martes, 31 de marzo de 2009

El mazo de Dios


Hace mucho tiempo, un buen amigo comentaba que en el ámbito de la política vasca era preferible tener delante a un simpatizante de ETA que a un miembro de la Iglesia. Al menos, decía, con el terrorista, sabes a que atenerte. Hoy, sus palabras no parecen haber perdido un ápice de actualidad a juzgar por las últimas declaraciones del Obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, que se ha despachado a gusto pidiendo "un trato humanitario para los derechos de los presos y de sus familiares".

Al parecer, los familiares de los asesinos de ETA, que pagan una irrisoria parte de su deuda con la sociedad ocupando celdas a lo largo y ancho de nuestra geografía, deben desplazarse varios cientos de kilómetros para visitar a sus hijos, padres o sobrinos, cortesía de la política de dispersión acordada hace años por el gobierno para evitar el desarrollo de núcleos de presión etarra en los centros penitenciarios del País Vasco. Según el prelado donostiarra, esta medida "política" hace "sufrir" a los familiares de los terroristas (cuya culpa en la gestación de los mismos, por otra parte, habría que dilucidar con detalle), además de costarles un dinerito que ya no podrán invertir, si así les place, en financiar a la banda terrorista, añadiría yo. Las insensateces del obispo han continuado en una cháchara enervante, equiparadora y sembrada de ambigüedades a la que no voy a dar ni un solo segundo más de publicidad gratuita.

Pero, resulta inconcebible en cualquiera, y mucho más en un hombre como el Obispo Uriarte, un hombre de Dios, cuya boca se empapa de continuo con palabras como misericordia, justicia o paz, que no parezca darse cuenta o, que de hacerlo, poco le importe, que resulta obsceno y despreciable colocar al mismo nivel a "unos y a otros", que no hay mayor desigualdad que tratar por igual a lo diverso y que no es comparable el viaje de los familiares de aquéllos que habitan en nuestro sistema penitenciario con el que realizan sus víctimas al cementerio, con la cabeza llena de plomo o el cuerpo despedazado en un saco fatigosamente remendado ni tampoco con el que hacen sus familiares a las tumbas que les cavaron para rendirles homenaje. De aquél, vuelven sonrisas, recuerdos, quizás consignas e instrucciones para completar una nueva fosa en el cementerio. Sin embargo, del periplo hacia la muerte, del trayecto al que los terroristas dan banderazo de salida con sus pistolas y sus bombas, y que los familiares de las victimas se ven obligados a seguir, nada regresa, salvo el dolor y la rabia inaudita de saber que no hay kilómetros en la tierra capaces de delimitar la senda mortal trazada por los asesinos y aquéllos que los justifican, equiparan o defienden.

Imagino que la posición de Juan María Uriarte, Obispo de San Sebastián, sería sensiblemente diversa a la que mantiene actualmente si los cargadores de las pistolas de los asesinos de ETA empezaran a vaciarse en las nucas de los párrocos de los pueblos y ciudades del País Vasco. Espero que su Dios nunca me permita confirmarlo, pero quizás entonces empezarían a distinguir entre quienes disparan y quienes reciben las balas, entre quienes merecen "cercanía y sensibilidad" y quienes justamente reciben el rechazo y el desprecio de la sociedad, en definitiva, la diferencia asombrosa que existe entre un largo viaje a seiscientos kilómetros y un trayecto sin retorno más allá de la existencia al que se ven abocados los muertos y quienes les llorarán para siempre.

sábado, 28 de marzo de 2009

Otra perspectiva


Entre el año 2006 y el 2007, Marvel, la compañía que publica los comics de superhéroes tan famosos como Spiderman, Iron Man, Hulk o X-Men entre otros,maquinó y puso en marcha "Civil War", una saga de siete episodios principales e innumerables ramificaciones en todos y cada uno de las títulos publicados por la editorial, que partía de la implantación de un Registro Especial para Superhumanos por parte del gobierno de los Estados Unidos: todos los superhéroes debían hacer pública su identidad secreta y registrarse para el control y regulación de su actividad.

