueda parecer a primera vista) quisieron por la fuerza hacer tabla rasa.

viernes, 2 de octubre de 2009

A los que la presente vieren y entendieren


Estimada/o ciudadana/o:

Le imagino al corriente de las novedades de índole fiscal que el faro de Occidente nuestro presidente ha anunciado hace unos días. Los medios de comunicación nacionales y extranjeros, los organismos internacionales y los principales miembros y miembras de nuestra sociedad se han encargado de dotar a las medidas de la difusión que merecen.

A pesar de su deslumbrante carácter social y de exigir con cristalina claridad un esfuerzo superior a los hijos de perra capitalistas las rentas más altas, comentarios dispersos y algunos sondeos realizados por nuestra policía política entidades de reconocido prestigio, hemos creído detectar entre el rebaño los ciudadanos y ciudadanas si no un rechazo, sí una evidente mala interpretación de las imprescindibles medidas correctoras que pondrá en marcha este gobierno para agarrarse a la poltrona superar todos juntos esta dura prueba con la que la historia nos pone a prueba por culpa de Bush, Aznar y el cambio climático .

Es por esta razón que el gobierno da hoy la salida a una nueva iniciativa orientada a lograr de la ciudadanía su voto apoyo a las referidas medidas mediante una campaña orquestada planificada con rigor, criterio y sosiego tendente a hacer comulgar con ruedas de molino llegar a todos los españoles el verdadero sentido de estas medidas malparidas tomadas por el gobierno.

Para ello, contaremos con todos los afiliados y afiliadas al PSOE que , bajo la batuta de la fara de occidente la secretaria de Organización del partido, Leire Pajín recorrerá cada calle, cada barrio, cada municipio, pueblo o ciudad de nuestra nación para hacer llegar a los que van a pagar la borrachera ciudadanos y a las ciudadanas el sentido último de estas medidas fiscales que no es otro que el que siempre ha dirigido la acción de este hatajo de ineptos gobierno: lograr el bienestar propio de todos los españoles.

Ala, a atarse los machos que vienen curvas Un saludo.

DesGobierno de España.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Diálogo de cenobitas

- No me jodas, Sonsoles. No puedes estar hablando en serio. Pero, ¿tú las has visto bien? Si parecen figurantes de un vídeo de The Cure.

- Bastante que hayan venido, José Luís. Ya iban camino del concierto. Menos mal que las han encontrado a tiempo.

- ¡Pero que concierto ni que concierto! Con esas pintas no les iban a dejar entrar en ningún concierto. ¿nos imaginas a nosotros entrando así en el Auditorio?

- No, no. No era un concierto de esos. Ya te dije que iban a ir a ver al tío ese que oyen a todas horas en su cuarto, el que tiene un ojo de cada color y dice que es el Anticristo y no sé cuantas cosas más. No me viene el nombre.... Martirio Masón o Marylin Manson.... o.... no sé, algo así.

- ¿Lo que hemos oído esta semana desde su cuarto....... ¿era música? Pensaba que estaban reformando su habitación o algo así. De cualquier modo, cariño, no sé cómo has podido dejar que acudieran a la fotografía oficial, como salidas de un juego de rol, con esos trapos, esos peinados......... ¡¡ y sin quitarse la mochila!!

- ¿Mochila? ¿Qué mochila?

- Pero, ¿no has visto la foto? Pesan tanto que parece que se les ha caído una lentilla y andan buscándola. ¡Que desastre, Sonsoles, qué desastre! Toda la semana rompiendo la pana con entrevistas en la CNN, discursos en la ONU y frases para la eternidad y ahora vienen estas dos, vestidas de Darth Vader y lo echan todo a perder. No te ofendas, cariño. Sabes que soy amigo del diálogo y el consenso, pero es que cuando las he visto con esas botas de dominatrix y esas muñequeras casi me quedo en el sitio. Creo que no has ejercido tu autoridad como debieras. A veces, hay que ponerse los galones y romper la baraja.

