La dramática pérdida de su tercer hijo, lleva a al matrimonio formado por Kate (Vera Farmiga) y John Coleman ( Peter Sarsgaard) hasta un orfanato en el que traban casualmente contacto con Esther (Isabelle Fuhrman), huérfana de origen ruso, educada, amable y dotada de una especial habilidad para el dibujo que cautiva a la pareja de inmediato. Pocos días después, Esther es adoptada por los Coleman y entra a formar parte de la familia sin otros problemas de adaptación que los derivados de sus peculiares costumbres higiénicas y sus estrafalarios vestidos con muñequeras y cintas de tela negra que cuelga rodeando su cuello. Como todo buen amante del genero de suspense ya se ha imaginado, a estas alturas hay algo oscuro y perverso bajo esa dulce y amable fachada que Esther se preocupa por mantener intacta.
El guión, obra de David Johnson sobre un argumento del debutante Alex Mace, maneja no pocos tópicos vistos en películas como "De repente, un extraño", "El buen hijo" o, especialmente, "La mano que mece la cuna". Pero "La huérfana" es capaz de desligarse de los lugares comunes más manidos de estas obras y, sobre todo retorcer dolorosamente los sobrantes para coronarlos todos ellos con uno de los giros de guión más espectaculares e inimaginables que se recuerdan. Es cierto que la cinta avanza morosa durante su primera media hora y que el tramo final, aunque efectivo e inquietante, peca de convencional y reiterativo, pero, todo se perdona cuando entre ambas partes, se desarrollan noventa minutos que dejan, literalmente, sin aliento.
Y aquí es donde el director catalán, da la razón a quienes admiramos su sentido de la planificación y su dominio del ritmo en "La casa de cera", su fallido debut de hace unos años y del que lo único salvable era, precisamente, su labor tras las cámaras. En "La huérfana" Collet- Serra logra manejar una atmósfera de creciente irrealidad, enfermiza y retorcida que estalla súbitamente en momentos de tensión extraordinarios, como, la secuencia en el parque infantil entre Esther y una compañera de colegio o el momento en el que el coche de los Coleman se desliza carretera abajo con uno de sus hijos atrapado en el interior. El modo en el que el director catalán pone en imágenes el mencionado y asombroso giro argumental es, sencillamente, redondo.
Respecto a los actores, gana claramente la partida la espectacular Isabelle Fuhrman que con apenas 12 años, debuta en la pantalla, con una interpretación magistral, inconcebible en una niña de su edad, que tan pronto es capaz de irradiar una fragilidad conmovedora (ver el primer encuentro con John, quien se convertirá en su padrastro) como convertirse en una bestia abominable sin el menor rasgo de humanidad (la secuencia en el puente helado o la desquiciante escena en el hospital en el tramo final de la cinta). La bella y excelente Vera Farmiga da correcta réplica al torbellino generado por la joven actriz y el pobre Peter Sarsgaard, como es costumbre, pasea su aburrida inexpresividad por las dos horas largas de metraje, completamente devorado por las féminas de la función.