Además de su interesante carga política (los superhéroes no registrados son perseguidos sin descanso por el gobierno al que siempre han defendido para, una vez detenidos, permanecer encarcelados en una especie de "Guantanamo" sideral) y de la enorme importancia para el "Universo Marvel" de algunos acontecimientos que acontecen en la saga, como el asesinato del Capitan América, "Civil War" constituye el punto de arranque o, más bien, el renacimiento, de uno de los comics más irreverentes, sucios y salvajes que la mencionada editorial ha publicado en toda su larga trayectoria: "The Thunderbolts".

Si bien el grupo de superhéroes conocido como Thunderbolts ya existía desde 1997, su verdadero peso específico fue adquirido mientras se desarrollan los acontecimientos narrados en la mencionada "Civil War", momento en el cual, el grupo es refundado por el gobierno para colaborar activamente en la captura de los héroes contrarios al registro. Al frente de ellos, un megalómano ex-villano (y archienemigo de Spiderman en su identidad del Duende Verde), cínico y manipulador como Norman Osborn que mantiene con dificultad su cordura a base de pastillas. También encontramos en el grupo a dos arpías (Pájaro Burlón y Piedra Lunar) que mantienen un continuo pulso por hacerse con el liderazgo del grupo, un gigante chino de color verde (Hombre Radiactivo), un joven torturado por la culpa que sólo puede utilizar sus poderes si sufre dolor intenso (Penitencia), un asesino sicópata que mata por placer (Bullseye), un noble alemán que mantiene una relación cercana al incesto con su hermana muerta, cuya piel recubre la empuñadura de su espada (Espadachín) y un simbionte alienigena con tendencias caníbales (Veneno).

Semejante plantel no colabora con el gobierno por lealtad, honor u otros destacables argumentos, como es de imaginar, sino por vil metal, un indulto presidencial cuando culminen su trabajo y una nueva identidad que les permita huir del país y disfrutar del dinero de los contribuyentes. Como la fiabilidad no es, precisamente, lo que caracteriza a los miembros del grupo, todos ellos llevan injertados unos circuitos que proporcionan descargas eléctricas de considerable intensidad a quienes pretendan incumplir sus contratos, bien por intentar huir, asesinar a los héroes que pretender capturar o, como ocurre a menudo, enzarzarse con otro compañero en fraternal batalla interna.

Por si los mimbres no fueran ya suficientemente atractivos, el equipo creativo inicial de "Thunderbolts" (y el único al que, por el momento, ha podido acceder un servidor, a la espera de ver lo que su relevo lleva haciendo unos meses en Estados Unidos), compuesto por el guionista Warren Ellis y el dibujo excepcional del brasileño Mike Deodato Jr. acreditan una maestría incuestionable para urdir tramas ingeniosas y aprovechar al máximo el carácter cainita de los personajes, explorando sin complejos las implicaciones políticas del tema y demostrando que es posible unir calidad artística y crítica social con divertimento puro y duro. Los guiones de Ellis , de una incorrección política asombrosa, despliegan un caudal de cinismo y humor negro de primera magnitud, llenos de diálogos afilados y trufados de perlas memorables que los lápices de Deodato dotan de un dinamismo pocas veces visto (atención a su tratamiento del fuego y a la maestría en los juegos que la luz practica sobre los personajes, envolviéndolos en sombra).