- Si lo he intentado, Jose, pero dicen que si son mayores para abortar, también lo son para vestirse como quieran. Que todavía deberíamos estar agradecidos que hayan dejado las escobas y los capirotes en el salón. No sé que pensarás tú, pero creo que deberíamos controlar más el tiempo que pasan visitando a la tía Bibi.

- Al final va a llevar razón, Esperanza y en España ya no se respeta nada. De verdad te digo que........ fíjate tú que mala pata: el acontecimiento interplanetario del milenio, la foto más importante desde la de Yalta, los dos líderes más representativos del mundo libre, por fin, juntando sus manos para regocijo del universo y lo que quedará para el recuerdo será esta foto con las hermanas Monster. Con los guapos que han salido los Obama y míranos a nosotros, que parece que venimos de enterrar a Chanquete. También tú, cariño, viendo lo alegre y floreado del atuendo de las niñas ya te podrías haber puesto algo un poco más luminoso y primaveral para compensar un poco. Esto no puede saberse.... hay que detener la publicación de la foto. Si no lo hacemos, Cebrián y Pedro Jota, sin contar con todos los cachondos que rondan por Internet, van a tener material para un siglo. Llama a María Teresa y que lo organice todo. Esta foto no puede salir a la luz.

- Cariño, recuerda que María Teresa aún anda de baja. Habrá que llamar a Elena para que sea ella la que..... ¡ay, no! si va camino de la cumbre del G-20. Va a ser que no. Bueno, no te preocupes, seguro que Manolo es capaz de encargarse de todo.

- ¿Manolo? ¿Manolo ha quedado al frente? Ahora si que estoy jodido, Sonsoles, de ésta no salgo................. Abre la ventana, cariño, que no puedo respirar..................

- Jose, ¿te encuentras bien? Estás blanco. Recuerda quien es nuestro anfitrión. ¿Quieres que llame a un médico? Jose..... Jose...... ¡¡¡¡JOSEEEEEEEEEE!!!!!!!!!

sábado, 19 de septiembre de 2009

Mentes perturbadas


No por interpretar papeles cómicos o imaginar una historia divertida debe una persona ser simpática y dispuesta de continuo al chiste o a la chirigota. Aplicando el mismo razonamiento, quien plantea o interpreta historias terroríficas, plagadas de morbosas y escalofriantes referencias no tiene porqué dormir en ataudes ni descuartizar a sus vecinos y puede resultar un tipo amable, dulce y lleno de buenos sentimientos. Sin embargo, hay que reconocer que, en ocasiones, el nivel de locura y depravación de ciertos argumentos plantea serias dudas acerca del equilibrio emocional de quienes los plantean o imaginan.

La película norteamericana "Deadgirl" (no confundir con la casi homónima "The dead girl", protagonizada por Brittany Murphy hace un par de años) entra de lleno en esta categoría.

Rickie (Shiloh Fernandez) y J.T. (Noha Segan) son dos aburridos adolescentes con los picores propios de la edad. Una tarde, huyendo del tedio que abunda en su instituto, acaban paseando por un manicomio abandonado (¿?) en uno de cuyos sótanos encuentran el cuerpo desnudo, maniatado, sucio y magullado de una bella joven (Jenny Spain). La sorpresa es mayúscula cuando comprueban que, aparentemente, la chica está viva y es aún mayor el asombro para el espectador cuando, en lugar de liberarla de sus ataduras, uno de los protagonistas decide desfogar su contenida virilidad sobre ella. Como no hay dos sin tres, no es menor la sorpresa, cuando, en pleno arrebato sexual, el hormonado muchacho retuerce el cuello de la chica hasta quebrarlo, sólo para comprobar que, a pesar de su aspecto moribundo, va a hacer falta mucho más que un cuello roto para acabar con su ¿vida?

Por si no ha quedado claro a la vista del argumento, vaya por delante que "Deadgirl" no es, precisamente, una película fácil. Dirigida a cuatro manos por Marcel Sarmiento (en cuyo haber se encuentra la dirección de "It's better to be wanted for murder than not to be wanted at all", título memorable donde los haya) y Gadi Harel (que no presenta antecedentes de la categoría de los de su compañero) sobre un guión obra de Trent Haaga (productor, actor y escritor de varias producciones Troma) "Deadgirl" es claustrofóbica, malsana y poco adecuada para pasar una alegre tarde de domingo.

