sábado, 8 de septiembre de 2007

Ni sexo ni violencia


Viendo algunos de los programas que se emiten actualmente en la televisión, he llegado a la conclusión de que, en este momento, no hay divisa de mayor valor en nuestra sociedad que la humillación. Ni el sexo ni la violencia mueven las masas como lo hace la exhibición de nuestros semejantes en las actitudes más denigrantes e indignas. Los programas basados en la burla, el escarnio y el linchamiento moral acumulan semana tras semana los primeros puestos de audiencia en nuestras televisiones. Da exactamente igual cual sea el sexo, color, capa social o edad del humillado, cualquiera es válido si lo vemos sufrir el linchamiento verbal o físico que corresponda en cada emisión.

En la prehistoria de las televisiones privadas, el becerro de oro era el sexo. Las Mama Chicho, los programas de Bertín Osborne o los desnudos en los espectáculos de Pepe Navarro eran los puntos más álgidos de las programaciones televisivas. Las emisiones en codificado de las películas pornográficas que emitía Canal Plus tenían más audiencia que los telediarios del mediodía. Con el tiempo y fundamentalmente gracias al libre acceso a la pornografía a través de Internet, el peso cuantitativo del sexo en nuestras programaciones se desdibujó sensiblemente en beneficio de la violencia. Los telediarios comenzaron a emitir imágenes que nunca antes se hubieran atrevido sin la falsa prudencia de avisar acerca del contenido de las mismas. Los programas de videos giraron sobre si mismos y dejaron de premiar los de niños asiáticos o toros en caída libre y empezaron a encumbrar los brutales accidentes automovilísticos que sucedían en el mundo o las palizas que propinaban policías de muy diversos países a sus presuntos defendidos o, en su caso, posibles delincuentes. Las líneas de lo violento se difuminaron y no era raro que las televisiones programaran películas de alto contenido en violencia a las horas más intempestivas o como prólogo a algún programa infantil.

Ahora y aunque el sexo y la violencia siguen estando en primera linea de fuego, su poder de convocatoria se ha visto seriamente afectado por la brutal acometida de los programas basados en la humillación. La gente ya no ve "Gran Hermano" para observar una teta furtiva durante la ducha comunal. Ahora, lo que realmente vende es ver a la pandilla de crápulas asociales que se presentan a este tipo de programas recoger estiércol en una piara de cerdos. El espectador disfruta cuando un grupo de famosos de cuarta regional son enviados a una isla a comer pescado crudo, sufrir insolaciones o verlos llorar como becerros camino del matadero porque tienen hambre y sed. Las audiencias revientan cuando un adulto se ve obligado a decir a la cámara que no sabe más que un niño de primaria o cuando una mujer de cuerpo escultural y cerebro de piedra confunde a la vicepresidenta del gobierno con Teresa de Calcuta. Casi es posible escuchar el rugir del público cuando la sangre del vejado es, por fin, derramada.

Con todo y con eso, lo peor no es que nuestra sociedad demande este tipo de comportamientos. Lo verdaderamente escalofriante es que las víctimas de estas vilezas, acuden al patíbulo con la sonrisa puesta y la camisa anudada a la cintura para que los golpes luzcan mejor ante las cámaras. Las cosas que se llevan a cabo frente a los focos de un estudio de televisión, no las harían en su día a día los felices vapuleados ni aunque lo exigiera un juez sentencia en mano. Sin embargo, es aparecer la cámara y una anciana señora no duda un instante en informar al país de las carencias sexuales del marido que, sentado a escasos metros, parece asentir con cierto pesar, para regocijo del público presente. El descomunal obeso que queda colgado de una barra como una mortadela en sus vanos intentos de llevar a cabo una flexión de brazos para ganar unos euros a la del cerebro de piedra, sonríe como un imbécil y mira a la cámara para que sepamos sin sombra de duda que, además de gordo, está allí, colgando como un ajusticiado para nuestro regocijo. No necesitamos ni que lo maten, ni que lo desnuden. Con verlo, nos basta. Brillante futuro nos espera con estos mimbres.

19 comentarios:

Profesor Moriarty dijo...

