Llevo semanas evitando hablar aquí del tema, refugiándome en las redes sociales, especialmente en Twitter, para descargar todas las malas vibraciones que me genera la avalancha de insensateces, perogrulladas, falacias y mamarrachadas de toda índole que el tema viene alumbrando desde que paso a convertirse en el vórtice que todo lo absorbe. Como les ocurre a tantas series de televisión que alargan sus tramas mucho más allá de lo saludable, el tema, que lleva en antena más de 30 años, ha entrado en una laberinto del que dificilmente se va a poder salir a menos que uno tire de matemáticas.
Decía Stendhal que las matemáticas no permiten la vaguedad ni la hipocresía y, como en tantas ocasiones, el hombre tras "Rojo y negro" tenía toda la razón del mundo. Si en vez de consignas, proclamas, mediciones de pene y banderas rojas y amarillas se hubiera usado la suma y la resta, hace tiempo que estaríamos hablando de otra cosa mucho más interesante y, sin duda, menos enervante.
El Instituto Nacional de Estadística cifró en 5.510.798 personas el censo electoral en Cataluña para las elecciones autonómicas de 2015. El día en el que se celebraron dichos comicios, catalogados por la Generalitat como plebiscitarios, las urnas cerraron con 4.115.807 papeletas en su interior, con lo que 1.394.991 ciudadanos con derecho a voto, pudiendo ejercer esta facultad prefirieron quedarse en casa. Dejémoslo ahí, no entremos a valorar qué hubieran votado de tener ganas o tiempo. Yo lo tengo claro, pero aquí solo vamos a hablar de números y lo que este dato demuestra es que no es probable que haya un 80% de catalanes que deseen la independencia porque hay un 25% del electorado del cual no sabemos nada y no por eso vamos a poner palabras en su boca. Vamos un poco más allá.
De las 4.115.807 papeletas introducidas en las urnas, 1.620.973 fueron a parar a la candidatura de Junts per Si y 336.375 a la de la CUP. Creo que hay un consenso claro en que ambas formaciones conforman el llamado Bloque Independentista. Dejémoslo ahí, no entremos a valorar qué tienen en común los miembros de Esquerra Republicana, el PDCAT y los antisistema de la CUP. Yo lo tengo claro, pero aquí solo vamos a hablar de números y
lo que este dato demuestra es que más de la mitad de los votos emitidos en 2015 fueron a parar a partidos que no tienen la independencia como motivo conductor de su estrategia. Pero vamos un poco más allá.
El referendum del pasado uno de octubre congregó a las urnas a todo aquel que tuviera DNI. En este caso es difícil determinar el valor del censo, pero vamos a suponer que sea el mismo que las elecciones de 2015 (las gallinas que entran por las que salen). Según datos facilitados por la Generalitat, acudieron a votar 2.286.217 personas, de las que 2.044.038 votaron a favor de la independencia. Dejémoslo ahí, no entremos a valorar las nulas garantías de esta convocatoria ni el peso específico que tienen sus resultados. Yo lo tengo
claro, pero aquí solo vamos a hablar de números y
lo que este dato demuestra es que en poco menos de 24 meses los partidarios de la independencia han pasado de 1.957.348 a 2.044.038, lo que supone poco más de 86.600 personas. Aparentemente, el mensaje no termina de calar. Más aún cuando el censo universal es, obviamente mucho más numeroso que el electoral. Pero demos un último paso más allá.
Las manifestaciones que se llevaron a cabo tras los acontecimientos del 1 de Octubre, uno de los momentos más tensos, dramáticos y tristes de nuestra democracia congregaron en las calles a dos millones de personas según la Generalitat que clamaron contra la represión policial, el fascismo que domina al Gobierno de España y a favor de la independencia y de la libertad de los pueblos. Dejémoslo ahí, no entremos a valorar si hacer cumplir las leyes y disposiciones judiciales es represión o si el Gobierno de España debería no haber caído en la trampa y dar a los independentistas la foto que tanto deseaban. Yo lo
tengo
claro, pero aquí solo vamos a hablar de números y
lo que este dato demuestra es que a pesar de todo y de todos, de las malas decisiones y de la gasolina echada en el fuego, el movimiento independentista no avanza, está en parada cardiorespiratoria y se congela en esos poco más de dos millones de simpatizantes sobre los que pivota desde hace más de 24 meses. Los mueve mejor, los enfoca con más claridad y juegan sus cartas con más desparpajo por muy marcadas que sigan estando. Pero las matemáticas no mienten, no se equivocan y son indebatibles. Y el que no lo quiera ver y pretenda arrogarse una representación que no detenta, está condenado a la derrota. Por hipócrita y por vago.
9 comentarios:
Los números son el antídoto de la demagogia.
Es cierto lo que dices y ellos lo saben, por eso se lo han jugado todo a la carta del camorrista. Los nacionalistas se vuelven anti sistema y los anti sistema nacionalistas. Todo por hacer el ruido necesario para que venga la caballería internacional a ver si con sus 2M + 43M de apoyos internacionales nos empatan a los españoles. La cosa queda en tablas y firmamos algún tratado de Versalles. Es todo muy de táctica militar. El resto son cortinas de humo sobre 1001 debates disparatados: monarquía, Constitución, policía y cosas por el estilo.
La metáfora perfecta es la del berrinche del niño que grita para que le compren el juguetito, sabe que es su única baza.