Todas las secuencias que transcurren en el interior del manicomio (más de las tres cuartas partes de su metraje) se desarrollan en un tono que oscila entre la sordidez más absoluta y el aspecto sucio y polvoriento de las mejores películas de Rob Zombie. Por otro lado, la parte que se desarrolla fuera de sus paredes (más luminosa y consumible), parece una versión bañada el alquitrán de las comedias norteamericanas de los ochenta sobre adolescentes a pocos meses del baile de graduación (ver la secuencia en la que Rickie imagina lo que sería acostarse con su amor del instituto). Esta dicotomía (que rompe en varias ocasiones el ritmo y la atmósfera de la película), unido a la pérdida de rumbo de la cinta durante su último cuarto (a pesar de una impagable secuencia final, chiste supremo no por previsible menos eficaz), hacen que, "Deadgirl" sea un artefacto fallido, inestable y descompensado.

Sin embargo, no sería justo dejar de reconocer los innegables méritos técnicos de la cinta (la labor tras las cámaras de los dos sujetos mencionados en el párrafo anterior es bastante más que aceptable), la excelente labor de su reparto (con mención especial para el desquiciado J.T. y su novia indestructible, desnuda en todas y cada una de las secuencias en las que aparece), la sorprendente incorrección política de la historia (ver el momento en el que J.T. descubre "otros modos" de disfrutar de su nuevo "juguete") y algunos momentos de humor negro absolutamente demenciales (la secuencia en la gasolinera o el ataque del perro que vagabundea por el manicomio) que nos hacen mirar con cierta indulgencia y simpatía a los perturbados responsables de la película a los que, por otra parte y por una simple cuestión de sentido común , nunca dejaría acercarse a la heredera. Precavido que es uno.

martes, 15 de septiembre de 2009

Lo que dijo el sabio


Hace ya algunos meses y con motivo de la conclusión de la primera temporada de la serie norteamericana, "Damages" escribí aquí que "a pesar de concluir con todos los enigmas resueltos y con los personajes supervivientes en razonablemente buenas condiciones, los guionistas dejan una pequeña ventana abierta para una segunda temporada que, sinceramente, espero que no se produzca". Como no me quedé suficientemente cómodo, añadí que "tantas veces han destrozado series en la televisión por alargarlas hasta matarlas de éxito que no dudo que harían lo mismo con algo tan recomendable y apasionante como "Damages" cuya original estructura sería imposible mantener en esa hipotética segunda temporada".

Como dijo el sabio, más vale parecer tonto y tener la boca cerrada que abrirla y disipar toda duda: "Damages", en su segunda temporada, sublima la novedosa fórmula que la hizo famosa, llevándola a un grado de perfección que supera con amplitud los (enormes) méritos de su predecesora.

Para ello, los responsables de "Damages" parten de un guión que, aprovechando la mencionada ventana abierta en la primera temporada (y de la que nada diré para aquellos que aún no la han visto) introduce en la trama nuevos, extraordinarios y (deliciosamente) odiosos personajes, deshace con naturalidad nudos que parecían fuertemente apretados en la temporada precedente y enreda la madeja con un inesperado homicidio, un oscuro caso de corrupción política y una fusión empresarial que esconde mucho más que una lucha por el poder. Todo ello, servido con un elegante y tramposo estilo visual (puro "trilerismo cinematográfico"), plagado de idas y venidas en el tiempo y medias verdades (o mentiras, ¿quién sabe) que manipulan al espectador y lo mantienen durante los trece capítulos como una cáscara de nuez en medio de una tormenta. Nada es nunca lo que parece y mucho menos si los guionistas de "Damages" andan por medio.