A la memoria me a traido tu articulo el brillante (al menos para mi) relato El Fugitivo de Richard Bachman, alias en su dia usado por Stephen King. Este libro narra como un programa de television, de un no muy lejano futuro, se convierte en un fenomeno de masas, en el que cada noche, este programa deja "suelto" a un concursante que debe dar esquinazo a los cazadores del programa antes de que le maten. Si consigue sobrevivir treinta dias gana mil millones de dolares.
Se hizo una version bastante mala con Swarzzenegger de protagonista, pero la idea ya a sido utilizada en mil ocasiones, aunque de momento nadie la a puesto en practica en la realidad. De momento, al menos.
Y es que los medios de (des)comunicacion son capaces de ser tan hipocritas que da incluso miedo. No les tiembla la mano al proclamar, con la mano alzada al cielo, como un videojuego mata a derecha e izquierda muñecotes poligonales con unas bonitas texturas en su figura, haciendo caso omiso de que en la caja esta incluida el recomendado a mayores de 18 años. Pero no tiene ninguna importancia poner programas de tan baja calaña como los que mencionas. Y si me permites, incluyo los programas de ¿entretenimiento?derivados de Gran Hermano, en los que adoptan de forma automatica a los expulsados, para que diariamente rajen verbalmente los del año anterior a los nuevos, recalcadoles sus fallos dentro de esa casa tan maravillosa.

Jodo, que a gusto me he quedao'

Anónimo dijo...

Descubrí hace unos días que llevo meses sin televisión, tan sólo veo en la plataforma Digital Plus los reciclados de Cámara Café y -aunque suene tópico- algún documental.

Con todo, prefiero que alimenten las masas con la carnaza de los realities de humillación antes que con las mixturas de talk-shows y telepredicador dirigista al estilo del inefable Sardá.

Además, seamos sinceros, la Barbitonta que llora y sufre nos deja un regustín de felicidad; al fin y al cabo pensamos que está bien verlos sufrir porque no se levantan a las 07:00, no pagan una hipoteca, no se juegan el trabajo en cada actuación y siendo tan leves como nos aparecen en la cámara no tendrán que preocuparse el resto de sus vidas por el dienro ya que salpicarán los medios con sus declaraciones de parvulario, ingresando una pasta en el proceso.

Los que somos capaces de juntar más letras que ellos, seguiremos levantándonos a la misma hora para pagar las facturas de nuestra vida.

Qué narices, que sufran.

JM

Otis Driftwood dijo...

¿Estamos hablando de ese aparato rectangular que hay en el salón y que creo recordar vomitaba estiércol cada vez que la encendía hace un año? Desde que descubrí el pirateo de series americanas por internet, mi dosis audiovisual diaria se limita a la pantalla del ordenador. Sólo volveré a la tele si de una vez estrenan un "gran hermano" ambientado en un campo de concentración, con cámara de gas en vez de confesionario. En cualquier caso, acabar con esta lacra sería tan "fácil" como quitarle la licencia a Telecinco, Antena 3 y demás cadenas miserables, que, no olvidemos, se rigen por una concesión pública según la cual están obligadas a favorecer el interés general. La cuestión es si el último lugar donde la ha metido Jesulín se ha convertido ya en algo de interés general para mucha gente. Por último, generalizar respecto a lo mierda que es la televisión es olvidar a excelentes profesionales y programas (los reportajes de Jon Sistiaga para Cuatro, "Mi cámara y yo", "Callejeros", "Documentos TV" y un largo etcétera). Eso sí personalmente no entiendo "Al filo de lo imposible", con esa manía de dejarse los cuernos escalando el Anapurna a la pata coja o bajando a la fosa de las Marianas sin oxígeno. ¿Pa qué?

sonia f dijo...

Deduzco por tu -magnífico- post que ya has tenido la mala suerte de ver unos minutos de "supermodelos".

Azid Phreak dijo...

Estoy completamente de acuerdo con Jotaeme en cuanto a lo de que en el fondo nos gusta...

Creo que estos programas gustan porque algunos tenemos muy poca autoestima y necesitamos creer un poco en "la justicia divina" autoengañándonos cuando creemos que una Barbie de esas se morirá de verguenza al confundir a Maradona con Nelson Mandela.

