lunes, 20 de mayo de 2013

Jazz me vale: The Dave Brubeck Quartet

Tras el varapalo que supuso mi aproximación al mundo del bajista Jaco Pastorius (demasiado pronto para acercarme a su puerta, por lo que me han comentado mis asesores) mi entusiasmo por el jazz aumenta su intensidad con la genialidad que exuda "Time out", el disco que en 1959 lanzara al mercado el pianista Brubeck con Paul Desmond, Joe Morello y Eugene Wright completando el cuarteto.

Si "Kind of blue", de Miles Davis, del que hablé aquí hace unos meses, es el mejor disco de Jazz de la historia casi sin controversia doctrinal, "Time out" es, sin duda también, el mejor disco para empezar a escuchar Jazz. Puede parecer lo mismo, pero, sin duda, no lo es.

Mientras que la genialidad de Miles Davis entra a través de la piel, en extensos desarrollos instrumentales improvisados sobre unas bases muy marcadas, la música de Brubeck es mucho más directa, no requiere de largas exposiciones y hace de los cambios de ritmo- incluso dentro del mismo tema- su seña de identidad más pronunciada. Quien odia el Jazz y carece de paciencia, escuchará "A kind of blue" y seguirá odiando el Jazz. Si se decanta para empezar el camino con "Time out", es muy posible que se le gane para la causa.

Además, la escucha del álbum de Brubeck es perfectamente compatible con cualquier estado de animo, cosa que no ocurre con el melancólico disco de Miles Davis, que, en según que circunstancias, puede caer como una losa sobre el oyente. Por el contrario, la descomunal mezcla de ritmos y compases de "Time out" entra con suma facilidad y sus guiños al vals, la música étnica o el swing, unidos a las maravillosas melodías creadas para la ocasión, convierten su escucha en un plato sumamente apetecible en cualquier circunstancia.

Los siete temas incluidos en el álbum son portentosos y aguantan el tipo frente a sus compañeros de surco. "Blue Rondo a la turk" con su ritmo étnico acelerado y sus estructuras clásicas es un primer plato suculento que contrasta con la lánguida y hermosa "Strange Meadow Lark". La melancolía dura poco y, en seguida empieza el celebérrimo "Take five", un clásico entre los clásicos, una canción de las que marcan época y que curiosamente, es la única del disco que no compuso Brubeck sino el saxofonista Paul Desmond. Les dejo una maravillosa versión en directo un poco más abajo.

Apenas recuperado de la impresión los aires de optimismo y energía positiva se intensifican con "Three to get ready" y, sobre todo, la maravillosa "Kathy's Waltz" que lleva alojada en mi cabeza desde hace semanas y no parece querer mudarse- también se la dejo al final de la entrada. El disco se acaba, pero aún queda "Everybody's jumpin'"- que, a pesar del nombre es sosegada y donde el piano de Dave Brucket se luce con entusiasmo- y la coda final con "Pick up sticks", que pone un brillante colofón a un álbum como pocos: intenso, hermoso, melódico y con cuatro virtuosos dando lo mejor de si. Si estaban esperando una oportunidad para entrar en el Jazz, háganlo de la mano de The Dave Brubeck Quartet y "Time out". Verán que el camino no es tan complicado como parecía.

TAKE FIVE  



KATHY'S WALTZ


lunes, 13 de mayo de 2013

Corre que te pillo

Para los que nos gusta, el cine es como una matriuska: nos encantan las películas, por supuesto, pero la cosa no acaba ahí. Dentro de las películas, nos gustan especialmente las de uno o varios géneros concretos (terror, western, thriller) Y no nos detenemos ahí, sino que, profundizamos un poco y dentro de cada género somos capaces de pelar una capa más (terror gore, western crepuscular, thriller sicológico) e, incluso usar sus paises de origen para establecer subdivisiones aún más precisas (giallio, spaghetti western, polar). ¿Aún hay más? Pues sí, aún hay más, porque, ¿qué amante del cine no tiene sus escenas favoritas? ¿Quien no se sienta a ver una película de su género o subgénero favorito sin esperar con ansía la escena de cama, la pelea final, el tiroteo desquiciado o el momento kleenex?¿Nadie levanta la mano? ¿Nadie? Lo imaginaba.

Probablemente por oposición a mi muy poco envidiable forma física y a mi prudente forma de conducir los vehículos con ruedas (el estilo "conduciendo a Miss Daisy" que con mordaz ingenio se saco de la manga la bella señora Winot) son la persecuciones las escenas que más me emociona en las películas: lo mismo me da que sean en coche, en moto, en lancha motora o sobre las extremidades inferiores de los protagonistas. Recorriendo carreteras solitarias usando los coches como castañuealas o esquivando personas en palizas descomunales propias de Usain Bolt. Me vale todo con tal de ver montajes trepidantes (que no esquizofrénicos) saltos imposibles o cabriolas al filo del descabello. Y si acaban con reparto de soplamocos entre perseguidor y perseguido, mejor que mejor.

Persecuciones hay muchas. Cada día más. Casi tantas como películas de acción se ruedan, de modo que es difícil decantarse por unas u otras. No obstante, si tuviera que decantarme por mis diez favoritas- excluyendo la persecución por definición que es la incluida en "Bullit" y de la que ya hablé aquí al protagonizar su banda sonora una de las entregas de "La melodía escurridiza 2.0"- creo que serían, sin el menor orden ni concierto alguno, en riguroso orden de caída mental, las siguientes.