Como ya dije entonces, el deslumbrante plantel de actores no es ajeno al enorme atractivo de "Damages" y, hasta actores tan sosos como Rose Byrne o Timothy Olyphant (penoso villano en "La Jungla 4.0" y risible asesino a sueldo en "Hitman") brillan con luz propia y no desentonan cuando les toca jugar frente a sus "mayores". A la inconmensurable Glenn Close, absoluta protagonista de la función que vuelve a bordar con hilo de oro y sangre a esa zorruna y odiosa abogada capaz de todo, llamada Patty Hewes, se le añaden esta temporada dos pesos pesados de la categoría de William Hurt (inquietante y temible como el oscuro Daniel Purcell) y Marcia Gay Harden (absolutamente perfecta en su papel de asesora legal a prueba balas y rival de altura para la mismísima Patty Hewes) que conforman un reparto a la altura de cualquier producción de Hollywood que se le ponga por delante.

Se anuncia ya una tercera temporada, en la que se recuperan personajes, se plantean nuevos interrogantes y se introducen nuevos casos que vertebren la trama. Y, de nuevo, vuelvo a inquietarme ante la posibilidad de que los creadores de "Damages", Daniel Lezman, Tod Kessler y Glenn Kessler conviertan a la gallina de los huevos de oro en un pollo de hojalata. Resulta difícil imaginar que sean capaces de superar los logros conseguidos hasta ahora, sorprender con un nuevo personaje o reabrir alguna de las tramas cerradas en esta temporada sin que el resultado resulte un despropósito. Pero, visto lo visto, prefiero, en esta ocasión, hacer lo que dijo el sabio y sembrar la duda.

martes, 8 de septiembre de 2009

Zoología


En las lejanas tierras de Papua Nueva Guinea, un grupo de científicos ha localizado en el interior del cráter extinto de un volcán, cuarenta nuevas especies animales que han vivido aisladas del mundo exterior durante no menos de 200.000 años. Entre todas ellas, destaca especialmente una descomunal rata de casi un metro de largo y kilo y medio de peso que se ha convertido por méritos propios en uno de los roedores más grandes del mundo. No quiero ni pensar lo que se nos podría venir encima si todos sus congéneres gastaran la misma talla. Afortunadamente, la bestia que habitaba a casi mil metros de profundidad ni ha tenido ni tendrá probabilidad de salir al exterior, por mucho que los mencionados investigadores hayan sacado su tonelaje a la luz desde la selva salvaje en la que habita el bicharraco.

En las cercanas tierras de Venecia, un otrora excelente cineasta, Oliver Stone, ha localizado en el interior del cráter casi extinto del populismo más rancio y demagogo, una nueva especie de dictador bananero que ha vivido aislado del mundo exterior desde la caída de la Unión Soviética y ha decidido dedicarle un documental. Este descomunal y trapezoide espécimen, de nombre Hugo Chavez, amante de si mismo y enormemente plomizo se ha convertido por méritos propios en uno de los soplagaitas más grandes del mundo. No quiero ni pensar lo que se nos podría venir encima si, tal y como desea Oliver Stone y así manifiesta en el documental presentado ayer en el Festival de Venecia, existieran muchos dirigentes como Hugo Chavez. Afortunadamente, el espécimen que pateo ayer la alfombra roja, manchádola por siempre jamas, habita a muchos miles de kilómetros del resto de la humanidad y a incontables eones del más mínimo sentido común y ni ha tenido ni tendrá probabilidad de salir al exterior, por mucho que tuercebotas del calibre de Oliver Stone hayan sacado su tonelaje a la luz desde la selva salvaje en la que habita el bicharraco.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Desde el cariño y el respeto


Con la única y exclusiva intención de poder escribir a partir de ahora sobre las cosas que realmente me interesan (es decir, el cine, los libros, la música, las crecientes habilidades de la bella heredera y la deslumbrante presencia de la señora Winot), me voy a permitir la licencia de empezar esta etapa dando unos consejos a nuestro presidente, siempre desde el cariño y el respeto que merece. A ver si hay suerte, los sigue y me ahorro tener que dedicar tantas entradas a su incompetencia interestelar. Las probabilidades son escasas, pero, nada pierdo por intentalo.