Y parte de la izquierda española revolucionaria aprovecha este río de mierda revuleto para intentar resucitar su moribunda revolución.
Es hora de ser patriota y de combatir a esta panda de gánsteres.
De pequeño, adolescente y joven en Iruñea y Donostia (o Pamplona y San Sebastián), de adulto en Madrid, siempre oía que lo malo no eran las ideas, que lo malo era la violencia de ETA. Sin dicha violencia, todo era defendible, nos decían. Pues no es así, nos habían metido. Sin violencia, tampoco se permite el independentismo. En lugar de afrontar el problema, como en el caso de Escocia, el estado español (Rajoy al frente) solo ha sabido aplicar la intransigencia, pero, claro, el nacionalismo español está por encima de la democracia y de la responsabilidad política. Posiblemente el número de independentistas no sea mayor que el de unionistas en Cataluña, no lo sé, pero la única solución razonable era haber pactado un referéndum, aunque para eso haya que tener altura de miras. Los catalanes ya han votado, a pesar de la maquinaria represora estatal, y deben, en mi opinión, declarar la independencia sin ambages. Sin hipocresía ni vaguedad.
Saludos, Tarquin.
La ecuación es sencilla.
Los unionistas no queremos la independencia de Cataluña. Los independentistas quieren la independencia de Cataluña. Cada uno tenemos nuestros motivos.
Los independentistas no son mayoría cualificada ni en España ni en Cataluña.
Unionistas win y esto, en Democracia, significa que los independentistas tienen que seguir trabajando dentro de la legalidad para conseguir sus objetivos.
Lo que están haciendo es un esperpento que no lo justifica ni el esperpento de nuestro gobierno actual.
Tanto en propaganda avasalladora nacionalista como en corrupción las derechas española y catalana están empatadas (siendo generoso).
Por cierto, la Historia está llena de ideas malísimas. No sé quién te decía eso, pero yo no estoy de acuerdo.
Firmado. Un republicano centralista de izquierdas partidario de pactar un referéndum.
"Donde unos ven la revolución catalana y la represión española, yo solo veo el independentismo y las contrarrevoluciones conservadoras." Gaspar Llamazares - 19/10/2017.
Para despejar la equis de ese teorema matemático necesitamos consultar al que manda sin representantes hipócritas o vagos de por medio.
Es toda una proeza que con todo en contra -urnas confiscadas, colegios electorales cerrados, bloqueo informático, cargas policiales...- votaran más de dos millones de catalanes. El resultado está claro, la mayoría votamos por una república independiente. ¿Va a seguir España reteniéndonos por la fuerza? Has puesto muchas cifras, pero faltan los más de 800 heridos por las cargas de la Guardia Civil contra gente que no tenía nada más peligroso en las manos que una papeleta. Qué vergüenza...
Saludos y República.
Borgo.
No hay que olvidar que todo este embrollo se ha afilado desde que a Mas le negaron el pacto fiscal. Más números que apoyan la tesis matemática, amigo Lombreeze.
Coincido con nuestro anélido colega, Gonzalo en que aquí el tema de las ideas es secundario (y sí, la historia está llena de pésimas ideas, no se puede negar) y tanto las de unos como las de otros entran de lleno en el cenagal de la propaganda. Pero lo que creo que es innegable es que una parte se está arrogando el todo sobre una ilegalidad consumada y declarada judicialmente. Desde ese punto, lo demás es vapor de agua.
¿La mayoría? ¿Dos millones sobre más de cinco millones de censo es una mayoría? Por favor, amigo Borgo. El estado no entra a negociar un referendum con un apoyo de menos de la mitad de la población por obvias razones de sentido común. La solución es fácil: nuevas elecciones, mayoría aplastante (60% por ejemplo) de apoyo al bloque independentista y te aseguro que en la mesa se sienta hasta el ujier. Pero así, por que yo lo valgo, ya te digo yo que no va a salir adelante. Efectivamente, he puesto muchas cifras, pero faltan muchas, como los 34 asesinados por ETA en Cataluña, de los que el ciudadano Otegui algo puede contar cuando pasa por allí a pasar un par de días. Los números, de nuevo, tan tercos como siempre.
Estimadísimo Miquel, ese resultado está claro solamente para vosotros, los independentistas. Ése es otro gran problema, que vuestro Govern adolece de los mismos males que reprocháis al Gobierno español. No habéis convencido ni a la mayoría de los catalanes ni a la mayoría de los españoles ni a la comunidad internacional de que defendéis una causa respaldada por la voluntad popular. Y la vergüenza o no de la actuación de los FCSE durante el 1-O no lo cambia.
Si objetivamente no sois mayoría cualificada y, además, no conseguís la simpatía por el procés del resto de España/Europa, la conclusión es que, en realidad, pocos creen que alguien está reteniendo a alguien. Cataluña nunca podrá independizarse con el respaldo de 2,5M de catalanes. Ni siquiera sería justo.
Y objetivamente, todo el proceso es ilegal. Y las ilegalidades de otros tampoco lo cambian.
En mi opinión, hay que resetear. Una elecciones serían la mejor opción.
Absolutamente de acuerdo en Salud y República. Aunque la mía es jacobina.
Si algo he aprendido a lo largo de la vida, es que las matemáticas no mienten.
Publicar un comentario