Villanos al servicio del gobierno para cazar héroes, agentes de la ley que devoran a sus detenidos, miembros de un equipo que intentan asesinar a sus compañeros en el fragor de la batalla, medios de comunicación corruptos que venden como los "nuevos héroes de América" a un grupo de inadaptados dementes y un pueblo, el americano, que observa y admite todo esto del mismo modo que piensa que " Hollywood es liberal, desconfía de todo aquél que no sea cristiano y cuyos hijos fabrican bombas en el sótano mientras ellos ven la realidad por televisión. Los mismos que creen que en Irak había armas de destrucción masiva y que Corea podría bombardear Hoboken". Ellis dixit

domingo, 22 de marzo de 2009

Paréntesis (2ª Parte)


Hace ya varios meses, escribí aquí que lo mejor que el cine estaba dando de si mismo era imposible encontrarlo en las grandes pantallas comerciales y que era en las más modestas de la televisión donde realmente se cocinaban los verdaderos manjares cinematográficos. A pesar de que, a día de hoy, matizaría bastante las ideas allí expresadas (especialmente después de un espléndido año cinematográfico como ha sido 2008 y que nos ha proporcionado títulos como "El curioso caso de Benjamin Button", "Nixon/ Frost" o "Wall-E" entre otras), sigo manteniendo que, tomadas en su conjunto, la calidad de las series que, actualmente, son emitidas en las televisiones de todo el mundo, superan ampliamente a la de las películas que son rodadas y comercializadas en pantalla grande.

Sin duda, en el pasado, se han realizado series extraordinarias que, años después permanecen en la memoria hasta en sus más mínimos detalles. Maravillas como "Sí, ministro", "Las chicas de oro", "Caída y auge de Reginald Perrin", "V" o, más recientemente, la obra cumbre de la televisión, "A dos metros bajo tierra" constituyen cumbres catódicas en sus respectivas épocas, piezas destacadas en una magra colección de series entre las que destacaban como un diamante en el lodazal que conformaban "Dallas", "Dinastía" y demás quincallería barata.

Ahora, por el contrario, es tan abundante la variedad y tan alta la categoría de los productos que resulta complicado elevar a una por encima de otra. No obstante la dificultad y dada mi querencia por este tipo de listas, me atrevo a destacar algunas de las joyas que se emiten hoy en día, matizando que de algunas de ellas, como "Damages" o "Dead set" ya he dado cuenta aquí anteriormente ("Peores que los vampiros" y "A oscuras", respectivamente)

TWENTY FOUR (24): Como ya mencioné entonces, Kiefer Sutherland aún debe estar agradecido al destino por haber estado sobrio cuando le propusieron el papel del aguerrido Jack Bauer, agente de la unidad antiterrorista denominada CTU. Durante 24 capítulos de una hora de duración cada temporada, Bauer y su equipo se enfrentan a una (o varias) amenazas terroristas que se presentan durante las 24 horas de una jornada y en tiempo real. Con semejante estructura, huelga decir que no existe un solo segundo de respiro y que el desarrollarse en un solo día, los acontecimientos giran a velocidad vertiginosa. Su extraordinaria estructura, sus laberínticos guiones, la tensión de sus argumentos y el arrollador carisma de su protagonista, la hacen en mi opinión, merecedora del galardón más alto. Un consejo para quien aún no la conozca: nada de encariñarse con los personajes, por muy importantes que parezcan, un terrorista puede decapitarlo de un hachazo en la toma siguiente.

PERDIDOS: A estas alturas, con cuatro temporadas completas y una a medias, los seguidores de las aventuras de este grupo de personas abandonadas a su suerte en una extraña isla llena de misterios tras el accidente sufrido por el avión en el que viajaban se han convertido a esa máxima socrática de que "sólo sé que no sé nada". Y es que los guionistas de la serie deben ser coleccionistas de matriuskas, porque es muy complicado plantear miles de enigmas y resolverlos a través de la creación de nuevas incógnitas sin despeinarse lo más mínimo. Los muy ladinos llevan años diciendo que todo lo que acontece en la superpoblada isla desierta terminará cuadrando, pero no hacen más que incluir personajes, situaciones y elementos ajenos a la trama que, la verdad sea dicha, hacen crecer la sospecha entre sus más fieles seguidores como éste que les habla. Sin duda, uno de los fenómenos mediáticos más importantes de los últimos años.