1.- Unifique su discurso, señor presidente. Organice a su equipo y proporciónele un camino a seguir. Le pagan por ello. Y no poco, precisamente. No es muy tranquilizador para el ciudadano el comprobar que su equipo se contradice con ostentación, se pisa el terreno y es capaz de decir lo uno y su contrario a veces en el mismo día. Que cada uno se ocupe de su parcela y no meta los pinrreles en las de los demás.

2.- No suba los impuestos. Ni merece la pena ni se lo va a agradecer nadie. Si quiere tener un resquicio de esperanza a la hora de salir del agujero en el que nos encontramos, no castigue al que ahorra ni se lo ponga más difícil al que que consume. No coloque en el disparadero de salida a la inversión extranjera en dirección a otros países con impuestos mas bajos. Asuma de una vez por todas que la recaudación del IVA, no ha sido mínima por que el tipo es bajo, sino porque no se consume. Incentive el consumo con una bajada de impuestos y verá como las cosas empiezan a cuadrar.

3.- Ya está. Quiso hacerlo y lo hizo. Muy bien. Pero por favor, ahórrese otro "Plan E". El paro no lo va a detener usted a base de rotondas nuevas, semáforos de colores y pistas de tenis. Si crea trabajo precario y, además orientado a la superficiliadad más estúpida, tendrá ciudadanos precarios, molestos y con ganas de meterle las ideas allá donde la espalda pierde su honroso nombre. Somos uno de los países con más paro de Europa, sino el que más. Olvídese de los subsidios y pregunte a los que andan por delante de usted en la clasificación. No sea orgulloso. Seguro que algo aprende. No nos dé pescado. Enséñemos a pescar, si le es posible, por supuesto.

4.- El norte también existe. A pesar de que sus votos se hornean en Andalucía y en Cataluña, no estaría de más que tomara nota de lo que ocurre en Euskadi. Un miembro de su partido es ahora presidente de dicha Comunidad Autónoma con el apoyo de los diputados del Partido Popular. Y no se ha convertido en franquista, ni el pelo se le ha engominado ni hace dos mil abdominales diarias. La democracia es el poder del pueblo. Y tan pueblo es el que le vota como el que no. Si la situación está descontrolada, quizás debería dejar de huir hacia adelante, escuchar a las demás fuerzas políticas y articular un plan de emergencia de las dimensiones que una crisis como la actual precisa.

5.- Y, por último, no se confunda. A pesar de que los españoles le votaron mayoritariamente en las pasadas elecciones, no son idiotas. No nos trate como tales. No niegue la evidencia de la gravedad de la situación, deje de cultivar brotes verdes, efímeos y quebradizos y ate corto a los (muchos) sectarios que esconden sus filas. Evite que abran la bocaza para desgranar vaguedades y bobadas trasnochadas con hedor a demagogia en estado de descomposición. No olvide que su partido, a pesar de lo que pueda parecer, es un partido histórico, con grandes nombres en su trayectoria y una piedra angular de nuestro sistema político. Teniendo a mano a Leire Pajín, a Bibiana Aido y tantos otros incompetentes, no mande a escardar cebollinos a los que saben de esto, como Ramón Jaúregui o Jordi Sevilla. Sea respetuoso con los demás y con su inteligencia. Solo entonces podrá exiguir reciprocidad.

martes, 1 de septiembre de 2009

En perfecto estado de revista


Con la heredera en perfecto estado de revista, repartiendo sonrisas y saludos como si de un presidente del gobierno en plena campaña se tratara, incluso dirigiendo su mirada a lugares en los que no parece haber nadie (lo que inquieta de mala manera. ¿Verá algo que yo no soy capaz de distinguir? Demasiadas películas probablemente). Con la bella señora Winot derrochando encanto y esplendor a manos llenas tras tres semanas de desconexión absoluta en compañía de la antedicha y de un servidor y, por último, con la inevitable (aunque limitada y temporal, como las subidas de impuestos que se perfilan en el horizonte) depresión que sigue a las vacaciones como las conspiraciones al Partido Popular, deslizándose a buen paso por el sumidero del olvido, puedo anunciar a quien pueda interesar que las puertas de la escombrera de ladrillos vuelven a abrirse de par en par. Por supuesto están todos invitados. Pasen y pónganse cómodos. Intentaré estar a la altura.

