Desde finales de los setenta y, si me apuran hasta casi la actualidad, su nombre ha sido utilizado por los más viejunos del lugar como sinónimo de maldad absoluta, como compendio de todo lo cruel, inhumano y miserable que un cuerpo de carne y hueso es capaz de albergar.
Yo recuerdo haber acudido de la mano de mi padre al Estadio Santiago Bernabéu con mis lustrosos nueve o diez años y haberme quedado atónito mientras la grada al completo mentaba la madre al arbitro y no contenta con eso, colgaba (figuradamente, por supuesto) del cuello del colegiado la deshonrosa tablilla que contenía su nombre, diez letras que descargaban sobre el aludido todo el peso de un odio rabioso, constreñido e insalubre y que seguramente dejarían al pobre arbitro al borde del suicidio en el vestuario: FALCONETTI.
¿Que quién era Falconetti y cual era la razón de que medio mundo deseara su muerte y de que la otra mitad no tuviera en mente mover un dedo para oponerse? Pues, resumidamente, Falconetti, Anthony Falconetti, fue el primer gran villano que nos presentó la televisión, un tipejo rastrero y miserable que con sus argucias y bajezas se empeñaba, capítulo tras capítulo, en amargar la existencia de los protagonistas de la mítica serie de los setenta "Hombre Rico, Hombre Pobre".
Con su mítico parche, el actor que lo interpretó, William Smith, creo un icono cultural que a día de hoy sigue siendo reconocible y que en la época causó auténtico furor. Los espectadores por supuesto, acudíamos puntuales a la cita con el capítulo semanal para ver cómo le iba la vida al triunfador Rudy Jordache (el caracartón de Peter Strauss) y qué nueva desgracia le caía encima a su hermano Tom (Nick Nolte, en su papel habitual de bruto con sentimientos), un hombre que siempre se clavaba la aguja cuando iba al pajar. Por allí también pululaban viejas glorias del calibre de Ed Asner o el muy marveliano Bill Bixby que daban lustre a una serie bastante transgresora para la época y a la que el tiempo ha respetado bastante.
Pero por encima de todos ellos, Falconetti brillaba con luz propia. Las fascinación por el mal tuvo en sus sucias maniobras una de las sus primeras muestras televisivas y tras aparecer en un papel muy secundario, se convirtió en el emblema de la serie y en todo un fenómeno social que alcanzó su cénit en uno de los últimos capítulos de la serie en el que el muy ladino llegaba a asesinar a su odiado Tom Jordache en una mítica secuencia en la que con su ojo bueno y sin inmutarse lo más mínimo, Falconetti presenciaba la muerte de su enemigo a manos de una panda de sicarios que le ajustaban las cuentas hasta el céntimo. Inenarrable.
Pero aún quedaba más y este candidato a M.A.T.E.O (para más datos acerca del concepto, pueden visitar aquí la entrada que inaguró la sección y en la que se aclara el acrónimo) se veía superado a los pocos capítulos en la secuencia final de la serie y que, consiguió desencajar más mandíbulas aún que la imagen de Tom Jordache agonizando en el muelle. No se pierdan este genuino M.A.T.E.O. y luego me cuentan.
Yo recuerdo haber acudido de la mano de mi padre al Estadio Santiago Bernabéu con mis lustrosos nueve o diez años y haberme quedado atónito mientras la grada al completo mentaba la madre al arbitro y no contenta con eso, colgaba (figuradamente, por supuesto) del cuello del colegiado la deshonrosa tablilla que contenía su nombre, diez letras que descargaban sobre el aludido todo el peso de un odio rabioso, constreñido e insalubre y que seguramente dejarían al pobre arbitro al borde del suicidio en el vestuario: FALCONETTI.
¿Que quién era Falconetti y cual era la razón de que medio mundo deseara su muerte y de que la otra mitad no tuviera en mente mover un dedo para oponerse? Pues, resumidamente, Falconetti, Anthony Falconetti, fue el primer gran villano que nos presentó la televisión, un tipejo rastrero y miserable que con sus argucias y bajezas se empeñaba, capítulo tras capítulo, en amargar la existencia de los protagonistas de la mítica serie de los setenta "Hombre Rico, Hombre Pobre".
Con su mítico parche, el actor que lo interpretó, William Smith, creo un icono cultural que a día de hoy sigue siendo reconocible y que en la época causó auténtico furor. Los espectadores por supuesto, acudíamos puntuales a la cita con el capítulo semanal para ver cómo le iba la vida al triunfador Rudy Jordache (el caracartón de Peter Strauss) y qué nueva desgracia le caía encima a su hermano Tom (Nick Nolte, en su papel habitual de bruto con sentimientos), un hombre que siempre se clavaba la aguja cuando iba al pajar. Por allí también pululaban viejas glorias del calibre de Ed Asner o el muy marveliano Bill Bixby que daban lustre a una serie bastante transgresora para la época y a la que el tiempo ha respetado bastante.
Pero por encima de todos ellos, Falconetti brillaba con luz propia. Las fascinación por el mal tuvo en sus sucias maniobras una de las sus primeras muestras televisivas y tras aparecer en un papel muy secundario, se convirtió en el emblema de la serie y en todo un fenómeno social que alcanzó su cénit en uno de los últimos capítulos de la serie en el que el muy ladino llegaba a asesinar a su odiado Tom Jordache en una mítica secuencia en la que con su ojo bueno y sin inmutarse lo más mínimo, Falconetti presenciaba la muerte de su enemigo a manos de una panda de sicarios que le ajustaban las cuentas hasta el céntimo. Inenarrable.
Pero aún quedaba más y este candidato a M.A.T.E.O (para más datos acerca del concepto, pueden visitar aquí la entrada que inaguró la sección y en la que se aclara el acrónimo) se veía superado a los pocos capítulos en la secuencia final de la serie y que, consiguió desencajar más mandíbulas aún que la imagen de Tom Jordache agonizando en el muelle. No se pierdan este genuino M.A.T.E.O. y luego me cuentan.
5 comentarios:
Jajaja. Lo del árbitro y lo del pajar me han hecho gracia.
Mmmm...Igula más M.a.t.e.o fue la muerte de Nolte, ¿no?
Lo que sí recuerdo es que mi tía me decía sobre Falconetti, "Pues él debe ser una persona muy buena en realidad" Lo debió haber leído en alguna revista del corazón. Vamos, distinguiendo el personaje de la persona, para no odiar tanto tal tipo, digo yo (jaja)
Un saludo.
William Smith era todo un personaje. Fue agente de la CIA en la vida real y llevó a cabo peligrosas misiones en Extremo Oriente. Lo cuento aquí: miquel-zueras.blogspot.com/.../la-mas-extrana-superproduccion-de-los-8...
Saludos!
Borgo.
La muerte de Nolte, David, era el MATEO previsto, pero viendo videos para erfrescar la memeoria vi este final y me quedé ojiplático. No recordaba el pleno del amigo Falconetti. Ha sido un tema de cercanía mental, más que otra cosa.
Amigo Borgo, el enlace está incompleto... no localizo la entrada. Mándamelo completo que tengo curiosidad por leer esa historia..
Hola, Tarquin. Tampoco la puedo enviar completa. Puedes encontrarla en google, tiene como título: La más extraña superproducción de los 80" Borgo. 30 de enero 2013.
Saludos!
Borgo.
Ok... la busco... Gracias.
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