Por si alguno lo ha olvidado y para los que puedan haberse incorporado posteriormente, bajo ese nombre he incluido varios textos de ilustres blogeros que tuvieron a bien atender mi solicitud de un escrito de temática libre y cuyo único requisito era evitar, en la medida de lo posible, la temática o el estilo habitual de sus bitácoras. El gran Azid Phreak nos ofreció el saque de honor y marcarón tantos de impecable factura, personajes de la talla de Angel "Verbal" Kint, Ramón (Cinemadreamer) y Mr. Lombreeze. Coincidiendo casi con el paréntesis vacacional, anuncié el final de la sección, en parte por falta de material, en parte por una cierta desidia en el devenir del ladrillo.
Pero tras la remodelación del blog y de la recarga de pilas obtenida de la Gran Manzana cambio el tercio, recupero la sección, invito nuevamente a todos aquellos que se sientan con ganas a participar con sus textos enviándomelos a la dirección de correo electrónico clanwinot@hotmail.com y abro la nueva temporada con el gran Mike Lee, amo y señor de "What's the rumpus?" que nos ofrece su visión de lo que a día de hoy uno tiene la suerte o la desgracia de encontrar en las pantallas de nuestros televisores. Que lo disfruten.
En el discurso final de la magnífica película Buenas noches y buena suerte, el actor David Strathairn, en su soberbia interpretación del célebre reportero estadounidense Edward R. Murrow, pronunciaba un discurso basado en el que en su día dio el periodista haciendo alusión a la capacidad de la televisión para enseñar, iluminar e incluso inspirar frente a las insistencias de aquellos que sólo querían divertir y aislar con tan poderoso medio.
Por mucho tiempo que haya pasado y lo que hayan cambiado las circunstancias desde el momento en que se pronunció el discurso, sus enseñanzas continúan siendo aplicables a la situación televisiva actual; lo cual resulta desalentador al ver que, en lugar de avanzar en ciertos aspectos, el medio ha involucionado en muchos otros, fenómeno que trataré de ilustrar con algunos ejemplos de la televisión española.
Por desgracia, las barreras de género aún no han sido completamente eliminadas, así que cualquier esfuerzo para terminar con ellas, por pequeño que sea, es de agradecer. Sin embargo, en televisión, sea el canal que sea, podemos apreciar el predominio de las mujeres florero en programas que van desde informativos a tertulias disparatadas. No pongo en duda su capacidad profesional, ni mucho menos, si bien considero sospechosa la casi exclusiva presencia de mujeres de “buen ver”, tal vez que con la intención de captar audiencias indiferentes al contenido pero no a la forma.
Otro alarmante caso es el enaltecimiento de tuercebotas diversos, personajillos que no han hecho nada loable a lo largo de su existencia y que aun así ocupan las franjas horarias cruciales en detrimento de programas educativos. Curiosamente, estos seres son capaces de aportar sus sesudas opiniones en cualquier tertulia, ya sea tratando la crisis económica o las compañías nocturnas de aquellos a quien ni siquiera conocen. Lamentablemente, semejantes energúmenos terminan ocupando las portadas de diversas publicaciones, además de la atención del público, mientras que personas que trabajan por el beneficio de la comunidad en distintos ámbitos ni siquiera reciben una mísera mención en los medios.
Para terminar, me gustaría comentar brevemente el maltrato que sufren las producciones extranjeras, en parte por la presencia de los detestables programas citados en el párrafo anterior. Hay que reconocer la gran cantidad de series que se estrenan hoy en día en países como Estados Unidos y Reino Unido, así como su creciente calidad en la que muchos califican de edad dorada para la ficción televisiva. Pues bien, en lugar de hacerlas accesibles para la audiencia española, las cadenas toman por tontos a los televidentes programando las citadas series en horarios imposibles (normalmente a altas horas de la madrugada), los cuales cambian constantemente sin previo aviso. Por suerte, Internet juega un papel decisivo en este contexto, permitiendo a los espectadores acceder a los contenidos de varias maneras prescindiendo de la represión de los medios.
Éstos son sólo tres de los muchos casos que prueban la decadencia y embrutecimiento de la televisión, por cientos de canales que nos ofrezca la nueva versión digital terrestre, marítima o área. Razón no le faltaba a Murrow.