sábado, 1 de agosto de 2009

Apagado o fuera de cobertura


Según un chiste que contaba mi padre hace años a cuanto infante pasaba por su lado, las personas más pobres de China se llamaban Chin-lu, Chin-agua y Chin-na. Parafraseando esta vieja herramienta humorística paterna, aprovecho para presentarles a la oveja negra de la familia, el miembro más acaudalado, en lo que a riqueza de espíritu se trata: Chin-curro, también conocido como Tarquin Winot o el babeante padre de la heredera más bella del universo.

Sí, amigos, hoy, después de un demoledor inicio de año, servidor desconecta ordenador y agenda, laboral, practica la papiroflexia con los partes de actividad y esconde en el fondo del mar las llaves de esa prisión laboral en las que ha permanecido encerrado los últimos meses, bajo unas medidas de seguridad que el mismo Edmundo Dantes hubiera considerado extremas y se marcha a descansar sin mancha o cargo de conciencia alguno en el horizonte. Dan inicio, por tanto las vacaciones más deseadas de la historia, en las que mi encopetada testa sólo va a tener neuronas operativas para analizar las infinitas formas que puede adoptar esa especie en extinción que es el puro y simple ocio en compañía de la adorable señora Winot y de esa heredera tan comestible que me quita las penas con sus recién cumplidos doce meses.

Volveremos a la escombrera de ladrillos a finales de agosto, con las pilas recargadas, las ideas recién pasadas por el túnel de lavado y la ilusión con la garantía renovada por otros doce meses. Buenas vacaciones a todos y nos vemos en septiembre.

jueves, 23 de julio de 2009

Polvos y lodos


El artículo décimo del Tratado de Utrech establece que España, "cede a la Corona de la Gran Bretaña, la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensa y fortaleza que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre". Tal vez se pueda decir más alto, pero nunca más claro.

Y quien lo dijo, no fue un chisgarabís de pacotilla, sino el primer Borbón de nuestra historia monárquica, el amigo Philippe de Bourbon, a la sazón, Duque de Anjou y que ha pasado a los libros de historia como Felipe V. El alegre muchacho (por algo era conocido como "el animoso") no tuvo más salida que firmar lo antedicho en 1713 para contentar a los británicos, que alegremente financiaban y apoyaban al Archiduque Carlos de Austria en la guerra de Sucesión española que generó el fallecimiento del pobre Carlos II y que enfrentó a los partidarios de ambas casas reales. Si hizo bien o no, es difícil de dilucidar, pero, lo cierto es que lo hizo y a estas alturas de la partida, negarlo es tener ganas de discutir o disponer de mucha energía para provocar el tabardillo en quienes escuchan, lo que, unido al sopor que provocan los calores veraniegos es mezcla letal. Gibraltar no es español, señores, asúmanlo y céntrense en otros temas, que tela para cortar, no falta.

Cierto es que los hijos de la Gran Bretaña se tomaron la libertad de interpretar a su antojo el Tratado y con la imprescindible pasividad de nuestras autoridades, fueron tomando territorios cercanos aquí y allá e, incluso, se permitieron construir un aeropuerto que entraba de lleno en la Bahía de Algeciras. En ese aspecto, bien está que le toquen las colgantes a su Graciosa Majestad y se exiga a sus autoridades y a los monos que los rodean que reculen y se circunscriban a lo estrictamente "gibraltareño".