Tengo que reconocer que me fastidia venir a trabajar todos los días a un trabajo que me está minando poco a poco, para intentar llegar a fin de mes, mientras segundo a segundo mi hipoteca sube. Esos tuercebotas de los que hablamos ganan al mes más de lo que puedo llegar a ganar yo en medio año, pero ellos sin dar un palo al agua. No le deseo mal a nadie, pero a veces me gustaría verles sudar (¿sudan?).

Digamos que estos programas son el absurdo consuelo de gente que como yo, no entiende como la sociedad en general, premia y ensalza a los holgazanes que pueblan las pantallas (entre los que incluyo a los Tomateros y derivados, que viven igualmente del cuento).

Que me devuelvan mis tetas codificadas en Canal +. Al menos tenían más encanto...

Priscila dijo...

Azid,a mi también me pone de los nervios pensar ue hay gente que no pega un palo al agua y que está cobrando mucho más que yo que me dejo la sangre para llegar a fin de mes.
Y que cuando llego a casa y me apatece desconectar viendo una buena peli, me tengo ue tragar al Tomate, al Corazón de Verano, a la Patricia y a su p... madre.

Esto está montado así, por lo menos de momento. Creo bastante en las modas y ya no solo a nivel de consumo de productos tipo: costura, música, literatura,...sino también en las modas televisivas. Ahora se lleva esto, pero seguro que dentro de unos años haya un cambio en lo que panorama televisivo se refiere. Aunque penándolo bien, dejarán de ganar de dinero estos para pasar a ganarla 3º generación de los flores, los Ubrique,... aaaarrrrrgggg

Sett dijo...

España es un pais de envidias.Aqui no se perdona que seas bueno en algo,o que seas famosillo...aqui la envidia te sigue hasta que te quita el defecto.

Anónimo dijo...

Hombre, sett, si el motivo de la fama es haber masturbado al Padre Apeles o haber confundido al Dalai Lama con una marca de alimentos para mascotas veo que la fama no debe producir efectos positivos en los anlfabestias. Dolerse de la suerte del idiota no es necesariamente envidia.

JM

Sett dijo...

No voy por ese lado jotaeme.

Yo se que quieres decir,pero me refiero a que hay una tendencia muy grande a atacar verbalmente a aquel que triunfa o vive de una forma digamos voyante y elitista.Es innato a nuestra cultura.

He leido comentarios a saco atacando a Alonso por verdaderas estupideces,y a Nadal tambien...eso es lo que intento decir.

Tarquin Winot dijo...

Sett tiene toda la razón cuando dice que este es un país de envidiosos. Los triunfos de nuestros artistas en el extranjero tienden a ser ninguneados y es deporte nacional criticar lo propio y tildarlo de chapucero y poco relevante. Por otra parte, eso no impide que algunos de nuestros triunfadores sean imbéciles o susceptibles de serlo.

No estoy de acuerdo con lo que decis acerca de envidiar a los tuercebotas que dice Azid. Cada uno hace lo que le parece oportuno para vivir, sea masturbar al padre Apeles o vestirse de maáquina de coser. No creo que seamos comparables. El genial Robert Smith de The Cure, en su batalla verbal contra su odiado Jim Kerr, de Simple Minds declaro una vez que no tomaba en consideración al escocés por mucho más dinero que tuviera "El hace lo que hace. Yo hago lo que hago. Yo no hago lo que él hace". Y se quedo tan ancho, con toda la razón del mundo a sus espaldas.

BUDOKAN dijo...

Qué buena reflexión la que planteas en este pensamiento escrito. Es muy triste ver como se ha llegado a la degradación absoluta del ser humano ante las cámaras de tv. Pensar que en sus comienzos para aparecer en pantalla uno debía poseer un don o algún rasgo de excelencia. Saludos!

Anónimo dijo...

En resumen, la televisión comercial actual resulta lamentable. Por eso, casi no la veo. No pierdo el tiempo en ella.

un abrazo

Kampanilla dijo...

¡Anda! ¡Si me has enlazado! ¡Muchas gracias! (Me he sonrojado) ¡Qué honor!