MAD MEN: O como la serie más añeja de todas cuantas se emiten en la actualidad es, en realidad, la más radical y subversiva apuesta de cuantas pueblan nuestra televisión. Con la excusa de mostrarnos el funcionamiento de una agencia de publicidad en el New York de los años cincuenta, los creadores de la serie se permiten todas las incorrecciones políticas que los demás sólo sueñan con poder incluir en sus productos. La pareja de macizos que protagonizan las dos temporadas completas ya emitidas (el testosterónico John Hamm y su esposa en la serie, la potente January Jones) fuman como chimeneas, se beben hasta el agua de los floreros y se pasan el medio ambiente por el arco del triunfo. En la agencia, las cosas no van mejor: las mujeres son meros adornos, los hombres babean hasta la infancia ante un liguero y no dudan en pisar la cabeza de un competidor si se tercia. Por si fuera poco, dispone de la mejor sintonía de inicio y, a poca distancia de nuestro siguiente invitado, los títulos de crédito más logrados del mercado. ¿Para cuando la tercera temporada?

DEXTER: ¿Podría un fiscal antidroga ser el cabecilla de una banda de narcotraficantes? ¿Y un bombero de primera categoría dedicarse a provocar incendios por la ciudad? En "Dexter", que acaba de concluir hace unos meses su triunfal tercera temporada en Estados Unidos, asistimos al día a día de un eficiente forense de la policía de Miami especializado en manchas de sangre, Dexter Morgan (impresionante, Michael C. Hall, el carismático David Fisher de, en pie, por favor, "A dos metros bajo tierra"), un tipo simpático, mordaz, educado y eficiente en su trabajo que, de no ser porque, al anochecer se dedica a asesinar y descuartizar ciudadanos escogidas cuidadosamente de entre la peor ralea de la ciudad, podría pasar por el yerno perfecto. Sus títulos de crédito son una obra maestra incontestable que convierte todos y cada uno de los hábitos matinales de un ser humano en algo oscuro y escalofriante. Lástima que los finales de temporada pierdan gas respecto a sus intachables capítulos precedentes. De no ser así, este tierno sicópata desbancaría al adrenalítico Jack Bauer del número uno.

BEING HUMAN: Como ya he dicho en varias ocasiones, ser inglés tiene sus ventajas. Por ejemplo, es posible imaginar una serie en la que dos amigos, celadores de un mismo hospital , entablen cordial relación con la chica fantasma que habita el inmueble que han alquilado recientemente y que, además, el producto salga bien. Sin duda, ayuda el hecho de que los dos inquilinos sean, respectivamente, un vampiro y un hombre lobo muy poco conformes con su naturaleza y ansiosos por pasar desapercibidos, a pesar de no ser humanos , en nuestro mundo. Además hay que averiguar porqué el espectro no puede abandonar esta realidad y hay que evitar la invasión de Londres por una legión de vampiros sedientos de sangre. El único modo de hacerlo es con ritmo, flema británica, un poco de costumbrismo londinense y mucha, pero que mucha imaginación. La primera temporada aún no ha concluido e ignoro si habrá una segunda, pero, hasta el momento, es el plato más sabroso e inclasificable del año.

viernes, 13 de marzo de 2009

Palabras huecas


Un chiste muy popular en mi infancia situaba a Jesucristo ante sus apóstoles en la última cena. "Hermanos", decía, "hoy me veis, mañana no me vereis, pero me volvereis a ver". Ante semejante galimatías, San Pedro respondía, "Maestro, cada día te quiero más por lo bien que te explicas, coño".

Las palabras pueden hacer que las ideas fluyan con suavidad y lleguen en perfecto estado a su destinatario o pueden salir trastabillando desde su nacimiento y acabar haciéndose añicos contra el entendimiento de aquel o aquellos a quienes van dirigidas. Si además de lanzarlas como piedras en una honda, carecen del menor significado, el estropicio es mayúsculo. Un ejemplo claro de este último caso podrían ser las declaraciones y comentarios que he estado escuchando últimamente sobre una polémica exposición que se está llevando a cabo en París, en el Centro de Arte Pompidou bajo el nombre de "Vacíos, una retrospectiva" y que, básicamente, consiste en vaciar por completo nueve salas del centro y no mostrar obra alguna en paredes, suelos o techos.