1.- AMSTERDAMNED (1988): Joyita a recuperar del holandés Dick Maas que además de disponer de una magnífica y desquiciada trama de asesinos submarinos, contiene en su interior varias espléndidas persecuciones por las calles  y canales de Amsterdam, incluyendo una en lancha motora, que es la que les presento aquí por si no la conocen, de las que no se olvidan.



2.- FRENCH CONNECTION (1971): Uno de los grandes clásicos del género. Creo que su director, William Friedkin es uno de los más sobrevalorado que hay en la historia del cine y detesto con toda mi alma ese insulto a la elipsis que es la risible "El exorcista". Sin embargo, hay que reconocerle que sabe como planificar y rodar una buena persecución. Si lo sabrá hacer, que es el único que saldrá dos veces en la lista, en un ejercicio de incoherencia flagrante por mi parte. No he logrado encontrar un vídeo que incluya el plano final en las escaleras, pero, lo demás, estremecedor instante con el carrito de bebe incluido, lo van a poder encontrar ustedes aquí, en su escombrera favorita.



3.- RONIN (1998): A punto he estado de incluir la que el mismo director, el gran John Frakenheimer rodara en 1987 para un olvidado aunque muy refrescante y recuperable thriller de nombre "Tiro Mortal". Sin embargo, vista hoy, reconozco que, a pesar de su sorpresivo desenlace con vomitona incluida, no aguanta la comparación con la que el realizador tras "El hombre de Alcatraz" incluyera en esta cinta con De Niro y Reno de la que poco recuerdo salvo el vértigo vivido en estos siete trepidantes minutos.  



4.- EL CASO BOURNE (2002): En cada entrega de esta fantástica saga hay, al menos un par de persecuciones, todas magníficamente rodadas y planificadas. Por consiguiente, tomar una decisión acerca de cual incluir aquí ha sido difícil. Por el cariño que le tengo al Mini y por ser la primera de la trilogía (sin la pétrea faz de Matt Dammon no hay Bourne. Lo siento, Jeremy, no es nada personal), me decanto por la rodada por Doug Liman, más clásica que las aportadas por Paul Greengrass en las posteriores entregas, pero también más sucia y directa.



5.- MATRIX RELOADED (2003) : Soy enemigo declarado de las pajas mentales que pueblan la tediosa, insoportablemente pretenciosa y aburridísima trilogía de los Hermanos Wachowski sobre Neo y sus colegas. Cierto es que sale Keanu Reeves y eso ya hubiera valido para desacreditarla, pero es que el resto, no le va a la zaga. No obstante, es imposible no quitarse el sombrero ante la deslumbrante persecución que se produce en la segunda y más salvable entrega de la saga y que ha encontrado acomodo en mi lista. El vídeo esta editado y la música también, pero es el único que he podido encontrar con la escena (casi) al completo.



6.- LA ISLA (2005): Sin la menor duda, el rey de las persecuciones cinematográficas del siglo XXI es Michael Bay. Normalmente, suele citarse como su obra maestra la rodada para "La roca". En parte por salirme del protocolo, en parte porque creo que es su mejor película y en parte por Scarlett Johansson y lo mona que luce en la cinta, me decanto por la espectacular carrera de obstáculos rodada para la ocasión por el muchachote angelino.



7.- VIVIR Y MORIR EN LOS ANGELES (1985): Como ya he dicho, no es mi directo favorito, pero hay que reconocerle su talento para las persecuciones y casi quince años después de la anteriormente comentada, Friedkin vuelve a dar en el clavo con un corre que te pillo por casi todos los barrios de Los Angeles que no da respiro en esta película a recuperar que no se comió un rosco en taquilla, pero que resiste fenomenalmente el paso del tiempo. Como puede comprobarse, William Petersen, antes de convertirse en Grissom ya derrochaba carisma a borbotones.


8.- CASINO ROYALE (2006): La reina de la fiesta. Los diez minutos más trepidantes que han pasado por mis ojos tienen lugar en el primer Bond de la era Craig. La que se produce a mitad de metraje en el Aeropuerto de Miami también es para ponerle un piso, pero,me rindo ante esta exótica muestra de talento, planificación y magia digital cortesía de Martin Campbell (¿para cuando una vuelta a la franquicia, Martin?). Maravillosa.

 


9.- EL RETORNO DEL JEDI (1983): Siempre odiaré a los malditos Ewoks y cierto es que, vista hoy, la secuencia canta a jurásico que echa de espaldas. Pero, por favor, estamos hablando de la persecución en el bosque, un hito en la infancia de cualquier nacido en los setenta que se precie, con los soldados imperiales motorizados más molones de toda la galaxia y las Vespas más tuneadas del planeta. Reconocedlo: había que incluirla.



10.- TERMINATOR 2 (1991): Como acostumbra, James Cameron revolucionó los efectos especiales en la segunda entrega de la saga con el licuado Robert Patrick complicando la existencia al cyborg más famoso de la historia del cine. Pero donde el megalómano realizador raya a mayor altura es en la descompensada batalla trailer/ ciclomotor que marca el primer encuentro entre Arnie y su némesis líquida. No ha habido forma de encontrarla completa, pero, como diría Bárcenas frente a un billete de quinientos euros.... algo es algo.