Es lo que comentaba ayer sobre Supermodelos, me parece la leche que linchen a una compañera un puñado de niñatas, y que el programa lo incentive; todo por la audiencia. ¿No deberían promover valores como el compañerismo, el saber estar y la humanidad? En lugar de incentivar que se pise a las compañeras más débiles, el divismo y la competencia feroz. Y que no me vengan con que el mundo de la moda es así; ellos apoyan que siga siendo así, "si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiarte a tí", no te fatidia.

Quijote XXI dijo...

Hola Tarquin. Me ha gustado mucho tu entrada. Veo que las escenas públicas de humillación están a la orden del día, y que el público demanda eso. Pero creo que se dan porque es muy fácil encontrar víctimas propiciatorias para estos espectáculos. Por un lado veo que los famosos de medio pelo, por 5.000€ hacen lo que haga falta, y "ande yo caliente y ríase la gente". Pero es que además hay un montón de gente anónima que busca sus 15 minutos de gloria, y no les importa acudir al "Diario de Patricia" ó similares, a contar sus miserias. Yo siempre he pensado que las miserias son muy personales, pero hay quien aireándolas se siente realizado. Probablemente el público demanda ese tipo de espectáculos, porque siempre hay alguien dispuesto a darlos. Y ese es el creador del problema. Sigue así, Tarquin.

Tarquin Winot dijo...

En la época que comentas, Budokan, y que, sorprendentemente, no es tan lejana, no sólo era necesario disponer de algun don o virtud para aparecer en la televisión, sino, en general, para suscitar un mínimo interés allá donde fueras. De un tiempo a esta parte, la mediocridad y la falta de dignidad es lo único que necesitas para tener un lugar donde dormir.

No estoy del todo de acuerdo con lo que dices, Fernando, sobre las miserias de la televisión. En el fondo, emiten lo que el público demanda. Que dicha demanda incluya basura como los programas mencionados, no es obstáculo para que, como dice Otis, existan verdaderas joyas dentro de las emisiones de las distintas cadenas.

Como no voy a tener tu blog en mi lista de predilectos, querida Kampanilla. Es de lo mejorcito que hay en la blogosfera. He leido la entrada que has escrito sobre el programa de las modelos y lo cierto es que es lamentable el tipo de valores que intentan inocular en esas imberbes. Pero ahí están, dejando que un imbécil las humille y las pise el cuello para ver como quedan sus lágrimas sobre el maquillaje.

¡Cuanto tiempo sin verte, Quijote. Bienvenido de nuevo! Como he dicho antes, creo que esa es la madre del cordero. El problema no está de pantalla para dentro sino de pantalla para fuera. Espero verte pronto por aquí.

Anónimo dijo...

A mi los anuncios que me hacen gracia son los de CUATRO, hay uno que enseña el culo al quitarse una toalla antes de escapar por un agujero rojo y otro tambien muy cachondo uno que hay de un tio viendo porno en una oficina que esta viendo porno por el ordenado y no puede salir se queda bloqueado el sistema y se escapa luego en un acto desesperado por otro circulo rojo jeje. salu2.

Tarquin Winot dijo...

No conozco los anuncios que comentas, Espineli. Acudiremos a Youtube a ver si los localizo. Gracias por la aportación.

Rodi dijo...

Cuando veo los altos índices de audiencia de los programas de los que hablas en tu artículo, siempre pienso que los responsables de que los sigan emitiendo, no son las cadenas de televisión, sino el público, porque al fin y al cabo las cadenas se similitan a dar al público lo que quiere, y si la gente quiere ver mierda, las cadenas dan mierda. Si por un momento nadie viera Gran hermano, Hormigas blancas o Nadie es perfecto, las cadenas programarían otro tipo de programas. Creo que llegará un momento en en que el público se cansara de este tipo de programas, o eso espero, porque ya no se cual será el siguiente paso, puede que como dice Moriarty, poner en practica el argumento de El fugitivo.

Saludos.

Tarquin Winot dijo...

En el fondo creo que programas como esos buscan retransmitir la vida entera de la gente, con la ,cada vez menos vana, esperanza de que los participantes se maten entre ellos y reventar así las audiencias.