Como explica el catálogo de la exposición en sus poco más de quinientas páginas (?) la muestra (??) recopila las principales obras de este movimiento artístico (???) fundado en 1958 (????) y profundamente influido por el minimalismo y el budismo Zen (?????). Por si no ha quedado claro el concepto que maneja esta gente, es recomendable acudir a los escritos del fundador del movimiento, un tal Yves Klein, según el cual, a través de estas obras se logra "la especialización de la sensibilidad al estado material primario en sensibilidad pictórica estabilizada". Y punto. Se puede decir más alto, pero nunca más claro.

A mi, personalmente, que ya he manifestado en varias ocasiones ("Hasta los simorghs" o "Un siglo de flojos") mi aversión a este tipo de paridas conceptuales, me parece una tomadura de pelo de primera magnitud, una nueva demostración de que no hay nada como el aburrimiento vital para encontrar sentido en el sinsentido. Plantearse semejante mamarrachada y vestirla de obra de arte debería estar contemplado en el Código Penal como modalidad de escándalo público. Me pongo en la piel del turista despistado que, hipnotizado por el prestigio internacional del Pompidou, penetra en la exposición tras desembolsar los diez euros de la entrada y los cincuenta del catálogo para encontrarse casi una decena de salas vacías y entiendo que en Francia se rueden cosas como "Martyrs" o "L´interiour".

Y lo peor no es ya que pretendan hacerte comulgar con ruedas del molino. Lo verdaderamente enervante, lo que en realidad me saca el lado oscuro es que pretendan convencerte de que lo que están metiéndote con calzador en la boca no son ruedas, sino auténticas ostias consagradas. En este sentido, al Comisario de la Exposición de marras, el "duranduraniano" Laurent Le Bon debe andarle buscando la Asociación contra el Expolio de los Molinos ya que, en lugar de huir al Nepal ha aparecido muy digno ante la prensa para decir que "la idea de reproponer el trabajo de estos artistas en un contexto espaciotemporal distinto, ofrece a los espectadores una manifestación retrospectiva de una cierta manera intemporal y sin la evocación de los lugares originales, creando el sentimiento bizarro de estar a la vez en todas partes y en ningún lugar". Si San Pedro levantara la cabeza.....

lunes, 9 de marzo de 2009

Lo que yace entre las palabras


Hace ya unos años, en uno de sus excelentes artículos semanales para el dominical de "El Pais", el novelista Javier Marías comentaba la indignación que le producía leer entre las linea de una frase aparentemente inofensiva e incluso bienintencionada a primera sangre, un sustrato negativo y agresivo que discurría venenoso entre las orillas de lo políticamente correcto. A título de ejemplo, el escritor hacía referencia a un anuncio de una ONG que, tras mostrarnos desoladoras imágenes de la hambruna africana más rotunda, en plena hora del almuerzo y sobre el plano fijo de un niño con claros síntomas de desnutrición, culminaba el mismo con la frase, "¿Vas a dejar que muera?" sobreimpresa en la pantalla. "Aunque no lo expliciten", escribía Marías "el receptor completa la frase: … so cabrón?".

No he podido evitar recordar ese artículo cuando he leído en la portada de la edición española de "Vanity Fair" correspondiente al mes de marzo de este año, a Don Emilio Botín, presidente del Grupo Bancario Santander, con unos beneficios declarados en 2008 de 8.876 millones de euros, declarar, con la que está cayendo, que "tras el caso Madoff, duerme igual de bien". Con un par.