Pero como no hacemos más que insistir en que "Gibraltar es español" y ponemos a caldo tibio al ministro Moratinos por intentar cambiar el compás y abandonar la técnica del "ahora voy y no respiro" a través de un intento de mediación diplomática ("La foto de la vergüenza", titulaba indignado "El Mundo" con su habitual gusto por la fanfarria y el amarillismo por la foto del ministro con Fulton y Caruana, como si Moratinos estuviera posando con Bin Laden y Ahmadineyad), pues, es normal que no nos hagan el menor caso. Y así, ni ciudad, ni verja, ni istmo, ni puñeteras ganas de cambiar de bando que infundimos en los veintipocos mil gibraltareños que ni en un millón de años abandonarán una de las economías más estables de Europa (ventajas de los paraísos fiscales) para entrar a formar parte de un país que hace casi cuatrocientos años utilizó sus apenas siete kilómetros cuadrados como moneda de cambio. Y no me extraña, la verdad.

miércoles, 15 de julio de 2009

Durmiendo con niños


Hace unos meses confesé en estas páginas ("Cada miércoles") mi insalubre adicción a la temporada 2008 del programa de Telecinco "Operación Triunfo". Dos fueron las razones que crearon tan extravagante vínculo.

La primera de ellas tenía forma de concursante y respondía al nombre de Virginia Maestro. Reservada, introvertida y dotada de un voz que gustará más o menos pero que, indudablemente, derrocha personalidad, tuvo que cargar toda la edición con la losa de no ser un "ruiseñor del andamio" sino una niña bien con tendencia al jazz y al blues y que actuaba poco para la galería. Justa ganadora del concurso, a pesar de todas las trabas que le fueron impuestas por no ser "clasificable" se ha convertido ahora en "Labuat" y bajo ese nombre ha firmado un disco homónimo que es a su vez, el mejor trabajo pop español que ha visto la luz en los últimos años. La segunda razón tenía forma de miembro del jurado y se hacía llamar Risto Mejide.

Risto es grosero, brutal, presuntuoso, provocador. Su apariencia física, con sus imposibles cazadoras de cuero, sus gafas malvas y la rapada testa brillando bajo los focos, son elementos que incitan a la violencia verbal y si me apuran hasta la física. Risto no respeta a nada y a nadie. En algún momento de su vida perdió la capacidad de tratar a los demás con tacto y cordialidad y aún no lo ha encontrado. Probablemente ni haya empezado a buscarlo. A Risto siempre le han perdido, en definitiva las formas. Lo llamativo, lo escandaloso lo que hacía mesarse los cabellos a los defensores de lo políticamente correcto, ha sido siempre el continente, el marco que rodea la pintura que dibujaba con sus latigazos verbales. Y es una pena que haya cargado las tintas en este aspecto, porque en el fondo, en el contenido real, es dificil quitarle la razón.

El prestigioso publicista catalán (no hay que olvidar que el muchacho ha sido director creativo de agencias de la talla de Bassat Ogilvy & Mather o Saatchi & Saatchi ) no ha hecho más que lanzar verdades como puños con cada veredicto escupido desde su cómoda poltrona actuando a la vez como juez y parte. Con cada directo al estómago del concursante ignorante de la desmesurada suerte que supone presentarse ante millones de espectadores cada semana sin tener que patear las discográficas con una triste maqueta bajo el brazo, Risto ha tejido su propia mortaja en un ejercicio de cinismo inigualable que ha concluido ayer con la expulsión del polémico personaje a tres galas de concluir la temporada y después de discutir con Jesús Vázquez por un "quítame allá ese orificio".

Con su salida del programa, Telecinco condena "Operación Triunfo" a morir (de aburrimiento) y acredita que, a pesar de los aires de renovación y pretendida modernidad que aparecen por doquier, a día de hoy es imposible presentar un mensaje novedoso en televisión, por muy brutal, descarnado o, posiblemenente, innecesario que sea. Aunque bien mirado, podría ser una estrategia preparatoria del desembarco de Christian Gálvez en la franquicia para próximas temporadas, con la reaparición estelar de Risto y sus "ristadas". Espero que sea por esto último, porque si la expulsión se ha producido por las cosas que Risto ha dicho en esta edición y en otras pasadas, es que estos tipos no saben con quién estaban tratando. Para bien y para mal.