El tema de las listas de favoritos en las bitácoras cibernaúticas es un género en si mismo: mis libros favoritos, las mejores películas de terror de este siglo y del pasado, los modos más brillantes de cocer un huevo..... En este mismo y enladrillado lugar he dejado constancia de varios de ellos, encontrándome siempre con el mismo problema, que no es otro que el de decidir los puestos del segundo en adelante. El momento preciso en el que se escribe, la frescura del recuerdo, el estado de ánimo; son demasiados los elementos que juegan en la decisión y las opciones, numerosas, se enredan con ahinco y, en muchas ocasiones, una vez que la lista está hecha, uno se ve obligado a volver sobre sus pasos y desdecirse. Eso no ocurre, sin embargo, con el primer puesto.
Cuando del campeón se trata, mi mente no abriga dudas y poco importa que haga seis años que no escucho el disco o que ni siquiera quede rastro físico del comic que tiene el honor de encabezar la lista correspondiente. Tan sólidamente se encuentran instaladas estas obras en su merecido trono que, en la mayor parte de los casos, las telarañas cuelgan de sus coronas sin que ninguna joven promesa haya logrado derrocar al monarca. Cada uno tiene los suyos y los míos son los siguientes.
- La mejor película de todos los tiempos: Los veteranos del lugar ya conocen la pasión incontrolada que sufro por
"La huella" de J.L.Mankiewicz. De hecho una de las primeras entradas de esta bitácora (¡¡agosto de 2007!! Cómo pasa el tiempo) fue dedicada a esta maravilla cinematográfica de principios de los setenta con el clarificador título de
"Rozando la perfección". No voy a entrar más en detalle sobre ella para no sobrecargar la batería pero quién quiera puede leer más
aquí.
- El mejor libro de todos los tiempos: Es la única categoría con novedad en los últimos años. Hasta que Mario Benedetti apareció con
"La tregua" por la puerta de mi casa, de la mano de mi querido Otis y su excelente criterio literario, otro hispanoamericano de primera, Mario Vargas Llosa con otra joya deslumbrante como
"La guerra del fin del mundo" ocupaban por derecho propio la cima literaria de mi santuario. Pero el empuje de ese Martín Santomé que se sacó de la manga Don Mario es una fuerza de la naturaleza contra la que nadie puede ofrecer resistencia. También dejé cumplido homenaje en el ladrillo hace aún más tiempo que la anterior en una entrada de nombre
,"Imprescindible" y que puede uno leer
aquí.
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El mejor comic de todos los tiempos: Durante un par de años, Forum, la editorial que publicaba en los ochenta las aventuras de mi amado Spiderman, decidió incluir los comics de Daredevil como complemento en los tomos quincenales dedicados al cabeza de red. Reconozco que no les hacía el menor caso y que el diablillo rojo y sus historias me importaban bastante poco. Pero entonces empezó la saga
"Born again", cortesía de Frank Miller al guión y David Mazzucchelli al lápiz y mi concepción del comic como un mero entretenimiento cambió para siempre.
Durante su publicación (la historia ocupa siete números completos) el que padeció mi completa indiferencia fue Spiderman, que tenía que ver como me lanzaba en picado sobre las últimas diez páginas de cada número para seguir con los ojos como platos la agónica, cruel y asombrosamente humana batalla entre Daredevil (más bien entre Matt Murdock) y el mal en estado puro que personaliza ese villano de primera división que es Kingpin. Completamente descatalogado, y, en mi caso, desaparecido en combate tras un ataque de
"madurez adulterada" a la que me referí
aquí hace unos meses, Panini Comics me alegra el verano anunciando una nueva edición a todo lujo en el mes de agosto que, obviamente, pasará a ocupar lugar de honor en mi biblioteca.
- El mejor disco de música clásica de todos los tiempos: Por si sola,
"Tosca", la opera de Puccini ya es mi obra clásica por definición. Sus arias irrepetibles, su furia, su dramatismo y las melodías insuperadas del maestro italiano no conocen igual en la historia de la música clásica. Pero es que, además, tuve la suerte de escucharla por primera vez en la que es casi unánimente considerada como la versión de referencia y uno de los grandes monumentos discográficos de la historia. Maria Callas, Giuseppe di Stefano y un insuperado Tito Gobbi
se reunen
bajo la batuta incandescente de Victor de Sabata en un volcán de pasiones descontroladas cuya ferocidad e intensa emoción es, en ocasiones, casi física.
La grabación es de 1953 y el sonido no es, por supuesto ni limpio ni perfecto, pero poco importa eso. De hecho, la textura áspera y sucia de la grabación (doble disco a precio irrisorio en El Corte Inglés. Casi un deber moral hacerse con ella) juega a su favor, otorgándola una inmediatez y una cercanía que, de otro modo, sería imposible lograr. Para hacerse una idea de lo que digo, nada mejor que disfrutar de la famosa escena de la tortura que, gracias a la Red, puede disfrutarse
aquí (atención al glorioso "tour de force" que se marca el señor di Estefano en el minuto 4,20
. Un prodigio.)
- El mejor disco de música moderna de todos los tiempos: Tal vez sea una
boutade llamar moderno a un disco editado en 1979, pero no se me ha ocurrido otro modo de enfrentar el rock y el pop del siglo XX y el XXI con la concepción de
"música clásica" a la que me he referido anteriormente. En realidad, ahora que lo pienso,
"The Wall", de Pink Floyd es un clásico por lo que no he andado del todo desencaminado.
Dejando a un lado etiquetas, no puedo negar su puesto de primer espada a Roger Waters, David Gilmour y el resto del equipo, que en tan lejanas fechas construyó este edificio musical propio de un genio de otros tiempos. Puede hacer más de cinco años que no escucho una nota de
"Run like hell",
"Mother",
"Another brick in the wall" o
"The trial". Y podrían pasar otros diez. Y otros veinte y no podría olvidar una obra que durante mi adolescencia escuchaba a diario y que llegué a conocer como la palma de mi mano en su versión oficial y en cuantas grabaciones piratas me han sido dadas a conocer, sin olvidar la banda sonora de la versión cinematográfica que filmara Alan Parker y que incluía sensibles variaciones sobre la partitura original, así como el megalómano espectáculo que Waters organizará en Berlín con motivo de la caída del muro, mutilación final incluida. Si hay algún semoviente que aún no conoce esta incomparable obra maestra, que deje de leer ahora mismo y corra a su tienda de discos más cercana. Siempre me deberá una.