Tras el varapalo que supuso mi aproximación al mundo del bajista Jaco Pastorius (demasiado pronto para acercarme a su puerta, por lo que me han comentado mis asesores) mi entusiasmo por el jazz aumenta su intensidad con la genialidad que exuda "Time out", el disco que en 1959 lanzara al mercado el pianista Brubeck con Paul Desmond, Joe Morello y Eugene Wright completando el cuarteto.
Si "Kind of blue", de Miles Davis, del que hablé aquí hace unos meses, es el mejor disco de Jazz de la historia casi sin controversia doctrinal, "Time out" es, sin duda también, el mejor disco para empezar a escuchar Jazz. Puede parecer lo mismo, pero, sin duda, no lo es.
Mientras que la genialidad de Miles Davis entra a través de la piel, en extensos desarrollos instrumentales improvisados sobre unas bases muy marcadas, la música de Brubeck es mucho más directa, no requiere de largas exposiciones y hace de los cambios de ritmo- incluso dentro del mismo tema- su seña de identidad más pronunciada. Quien odia el Jazz y carece de paciencia, escuchará "A kind of blue" y seguirá odiando el Jazz. Si se decanta para empezar el camino con "Time out", es muy posible que se le gane para la causa.
Además, la escucha del álbum de Brubeck es perfectamente compatible con cualquier estado de animo, cosa que no ocurre con el melancólico disco de Miles Davis, que, en según que circunstancias, puede caer como una losa sobre el oyente. Por el contrario, la descomunal mezcla de ritmos y compases de "Time out" entra con suma facilidad y sus guiños al vals, la música étnica o el swing, unidos a las maravillosas melodías creadas para la ocasión, convierten su escucha en un plato sumamente apetecible en cualquier circunstancia.
Los siete temas incluidos en el álbum son portentosos y aguantan el tipo frente a sus compañeros de surco. "Blue Rondo a la turk" con su ritmo étnico acelerado y sus estructuras clásicas es un primer plato suculento que contrasta con la lánguida y hermosa "Strange Meadow Lark". La melancolía dura poco y, en seguida empieza el celebérrimo "Take five", un clásico entre los clásicos, una canción de las que marcan época y que curiosamente, es la única del disco que no compuso Brubeck sino el saxofonista Paul Desmond. Les dejo una maravillosa versión en directo un poco más abajo.
Apenas recuperado de la impresión los aires de optimismo y energía positiva se intensifican con "Three to get ready" y, sobre todo, la maravillosa "Kathy's Waltz" que lleva alojada en mi cabeza desde hace semanas y no parece querer mudarse- también se la dejo al final de la entrada. El disco se acaba, pero aún queda "Everybody's jumpin'"- que, a pesar del nombre es sosegada y donde el piano de Dave Brucket se luce con entusiasmo- y la coda final con "Pick up sticks", que pone un brillante colofón a un álbum como pocos: intenso, hermoso, melódico y con cuatro virtuosos dando lo mejor de si. Si estaban esperando una oportunidad para entrar en el Jazz, háganlo de la mano de The Dave Brubeck Quartet y "Time out". Verán que el camino no es tan complicado como parecía.
TAKE FIVE
Mientras que la genialidad de Miles Davis entra a través de la piel, en extensos desarrollos instrumentales improvisados sobre unas bases muy marcadas, la música de Brubeck es mucho más directa, no requiere de largas exposiciones y hace de los cambios de ritmo- incluso dentro del mismo tema- su seña de identidad más pronunciada. Quien odia el Jazz y carece de paciencia, escuchará "A kind of blue" y seguirá odiando el Jazz. Si se decanta para empezar el camino con "Time out", es muy posible que se le gane para la causa.
Además, la escucha del álbum de Brubeck es perfectamente compatible con cualquier estado de animo, cosa que no ocurre con el melancólico disco de Miles Davis, que, en según que circunstancias, puede caer como una losa sobre el oyente. Por el contrario, la descomunal mezcla de ritmos y compases de "Time out" entra con suma facilidad y sus guiños al vals, la música étnica o el swing, unidos a las maravillosas melodías creadas para la ocasión, convierten su escucha en un plato sumamente apetecible en cualquier circunstancia.
Los siete temas incluidos en el álbum son portentosos y aguantan el tipo frente a sus compañeros de surco. "Blue Rondo a la turk" con su ritmo étnico acelerado y sus estructuras clásicas es un primer plato suculento que contrasta con la lánguida y hermosa "Strange Meadow Lark". La melancolía dura poco y, en seguida empieza el celebérrimo "Take five", un clásico entre los clásicos, una canción de las que marcan época y que curiosamente, es la única del disco que no compuso Brubeck sino el saxofonista Paul Desmond. Les dejo una maravillosa versión en directo un poco más abajo.
Apenas recuperado de la impresión los aires de optimismo y energía positiva se intensifican con "Three to get ready" y, sobre todo, la maravillosa "Kathy's Waltz" que lleva alojada en mi cabeza desde hace semanas y no parece querer mudarse- también se la dejo al final de la entrada. El disco se acaba, pero aún queda "Everybody's jumpin'"- que, a pesar del nombre es sosegada y donde el piano de Dave Brucket se luce con entusiasmo- y la coda final con "Pick up sticks", que pone un brillante colofón a un álbum como pocos: intenso, hermoso, melódico y con cuatro virtuosos dando lo mejor de si. Si estaban esperando una oportunidad para entrar en el Jazz, háganlo de la mano de The Dave Brubeck Quartet y "Time out". Verán que el camino no es tan complicado como parecía.
TAKE FIVE
KATHY'S WALTZ