Parafraseando a Javier Marías y preso de su misma indignación, aunque no lo expliciten, el receptor, es decir, el que suscribe y mientras las economías de medio mundo se desploman , completa la frase:.... "total, yo no invertí un euro ni soy uno de los afectados. A mí que me registren, me importa una mierda". Y punto. Los centenares de afectados, con más de 50.000 millones de euros entrampados en una telaraña financiera intransitable y todos aquellos que, gracias a fraudes de este estilo han perdido casi por completo la confianza en el sector financiero internacional le arropan con cariño y le desean que, al menos usted, pase una buena noche. Mañana más.

lunes, 2 de marzo de 2009

El melón ciego


Los Quién, La Reina, Las Piedras Rodantes, La Policía..... cualquier nombre de cualquier banda de cualquier genero musical resulta ridículo una vez que lo traducimos a una lengua diversa de aquélla en la que fueron concebidos. Obviamente, este detalle no sólo afecta a las grupos anglosajones , y el que no se lo crea, no tiene más que hacer la prueba y pensar cómo le iria en el mercado internacional a "Don´t push me, I´m wearing flip-flops", "The Mechanichal Goat" o "The last in the row" , entre otros.

Bromas aparte, es una suerte que el habito no haga al monje y que en nada influya lo risible del nombre de algunas bandas en su categoría musical. De no ser así, un grupo tan extraordinario como Blind Melon lo hubiera tenido difícil para destacar en el competitivo escenario musical de los noventa a pesar de la enorme calidad de sus canciones y la frescura innata de su música.

Cuando, a mediados de los noventa, Shannon Hoon, Brad Smith y el resto de los componentes de Blind Melón arrasaron las listas de éxitos de medio mundo con su alegre y pegadizo "No rain", la escena musical de la época era el feudo inexpugnable del grunge y bandas como Pearl Jam, Nirvana o los explosivos Alice in Chains arrastraban a las audiencias con sus textos depresivos y sus atmosféricas melodías de sanatorio mental. La aparición, en medio de semejante cenagal de malas vibraciones, de unos virtuosos neo-hippies, influidos por el folk y herederos de los Led Zeppelin más tardíos, supuso una ventana abierta al exterior que fue aprovechada a conciencia por el público y que dio como resultado unas ventas de cuatro millones de ejemplares para su primer disco, el fundamental "Blind Melon".

Tras actuar en medio mundo como cabezas de cartel y como teloneros de lujo de gente como Guns'n'Roses, Neil Young o los mismísimos Rolling Stones, la banda se recluye para dar su siguiente paso hacia el estrellato y, en poco más de dos meses, dan a luz "Soup", uno de los álbumes básicos de la década, un compendio perfecto de rock, folk y sicodelia con temas inconcebiblemente logrados como "Galaxie", "2x4" o la maravillosa "Walk", sin duda, una de las mejores canciones de los noventa. A pesar de ser su enorme calidad, el disco lo compran tres despistados (incluido un servidor) y las mismas personas que unos meses atrás, se llenaban la boca con halagos hacia la propuesta de Hoon y compañía, se hacen los suecos y arremeten a muerte contra el grupo y su trabajo.

Da tiempo a poco más. Una mañana, aparece el cuerpo sin vida de Shannon Hoon, fulminado por una sobredosis de cocaína y el proyecto se desploma no sin antes publicar un tercer disco repleto de versiones, temas descartados y curiosidades que bajo el nombre de "Nico" , referencia a la hija de Hoon (a la que el muy cretino dejó huérfana a las trece semanas de vida) pone un formidable colofón a una banda extraordinaria que fue capaz, en una época muy poco propicia apara ello, de aportar frescura y clase al panorama musical que le toco vivir. Sé que los miembros supervivientes están ahora intentando sacar a la banda a flote con un nuevo cantante y aportando nuevos temas al repertorio que legaron junto al malogrado Hoon, pero he decidido no aceptar la oferta. Prefiero pensar que el grupo murió aquella mañana de octubre en la que Shannon hizo honor a su nombre y se comportó como un melón vació, poniéndose ciego de cocaína y privándonos por siempre jamás de su descomunal talento. Todo un mundo a descubrir.

NO RAIN (1993)




WALK (1995)